Título: Tomb of Dracula.
Cronología: Abril 1.972-Agosto 1.979.
Cronología: Abril 1.972-Agosto 1.979.
Parece que ahora los vampiros vuelven a estar de moda. Esto me ha facilitado mucho el camino para hacer la reseña que tocaba esta semana sobre cómics. Tirando de hemeroteca nos remontamos a una maravillosa colección de terror, titulada Tomb of Dracula y bajo el sello de Marvel, aprovechando una coyuntura americana de censura más tolerante, superándose poco a poco las ridículas barreras del organismos del Comics Code. Como afortunadamente es una colección que tengo completa gracias a la Biblioteca Grandes del Cómic, creo que podemos apuntar muchas y ricas pinceladas de esta serie. Siguiendo un modelo que observé en el blog de Chespiro y que le dio magnífico resultado, al ser redactado en pequeñas dosis a lo largo de la semana. Haremos lo propio a lo largo de los próximos días.
Personaje universal, entre otros monstruos de prestigio como Frankenstein o El Hombre Lobo, Drácula intentaría repetir su éxito literario ahora en las viñetas. La editorial dio buenos guionistas como el célebre (y tristemente recientemente desaparecido) Archive Goodwin, Gerry Conway (muy conocido, entre muchas otras, por su excelente etapa en Spiderman) o Gardner Fox (cuya notable carrera osciló entre Marvel y DC). Pero la estancia de estos buenos escritores fue alterna, pues hasta que las ventas no demostraron lo contrario, los editores no estaban dispuestos a dejar el guión en manos de alguien que pudiera estar haciendo cosas más interesantes en otras colecciones. La alternancia restaba un poco de ritmo, eso, quizás, explique el tímido arranque.
Frank Drake, un joven acomodado y algo holgazán, viaja con su prometida y su mejor amigo a unas posesiones en un castillo, que vaya a saber por qué son tan lúgubres. La prometida es una chica encantadora, pero hay un problema, también viaja con ellos Clifton Graves, antaño también novio de la chica y mejor amigo de Frank. Un ejemplo de que los guionistas no se tomaban aún demasiado en serio el proyecto es que esta tensión moral y sexual no se aprovecha casi nada, porque de inmediato se encontrarán con un nauseabundo esqueleto que lleva en las profundidades de un pozo. Debió de ser el escenario de una épica pelea, no pueden saber ellos que con un tal clan Helsing, pero la estaca entre los huesos debería ser una poderosa pista.
Misteriosamente si le quitas la estaca, te encuentras con el Príncipe de las Tinieblas, el macabro conde Drácula. Como llevará algún tiempo sin ver bonitas curvas, se prenda de la muchacha, lo cual obligará a Drake y su antiguo amigo a hacer un frente poco sólido, frente al no-muerto. Aparentemente estamos ante un topicazo de mucho cuidado, pero los escritores de Marvel, logran dejar algunas pinceladas interesantes. Convirtiendo primero a su prometida en no-muerta y provocando su asesinato después, Drácula huirá con Graves como nuevo vasallo (de una forma poco convincente la verdad, da la impresión de que nunca supieron muy bien qué hacer con él).
Drake, bastante chocado por su trágica perdida, optará por lo que haría toda persona racional que se vea en un cuento de terror de éstos, caer en la depresión y hasta intentar tirarse de un puente en el Támesis, pero afortunadamente una hermosa mujer y un hombre muy fornido le salvan. Son Rachel Van Helsing (descendiente del mítico cazador) y Taj, un hindú que perdió la voz en un enfrentamiento contra las criaturas de la noche. Le explicarán que nada de lo que le ha acontecido es irreal, que Drácula existe y que fue su antepasado. Para evitar que sucedan cosas como la que le ha ocurrido a él, le dicen que ellos han formado un grupo, liderados por Quincy Harker, hijo del matrimonio protagonista de la novela de Stoker.
Mientras no se sabe muy bien que hacer con el conde en el universo Marvel, los compradores adquieren el producto por dos casas y en este orden: el dibujo de Gene Colan, uno de los artistas punteros del cómic norteamericano es insuperable por su juego de luces y sombras y los cazadores son mucho más interesantes que la presa. Destaca por encima de todos Rachel, un personaje femenino atípico en la época, no es el descanso del guerrero o la damisela en apuros, es la auténtica líder en el grupo de batalla de Harker y será el apoyo fundamental de Drake (y de nosotros los lectores/as) para que no cerremos el tebeo pensando que estamos ante una charanga.
Y en éstas llega Marv Wolfman. Guionista que no necesita presentación, Wolfman lo primero que hace es releerse a Stoker y zambullirse en todo el micro-cosmos que rodea estas historias. No nos vamos dando cuenta y la editorial tiene otro acierto, traer a Tom Palmer como entintador (sin minusvalorar el trabajo de los anteriores). Palmer le da una nueva dimensión al maravilloso lápiz de Colan. Tras una decena de números y con la bendita duración de 20 carillas, el ritmo se va cogiendo y nos vamos sintiendo más cómodos, por cierto que Drácula también. En primer lugar, queda claro (algo que Stoker simplemente sugiere) que estamos ante Vlad Tepes, y frente a algo más que un “simple” no muerto. Drácula es el rey de los suyos y a pesar de la inactividad provocada por tener una estaca en su bondadoso corazón, piensa recuperar el tiempo perdido. El próximo día nosotros lo haremos con él y observaremos como una colección más pasó a ser una de las más exquisitas de los años 70.
Personaje universal, entre otros monstruos de prestigio como Frankenstein o El Hombre Lobo, Drácula intentaría repetir su éxito literario ahora en las viñetas. La editorial dio buenos guionistas como el célebre (y tristemente recientemente desaparecido) Archive Goodwin, Gerry Conway (muy conocido, entre muchas otras, por su excelente etapa en Spiderman) o Gardner Fox (cuya notable carrera osciló entre Marvel y DC). Pero la estancia de estos buenos escritores fue alterna, pues hasta que las ventas no demostraron lo contrario, los editores no estaban dispuestos a dejar el guión en manos de alguien que pudiera estar haciendo cosas más interesantes en otras colecciones. La alternancia restaba un poco de ritmo, eso, quizás, explique el tímido arranque.
Frank Drake, un joven acomodado y algo holgazán, viaja con su prometida y su mejor amigo a unas posesiones en un castillo, que vaya a saber por qué son tan lúgubres. La prometida es una chica encantadora, pero hay un problema, también viaja con ellos Clifton Graves, antaño también novio de la chica y mejor amigo de Frank. Un ejemplo de que los guionistas no se tomaban aún demasiado en serio el proyecto es que esta tensión moral y sexual no se aprovecha casi nada, porque de inmediato se encontrarán con un nauseabundo esqueleto que lleva en las profundidades de un pozo. Debió de ser el escenario de una épica pelea, no pueden saber ellos que con un tal clan Helsing, pero la estaca entre los huesos debería ser una poderosa pista.
Misteriosamente si le quitas la estaca, te encuentras con el Príncipe de las Tinieblas, el macabro conde Drácula. Como llevará algún tiempo sin ver bonitas curvas, se prenda de la muchacha, lo cual obligará a Drake y su antiguo amigo a hacer un frente poco sólido, frente al no-muerto. Aparentemente estamos ante un topicazo de mucho cuidado, pero los escritores de Marvel, logran dejar algunas pinceladas interesantes. Convirtiendo primero a su prometida en no-muerta y provocando su asesinato después, Drácula huirá con Graves como nuevo vasallo (de una forma poco convincente la verdad, da la impresión de que nunca supieron muy bien qué hacer con él).
Drake, bastante chocado por su trágica perdida, optará por lo que haría toda persona racional que se vea en un cuento de terror de éstos, caer en la depresión y hasta intentar tirarse de un puente en el Támesis, pero afortunadamente una hermosa mujer y un hombre muy fornido le salvan. Son Rachel Van Helsing (descendiente del mítico cazador) y Taj, un hindú que perdió la voz en un enfrentamiento contra las criaturas de la noche. Le explicarán que nada de lo que le ha acontecido es irreal, que Drácula existe y que fue su antepasado. Para evitar que sucedan cosas como la que le ha ocurrido a él, le dicen que ellos han formado un grupo, liderados por Quincy Harker, hijo del matrimonio protagonista de la novela de Stoker.
Mientras no se sabe muy bien que hacer con el conde en el universo Marvel, los compradores adquieren el producto por dos casas y en este orden: el dibujo de Gene Colan, uno de los artistas punteros del cómic norteamericano es insuperable por su juego de luces y sombras y los cazadores son mucho más interesantes que la presa. Destaca por encima de todos Rachel, un personaje femenino atípico en la época, no es el descanso del guerrero o la damisela en apuros, es la auténtica líder en el grupo de batalla de Harker y será el apoyo fundamental de Drake (y de nosotros los lectores/as) para que no cerremos el tebeo pensando que estamos ante una charanga.
Y en éstas llega Marv Wolfman. Guionista que no necesita presentación, Wolfman lo primero que hace es releerse a Stoker y zambullirse en todo el micro-cosmos que rodea estas historias. No nos vamos dando cuenta y la editorial tiene otro acierto, traer a Tom Palmer como entintador (sin minusvalorar el trabajo de los anteriores). Palmer le da una nueva dimensión al maravilloso lápiz de Colan. Tras una decena de números y con la bendita duración de 20 carillas, el ritmo se va cogiendo y nos vamos sintiendo más cómodos, por cierto que Drácula también. En primer lugar, queda claro (algo que Stoker simplemente sugiere) que estamos ante Vlad Tepes, y frente a algo más que un “simple” no muerto. Drácula es el rey de los suyos y a pesar de la inactividad provocada por tener una estaca en su bondadoso corazón, piensa recuperar el tiempo perdido. El próximo día nosotros lo haremos con él y observaremos como una colección más pasó a ser una de las más exquisitas de los años 70.
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