domingo, 31 de diciembre de 2017

DESPEDIRSE DEL ABSURDO


Todo termina siendo bastante absurdo en cuanto se analiza un poco en profundidad. Eugène Ionesco lo sabía. Por ello, cuando se estrenó La cantante calva en París asistió estupefacto a las carcajadas del público. Pretendía hacer una sátira burguesa, una burla de las fórmulas sociales y la incomunicación que se da en los diálogos superfluos del protocolo. No obstante, terminó encontrando una nueva forma de hacer comedia, un sinsentido del que luego desembocarían muchos gags de la Monty Python en su célebre Flying Circus



El Gran Teatro de Córdoba acogió en vísperas de la despedida de 2017 una nueva versión de este clásico del teatro del absurdo, bajo la dirección de Luis Luque. La gran bandera del Imperio Británico que preside el escenario antes de subirse el talón, ya advierte de la clave de sátira en la que va a enmarcarse el asunto. Dos intérpretes de las tablas de Joaquín Climent y Adriana Ozores personifican a un excéntrico matrimonio de las tierras de Su Graciosa Majestad que esperan la visita de unos amigos. 



Desde el arranque nos sentimos desconcertados, todo en el texto de Ionesco está hecho para que perdamos cualquier clase de brújula narrativa clásica en el teatro. Incluyendo su peculiar su título, hay un amplio abanico de Mcguffins carentes de pies o cabeza. Luis Luque apuesta por la denuncia social antes que por la simple advertencia, a la hora de plantear situaciones insólitas. 



Los invitados a la casa son un no menos excéntrico matrimonio encarnado por Fernando Tejero y Carmen Ruiz. Su primera escena brinda un diálogo delirante que desmonta bastantes de los presupuestos de la lógica y el método hipotético deductivo. Y es que en esta obra las apariencias engañan, incluso las más obvias. 



En resumen, se trata de un tipo de comicidad que escapa del modelo más tradicional. Hace apenas unas semanas, en este mismo escenario pudo disfrutarse de un delirante ejercicio de género (La comedia de las mentiras), siguiendo de manera excelente las fases y actos que mandan los cánones. Decía Rafael Álvarez el Brujo que en toda pieza había un descubrimiento, una explosión y un clímax en que convergía lo anterior. La cantante calva se escapa de esos senderos. 



La versión del libreto ha sido escrita por Natalia Menéndez, realizando una conveniente actualización a la pluma de Ionesco. La reunión de los dos aburridos enlaces conyugales se verá amenizada por la visita del jefe de bomberos (Javier Pereira), quien confirmará que incluso ante desgracias como los incendios sigue habiendo categorías por cuestión de clases. Asimismo, iremos viendo las explosivas apariciones a ráfagas de la peculiar criada de la casa (una espléndida Helena Lanza). 


De hecho, de la interacción entre Pereira y Lanza surge una de las escenas más recordadas, de claras referencias fellinianas, llevando al paroxismo los recitales de poesía y las supuestas reglas de las veladas educadas en el salón. El compromiso del reparto con el proyecto es indudable y no tienen ningún rubor en prestarse a esta farsa. 



El último acto lleva a la burla final, el juego de la falta de significado y lo absurdo del propio lenguaje. Igual que ocurre con el arte abstracto, surge aquí el debate y la eterna duda acerca de cuál es la frontera entre la genialidad y la tomadura de pelo (y al final la cantante se queda calva de tanto tomárselo prestado). El teatro abanderado por Ionesco se puede permitir unos atajos y comodidades que en otras fórmulas no se perdonarían con tanta facilidad. 



No podría dejarse pasar esta ocasión para desear un muy feliz 2018 a todos los lectores/as del blog, confiando en seguir contando con su amable lectura en el próximo curso. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-"La cantante calva", función del 28 de diciembre de 2017 (Gran Teatro de Córdoba, fotografía realizada por el autor del blog). 



-"La cantante calva", función del 28 de diciembre de 2017 (Gran Teatro de Córdoba, fotografía realizada por el autor del blog). 



-Programa "La cantante calva", función del 28 de diciembre de 2017 (Gran Teatro de Córdoba). 

sábado, 23 de diciembre de 2017

EL PRIMER REGALO NAVIDEÑO


Daba un poco de miedo la premisa. A estas alturas, en plena etapa de Donald Trump, no estaba la cuestión para que la alianza Pixar-Disney hiciera una historia ambientada en México. La posibilidad de caer en tópicos y lugares comunes en vez de ahondar en la riqueza de un país plagado de ricas tradiciones, siempre estuvo allí. No obstante, el simple opening con la voz de Miguel nos advierte que "Coco" es una cosa seria: un cuento perfectamente encuadernado y con el lazo colocado de forma impecable. El equipo de guionistas ha huido de conformismos y se ha atrevido a hacer un largometraje de animación que aborde cómo se celebra El Día de los Muertos en una tierra que honra la memoria con un estilo propio. 



Desde La novia de cadáver (2005) no se combinaba con un eclecticismo tan audaz un tema tan aparentemente sombrío. El recorrido que se nos propone como afortunada audiencia es el primer gran regalo navideño de la cartelera, la confirmación de que se puede hacer cine infantil de altura, capaz de interesar a un amplio espectro de público. Al más puro estilo Del revés (2015) (CRÍTICA INSIDE OUT), Pixar cumple ese viejo y casi imposible precepto: enseñar deleitando. 



La historia de Miguel es la de una desbordante pasión musical incomprendida por su gremial familia, empeñada en desterrar cualquier cosa que tenga que ver con las partituras tras una desgracia del pasado. Venerando la icónica figura de Ernesto de la Cruz, una celebridad en su localidad, el joven está decidido a participar en un concurso de talento que ocurrirá en la plaza, pese a la imposición del clan de que es el día de recordar a los parientes que ya no están con ellos y no de andar cantando.  


La travesura va a provocar una serie de inesperados acontecimientos que llevaran al chico a cruzar el camino inverso a la festividad: si los muertos vienen a visitar a sus parientes vivos, él hace justo lo contrario. Pronto va a comprender que en ese peculiar universo también hay reglas y que su vocación está a punto de cobrarle un duro peaje si no logra encontrarse con su cotizado ídolo. Un primer acto rápido, directo y aparentemente sencillo. Es la sensación que deja un argumento cuando ha sido afinado con sutileza en cada una de sus cuerdas: que así es muy fácil, mano. 



Nada se ha dejado al azar. Basta ver el equipo de doblaje. Anthony González es prácticamente un guía espiritual de Coco, Benjamin Bratt resulta una maravilla como el afamado Ernesto de la Cruz, además de dos de las joyas de la corona en el elenco de personajes: Mamá Imelda (Alanna Ubach) y Héctor (Gael García Bernal). 



Los guiños a la cultura son constantes y repletos de encanto. Desde el "peladito" don Mario Moreno hasta Frida Kahlo, pasando por El Santo, ha existido un buceo muy serio en dónde arrancan las tradiciones, bien sazonadas por cierto can con el tampoco casual nombre de Dante. Una vez tiene dominado el tema, Pixar logra mover en su forja los metales para que hagan a lo que su estudio se le antoja. Basta ver las impresionantes calaveras de los difuntos para observar lo meticuloso de los diseños, las ingeniosas soluciones presentadas ante la narración gráfica. 


Si todavía no la han visto, quizás les llame la atención que tenga un título como Coco, pues aparentemente no corresponde a ninguno de los miembros del elenco. Y es que aquí está uno de los trucos más audaces de la baraja, un giro de tuerca ingenioso que lleva a uno de los clímax mejor llevados en el género desde hacía tiempo. Como nada hay perfecto, quizás podría quitarse algún acento excesivamente moralizante o discurso pro-familia en plan "con o sin razón son mi sangre", pero eso apenas enturbia una melodía que es excelsa. 



Y es que hay un amor doble en Coco: por México y por la música. Acaso terminen siendo la misma cosa. No le anda esta cinta muy a la zaga a esa obra maestra llamada Amadeus (1984) a la hora de reflexionar sobre el arte, el deseo de posteridad, la frontera entre el talento y la popularidad, además de una de las frases más hermosas que se han dicho en la pantalla grande sobre qué es una fuente de inspiración.  



Acaso todo lo que quede de nosotros dentro de mucho tiempo apenas sea una foto borrosa. Pero bastará con que alguien a quien quisimos nos guarde en su memoria para no irnos del todo. El primer regalo navideño viene de la mano de Pixar. No podría pasar el blog la oportunidad de aprovechar la ocasión para desear unas muy felices fiestas e inmejorable año nuevo a sus lectores/as. Gracias por estar ahí. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.cinepremiere.com.mx/coco-pixar-datos-curiosos-64203.html



-https://codigoespagueti.com/noticias/cultura/dia-muertos-inicia-nuevo-trailer-coco/



-https://www.youtube.com/watch?v=ZvvNu9DLdPI

domingo, 17 de diciembre de 2017

LA DUDA RAZONABLE (BETTER CALL SAUL, TERCERA TEMPORADA)


Tras dos primeras temporadas excelentes, había llegado el momento de iniciar la transformación. Como los fieles parroquianos de Breaking Bad recuerdan, hubo un instante donde Jimmy McGill terminó convirtiéndose en el el brazo legal de clientes infames, el astuto y poco escrupuloso Saul Goodman. La tercera entrega del spin-off nos lleva, como bien me indico hace algún tiempo un amigo con olfato fino para las series, a la primera vez que surge la duda razonable: ¿Es ya Better Call Saul tan buena como la majestuosa andadura en la caja tonta de míster White? 



A estas alturas, Bob Odenkirk nos leva por donde quiere con su personaje. Igual que sucede en el show con su clientela, siempre encuentra el resquicio para engañarnos, logrando ponernos de su parte incluso cuando desafía toda lógica. De cualquier modo, su antiguo éxito en el pleito entre hermanos le lleva a exponerse a la feroz venganza de Chuck (Michael McKean, de menos a más todo el programa), quien no piensa permitir que el miembro más joven de su familia quedé impune por su afrenta. Pese a sus problemas de salud, Chuck es un tipo inteligente y que asimismo sabe golpear donde más duele a sus adversarios. 



Como ya veníamos oteando en el horizonte, Vince Gilligan, Peter Gould, Gennifer Hutchison y el privilegiado equipo de guionistas han colocado las piezas para ligar las vidas paralelas del protagonista y Mike (imperial Jonathan Banks, otro de esos tipos con cara de que todo les sucedió la noche de antes). Las subtramas del segundo no solamente no estorban, son pequeñas piezas de noir que nos van arrastrando hasta cierto local de comida rápida. 


Un camino que Mike anda con una facilidad pasmosa. Lleva demasiado tiempo en el negocio para saber que en ese local entra mucho dinero. Por bueno que esté el pollo y la ración de patatas, hay gato encerrado. Sus averiguaciones van a arrastrar a Jimmy hacia uno de los rostros malvados más apacibles que existen: "Gus" Fring (Giancarlo Esposito). Se trata de uno de los tipos más racionales y tranquilos para cometer fechorías de la ficción televisiva, un excelente empresario que sabe que es más útil reclutar el talento que ponerlo en su contra. Jimmy y Mike deberían tomar nota de todo ello. 



Rasgo distintivo de las buenas series es que no se introduzcan elementos prescindibles en el reparto. Michael Mando lleva desde el capítulo piloto cocinando a fuego lento el arco de Nacho Varga, un antihéroe que va a verse contra la espada y la pared a la hora de tomar decisiones. Y es que trabajar a las órdenes de Héctor Salamanca (Mark Margolis) tiene una serie de riesgos que no solamente afectan al empleado en cuestión, incluye el contrato a todo el clan familiar. 



Quien come aparte en la trama es la espléndida evolución de Kim Wexler (Rhea Seehorn). Si Jimmy es un personaje de brújula dudosa a la hora de elegir lo correcto y lo incorrecto, su compañera letrada es la capacidad de asumir la responsabilidad conociendo el coste. Agudamente, Liz Shannon Miller expresa en una crítica de esta temporada que, irónicamente, esta obra centrada en un busca-vidas nos está planteando algunos de los compromisos éticos más atractivos para la ficción televisiva. 


Cada personalidad es una pieza del puzzle. No subestimen Francesca Liddy (Tina Parker, excelente acierto de casting) o a ese maravilloso reparto coral de personas de la tercera edad a las que asesora (en ocasiones, con poco honor) el siempre ambivalente abogado. Pese a la química existente, parece que el guión nos invita a pensar que el affaire Kim-Jimmy tiene un halo de tragedia griega. Bien llevado, la manera de explicar por qué no siguieron juntos puede ser el clímax de este proyecto. 



No se confundan por ello. Si bien hay asuntos serios y de bufetes, el humor negro seguirá siendo omnipresente en el show, es el sello de fábrica de esta franquicia. Hay mucho de la clásica picaresca, del tono agridulce las personas que se buscan la vida como buenamente pueden, a base de que el espectáculo debe continuar. 



Un último regalo son esos flashbacks elegantes, firmes y eficaces, dignos de una cinta de Scorsese. Como en los mejores días de Breaking Bad. Lo dicho, ya tenemos la duda razonable. Esperaremos con paciencia la cuarta temporada para afinar el veredicto. 



ENLACES DE INTERÉS:



-CRÍTICA DE LIZ SHANNON MILLER A LA TERCERA TEMPORADA



-RESEÑA BETTER CALL SAUL PRIMERA TEMPORADA



RESEÑA BETTER CALL SAUL SEGUNDA TEMPORADA



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.supermadre.net/netflix-amor-eterno-better-call-saul/



-https://www.diariocritico.com/television/better-call-saul-critica-witness



-http://www.imdb.com/title/tt5719532/mediaviewer/rm3843438336

domingo, 10 de diciembre de 2017

LA COMEDIA DE LAS MENTIRAS



Venía con gran aval. El texto de Pep Anton Gómez y Sergi Pompermayer había cosechado laureles en el pasado Festival de Teatro Clásico en Mérida. Mérito nada escaso, más atendiendo a que se trataba de una comedia, género que suele encontrarse en desventaja ante la valoración crítica si se enfrenta a temáticas trágicas, más sí tienen acento heleno. El pasado fin de semana, Córdoba pudo disfrutar de este homenaje a la confirmación de que, como bien dijo el maestro Sabina, la verdad es solamente un cabo suelto de la mentira. La comedia de las mentiras mostró sus galones de las Termópilas en el tablado a base de carcajadas. 



La experiencia de Anton Gómez con la exitosa representación "El eunuco" (El eunuco: Seamos un poco sinceros) sin duda habrá servido a todo el eficaz equipo para llevar a cabo esta medida sátira sobre muchos de los clichés del mundo clásico, salpicado todo de pertinentes referencias a nuestra actualidad. Nuevamente, se ampara en el liderazgo de un magistral Pepón Nieto como el sufrido Calidoro, personaje que tendría conexiones con esos avispados criados que entendían mejor la situación que la poco perspicaz familia de sus amos. A estas alturas sobra hablar de la experiencia y valía del intérprete andaluz, más que capacitado para llevar la función sus kilométricos diálogos a cuestas con la paciencia de Atlas. 



Y el gran acierto es que La comedia de las mentiras se resiste a caer en esa cómoda tentación. Si bien tiene a un actor excelente para llevar a cabo monólogos con una naturalidad pasmosa, se trata de un libreto generoso que da tiempo para que cada miembro del reparto brille con luz propia. Un ejemplo sería Degollus (Paco Tous), con menos escenas quizás que el resto, pero absoluto rol protagonista cuando entra en escena. Además, su química con Nieto es envidiable, fruto de anteriores trabajos que han realizado.  


Siguiendo los mandatos del canon, encontraremos una serie de tramas y enredos de tipo amoroso que van confluyendo en esta utópica Atenas, donde vemos que los problemas de la juventud con sus mayores son cuestiones que vienen de antiguo. Y es que el joven Leónidas (Raúl Jiménez) se ha empeñado en formalizar su affaire con la célebre cortesana Gimnasia (Marta Guerras), lo cual exige suculentos dracmas que deberá intentar conseguir de su poco generoso progenitor, algo que además choca con las pretensiones de Hipólita (Angy Fernández) de obtener su dote para poder casar con un joven de Mileto. Como diría Calidoro, en el fondo son buenas estas criaturas... muy en el fondo. 



Los tejemanejes y ayudas que solicitan de su servicial esclavo afectarán también a las vidas de su tía Cántara y Tíndaro, el joven milesio, no precisamente la bombilla más brillante en el mundo de las ideas de Platón (un muy divertido Canco Rodriguez). María Barranco encarna con una gracia y prestancia excelente a esta antigua lectora de Safo que ha terminado muy desengañada de las argucias de Afrodita. Claro que no hay desamor que cien años dure ni cuerpo que lo aguante, por lo que quizás alguna de las confusiones le hagan darle otra oportunidad al flechador Cupido. 



La armonía del sólido reparto es visible, siendo cada pieza un apoyo vital de las otras para saber mantener el ritmo en un campo donde hay que afinar mucho para que la audiencia no desconecte o adivine las cosas demasiado rápido. Los números musicales amenizan la velada y llevan en volandas al respetable a este divertimento que combina los gags más frecuentes en estas lides con veladas referencias metaficcionales a algunos de los textos más clásicos de la Antigüedad. 


Como ocurre en muchos de los grandes clásicos literarios de siempre (pensemos que en Los miserables una ciudad bulliciosa como París parece el patio de una comunidad de vecinos por cómo se encuentran y reencuentran los personajes), La comedia de las mentiras hace equilibrios para establecer conexiones y pasados familiares que se revelan en los momentos más insospechados. El buen hilado y la gracia de los diálogos son colocados como cimientos para alcanzar esa última carrera que será la resolución de todos los conflictos. 



Lo más bonito que nos presentan los autores de la farsa es que al hacer cariñosa burla de las tragedias más inolvidables (Edipo, Medea, etc.), pueden permitirse conducirse a unos desenlaces agradables, un guiño simpático que nunca está de más en estos tiempos que corren. A fin de cuentas, las incontables mentiras de Calidoro son siempre con un buen fin. ¿No consideraría el jurado que se trata de un claro motivo de absolución? 



Y al final nos quedamos sin saber la historia de la dueña de la casa ateniense... buena excusa para volver a recibirles el próximo año y que nos la cuenten. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-Programa La comedia de las mentiras [Gran Teatro de Córdoba, sesión del 8 de diciembre de 2017]



-Fotografía escenario La comedia de las mentiras [Realizada por el autor del blog, sesión del 8 de diciembre de 2017]



-Programa La comedia de las mentiras [Gran Teatro de Córdoba, sesión del 8 de diciembre de 2017]

domingo, 3 de diciembre de 2017

GOTHAM CENTRAL: EN EL CUMPLIMIENTO DEL DEBER (PARTE I DE IV)


Una de las tareas más difíciles en un guión es lograr la sensación de atmósfera. Si la historia no está bien trabajada, las costuras se notan de inmediato. De igual manera, un exceso de detalle puede llevar a una lectura farragosa, arisca, apabullante cara al público. La compleja alquimia que debe lograrse es dar la sensación del cotidiano café de la mañana sin pretensiones, como si nos hubiésemos colado en el día a día de los protagonistas. Como audiencia de Gotham Central, nosotros no sabemos qué turno tienen los agentes Nate Patton o Marcus Driver, sin embargo, en todo momento somos conscientes de que Greg Rucka y Ed Brubaker se han hecho el cuadrante. No atosigarán con la verosimilitud, aunque si nos ponemos quisquillosos, las relecturas mostrarán que nunca dejan nada al azar. 



A la altura de 2003, DC Comics permitía a los dos escritores, quienes tienen una excelente amistad, aunar fuerzas para un giro de tuerca a la fecunda franquicia de Batman, uno de los iconos de las viñetas. Lo interesante del asunto es que iba a ser una colección centrada en el departamento policial de una ciudad a la que le gusta estar sucia. ¿Cómo sobrellevan esos curtidos hombres y mujeres el tener que recurrir a un tipo parco en palabras que se disfraza de murciélago por las noches? ¿No es acaso una declaración de desconfianza en sí mismos tener que recurrir a una trabajadora en prácticas para encender esa señal que ellos no pueden tocar por cuestiones burocráticas? 



Desde el número uno, donde presenciamos como dos policías se topan siguiendo un soplo falso con Míster Frío, entendemos que esto es el mundo real con toques superheroicos. En justicia, un tipo con los poderes de Victor Fries debería barrer el suelo con adversarios sin poderes o habilidades especiales. Y exactamente eso sucede. No aparecen ni Robin ni Batgirl sobre la bocina para salvar a estas personas honradas. En apenas unas viñetas, Rucka y Brubaker nos tienen justo donde quieren, preocupados por los problemas de estas gentes (familiares, de salud, inquietudes por el pago de las horas extras, etc.).   


En definitiva, una historia coral muy especial que requería a un dibujante igualmente único. El elegido no fue otro que Michael Lark, una forma perfecta de escoger. Junto con David Mazzucchelli, nadie ha sabido en las últimas décadas combinar de una manera armónica la inseguridad que transmite esta gran metrópoli y también su atractivo. Su lápiz además es muy minucioso con cada integrante de la comisaría, aunque quizás su debilidad sea Renee Montoya, el personaje idóneo para que el equipo creativo nos lleven sin descanso en un trepidante primer arco. 



Rucka en persona ya había dado relevancia a Montoya en el pasado. Creada en los fecundos días de la pareja formada por Paul Dini y Bruce Timm, era una carismática detective de ascendencia latina que luchaba por hacerse un lugar en las calles más peligrosas para lucir placa. En la coyuntura en la que se encuentra el cuerpo policial (con Jim Gordon recientemente jubilado tras la saga "Agente herido" y un Harvey Bullock suspendido) es el momento de poner los focos en una historia que, sin duda, merece la pena ser contada. 



Una sádica trampa urdida por uno de los muchos genios criminales que rondan por Arkham la va a hacer enfrentarse a los secretos que ha intentado ocultar a muchos de sus compañeros de trabajo. Incluso su familia desconoce la información que se hará pública. En la odisea a la que la someten en Gotham Central, Montoya se revela como la primera gran estrella del show. No es solamente un gran cómic, si nos olvidásemos de que hay tipos con capa, podría ser el impecable argumento de una excelente cinta noir. 


Cuando se presentan defectos y virtudes creíbles en los protagonistas, resulta muy fácil quererlos. Las incertidumbres que rodean a la comisaría tienen un aroma de género policial digno de la mejor novela negra. Los diálogos son sólidos, maduros en la interacción entre unos y otros, no existiendo nada que parezca intrascendente que luego no vaya a tener su reflejo en futuros números. 



Batman y Gordon gravitan en toda la atmósfera, si bien hay sagacidad en no abusar de sus carismáticas presencias. Involuntariamente podría provocar que dejásemos de prestar atención a las verdaderas estrellas de esta función. Realmente es una pena que no haya existido una adaptación televisiva de esta serie porque habría dado muchísimo juego al poco que recibiese un presupuesto decente. 



Cuando parece que la cosa no podrá mejorar para los siguientes arcos, Rucka y Brubaker lanzan otro descarado as en la manga: el Joker. Pero ahora no será un duelo con la Bat-familia. Su enfrentamiento será con estos tipos que intentan cumplir con su deber. Y a ello nos referiremos dentro de cuatro semanas. 



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domingo, 26 de noviembre de 2017

BEAUTIFUL PEOPLE


Fue la época del jazz. La gente bien y de posición cruzaba el océano Atlántico para veranear en la Riviera francesa. Vestían con gusto, sus modales eran refinados y combinaban con encanto esa felicidad inconsciente que parece provenir de la vacuidad. Algunos, además, eran artistas. Entre ese grupo, pocos sobresalieron más dentro del improvisado club intelectual norteamericano de París que Francis Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. El segundo llegó a afirmar del primero que su talento fluía tan natural como la marca de polvo en las alas de una mariposa. 



Efectivamente, así era. Al final, dejó cuatro novelas prodigiosas que hoy siguen siendo básicas para comprender buena parte de los llamados "felices años veinte" en sus grandezas y miserias. También otra narración larga inconclusa e infinidad de relatos cortos. Con todo, quizás el acontecimiento clave de su periplo vital fue ir con su uniforme de alférez a un club de campo en Alabama. Fue una noche de julio de 1918 cuando conoció a Zelda Sayre. Por aquel entonces, ella ya era una pequeña celebridad en la localidad, una inquieta y atractiva personalidad que acababa de cumplir los dieciocho años. De la relación entre ambos surgiría una pasión y expectativas que únicamente podían culminar en desesperados reproches mutuos. 



Esa ruta emocional poco apta para la salud mental que ambos siguieron quedó reflejada en la correspondencia que mantuvieron y que se recopiló recientemente. Ella era una artista, alguien condenada a brillar incluso sin esfuerzo en cualquier evento social de la pujante New York. Él, un escritor de inmenso futuro que agotaba las tiradas de su primera novela sin parpadear. El mundo era de la pareja y únicamente les esperaba paciente para ser devorado. Esa ilusión incandescente queda reflejada en muchas de las páginas de una de las novelas más personales de Fitzgerald: Suave es la noche



Cuando la estaba redactando, ya hacía tiempo que había dejado de ser aquel niño prodigio de las letras. Los apuros económicos le apretaban y fue el último de sus trabajos que pudo culminar. Su camino se encontraba separado del de Zelda, la cual atravesaba su propio via crucis con graves problemas de ezquizofrenia. Ella seguía pintando, si bien abandonó las letras por el malestar que le causaron las tibias acogidas de su novela, a pesar del rico y ornamentado estilo del que la imbuyó. Suave es la noche encarna a Zelda como Nicole, mientras que el propio Scott da sus características al otro gran protagonista del asunto, Dick Diver, un joven psicoanalista. 



Igual que sucede en El Gran Gatsby, el autor recurre a la fascinación de un tercer personaje para presentar al matrimonio formado por Dick y Nicole (la cual había sido previamente paciente del primero): Rosemary, una joven actriz norteamericana en pleno ascenso al estrellato y que va a fascinarse por el magnetismo y encanto de sus refinados anfitriones. Ese sentimiento del arribista que cae rendido ante aquello a lo que aspira rara vez ha sido mejor reflejado que en la prosa de Fitzgerald. 



Con muchos años de gestación a sus espaldas, Suave es la noche no resulta una lectura fácil o ligera. Hay una línea temporal que se altera al caprichoso antojo, unos vaivenes emocionales e intimidades en la conciencia de los personajes que los lleva a sus rincones más sublimes y oscuros. Nuevamente, vuelve el tema central de la existencia compartida de Zelda y Scott: por un momento, tocaron con la yema de los dedos eso que se define como felicidad. Tras acariciarla, el único paso factible era iniciar la autodestrucción. 



Igual que sucede con Tennesse Williams, Fitzgerald es un autor con el don de insinuar mucho en muy pocas líneas. Temas fuertes, tensos, dramáticos y sensuales que se deslizan de una manera fluida, nunca aparatosa o forzada. Y alcohol. Litros de él a lo largo de sus páginas. Una adicción ante la que nuestra pareja pagó un peaje terrible. Aquí es omnipresente, un dulce placer que se va tornando en otra pieza más desencajada del idílico paraíso que durante algunas noches de verano han sabido crearse los Diver, envidiados por todos, pero incapaces de dejar de envidiarse a sí mismos. 



Suave es la noche nos recuerda asimismo que siempre tenemos un rincón reservado para nuestras pesadillas. Por las heridas infligidas y recibidas, todo deja su marca. Un paso particularmente severo en el caso de Nicole, un reflejo de la realidad que nos empeñamos en ocultar pero es palpable incluso en la sociedades más "civilizadas": el abuso, los maltratos de diversa índole, la creación de la falsa sensación de culpa, la necesidad de manipular, el juego de dominar o ser dominado. 



Cuando cerramos sus páginas, cabe preguntarse cómo pudo pasar. Qué podía salir mal aquella espléndida noche donde un alférez conoció a una sofisticada y encantadora dama en Alabama... El mundo era para ellos y solamente era cuestión de tiempo. 



BIBLIOGRAFÍA: 



-FITZGERALD, S., Suave es la noche, Debolsillo, Barcelona, 2015. 



-BRYER, J., Querido Scott, querida Zelda, Lumen, Editorial Lumen, Barcelona, 2013. 



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domingo, 19 de noviembre de 2017

A LA TERCERA, LOS HIJOS DE ODÍN


Ha sido un largo camino pero al fin encajaron las piezas. Cuando Stan Lee y Jack Kirby, dos de las cabezas pensantes más importantes para la creación del universo Marvel, plasmaron su propia versión del dios nórdico Thor para las viñetas no sabían qué estaban haciendo realmente. Con constantes y sagaces improvisaciones, el personaje pronto consiguió colección y cabecera propia, siendo una mezcla audaz de mitología, ciencia ficción y aventuras. Con Thor Ragnarok (2017), de repente, toda esa esencia es llevada a la gran pantalla por Taika Waititi de manera íntegra, superando en bastante a las dos entregas anteriores. 



Dentro de la proliferación excesiva del mercado superheroico para las carteleras, Ragnarok encuentra su originalidad, un acomodo para ser algo distinto, sin renunciar a las convenciones más palomiteras. Entra por los ojos, es fresca, divertida y tiene la dosis necesaria de épica. El apocalipsis de Asgard podía verse de muchas maneras, si bien Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher Yost entienden en su guión que la clave humorística es fundamental. Durante un poco más de horas, se nos lleva en volandas en un relato que no da tregua ni la pide. 



Admito que siempre he tenido mis reticencias sobre Chris Hemsworth como la deidad del trueno. Nombres como Charlie Hunnam o Travis Fimmel quizás tenían más toque norteño para reflejar la nobleza, en ocasiones brutal, del primogénito de Odín. No obstante, es en esta tercera parte donde más cómodo se le ve con su papel. Como si el corte de pelo hubiera quitado tibiezas, aquí tenemos a un Thor muy parecido al de sus primeros cómics, lanzándose guiños constantes a aquellos míticos relatos de Asgard y, muy especialmente, a la famosa etapa de Walter Simonson al frente de la colección. 


También hay que decir que es una de las ocasiones en que mejor rodeado se ha encontrado. La clave de su química fraternal con Loki es que el segundo no debe ser el villano, el personaje de Tom Hiddleston funciona a las mil maravillas cuando es el compañero forzado y traicionero de su pariente. Es un antihéroe y competidor antes que la amenaza fatal. De su complicidad surge una de las grandes fortalezas del asunto, un improvisado buddy film donde estarán condenados a entenderse les guste o no. 



Otro temor para esta saga de películas es el tema de Anthony Hopkins. Que es un intérprete de calibre legendario nunca se ha dudado. No es menos cierto que esta clase de estrellas pueden verse en la muy humana tentación de hacer estos encargos con poca motivación y buscando un sustancioso cheque. Y aquí se produce la paradoja de esta tercera parte. Quizás salga menos minutos que en cualquiera de las anteriores, pero es una presencia mucho más constante, que marca a su prole. Cuando Hopkins se lo propone, es capaz de darle mil matices al pasado del Padre de Todos, volviendo a confirmar que todos los reinos tienen sus cadáveres bajo la alfombra en su forja. Antes que el emperador que cerró el templo de Jano, el princeps Augusto fue el cruel Octavio en la lucha por el poder de Roma. El ojo cerrado de Odín oculta asimismo secretos en las salas doradas. 



La inminencia de la caída lleva al surgimiento de Hela. Para la ocasión, Marvel tira la casa por la ventana y trae nada menos que a Cate Blanchett, quien desde el principio roba todos los focos. Una adecuada mezcla de la Maléfica de Disney con la parca griega, además con más ricos matices que el simple villano de turno que busca la destrucción. En un sistema tan monárquico y atávico, la buena de la deidad de muerte tiene aspiraciones genealógicas correctamente cimentadas para ambicionar el trono y recuperar la gloria que le fue arrebatada. Blanchett podría hacer el papel con los ojos cerrados y es un acierto de casting innegable. 


Ese núcleo épico está bien aderezado con subtramas propias de road movie y que van bien orientadas a terminar convergiendo. En el trailer podía haber recelos con aspectos relativos a los cameos. De cualquier modo, se ubican bien en la historia y tanto Doc Strange (Benedict Cumberbatch) y Hulk (Mark Ruffalo) no está solamente como reclamo, sino que tienen su importancia para dar la sensación, al igual que en los cómics, de universo compartido dentro de este Panteón. 



Por su lado, Tessa Thompson y Jeff Goldbum desembarcan en el proyecto con todos los honores, desempeñando un papel decisivo en el nudo de la trama. Casi pareciera que la coctelera se agita para combinar el aroma de un buen episodio de Futurama con otro de Stark Trek. Lo sorprendente es que el sabor resultante es delicioso. Y cuando se tiene el cuidado de respetar el particular arco de Skurge (Karl Urban), las verdaderas personas creyentes desempolvan sus viejas bibliotecas Marvel con alegría. Lástima que no se haya encontrado acomodo en esta adaptación para la gran pantalla a la Encantadora, elemento clave para entender al primer personaje. 



El Ragnarok podía haber sido un desastre, pero termina siendo la gran oportunidad para reconstruirse. Tenemos al Heimdall leal y heroico de siempre, la nobleza y la astucia de los asgardianos, una villana reclamando lo que es suyo y secundarios que siempre están a la altura. Entretenimiento del bueno, una oportunidad de evadirse de lo cotidiano en una cinta que, al fin, nos ha traído a los hijos de Odín tal y como los recordábamos. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.popsugar.co.uk/celebrity/Doctor-Strange-Thor-Ragnarok-44171895



-http://www.refinery29.com/2017/03/146391/cate-blanchett-thor-ragnarok-first-female-villain



-http://www.denofgeek.com/uk/movies/thor-ragnarok/52826/thor-ragnarok-14-spoiler-filled-questions-answered

domingo, 12 de noviembre de 2017

LAWYERS ROAD (SEGUNDA TEMPORADA DE BETTER CALL SAUL)


Continuamos este domingo el repaso a una de las series más en boga de la actualidad, Better Call Saul. Tras una exitosa primera temporada (Suerte de un letrado), Vince Gilligan, Peter Gould y su sagaz equipo continúan narrando las andanzas que llevaron al pícaro Jimmy a convertirse en el más legendario abogado de Alburquerque. Tras haber asentado un universo propio (aunque con inevitables y necesarias conexiones con Breaking Bad), estos diez nuevos capítulos permiten profundizar en diferentes subtramas que apenas se habían olfateado en el arranque. 



Desde Caín y Abel, el tema de dos hermanos enfrentados ha dado mucho juego. En el caso de Chuck McGill (espléndido Michael McKean) y Jimmy, observaremos que hay muchos colores grises en esta historia del hijo responsable y el bala perdida. Iremos observando mediante algunos flashbacks cómo fue deteriorándose un vínculo que, pese a todo, pervive hasta el momento de la historia de una forma malsana. Además, del duelo entre ambos en los juzgados irán dándose muchas víctimas colaterales. 



Junto con otros factores, ese terremoto en el bufete permite al cuerpo de guionistas lanzar a Kim (Rhea Seehorn) a una evolución en su arco. Si el personaje apuntaba maneras desde el inicio para ser algo más que la pareja romántica del protagonista, aquí queda claro que posee sobrados argumentos para ser una pieza esencia de este peculiar tragicomedia. Pese a la innegable química, parece que una espada de Damocles de mal karma rodease sus carreras. 


Paralelamente, el mundo de la droga avanza lenta pero firmemente para inundar esta fase del show. Por ejemplo, en "Fifi" (episodio 8, segunda temporada) tenemos el ejemplo perfecto de cómo hacer un gran opening y decir mucho en escasas escenas. A medida que oteamos el horizonte, los "Pollos Hermanos" van siendo un establecimiento en el que sabemos que vamos a terminar entrando. 



Un nexo fundamental para ello será Mike (Jonathan Banks), quien es tan indispensable aquí como lo terminó siendo para la trayectoria de míster White y Jesse. Una figura antiheroica, repleta de sombras y luces, difícil de definir de una manera clara. De sus relaciones con Nacho Varga (Michael Mando) se irán fraguando inesperadas rivalidades y alianzas. 



Resulta curioso que tantas líneas puedan converger de una manera fluida sin que alguna resulte menos interesante que las otras. Sin duda, aquí el pegamento es Bob Odenkirk, capaz de interpretar al letrado con los ojos cerrados a estas alturas. Particularmente melancólicos son los viajes a ese futuro en blanco y negro donde observamos las dudas que le quedan tras sus actos pasados. 


Hay una apuesta arriesgada que sale muy bien en esta temporada. Se trata de hacer derivar los casos de Jimmy a una especialización en la tercera edad. A priori, esta temática sería nefasta bajo criterios de marketing y en el ultra-competitivo mercado de las series de televisión hoy en día. De cualquier modo, aquí hay cabezas que saben muy bien el potencial que pueden tener esas historias, lo cual además nos hace disfrutar de unos actores y actrices veteranos que son sencillamente excelentes, que a buen seguro habrían sido desaprovechados en programas de otro corte. 



No hay tampoco rubor a la hora de representar el tema de la publicidad y la venta de imagen, tan de molde en la versión norteamericana del capitalismo más salvaje, a medida que Jimmy intenta granjearse un nombre para atraer potenciales clientes. Para la persona aficionada a Breaking Bad es la oportunidad de ver los primeros "bocetos" de Saul Goodman antes de tornarse en uno de los encantadores de serpiente más exitosos de la sala. 



Al finalizar esta decena de nuevas pequeñas historias, deja la sensación de ese tono agridulce de los busca-vidas que jugaban en los billares de carreteras a ninguna parte o el melancólico andar de Willy Loman al volver tras un día sin vender nada. Better Call Saul había venido para quedarse. Y nos queda todavía por hablar de su tercera entrega.  



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://collider.com/better-call-saul-season-2-review/



-http://www.imdb.com/title/tt4462686/mediaviewer/rm1648434176



-http://www.imdb.com/title/tt4462676/mediaviewer/rm992680704

domingo, 5 de noviembre de 2017

WACKY ITALIC RACES


Sigue siendo una gran noticia. Uno de esos buenos hábitos que nos quedan. Ver en las noticias que ha salido un nuevo álbum de Astérix y Obélix significa que no todo está perdido. De hecho, es síntoma de que los dos irreductibles galos se mantienen, hoy y siempre, cómodos con la pareja artística responsable de plasmar sus aventuras en las viñetas. Primero con el dueto sagrado, bendecido por Tutatis, los inigualables René Goscinny y Albert Uderzo. Ahora, Jean-Yves Ferri y Didier Conrad siguen ampliando ese rico universo galo, cada vez más sueltos son su nuevo papel de herederos de tan grandes druidas.



El encontronazo con los pictos fue una toma de contacto necesaria (Astérix y los pictos), mientras que la segunda incursión fue una clase magistral (El papiro del César). Las expectativas con respecto a Astérix en Italia (si bien la traducción más correcta para esta aventura habría sido Transitálica) estaban por todo lo alto. Eso sí, habría que hacer una apreciación, el título puede resultar engañoso en cuanto que cierto tallador de menhires es quien reclama el protagonismo en esta carrera por todos los pueblos itálicos donde está el juego el prestigio del mismísimo Julio César.  



Casi evocando el entrañable espíritu de Los Autos Locos Hanna-Barbera, en esta ocasión, Ferri y Conrad nos embarcan sin frenos a un tour donde se mantiene vivo el espíritu con el que Goscinny y Uderzo embarcaban a sus creaciones. Y es que, si todavía hoy algunos napolitanos celebran con pasión los goles del Madrid a la Juventus en una final de Champions, no pocos aliados itálicos verían con agrado que la orgullosa urbe se viera derrotada por alguno de los pueblos que compiten frente a ella (lusitanos, cimbros, etc.). 


Jugando con habilidad en la inversión de roles, un Astérix en un papel más secundario funciona a las mil maravillas como auriga al servicio de un Obélix convencido de la importancia de su participación en la carrera al más puro estilo premonición oráculo de Delfos. Las muy bien organizadas vías romanas (como nos enseñó la Monty Python, debemos mucho de organización a administración a ese imperio opresor) sirven a los artistas para lanzar múltiples guiños a la cultura popular y símbolos transalpinos. 



Gráficamente, el lápiz de Conrad se muestra espectacular. No era fácil su tarea. Albert Uderzo es uno de los mejores dibujantes franco-belgas de todos los tiempos. Sin embargo, está más que a la altura de ese reto, conociendo perfectamente la anatomía de los personajes, su lenguaje corporal, gestos, expresiones, miradas, etc. Además, su guionista no se le pone fácil, hay muchos decorados y detalles a los que atender en cada viñeta. La excusa perfecta para garantizar el interés en las futuras relecturas. 



Naturalmente, a medida que los carros avanzan, las rivalidades crecen. El competidor con más apoyo mediático (haciendo un curioso paralelismo con la publicidad salvaje del mundo del deporte profesional actual) va apuntándose tanto tras tanto, siendo una figura enmascarada de nombre Coronavirus, quien goza de varias ventajas en la contienda. Con todo, no subestimen a este personaje al que uno se resiste a llamar villano, puesto que tendrá más aristas el asunto del que se pudiera intuir en el arranque de la historia. 


El propio carácter festivo y casi turístico que preside el asunto aleja a esta historia de lo épico del trabajo anterior, puesto que El papiro de César se constituyó casi como un clásico instantáneo de todas las esencias del dueto galo con una adecuada actualización. Pese a ello, no caigamos en el error de subestimar esta tercera entrega, excelente conformación de que estos iconos de la historieta gozan de su mejor salud en décadas, con un futuro más que prometedor. 



Como siempre suele suceder, Obélix y Astérix son la demostración de lo que la buena persona viajera debería ser. Abiertos a novedades gastronómicas, curiosos ante el paisaje que les rodea y ansiosos de conocer nuevas gentes. Eso sí, también como los turistas perfectos, siempre vuelven con ganas de reencontrarse con el banquete de jabalíes y sus antiguos camaradas para narrarles sus andanzas. Una fórmula que funciona con precisión de cirujano desde que la ideó el gran maestro Goscinny. 



Cerramos sus páginas con la agradable sensación que deja el hasta luego. Habrá una cuarta entrega y estaremos allí para contarla. Por Belenos. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://www.zonanegativa.com/asterix-en-italia/



-https://issuu.com/grupoanayasa/docs/st00181401_dosier_asterix37_alta



-https://issuu.com/grupoanayasa/docs/st00181401_dosier_asterix37_alta

domingo, 29 de octubre de 2017

UN LOBO NO QUINTEIRO


Cuando Santiago Segurola y Enric González coinciden en que un libro de periodismo es el mejor de año, hay que agudizar el oído. Fariña ha sido objeto de constantes re-ediciones desde su publicación. Tampoco obedece al azar ese dato. ¿De qué trata la narración de Nacho Carretero? Pues de un tema poco propicio para elevar el espíritu, aunque muy real. Sus páginas nos hablan de contrabando, alijos, narcotráfico y los señores do fume. De una realidad que dejó heridas abiertas en Galicia, si bien también dinero fácil y corrupción, con destacadas personalidades mirando a otro lado. 



Todo comenzó con las leyendas de la Costa da Morte. Un lugar propicio para las fabulaciones, arena de meiga y caprichos de los océanos, lugar para la astucia y en engaño, buscando propiciar el naufragio de buques para abastecerse de sus bienes. Una piratería a pequeña escala que se iría refinando, encontrando el monopolio de productos como el tabaco, fuente de riqueza para localidades económicamente deprimidas en Portugal y España durante los comienzos del siglo XX. El pulso de las descripciones, las fuentes consultadas y el humor socarrón a la gallega de Carretero convierten esos primeros capítulos en un rito de iniciación para comprender qué es lo que estaba por venir. 



El contrabando a pequeña escala se fue tornando en un gremio casi familiar, incluso con beatífica complicidad de vecindades y policía. En verdad, como en el arranque de una cinta de Scorsese, aquellas personas traían dinero, ayudaban y proveían de artículos que hubieran sido impensados de no ser por su actividad. En no pocas ocasiones, su habilidad para burlar fronteras y aduanas rozaba la genialidad. 



Con todo, nadie podía imaginar la transformación que estaba a punto de suceder. A Ría de Arousa fue convirtiéndose en un secreto a voces, un lugar donde, de la noche a la mañana, los millones volaban y la nueva mercancía estrella convirtió a los contrabandistas más audaces y con menos escrúpulos en señores del narco. Fariña tiene un añadido espectacular, unos mapas excelentemente descritos que explican con precisión de cirujano los cerrados círculos familiares involucrados y las rutas de entrada. Incluso los líderes del Cartel de Cali decidieron que debían recurrir a sus colegas gallegos para hacer penetrar su droga en Europa. 



Si alguna vez pensaron que Airbag (1997) o Agallas (2009) fueron hiperbólicas, cuando atiendan a la reconstrucción biográfica que Carretero realiza de figuras como Sito Miñanco, se darán cuenta de que ambos filmes se quedaron muy cortos. Más allá de la anécdota, la indagación del periodista lleva a morder en el nervio del asunto. No solamente comieron ricos mariscos y condujeron lujosamente coches horteras, aquellos señores del narco gallego pusieron capital para negocios, financiaron partidos políticos e incluso supusieron una inyección económica para clubes de fútbol.  



Un caudal de plata que justificaba las miradas a otro lado. Eso sí, las madres, como siempre, fueron quienes no olvidaron, las que vieron e reguero de zombificación que aquellos "benefactores" dejaban en la juventud de su tierra. Las Puertas del Pazo de Baión ejercieron el rol de mudo testigo de un gran acto de dignidad, de una valentía que empezó muy solitaria y fue avergonzando con su ejemplo al resto para evitar que se permitiera a unos pocos convertir sus casas en un narcosantuario.


En un marco de falta de escrúpulos, violencia y desconfianza, son verdaderos oasis esos pasajes para la lectura. También hay otro capítulo maravilloso, "Dejadnos vivir", una historia demasiado hermosa para ser falsa, el canto por una generación perdida. A veces, se abusa de esa coletilla para justificar políticas funestas y eludir responsabilidades, pero, sin duda, entre la década de los ochenta y los noventa se puso frente al paredón a una juventud inexperta, en un marco de desinformación sobre los efectos que realmente tenían las drogas. Es imposible leer esas líneas sin sentir un nudo en la garganta. 



Simplemente, la obra no nos da descanso. Tampoco se la pedimos como público, pues va haciéndose más adictiva a cada compás que ocurre. Veremos llegar las primeras operaciones contra el narco, las dificultades, esfuerzos, riegos, connivencias y juegos de poder entre unos y otros. No olvidemos, por ejemplo, la importancia que tuvo este escenario en la futura carrera publica del juez Baltasar Garzón. De Charlines a Oubiñas, pasando a una generación actual más cauta, menos ostentosa, que sabe escoger el par de golpes anuales para balancear su economía. 



Escrito a calzón quitado, Carretero parece empeñado en una misión: esto no puede olvidarse. Sucedió. Libros como Fariña nos permiten recordarlo. Además, obviamente, de saber que no se ha terminado. Apasionante e imprescindible. 



BIBLIOGRAFÍA: 



-CARRETERO, N., Fariña, Libros del K.O., Madrid, 2015. [Novena Edición]



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