domingo, 25 de enero de 2015

EL CÍRCULO DE MARTIN


La revolución que ha supuesto para la literatura fantástica la presencia de George R. R. Martin parece más allá de toda duda. Utilizando con suma habilidad el olfato de un avispado guionista televisivo para mantener la tensión al final de cada capítulo importante, así como un universo imaginativo a la altura del mítico Tolkien, y el mecanismo literario de la novela río para generar novedad, este escritor ha abanderado un auténtico éxito de ventas y popularidad, cuyo máximo exponente es la famosa adaptación a la pequeña pantalla de la HBO.  




Recientemente, las estanterías han vuelto a llenarse con otra muesca en el revólver de la Canción de Hielo y Fuego, para ser concretos, The World of Ice & Fire, verdadera enciclopedia ilustrada (de manera magistral, por cierto), un tomo monumental que tiene el atractivo subtítulo de The Untold History of Westeros and The Game of Thrones. Sin duda, una gran noticia para las legiones de seguidores de la franquicia por todo el globo. 




No obstante, sospecho que el lanzamiento deja un regusto agridulce en los interesados, puesto que también implica, nuevamente, otro retraso en la tan prometida sexta entrega de libros; el recuerdo de Danza de dragones exhibe de forma muy clara que Martin está en un proceso de re-escritura que se solapa con su labor de supervisión de los guiones de la serie homónima. Su actividad bloguera y eventos publicitarios, así como entrevistas, puesto que es una figura muy solicitada, hacen sospechar que falta mucho aún hasta que encontremos el desenlace la siempre codiciada posición del Trono de Hierro.  


Suele ser un rasgo en esta clase de sagas es que cada volumen tenga más páginas que el anterior, en ocasiones, millares más. Es lógico, los editores se dan cuenta de que tienen una garantía, un diamante en bruto. Martin dejó algunos de sus excelentes trabajos en décadas anteriores, pero es ahora cuando lo hemos descubierto, probablemente porque el tipo que ha mezclado la Tierra Media, la Guerra de las dos Rosas, los Borgia y tantos otras elementos estaba muy adelantado a su época. Ahora, tiene luz verde. De cualquier modo, me parece que en Choque de reyes ocurren mil cosas más con capacidad de síntesis y mantener la tensión que en su quinto ejemplar (que por otra parte, sigue teniendo un nivel muy alto dentro del género).



Y es que, el único posible error grave que se vislumbra es la propia presión que se ha impuesto Martin es querer huir, según sus propias declaraciones, de un final made in Lost. Es decir, poseer una serie muy valorada y apreciada que pierde adeptos por su solución final, la cual genera muchos detractores. Como fuere, ¿no es acaso injusto? Si a Martin, lo dudo mucho, se le olvidase escribir bien de la noche a la mañana, ¿le penalizaría en algo el rico legado que ha dejado? El problema me parece al contrario, que el propio autor ha apostado mucho por ese desenlace para satisfacer a todos y eso suena a quimera, cuanto menos con la multiplicación de los panes y los peces de la genealogía de sus personajes, hasta el punto de que las genealogías y símbolos heráldicos de esta guía serán consulta de cabecera para futuras lecturas. 




Lo cual no exonera que el minucioso trabajo artesanal de Elio M. García Junior y Linda Antonsson, junto con el propio Martin, merezca más de una ovatio. Los cuidados mapas y delicada edición hacen que, más allá del gigantesco merchandising que hay creado alrededor de esta mina de hacer dinero y adeptos, sea un libro que por sí mismo merece la pena en la inversión. Además, tiene la ventaja de ser una regesta de la visto hasta ahora, esos detalles que uno quizás se haya perdido. 



Pues bien, aunque pueda haber acontecido a costa de nuevos retrasos en los prometidos vientos norteños, el mundo de los siete reinos vuelve en todo su esplendor, repleto de impresionantes fortalezas, poderosas flotas, los primeros hombres y grandilocuentes nombres. Actualmente, aún hemos de contentarnos con la versión en inglés, a la espera de las pertinentes traducciones al castellano. 




Desde la Edad de los Héroes a la llegada de los Primeros Hombres; desde el desembarco de Aegon el Conquistador y sus dragones hasta la caída del Rey Loco, Martin y su equipo vuelven a dejar un regalo para sus incondicionales y los que, aún no sabiéndolo, terminarán siéndolo. 



Feliz lectura. 

domingo, 18 de enero de 2015

LA DEIDAD DE LA MONTAÑA


El viejo Howard vio aquel apretón de manos con una extraña sensación de déjà vu. Apenas conocía a aquellos dos norteamericanos que habían cruzado el gran río, pero no era la primera vez que se embarcaba en una aventura así con gente de este pelaje. Poblaban las calles de Tampico, solicitando limosnas a compatriotas más afortunados, siempre esperando un golpe de suerte y con turbios pasados al otro lado de la frontera, ya lo dice un viejo chiste mexicano: "Qué mala suerte, compadre. Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos"




Anciano buscador de oro, Howard era consciente de que esas promesas de camaradería siempre se hacían, pero que los inhóspitos parajes que habrían de atravesar a base de machete serían un desafío para la lealtad. No encontrar el metal precioso tampoco respaldaría la convivencia. De cualquier modo, el peor momento llegaría si lograban ser bendecidos en aquellas minas rodeadas de bandidos por su reluciente brillo. Sí, aquellos Dobbs y Curtin deberían andarse con mucha cautela, pues los dioses tienen un perverso sentido del humor.   




En líneas generales, tal es el codicioso juego que plantea El tesoro de Sierra madre (1948), film basado en la novela original de B. Traven, auténtico personaje de película él mismo, misterioso disfraz bajo el cual se escondió un talentoso escritor que supo apelar a algunos de los aspectos más a flor de piel del ser humano. Los derechos de aquella novela de caza fortunas fueron desfilando durante varios años, aunque un joven y ambicioso cineasta llamada John Huston logró su propósito de ser finalmente él la persona designada por la Warner Bros para adaptarla a gran pantalla. 



El joven director emprendió su propia odisea para encontrar a Traven, aunque tuvo sus sospechas, nunca pudo demostrarse del todo que le hubiera visto en persona. Daba igual, la esencia de sus tres personajes le fue dada mediante intermediarios y pudo ponerse manos a la obra, contando para la ocasión con un trío estelar: Humphrey Bogart, por aquel entonces ya una estrella consolidada, asumiría el rol de Dobbs, Walter Huston, padre del propio John,  tomaría el manto del anciano Howard, y Tim Holt, el del joven Curtin. Curiosamente, hasta última hora, el tercero de estos caracteres estuvo a punto de caer en manos de Ronald Reagan, quien posteriormente acabaría llegando a ocupar galones presidenciales en la Casa Blanca en un mandato muy controvertido. 




Unos triunviros que se dejaron la piel en un agotador rodaje donde Bogart solamente aprendió las suficientes fórmulas en castellano para pedir bien sus cervezas; sin embargo, llegado el momento de escuchar acción, confeccionó uno de sus retratos más complejos, dándole a Dobbs un registro de luces y sombras que sorprenderá a quienes les recuerden únicamente como cínico y romántico héroe. Huston, totalmente desinhibido y en el mejor momento de su trayectoria, dio una ternura alocada al sabio Howard, hasta el punto de que muchos le siguen señalando como su buscador favorito en esta obra maestra. Por su lado, Holt brinda todas sus dotes para ser uno de los nexos más claros con el espectador, el imprescindible contrapunto de dos extremos tan acusados. 




El propio Huston hizo un cameo que se hizo tan célebre que el propio Bugs Bunny hizo referencia a él en uno de sus cortos, mientras que el reparto mexicano brinda una sólida labor donde sobresale la pica de Alfonso Bedoya, cuya macabra sonrisa de pirata define a la perfección a su líder de bandoleros. Un film de frontera y de conflicto, sazonado con el toque personal de Huston, quien sería con el tiempo una de las biografías más apasionantes del celuloide, un crisol de personalidades que explica la sed por vivir que exhibe su propia obra. 



Iconos culturales de nuestro tiempo como Los Simpson han hecho homenaje a esta clásica pieza; no en uno, sino en varios de sus capítulos, pues los temas que trata esta búsqueda siguen anidando en cualquier rincón donde pueda existir un tesoro. Inclusive, hay algo de su esencia en el célebre final de El tesoro de Cicuacoatl, obra de Jan, uno de los creadores comiqueros españoles más exquisitos de las últimas décadas. 





El film tiene una violencia descarnada y de poco glamour que es sumamente realista, algo que ha influenciado a artistas de la talla de Martin Scorsese, quien siempre ha admitido esta deuda contraída con esta referencia, Repasando los detalles del rodaje, las dudas de intérpretes como Bruce Bennett de enfocar su papel (cuyo personaje termina siendo absolutamente decisivo en la trama) y los egos allí almacenados, resulta casi milagroso que el proyecto acabase llegando a tan buen puerto.



Sin duda, la deidad de aquella montaña, aparte de un cruel sentido del humor, tenía un exquisito buen gusto. 

domingo, 11 de enero de 2015

ESE VIEJO DERECHO...


París es noticia casi siempre, aunque me hubiera gustado que esta entrada nunca hubiera tenido que producirse. Los trágicos acontecimientos de esta semana nos han llevado a un torbellino de emociones. Comencemos por la más urgente e importante, la pérdida de las personas que se encontraban en la redacción del semanario "Charlie Hebdo", un dolor irreparable para sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. El resto de la sociedad pierde a unos artistas, una forma de entender las cosas, una libertad de expresión que daba titulares y portadas con los que sonreír, discrepar o lanzar carcajadas. 




El salvaje atentado deja muchas cosas, algunas de ellas temibles. Lo acontecido puede hacer aflorar los sentimientos más extremos, el racismo y más fanatismos se nutren de estas desgracias. No obstante, la respuesta de este domingo ha sido un claro grito de la Ciudad de las Luces para ser una capital contra el terror, nada más y nada menos, sin obedecer a otros objetivos que no sean recordar libertades. Franceses, palestinos, israelíes, alemanes... Ojalá no se limite a ser un chispazo genial y pueda tener continuidad dicha iniciativa. 



La falta de censura nunca ha sido fácil. Religión, sexo, política, etc., en realidad, cualquier cosa es susceptible de generar ofensa, de provocar ampollas. Es fácil recordar que, a veces, tenemos que repartir la mitad de nuestro tiempo defendiendo del derecho de alguien a expresarse, usando la otra para rebatirle y mostrar disconformidad. Si perdemos eso, todo queda en entredicho. 


Elvira Lindo, escritora que siempre parece tener la cabeza muy bien amueblada, dejaba un artículo para la reflexión, lanzando, junto con el debido pesimismo que impone lo acontecido, muy oportunos avisos a navegantes, citando, entre otras fuentes, nada menos que a la periodista Zineb El Rhazoui, quien ya adivinó a finales de la década de los 80 muchos de los problemas que hoy estamos viendo reflejados, 




Y es que a estas alturas ya hemos visto de todo, casi. Hogueras con Bloody Mary, la Inquisición y sus mal llamados Autos de Fe, lapidaciones en nombre de la misericordia, guerras santas (que es como decir hamburguesa vegetal o piedad cruel, términos antagónicos per se), conversión de seres humanos en ovejas con bombas al matadero, sin saber que los entrañables pastores que les mandan van a dejarles encantados precederles en ese paraíso prometido mientras ellos utilizan su fanatismo, como otros se empeñaban en orar a la que otros se doblaban el espinazo....




Soledad Gallego Díaz también ha hecho distinciones que algunos se empeñarán en negar. Viejas fórmulas que, por archi-sabidas, nos convendría recordar a todos: convertir a Al Qaeda y similares despropósitos de oscuridad en los representantes y monopilizadoras de la religión islámica (o cualquier otra) es darles un poder que no merecen tener. Son ellos los que deben estar fuera de juego, pues en su intransigencia no dejan lugar para ningún asomo de disidencia en su barbarie. 


Cualquier persona merece ser respetada por la creencia que tenga. Otro tanto ocurre con el derecho a hablar, alabar o burlarse de todo aspecto relativo de la vida. Y es nuestro viejo derecho decidir donde está nuestro límite, qué revista no vamos a comprar, en qué momento vamos a apagar la televisión o qué libro devolveremos a la estantería por no satisfacernos. Querer imponer ese criterio a los demás nos llevaría a épocas muy remotas de cruzadismo, salvo que Saladino sí terminó abogando por libertad de peregrinaje a todos los credos en Jerusalén, por más que pudiera costarle de entender algunos. 



En esas seguimos, tratando de invocar ese viejo derecho...

domingo, 4 de enero de 2015

BUSCANDO LA VERDAD


Romper los moldes, crear un nuevo estilo, aunque habrá una vuelta a las raíces cuando la ocasión lo requiera. El asombroso acogimiento de crítica a la serie True Detective es otra muesca más para el revólver de la HBO, la cual parece seguir empeñada en encontrar gallinas de los huevos de oro por doquier, con el añadido de que le dan cinco tenedores en casi todas las guías gastronómicas. ¿Qué puede explicar la acogida tan encendida que han tenido las andanzas de los investigadores Rust Cohle y Martin Hart? 



La fórmula no es nada original, de hecho, es totalmente clásica. Pareja de detectives con personalidades contrapuestas, el hombre casado con problemas en casa y el lobo solitario que esconde una personalidad compleja y mucha tristeza acumulada. A pesar de ello, los adictivos primeros episodios de este show se ven con un gesto boquiabierto. Y es que los diálogos de ambos protagonistas están muy bien hechos, desde esos primeros viajes en coche por un distrito perdido del sur de los Estados Unidos. 



Matthew McConaughey y Woody Harrelson ponen todo su oficio y capacidad para empatizar con el público, haciendo una labor actoral tremenda, mientras que el argumento sigue un parámetro archi-conocido, pero muy eficaz. Los dos colegas se había distanciado tras un caso muy complicado, pero, ¿realmente está resuelta su relación y el crimen que dejaron con muchos claros-oscuros? Desde luego que no, aunque habrán de excavar en los pozos de su memoria para recordar todos los pequeños detalles de una serie de asesinatos en serie macabros, muy alejados de todo lo que había visto antes. 


Una de las pocas carencias de las que se acusa a esta primera temporada es su falta de indagación en los personajes femeninos. Sí y no. Resulta indudable que la pareja protagonista masculina copa el rol de narradores, algo que hace que las mujeres que les rodeen queden reducidas a márgenes más secundarios. Sin embargo, me gustaría aquí hacer sobresalir a Michelle Monaghan, quien reviste de mucho más de lo que parece a la esposa de Martin; personalidad complicada y muy observadora, tanto en lo referente a su esposo como a sus hijas, Nick Pizzolatto, responsable del laberíntico guión, la destaca como la más la persona con más capacidad de empatía de todo este crisol de angustiosas personalidades. 



Se la advierte mucho mejor en las re-visitaciones. Pero eso lo podríamos decir de casi todo lo que envuelve a esta historia, aparentemente un relato negro más, pero con una riqueza inimaginable a simple vista. Pizzolatto bebe de algunos de los rincones más oscuros de la literatura más propia del género, con una especial mención a Lovecraft. Un mundo cotidiano que esconde aberraciones en las granjas más alejadas, quedando el enigmático nombre de Rey Amarillo como todo un homenaje al misterio.  




Una oscuridad que recuerda a Sed de mal, en cuanto nadie parece estar a salvo de la corrupción y la maldad que parece anidar en las cosas más simples, incluso en los juegos infantiles. El estado de Luisiana ofrece un decorado natural que resulta impagable en los progresos y retrocesos de un quién es quién donde hay que volver atrás sobre nuestros pasos para no vernos tan perplejos como los propios integrantes de esta tela de araña. 


Rosario de referencias a la religión y muchos elementos de la cultura contemporánea, Cary Fukunaga y Pizzolatto dirigen con mano maestra lo que puede ser la primera parte de un tablero aún por montar (se ha confirmado que la segunda temporada será con una pareja investigadora diferente y un misterio, aparentemente, sin conexión directa con la anterior). Sirva como ejemplo la utilización de canciones como Young Men Dead al final de uno de los episodios (por no hablar de The Handsome Family de T. Bone Burnett). 




Estos primeros ocho episodios han supuesto una auténtica revolución, una de las más gratas sorpresas posibles en el panorama televisivo que se recuerdan. Merece la pena hacer el desembolso en un DVD o dos para volver a disfrutar de este pequeño gran teatro de los horrores y las parcelas más oscuras que podemos concebir. 



Robert W. Chambers había comenzado el sendero amarillo, ahora nos toca a nosotros proseguirlo... es decir, si nos atrevemos a ello.