lunes, 13 de julio de 2009

TELEVISIÓN ESPAÑOLA DE CALIDAD

Cuesta pensar teniendo en cuenta el triste panorama que generalmente asola (con muy notables excepciones), imaginar una televisión en perfecta comunión con el noble arte del teatro. Pero sí, ocurrió, en plena década de los años 60. Cuesta imaginar que en un panorama de cultura general tan pobre como suelen ser los de todas las dictaduras, sobresaliera esta pequeña joya, en una época que ahora mismo nos parece el Paleolítico, cuando no había centenares de canales a disposición, tampoco vídeos para grabar y mucho menos posibilidad de reposición.
Amparado en la sencilla premisa de representar grandes clásicos de la Historia (desde el Julio César de Shakespeare a una obra de Calderón de la Barca), este formato semanal se mantuvo durante muchos programas dando una calidad media muy por encima de la media. Espero que no sea ningún absurdo nacionalianismo, pero que objetivamente hablando es mucho más enriquecedora la visión de Calígula ofrecida por José María Rodero que la polémica producción americana, que a pesar de contar también con un magnífico reparto terminó siendo una descompensada mezcla de erotismo, porno e historia, por culpa también del pulso de la productora con los financiadores del Playboy.
¿En qué radicaba la longevidad del proyecto? En primer lugar, creo que todo el mundo coincidirá en que se trató de juntar uno de los más fuertes planteles de actores y actrices, de lo mejor de la cantera española. El ya citado Rodero, un actor de temperamento y versatilidad, la poderosa figura de José Bódalo, jóvenes promesas como Sancho Gracia o Paco Rabal, actrices de la talla de Irene Gutiérrez Caba, la secundaria de lujo María Luisa Ponte, una jovencísima Gemma Cuervo.
A nivel de sonido y maquetación, a ningún espectador/a de nuestro tiempo escaparán los muchos fallos que presentaba, o mejor dicho, lo mucho que han mejorado los medios en este sentido. Pero hay sensaciones que nunca mueren y determinadas obras necesitan más el cómo se dice que dónde se dice. Por ejemplo, existe una maravillosa película de Henry Fonda, Doce Hombres sin piedad, que tiene su correspondiente versión en estudio 1. Aunque ambas son dos obras maestras, la española tiene el impresionante acierto de no mostrar en ningún momento la cara del acusado (algo que la película americana sí hace, para más IMRI, un joven que probablemente sea inmigrante). Basada en la pluma de Reginald Rose, la cinta producida por Gustavo Pérez Puig brinda un vibrante duelo de "quién es todavía mejor aún" entre Rodero y Bódalo, acompañados de algunos de los mejores secundarios del cine español (Manuel Alexandre, Rafael Alonso...).
Otra obra que no necesita de grandes efectos especiales es la macabra "Las Brujas de Salem", un perfecto ejemplo de cómo las supersticiones, la paranoia, la envidia y el rencor pueden asolar la vida del más tranquilo pueblecito. Apenas dos muestras de un botón amplísimo que ha hecho que estudio 1 sea recordado con la nostalgia de "todo tiempo pasado fue mejor", algo que a todas luces no es verdad.
Los actores de estudio 1 no fueron máquinas ni mucho menos. Ismael Merlo aparte de un artista como una casa, no dudaba en basar la fuerza de su personaje en estar resfriado ya que él por su parte tenía un constipado, como también se permitió tras acabar un acto de "La Casa de Bernarda Alba" tras un emocionante monólogo: "Pues cuando tengo bien la voz esta escana sí que es la hostia y no ahora". Bódalo por su parte, era un futbolero empedernido, un hombre entrañable, tras el aspecto colérico que mostraba en trabajos como "El sastre". También hay rumores de que algunos de ellos estaban tan "sobrados" que incluso practicaban los ensayos con un trasmisor.
Otros eran auténticos divos como era el caso de Rodero (era muy bueno y lo sabía) y otras entrañables como Irene Gutiérrez Caba, que incluso pedían mil y una veces perdón cuando se les ecapaba pisar la más mínima frase de un compañero/a de reparto, por secundario que fuese. Actualmente, se está poniendo a la venta algunos de estos DVDs en formato DVD, acompañados de documentales sobre algunos de sus más significativos protagonistas (Jesús Puente, Luisa Ponte, el clan de los Merlo, los Caba...). Es una buena oportunidad para algunos de revivir y para otros (entre los que me incluyo) de descubrir esta época pasada, realmanete elogiable.
Aunque los últimos intentos de TVE de revivir este formato han caído en desastre de audiencias, cabe preguntarse que si ahora hay más medios, sigue habiendo buenos actores y actrices deseosos de una buena oportunidad y las obras clásicas (y las menos clásicas) siempre piden ser representadada, what´s the matter? Que dirían los angloparlantes.
Esperemos que no hay que esperar otra vez varias décadas para ver esta forma de hacer televisión.

viernes, 10 de julio de 2009

PAFMAN



Título: Pafman.

Guionista/Dibujante: Joaquín Cera.

Año: Desde 1.980 hasta 2.009.

Editorial: Originario de Bruguera, actualmente en TOP Cómics.


No está el panorama fácil para cómic español. La crisis económica generalizada en todos los bolsillos ha provocado que en las tiendas, el espacio de las estanterías sea cotizado en una feroz lucha donde solamente los más aptos, o mejor dicho, los más conocidos, sobreviven. Vamos, básicamente que si Mortadelo o Superman se resfrían, la gripe se puede llevar para adelante a personajes menos populares.

En éstas anda el personaje de Joaquín Cera, Pafman. Como su propio título indica, nos enfrentamos a una parodia de Batman, aunque cualquier parecido con El Señor de la Noche es pura casualidad. Sobre todo en el uniforme, que finalmente Cera se ha visto obligado a cambiar para evitar problemas por derechos, a partir de ahí, el supuesto carácter de súper-héroe de nuestro protagonista solamente sirve a su autor para justificar su sentido del humor absurdo y su forma de narrar las situaciones, con sátira, acidez y buenas dosis de crítica social si se sabe leer entre líneas.
La andadura no ha sido nada fácil para este defensor de Logroño City (sí, cada uno pone el marco geográfico de sus personajes donde quiere), pues comenzando en revistas como Mortadelo o Súper-Mortadelo, Pafman apenas podía contar con dos o tres carillas. Sin embargo, aunque no a la altura en aquellos momentos de Jan, Ibáñez o Escobar, una vez superados unos timoratos inicios donde ni siquiera se ponían de acuerdo los coloristas, Pafman fue cogiendo ritmo. Especialmente en “El caso de las Gafas Churrifocales”, el estilo esperpéntico y alegre de los cómics empezó a destacar. Los principales puntos de acierto fueron dar más comba a Pafcat (éste si que tiene poco que ver con Robin, básicamente un gato, aunque a veces él mismo ni es consciente, que sería como fusionar a Garfield con un personaje de Siete Vidas) y el gran antagonista de los personajes, El Enmascarado Negro (prueba de diseño simple y efectivo, fácilmente reconocible, que aún sigue haciendo la puñeta en los nuevos números).

Al contrario de lo que suele ser normal, el dibujante novato no se caracterizó precisamente por ser un imitador de lo que ya estaba sucediendo, siguiendo el estilo de una nueva hornada de dibujantes de Bruguera, entre ellos su buen amigo Ramis (autor entre otros de Sporty), marcó un nuevo paso, de cómics diferentes, con un sentido del humor personalista, quizás en ocasiones con más bromas internas de la cuenta, pero que generaba atención entre tantos personajes y autores que iban desfilando con pocas oportunidades en cientos de páginas. Mientras, Cera, utilizando a un personaje compartido con Ramis, Mafrune (un tipo calvo, con mostacho fascista, gafas y misteriosa tendencia a aparecer en calzoncillos), insertó a Pafman en la comisaría de policía, dando mayor margen de maniobra y escenarios al personaje.

Pafman probó suerte con más pena que gloria en varios números para él en exclusiva de la colección Olé. Aunque algunos de ellos como “El Asesino de Personajes” tenían una calidad muy por encima de la media, su acogida en el mercado fue bastante escasa. Todo lo contrario que los divertidos personajillos alienígenas que creó conjuntamente con su amigo Ramis, los Xunguis. En un principio orientados a un público adolescente e incluso con ciertas tramas que podían divertir hasta el adulto, la verdadera mina de dinero para los dos autores ha sido enfocarlos a libros estilo ¿Dónde está Wally?. En realidad, ha sido la gran fuente de financiación para ambos artistas.

Pero hace unos años, tras haber caído en un relativo olvido y por problemas personales (Cera vive y se ocupa de su madre, mujer ya de avanzada edad), se volvió a hablar de ellos. Intentó de nuevo junto al inseparable Ramis hacer una re-versión de los clásicos Zipi y Zape, del tristemente desaparecido Escobar, aunque la modernización no sentó bien a los personajes, a pesar de que el dibujo era de un calidad alta.

De nuevo suscitando interés de la editorial, Cera recibió permiso para recuperar a algunos de sus personajes. Desgraciadamente, solamente se trató de Pafman, otros realmente memorables como Paconstein siguen en el baúl de los recuerdos, pero mereció la pena por el re-diseño. Desde el primer momento, se trató de un bautismo de fuego, se introdujeron nuevos personajes (la sobrina de Pafman, Tina, recordad que se pueden tener sobrinas sin tener hermanos, como el Pato Donald) y se hicieron aventuras más largas. En algunas como la que transcurre en Estados Unidos, aparte de dar un gran repaso a la América del Norte era Bush, demostró un gran dibujo, un lápiz detallista al extremo.

Combinando viejas fórmulas (recuperar al Enmascarado Negro y cía) con nuevas (el delicioso viaje en el tiempo titulado “1.944), Pafman asoma en TOP Cómics como una de las grandes alternativas en cuanto a Súper-López y Mortadelo, a quienes homenajea en repetidas ocasiones, a la par que hay guiños a su buen amigo Ramis. Si hay que quedarse con algo sería los delirantes diálogos (“Alien voló sobre el nido del cuco” según Pafcat cuando un extraterrestre poseyó al profesor Fu-Yú o “Dejadlos, era mejor para ellos, de haber seguido evolucionando habrían creado cosas terribles como la bomba atómica o el requetón”, Pafman dixit para justificar su genocidio de un planeta de los simios).

Aunque está siendo un placer disfrutar de Pafman durante un período de varios años y a pesar de que los seis tomos se antojan menos de los que debería haber, la editorial y Cera comenzaron con buen pie. Pequeños extras como recopilar las viejas historietas de Pafman fue un detalle excepcional en los dos primeros números, pero desde entonces parece haber bastantes rupturas. Al contrario que otros dibujantes más personalistas con su obra, Cera parece bastante desvinculado de la política editorial, sobre todo en el formato y precio (de hecho ha lanzado alguna pullita bastante divertida en sus cómics con respecto a eso).

En definitiva, uno de los personajes más singulares y prometedores del universo de ficción nacional está en una encrucijada, de la que esperó que vuelva a salvarse y no haya que esperar siete años para volver a disfrutar de sus desventuras, pues Cera merece la pena por su intuición y originalidad (aunque en algún foro internaútico se le quiso poco menos que matar por copiar en una ocasión un chiste clásico de la mítica serie Dragon Ball).

Como suele suceder con este tipo de cuestiones, Pafman está oscilando a convertirse en una comedia humorística semi-desconocida pero de culto, pues a quienes gusta, gusta mucho. Es muy recomendable bucear por el Foro de la TIA donde incluso el propio Cera se deja caer de cuanto en cuanto y hay opiniones tan interesantes como las del amigo Chespiro, que de tanto en cuando se deja caer por allí.



sábado, 4 de julio de 2009

LA SOMBRA DEL VIENTO

Título: La Sombra del Viento.

Autor: Carlos Ruiz Zafón.

Ediciones: Varias. Primera aparición en 2.001.

Si puedo ser sincero, me he quitado una espina. Con unos ligeros ocho años de retraso, pero así lo he hecho. La Sombra del Viento era un título que conocía, vaya que sí, generalmente cuando el individuo de turno te apostillaba: “¿Cómo? ¿Aún no lo has leído?”. Ironías del destino, este súper-ventas mundial, traducido a más de 6 lenguas y auténtico bombazo editorial, pasó desapercibido entre mis manos, no de las de mi madre, cierto, pero allí lo tenía en la lista de “pendientes”, sin saber lo que según los demás, me estaba perdiendo muerto de aburrimiento en mi estantería.

Con el tiempo, los comentarios iban haciendo mella, no pocas personas de mi entorno lo consideraban uno de sus libros preferidos y ya fastidiaba que hasta cuando le preguntaban por ejemplo a un jugador de la ACB cuál era la mejor obra que había leído últimamente, salía la siempre nombrada La Sombra del Viento. He de admitir que solamente por llevar la contraria, la primera oportunidad que le di a un libro del señor Zafón fue al Juego del Ángel, su segunda obra. Fue la primera vez que me encontré cara a cara con el Cementerio de los Libros Olvidados, presente de momento en toda su producción como gran eje.

Sin saber que era en cierto sentido la segunda parte de este libro, lo cierto es que mi impresión fue muy positiva. Este verano, finalmente me he reconciliado conmigo y creo que el resto de la comunidad global mundial me perdonará por mi retraso, al fin he saldado la deuda con este libro. Nombres como Daniel, Julián Carax, Fumero, Bea, La Bernarda, Fermín, Barceló y un ilustre etcétera ya tienen en mí un efecto mental, mérito de su arquitecto, el escritor que les dio vida y les convierte en personajes carismáticos, malvados, entrañables, pomposos y siempre sorprendentes.

El primer atractivo es el carácter misceláneo de todo, hay un poquito de suspense, muchos dramones amorosos, pinceladas de novela histórica, un marcado carácter gótico… Esto hace que capte a mucho público, eso es un sentido avispado a la hora de saber venderse. El estilo es tramposo, pero no lo digo como algo negativo, sino como mérito, igual que las grandes películas de suspense, hay un fuerte deseo de todo lector/a que se enfrenta a este juego de adivinanzas de no tener la respuesta hasta el final. Yo no lo adiviné, entre los que conozco, tampoco me han llegado noticias de nadie que siquiera intuyera cómo iba a acabar todo, al menos hasta pasadas las quinientas páginas. Eso sí, tengan claro que Zafón sabe perfectamente donde quiere llegar.

Admitiendo eso, que posee personajes absolutamente entrañables como Fermín por ejemplo, o fascinantes como Carax y que es sumamente fácil identificarse con nuestro narrador, Daniel, podemos, admitiendo siempre la calidad de este libro, ¿está sobrevalorado? Pasados los efectos de su éxito y el shock que supuso, ¿no presenta errores? A la segunda pregunta hay que darle un rotundo sí, a la primera en mi opinión hay que decir no, merece los bien ganados laureles. Otra cosa muy distinta es hablar de cómo se debe afrontar el futuro, ¿qué hay peor para un autor que sobrevivir a su obra maestra? ¿No estará todo lo que haga en adelante en seria desventaja?

El punto negativo del libro es, en contadas ocasiones, los diálogos. Lo digo en serio, aquí sé que mucha gente dirá que cómo es posible, pero si son lo mejor de la obra, e incluso podrán citar algunos de los más brillantes e ingeniosos de memoria. Sin lugar a dudas, no lo niego, pero, Zafón en mi opinión tiene un defecto, con todo el respeto del mundo, incluso su personaje más tonto parece tener una cultura general de sobresaliente. Que Carax o Daniel puedan tomarse licencias poéticas entra dentro del juego, pero parece que arrastran al resto, Nuria Monfort, Miquel Moliner o el propio Fermín, llegando hasta el exceso. Cuidado, que en mi opinión esto también le pasaba a uno de los mejores (sino el mejor) dramaturgos de la Historia, Shakespeare, ¿alguien recuerda algún personaje suyo que hablase con alguna incorrección gramatical o no estuviera bien formado en la Cultura Clásica?

La concatenación de misterios y cajas de sorpresas está bien llevada, en momentos sentimos la tentación de pensar que nuestro narrador se va a equivocar y cometerá incongruencias, pero se pasa la prueba con nota, aunque el amplio desfile de personajes puede llegar a obligar a esfuerzos de memoria muy notables, como también pasa con otras obras muy vendidas como El Ocho o su secuela, El Fuego. Simplemente resignación y mucha atención leyendo, es mi aviso para todos aquellos que no lo conozcan aún, aunque desde luego es parco precio por volver a tener la maravillosa sensación de sorprenderse leyendo.

¿Qué hacer cara al futuro? Lo cierto es que con la perspectiva de los dos últimos trabajos del autor (La Sombra del Viento y El Juego del Ángel), aunque resulte tentador, mi consejo de todo corazón y con admiración es que Zafón procurase alejarse un poco del fascinante marco del Cementerio de los Libros Olvidados. La idea es buenísima y se maneja perfectamente con el linaje de los Barceló, pero en ocasiones, como dijo Ken Follet, cuando te sale un libro muy bueno, un escritor sentirá la fuerte tentación de repetir el esquema una vez al año, sabiendo que muy mal se deberá dar la cosa para que por lo menos no se igualen las ventas del anterior.

Un escritor que demostrado la versatilidad de géneros de Zafón está perfectamente capacitado para abrir nuevos frentes… por muy tentador que siempre sea retornar a Barcelona.

miércoles, 1 de julio de 2009

IL GENERALE DELLA ROVERE

LA FICHA DE LA PELÍCULA:

Título: El general de La Rovere. Il generale della Rovere (1.959).

Basado en: Un relato corto de Indro Montanelli.

Duración: 117 minutos.

Director: Roberto Rossellini.

Guión: Sergio Amidei y Diego Fabri.

Reparto: Vittorio De Sica, Hannes Messemer, Sandra Milo, Giovana Ralli, Anne Vernon, Vittorio Caprioli…

Música: Renzo Rosselini.

Fotografía: Carlo Carlini.

Galardones: Premiada en el Festival de Venecia y ganadora del León de Oro.

No es fácil convencer a un chaval de que hay una gran película de II Guerra Mundial, maravillosa incluso, pero eso sí, carente de explosiones y con apenas un puñado de disparos. Afortunadamente, mi padre consiguió hacerlo y no salí defraudado. Hablar de esta obra italiana es hacerlo de algo especial, de una de esas joyas que de vez en cuando deja este arte.

Basado en la genial idea de un excelente difusor de la Historia en un relato corto, dos sensacionales guionistas brindan a un gran director la oportunidad de hacer auténtica magia, narrar con apasionamiento pero sin dramatismos la dura realidad de la Italia derrotada, a merced de sus antiguos aliados alemanes y temerosa de cómo pueda juzgarla la arrolladora fuerza que viene desde el otro lado del Atlántico. Las preciosas fotografías nos trasladan a una especie de “Alemania año 0”, lo sentimos y se trasmite esa desesperación, cafeterías sin vida donde no hay el suave sabor del desayuno napolitano, sino apenas lo suficiente para sobrevivir.

El hilo conductor será un pícaro, interpretado, cómo no, por Vittorio De Sica. Sin ánimo de ninguna clase de nacionalismo absurdo, creo que pocos países como España o Italia son capaces de comprender la esencia de estos personajes, que siempre son muy delicados de llevar. Si la narración es en primera persona (por ejemplo: El Lazarillo), la clave es cómica y pintoresca, pero cuando lo hace la víctima, el pícaro no deja de ser otra clase de villano, vil y abyecto, de inteligencia podrida. De Sica encarna a un individuo bastante lamentable, jugador empedernido, aprovechado como puede de algo de su contacto con los alemanes… pero tampoco propiamente malo, capaz de buscar algún quebradero de cabeza por ayudar a alguien.

La interpretación de este monstruoso actor es tan amplia y rica que resulta difícil de resumir. Bata con una de las escenas de interrogatorio con los alemanes para darnos una idea de la comunión director-protagonista. Muy firme, De Sica hizo una interpretación académicamente perfecta, pausas dramática, tono de voz solemne, excelente movimiento de ojos… Rossellini (demostrando su gran capacidad para captar las mejores ideas de otros) sin embargo arqueó la ceja y miró el reloj. “Ha estado perfecto, pero me gustaría que hicieras otra antes de irnos, pero no te preocupes, ve rápido”. Obviamente, De Sica intenta hacerlo lo mejor posible, pero hay más tropezones, en ciertos momentos se queda en blanco, le cuesta más seguir el discurso… más nervios. En definitiva, esa fue la escena que se quedó, la propia de una persona que está con el filo de la navaja.

Todo cambia para este singular trotamundos cuando el coronel Muller, quizás el único alemán que aún le guarda cierta simpatía, le ofrezca pactar con el diablo para salvar el pescuezo. A cambio de olvidar sus tropelías, deberá suplantar a un carismático individuo conocido como General de La Rovere, suplantándole e ingresando en un presidio donde deberá captar la atención de otros líderes revolucionarios para decírselos a Muller.

Este personaje, está perfectamente representado por Hannes Messemer, quien brinda una poderosa interpretación. Su coronel no es un tipo desagradable, ni siquiera arisco, es una persona bien educada y muy lógica, no se trata del típico estereotipo bueno-malo, de hecho, De Sica a veces parece menos honesto que él. El asombroso diálogo de Messemer con la viuda del general (aunque ésta no sabe que ha muerto su esposo), es escalofriante y ejemplar. Asimismo, su interpretación es tan lograda que acabamos entendiendo al personaje, su peculiar conciencia y modo de hacer las cosas, hasta el momento en el que se le ocurre una idea.

Por buscar algún fallo, quizás el poco peso (al menos en metraje) de los personajes femeninos, aunque curioso que las actrices fueran uno de los principales reclamos en algunos de los carteles de promoción de la cinta. De entre ellas hay que destacar a Sandra Milo, que encarna a una prostituta antigua amante del persona de De Sica. A pesar de salir solamente en un par de escena, trasmite toda la realidad de una posguerra y da a todos una lección de amor verdadero que lejos de oler a moralina barata o tópico, conmueve sinceramente.

El segundo aspecto negativo es la chapucera escena de acción (sinceramente parece que el director se mueve aquí mucho menos cómodo que a la hora de retratar el conflicto de sentimientos humanos, donde es un auténtico maestro de maestros) donde muere el primer general de La Rovere. Algún crítico de cine de prestigio le lanza un guiño cómplice alegando que está intencionadamente mal hecha, para demostrar el azar en la guerra y la causalidad de este embrollo. Particularmente me decanto por decir que éste es el pie de Moisés golpeado por Miguel Ángel, lo que falta para ser perfecto un precioso monumento al cine.

Sobre el gran atractivo de este juego de doble identidad que va absorbiendo a De Sica para siempre (magistral cómo se comporta cuando está solo en su celda y cuando sale delante del resto, ya convertido en el gran líder), encontramos un final que también genera su interés. Siempre me ha llamado la atención el guiño monárquico de Rossellini, que no llego a comprender del todo, aunque esto es solamente una valoración personal mía.

La valoración global de este producto a mi juicio no puede ser más positiva y la recomiendo encarecidamente a todos aquellos que aprecien (o quieran iniciarse) en el cine italiano, precisamente en aquella fase, una de sus épocas doradas. Gran idea original, guionistas ejemplares, excelente director y magnífico reparto. Un cóctel que solamente se puede mejorar si le añaden y se hacen una copia de la excelente tertulia que en el antiguo programa “Qué grande es el cine” de José Luis Garci, realizó sobre la cuestión.