domingo, 29 de octubre de 2017

UN LOBO NO QUINTEIRO


Cuando Santiago Segurola y Enric González coinciden en que un libro de periodismo es el mejor de año, hay que agudizar el oído. Fariña ha sido objeto de constantes re-ediciones desde su publicación. Tampoco obedece al azar ese dato. ¿De qué trata la narración de Nacho Carretero? Pues de un tema poco propicio para elevar el espíritu, aunque muy real. Sus páginas nos hablan de contrabando, alijos, narcotráfico y los señores do fume. De una realidad que dejó heridas abiertas en Galicia, si bien también dinero fácil y corrupción, con destacadas personalidades mirando a otro lado. 



Todo comenzó con las leyendas de la Costa da Morte. Un lugar propicio para las fabulaciones, arena de meiga y caprichos de los océanos, lugar para la astucia y en engaño, buscando propiciar el naufragio de buques para abastecerse de sus bienes. Una piratería a pequeña escala que se iría refinando, encontrando el monopolio de productos como el tabaco, fuente de riqueza para localidades económicamente deprimidas en Portugal y España durante los comienzos del siglo XX. El pulso de las descripciones, las fuentes consultadas y el humor socarrón a la gallega de Carretero convierten esos primeros capítulos en un rito de iniciación para comprender qué es lo que estaba por venir. 



El contrabando a pequeña escala se fue tornando en un gremio casi familiar, incluso con beatífica complicidad de vecindades y policía. En verdad, como en el arranque de una cinta de Scorsese, aquellas personas traían dinero, ayudaban y proveían de artículos que hubieran sido impensados de no ser por su actividad. En no pocas ocasiones, su habilidad para burlar fronteras y aduanas rozaba la genialidad. 



Con todo, nadie podía imaginar la transformación que estaba a punto de suceder. A Ría de Arousa fue convirtiéndose en un secreto a voces, un lugar donde, de la noche a la mañana, los millones volaban y la nueva mercancía estrella convirtió a los contrabandistas más audaces y con menos escrúpulos en señores del narco. Fariña tiene un añadido espectacular, unos mapas excelentemente descritos que explican con precisión de cirujano los cerrados círculos familiares involucrados y las rutas de entrada. Incluso los líderes del Cartel de Cali decidieron que debían recurrir a sus colegas gallegos para hacer penetrar su droga en Europa. 



Si alguna vez pensaron que Airbag (1997) o Agallas (2009) fueron hiperbólicas, cuando atiendan a la reconstrucción biográfica que Carretero realiza de figuras como Sito Miñanco, se darán cuenta de que ambos filmes se quedaron muy cortos. Más allá de la anécdota, la indagación del periodista lleva a morder en el nervio del asunto. No solamente comieron ricos mariscos y condujeron lujosamente coches horteras, aquellos señores del narco gallego pusieron capital para negocios, financiaron partidos políticos e incluso supusieron una inyección económica para clubes de fútbol.  



Un caudal de plata que justificaba las miradas a otro lado. Eso sí, las madres, como siempre, fueron quienes no olvidaron, las que vieron e reguero de zombificación que aquellos "benefactores" dejaban en la juventud de su tierra. Las Puertas del Pazo de Baión ejercieron el rol de mudo testigo de un gran acto de dignidad, de una valentía que empezó muy solitaria y fue avergonzando con su ejemplo al resto para evitar que se permitiera a unos pocos convertir sus casas en un narcosantuario.


En un marco de falta de escrúpulos, violencia y desconfianza, son verdaderos oasis esos pasajes para la lectura. También hay otro capítulo maravilloso, "Dejadnos vivir", una historia demasiado hermosa para ser falsa, el canto por una generación perdida. A veces, se abusa de esa coletilla para justificar políticas funestas y eludir responsabilidades, pero, sin duda, entre la década de los ochenta y los noventa se puso frente al paredón a una juventud inexperta, en un marco de desinformación sobre los efectos que realmente tenían las drogas. Es imposible leer esas líneas sin sentir un nudo en la garganta. 



Simplemente, la obra no nos da descanso. Tampoco se la pedimos como público, pues va haciéndose más adictiva a cada compás que ocurre. Veremos llegar las primeras operaciones contra el narco, las dificultades, esfuerzos, riegos, connivencias y juegos de poder entre unos y otros. No olvidemos, por ejemplo, la importancia que tuvo este escenario en la futura carrera publica del juez Baltasar Garzón. De Charlines a Oubiñas, pasando a una generación actual más cauta, menos ostentosa, que sabe escoger el par de golpes anuales para balancear su economía. 



Escrito a calzón quitado, Carretero parece empeñado en una misión: esto no puede olvidarse. Sucedió. Libros como Fariña nos permiten recordarlo. Además, obviamente, de saber que no se ha terminado. Apasionante e imprescindible. 



BIBLIOGRAFÍA: 



-CARRETERO, N., Fariña, Libros del K.O., Madrid, 2015. [Novena Edición]



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 










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