jueves, 31 de diciembre de 2009

DIBUJANDO DIEGUITOS Y MAFALDAS




Este blog se despide dibujando Dieguitos y Mafaldas, rindiendo homenaje al personaje estrella de un autor tan clave como Quino, aquel hijo de inmigrantes andaluces que desarrolló su infancia, talento y arte, en la siempre fecunda Argentina. Él mismo confesó que uno de sus dibujos más entrañables, el atribulado Felipín, se parece un poco a él en la Escuela, tímido, reservado, amigo de la última hora... pero a fin de cuentas, de los que cumplen a la hora de la verdad y con un buen corazón. Además, quien demonios no le ha plagiado alguna vez con la pregunta "¿Por qué diantres a mí me tuvo que tocar ser yo? "

La vida de Quino distó de ser tan humorística como la que reflejó en sus tiras, perdió demasiado pronto a sus padres y debe abrirse camino en el díficil mundo de las revistas y los suplementos de prensa. Cuesta pensar cómo llevará aquella agencia publicitaria y la empresa de lavadoras que lo contrató, no haber utilizado el boceto del personaje presentado por Quino, ya que poco después, sería una de las niñas más reconocida de los años 60 y 70 del siglo XX, un icono que tiene el mérito de permanecer en la memoria colectiva, pese al reseñable inconveniente de no ser de carne y hueso.

Teniendo en cuenta que no hay súper-amenazas ni súper héroes, tampoco villanas neumáticas, ¿dónde radica el encanto de esas pequeñas tiras? Probablemente en que pocas cosas hay más hermosas que la vida cotidiana en el arte si se logra plasmar con certeza, ironía y sentido del humor. Mafalda es un poco precursora de Lisa Simpson, salvo que en vez del jazz, la mentora tomó la senda de aquellos melenudos que fueron más conocidos que Jesús, The Beatles, algo, que por otra parte, le dio no pocas discusiones con su buen amigo Manolito, un muchacho de clase baja que se veía obligado a trabajar los veranos y con sus problemas en la escuela, pero bajo la fachada de bruto, de nobles intenciones (aunque está muy influenciado por su padre en el sentido de valorar la plata por encima de todas las cosas).

Conforme Quino, que no las tenía todas consigo, se fue dando cuenta del potencial del personaje, la fue rodeando de interesates añadidos, le daría incluso un hermanito. Pero me gustaría subayar su relación con la madre, y es que, aunque Homer dijera con muy mal gusto "Por ti seré más soso que Mafalda", hay una clara deuda de la relación Lisa-Marge con la que la precoz Mafalda (creo que salvo en el día de Reyes, no se toma nunca un respiro) tiene una tensión latente con la mujer que le dio el ser. No pocas veces discuten (sopa mediante), a la par que a la niña le lama mucho la atención la falta de inquietudes que en ocasiones la buena señora parece tener en comparación con ella, aunque a veces tiene intuiciones reveladoras (el sueño en que ella se le aparece con las cadens de la familia) que la hacen ser más agradecida y menos pedante, dándose cuenta de que a ella se le han aberto posibilidades que antes no tenían.

De su padre poco que decir, salvo que es Felipe de mayor. Tiene aires de buena persona y preocupaciones muy materiales y superfluas (es capaz de levantarse a las tres de la mañana e ir a ver si efectivamente su coche nuevo no ha sufrido un rasguño). Quiere a sus hijas y se aleja del estereotipo de padre descerebrado que hoy día tenemos por ejemplo con el gran Peter Griffin y quiere a su esposa, aunque puede ser muy pesado con las anécdotas militares. A veces parece que sus progenitores querrian que Mafalda fuera un poco más niña, más persona y menos cerebral. Pero eso sería traicionar demasiado su esencia. Quino no se casa con nadie, ni siquiera con la niña de sus ojos, aunque muchas veces la defiende como la voz del sabio profeta en el desierto, otras veces ridiculiza su feminismo a ultranza (llama a Felipe machista por jugar a un juego donde la reina puede pavonearse como un objeto por las casillas).

En cuanto a Némesis, si salvamos a Libertad que es muy parecida a ella (por cierto, no creo que sea casualidad que no conozcamos a su padre y viva en ese pequeño apartamento de su madre), no se puede obviar a Susanita, que si cobra un cariz opuesto a Mafalda. Entre el dilema de ser una gran diva o una señora de casa acomodada como su mamá, con alguna misteriosa pesadilla de matrimonio con Manolito (se detestan, pero como el perro y el gato, se necesitan) y un claro enamoramiento con Felipín (que me parece a mí que se hace más el sueco, ya que no es para nada tonto, simplemente vago, de hecho, es mejor jugando al ajedrez que cualquiera de las dos muchachas y por supuesto, que Manolito, que sí que es un hacha haciendo cuentas, sobre todo si son cestas).

En un elenco que es menos amplio de lo que parece, no podemos obviar a Miguelito, ese niño de pelo lechuga, salvando al adorable Guille, el más pequeño del grupo y que, como a todos nos gustaría, puede pedir un minuto de silencio en una alegre reunión para darse un abrazo: "Lo siento, pero añoraba tanto estar un rato conmigo". Además, es deslenguado en el buen sentido,puede llamar "antipátida" a la maestra por retarle injustamente. A veces me pregunto, ya que en sí la Historia de Mafalda no ha terminado, aunque Quino parece poco dispuesto a retomarla, pero ha dejado bien claro en entrevistas que mientras un personaje sigue vivo en la comunidad de lectores/as, su llama siempre prevalecerá. Además tiene su merchandasing, que no es monopolio de sagas norteamericanas, incluyéndose una serie de animación.

Imagino que al final a Manolito le va bien, que sacó sus buenos réditos y ha ampliado el mercado familiar, Mafalda de vez en cuando, entre café y café, le recuerda que ha abandonado su faceta espiritual, a lo que Manolito responde mirando el reloj y diciendo que las tres y cuarto. Actualmente tiene familia, aunque tuvo una noche loca con Susanita que los dos han disimulado ate sus amigos, aunque Felipe y Mafalda siempre sospecharon algo. Precisamente ellos dos también tuvieron su affaire, el chico siempre le estuvo agradecido por ello ya que gracias a sus enseñanzas aprendió al fin a hablar a las mujeres, aunque la cosa no acabó del todo bien, Mafalda sacrificó la relación por un trabajo en Europa, volvió pero no hubiera sido lo mismo, aunque le añora, es demasiado orgullosa para admitir nada, Felipe también la echa de menos pero ahora prefiere la amistad, y Susanita le sigue rondando desde su último divorcio, del que sacó sustancisos pisos. Guille sigue vivendo en casas de sus padres, que pondrían más presión para que se vaya, pero a fin de cuentas es agradable compañía y Mafalda es tan independiente que casi se agradece que alguien quede en casa. La única discusión es que a Guille le piden nietos, pero él se hace loco. Miguelito anda un poco perdido, sigue gritando "Mentira" cuando en su mente aparecen imágenes de su envejecimiento inevitable, aunque apenas se le han caído rubios cabellos y es un poco bohemio, se le han conocido ligues pero no novias, de vez en cuando se pierde pero luego temina volviendo al redil de sus amigos, sobre todo Mafalda, que le aconseja mucho y bien. Libertad se metió como Bogart en varias causas perdidas, en el bando de los perdedores, su activismo le costó muchas oportunidades, pero aupada en un taburete, puede mirarse todas las mañanas en el espejo, recompensa suficiente. Tiene también una hija, solamente su íntima, Mafalda, conoce el nombre del padre, pero no se lo ha contado ni siquiera a la chismosa de Susanita.

Feliz entrada de año a todos, aunque suene ñoño y como ya he puesto en mis otros blogs y espacios personales, que los mejores momentos de vuestro 2.009, apenas sean los peores del 2.010 que os va a llegar. Gracias especiales a Easmo, Elizabeth, Chespiro, Franchesk y a compañeros/as de mi clase que amablemente han seguido este modesto blog. Nos leemos a partir del año que viene.

Para los enamorados del personaje recomendamos el mítico (y voluminoso) tomo recopilatorio de todas sus aventuras y por supuesto, el magnífico sitio web http://mafalda.dreamers.com/, que además ha permitido hacer más completa esta entrada. Con admiración a Quino,




martes, 22 de diciembre de 2009

REGALOS DE REYES


Título:Drácula, el no-muerto.


Autores: Dacre Stoker e Ian Holt.


Editorial: Roca (2.009).


Me había prometido a mí mismo dejar un poco abandonado a cierto conde, que ya había monopolizado el blog a través de los cómics. No obstante, aparte de expresar opiniones, no deseo que esta humilde página pueda ser acusada de falta de sinceridad. Otras obligaciones me han impedido avanzar en las lecturas, así que ahora estoy aprovechando vacaciones, entre otras cosas, para ponerme al día con la palabra escrita que no es académica.


Así que, mal que me pese,de nuevo volvemos un poco a la mitología de Bram Stoker, ya que es el libro más reciente que he podido leer con el suficiente detenimiento cómo para poder realizarle una crítica justa. Evidentemente, trataré de que el próximo libro vaya de cualquier cosa (incluso de la cría del ganado soviético) que de vampiros. No obstante, pienso que a los lectores/as les podría gustar en la medida de que así juzgarán si es un buen regalo navideño para familiares, amigos y cía.


En primer lugar el envase cumple el cometido, entra maravillosamente por los ojos, escribo esto mientras tengo frente a la pantalla de mi ordenador una excelente reseña de esta obra efectuada por el señor Alfredo Álamo, en noviembre del 2.009, del magnífico lugar de Lecturalia. En ella pone el acento en la edición española, efectivamente, lo han hecho para vender descaradamente... y qué bien les ha salido. Sin querer hacer publicidad, ya si es del Corte Inglés como el capricho que me pude dar, encima te regalan un pequeño almanaque con lugares de algunos de los escenarios. En metáfora cinematográfica, sí, excelentes efectos especiales, pero, ¿cumple el argumento y las interpretaciones?


Pues bien, aparentemente juntar a un investigador de la figura de Vlad (aunque Stoker en ningún momento deja claro que su conde sea tal mito, aunque sí se insinúa) como Holt con un descendiente del propio autor original, parecía una combinación interesante, sobre todo porque el familiar daba acceso a archivos y viejos manuscritos de la pluma de tan ilustre antepasado, que además, es cierto que proyectó hacer una secuela del original. No es moco de pavo y se nota en un conocimiento profundo de lo que pasó en Drácula original, pero faltaría más en un trabajo artístico que quiere elevarse sobre la media, además han tenido un aparato publicitario muy bueno, superior a otros escritores que merecerían más predicamento.


Después de esta carta de presentación, afirmar que la estructura de capítulos breves, directos y de sugerentes puestas en escena me ha gustado mucho. Es ligero, rápido y con una prosa elegante, no estamos ante unos aficionados. El problema será cuando hablemos de los pérfiles de personajes. Lo lamento, pero ni bien ni mal, ¿cómo estaría Jonathan Harker más de veinte años después de su encontronazo con el malévolo rival de amores de su esposa? La respuesta: tantas como lectores hubo de la obra original. Al propio Bram le hubiera costado convencer, de haber publicado la segunda parte, que había algo en el horizonte y que era lógico, luego del apoteósico final.


Lo más original y elogiable me ha parecido la presentación de una antagonista de altura, sacada de la de por sí, no muy edificante y macabra vida de la condesa Báthory. Ella es la protagonista malvada real de la obra y en cierto sentido, mucho más temible que cualquier otro elemento. Es precisamente tras su rastro por parte del cazador Seward, superviviente del grupo original, que aún sigue trastornado por la pérdida de Lucy, dolor que comparte con el viudo de la misma, al parecer por culpa del transilvano, cuando vuelve el viejo espectro de Vlad.


El tratamiento de algunos de los antiguos héroes del relato general ha sido poco menos que durísimo, en especial Seward (interesante adicción a la morfina incluída) y por supuesto, Jonathan, sumido en el alcoholismo, las mujeres mercenarias del amor e incapaz de sentirse cómodo con su mujer, Mina Harker (sospechosamente resistente al envejecimiento) y a su rebelde hijo Quincy. El tratamiento a Quincy no ha gustado a todo el mundo, pero a mí, acostumbrado a caracterizaciones de un Harker Junior más adulto y experimentado, me ha divertido encontrarlo como un joven inteligente pero alocado, más preocupado por el teatro que por su carrera de Derecho. Precisamente esta afición le lleva a amistades peligrosas como la que mantendrá con el célebre artista rumano Basarab, que esconde un secreto (no lo voy a desvilar aquí, pero el supuesto misterio que debería ser un clímax, no llega a ser tal y las pistas son demasiados obvias).


Otra vez citando al atinado señor Álamo, decir que se nota a la legua que hay una visión comercial evidente en esta colaboración, lo cual no es malo de por sí, es legítimo querer ganar dinero escribiendo, pero hay demasiados elementos que él se digna a llamar hollywoodienses (para más IMRI, el tramo final parece ya lanzar guiños a los compradores de la idea para una futura película). También espantoso me parece dejar tan aberta una futura secuela de la secuela, queriendo seguir explotando la gallina de los huevos de oro. Drácula el no-muerto, en mi humilde opinión, hubiera ganado más como un what if y "señores, vamos a dar un final alternativo". Pero bueno, doctores tiene la iglesia.


Interesante si es el ejercicio de explotar los decorados reales que ese maldito psicópata, absurdamente aún hoy idolotratado por algunos como si mereciera la categoría de digno de pasar a la Historia, llamado Jack The Ripper. Esto permite varios cameos, a veces graciosos, otras bastante forzados e incluso el bueno de Bram se dejará caer por allí (por cierto que su descendiente podía haber sido más amable describiéndolo, lo cual yo me atrevería a calificar de una especie de ingratitud, sí, desconodido para el gran público en su época, con sus defectos, pero que este individuo cogió una idea que estaba purulando y aún hoy muchos viven de ella).


Categoría aparte merecen Abraham Van Helsing y por supuesto, Drácula. El primero, desde luego, no es"mi" Van Helsing, no es tampoco el que, yo creo que hubiera sido el de Stoker, pero señores, chapeau. Es un gran personaje el que plantean, un viejo terco fanático que parece querer devorar cada escena en la que sale. Además, le plantean un lado oscuro (al estilo Coppola) que no está mal, no es lo que otros hubiéramos hecho, pero, si funciona... funciona. Drácula va aparte, es interesante, más ablandado que en otras versiones, con un estilo en ocasiones de defensor romántico de causas pérdidas al estilo Crepúsculo que pueden estar bien en un producto popular para adolescentes y románticos, pero que no encaja con las muchas otras facetas de la tenebrosa criatura, capaz de seducir, sí, pero también de destruir.


Es jugoso el triángulo Mina (excelente personaje femenino, siempre lo ha sido y siempre lo será si está bien llevado)- Quincy (de menos a más, aunque le faltó una guinda en la decisión final, aunque a mí me ha gustado y hasta caído bien) y Vlad.


En definitiva, un práctico regalo si el receptor que pretenden tiene cierto apego por la novela gótica, a pesar de que esté aderezada con una estética cinematográfica, lo cual no es malo, pero es una estructura en este caso que parece impuesta a "queremos vender cuanto antes". Abierto, ameno, se deja y se retoma con fluidez... pero creo que con las re-lecturas, es un excelente ejercicio de técnica y ejecución, pero que deja un poco frío en el sentimiento. Drácula el no-muerto es un invitado correcto y educado que está en el salón, pero que se recoge demasiado pronto, no dando todo lo que podía de sí.


A raíz de ello, juzguen ustedes, como siempre... suya es la última palabra.

sábado, 12 de diciembre de 2009

EY, SABINA




Desde que Lucifer le nombró maestro de ceremonias, San Pedro anda con la mosca detrás de la oreja por falta de clientela nueva. Más viejo y cansado, ahora sí que empezamos a creer aquello de que es la última gira. Córdoba La Llana acogió en el Polideportivo a uno de los letristas más afilados, a uno de esos elegidos que ya empieza a tener la voz tan quebrada como un papel de fumar, pero que sigue siendo aquel mismo sabio, que para hacer poesía, solamente tiene que mover los labios.




Como según sus declaraciones anunciaban, Olga no se encontraría en este viaje, presa de los suaves lazos de la maternidad, pero del bombín se nos sacó Joaquín la preciosa voz de Mara Barros, el toque de amazona imprescindible, La Malinche que necesitaba el descanso del guerrero de un ya veterano Hernán Cortés.


Entre muchísimos temas clásicos ("Por el Bulevar de los sueños rotos", "Princesa" y un amplio etceterá, que yo creo que el público abarrotado se ganó por saber tararear cada una de las letras), por supuesto estaba la nueva, "Vinagre y Rosas", que ha nacido fruto de la simbiosis de nuestro artista com Benjamín Prado. Existía el fundado temor de que ya viniera desganado, pues él mismo apunta ser ahora más aliado de teatritos íntimos, que los últimos discos nunca son los mejores para el tópico... pero es que hay excepciones a la regla.


Y por supuesto no lo hace solo, tiene una máquina perfectamente engrasada y si, me permiten el argot futbolístico, un equipo tan bueno y experimentado en todas las circunstancias que el entrenador se puede permitir salir a fumar o a tomarse un Cola-Cao si se le antoja. Con gente como Pancho Varona es más fácil tener cubiertas las espaldas, Antonio García de Diego es un seguro de vida a todo riesgo, Jaime Asúa da el ritmo y José A. Romero la clase. Perdón si me dejo a alguien. No se echó en falta a El Maestro mientras interpretaban "El caso de la rubia platino" y ése es el mejor piropo posible, que no se notase.


Cantos a la Magdalena incluídos, fueron dos horas y media realmente emocionantes. Incluso la parte más rutinaria de un concierto, la cola y espera, se hizo ligera gracias a la excelente compañía de la que uno tuvo la suerte de rodearse y a la que estoy agradecido, como espero que notasen. Hubo mucha complicidad en el público y eso es de agradecer, el mito de Cordosiesa se quebró por una noche donde nos dieron las diez, las once, las doce...sin problema alguno. "Pasado mañana tengo un concierto en Madrid, venid y así no tengo que cantar", afirmó medio en broma, medio en serio al ver la memorística capacidad de algunos espectadores/as.


Aunque era díficil de adivinarlo, posteriormente, repasando lo vivido, dio la impresión de que todo estaba pensado de antemano, incluso que adivinaron que le íbamos a tararear como lo hicimos: "Ey Sabina, así no se termina". Y no acabó así, nos regaló, bandera pirata incluída, no pocos temas más. La entrada al concierto pareció cara hasta que se llegó al concierto y eso es fundamental. Alejados del merchandising (bastones, camisetas, etc), hubo magia, de la buena, de la de verdad...
Tener la oportunidad de ver en directo a un genio en lo suyo y a su equipo. Lo nuestro duró... lo que dura dos acorde de chelo en un pabellón de rock... porque Sabina no podía irse sin esa pizquita de Rock, porque aunque él no lo sepa y tenga mil incongruencias, nunca se ha resistido a cantar el blues... de lo que pasa en su escalera.
PD: En la próxima entrada vuelven los libros, perdón por la intromisión, pero un suceso de rabiosa actualidad ha requerido saltarse el formalismo.




martes, 8 de diciembre de 2009

WHATEVER WORKS



Título: Si la cosa funciona (Whatever Works). 2.009.

Duración: 92 minutos.

Director: Woody Allen.

Guión: Woody Allen.

Fotografía: Harris Savides.

Música: Variada.

Reparto: Larry David, Evan Rachel Wood, Henry Cavill, Patricia Clarkson, Michael McKean, Kristen Johnston, Ed Begley Jr., Cassidy Gard, Lyle Kanouse, Steve Antonucci, Chris Nunes, James Thomas Bligh, etc.

Productoras: Sony Pictures/ Wild Bunch/ Gravier Productions.

La actualidad en su momento de Ágora y otros estrenos han retrasado esta crítica más de lo que al autor de este blog le hubiera gustado. Fiel a su cita anual con su legión de aficionadas y aficionados, Woody Allen se pone el mono de trabajo y le encontramos contando una vieja historia, una de las de toda su vida… y nos encanta. Desde los que le acusan de repetirse (los puntos básicos de esta trama no se alejan demasiado de Annie Hall o Es como todo lo demás) a los que le prefieren aquí que haciendo aventuras como la inglesa, diciendo que ése no es su Woody, a pesar de que la recompensa fuera alguna ópera espléndida como Match Point.
Particularmente creo que quitando esos extremos, la gran mayoría nos situamos en el centro. No nos disgusta que a veces Woody use otros frentes para desarrollar su innegable talento cinematográfico, pero siempre agradeceremos esta visita más o menos regular a sus raíces, a sus preocupaciones de los temas universales (el sexo, las mujeres, la felicidad, el trabajo, el miedo a la muerte… el sexo, las mujeres, no os olvidéis del sexo, los hombres, las mujeres…) que le preocupan. Citando al protagonista de esta cinta, el gran Boris, desde los aztecas pasando por los romanos, todos se preocupaban por lo mismo, el colegio de sus niños, el precio de la fruta… y al final, ¿qué? ¿De qué diantres les sirvió?

Ése es el drama de este hombre, un tipo muy curioso, antaño un hombre de ciencias muy importante que fue capaz de coquetear con el Nobel, pero que terminó arruinando su matrimonio, su relación con su hijo y su prometedora carrera por su pánico, fobias y ante todo, la conciencia de lo vacuo que es todo. Ahora, Boris es uno más de esos personajes de Woody, amigo de los diálogos rápidos y terriblemente ingeniosos, hasta lo diabólico, cuyos mejores días han pasado y al que la vida que aborrece no tiene nada que ofrecer. Pero claro, siempre hay sorpresas, por mucho que esgrima la teoría de la cuerda.

Aunque muchos soñaban (soñábamos) con que Woody apareciera de nuevo en pantalla, creo que no se pueden quitar puntos a esta película porque no salga. Ya nos ha convencido de que, misteriosamente, no es creíble que aparezca como el novio de Scarlett, ahora, parece demasiado cansado para volver a meterse en esos berenjenales. Personalmente nunca he sabido si Woody Allen es un gran actor o no, pero siempre me he reído con él mucho cuando ha salido. ¿Acaso podemos medir a Laurel y Hardy, Cantinflas, Chaplin, Groucho, Buster u otros privilegiados por esos parámetros?

Pero el sustituto es de altura y está vinculado a otro producto que nos hizo reír a mansalva, la genial serie Senfield, Larry David. David caracteriza a la perfección a un personaje al que deberíamos odiar, pero con el que terminamos identificándonos. Tiene una curiosa cojera producto de un intento fallido de suicidio, como buen personaje alleniano, que acompaña con una mala gaita digna del Doctor House, otro ilustre, junto a Francisco de Quevedo, bocazas con tendencia a llevar razón en el contenido y hacerlo mal en las formas. Por ejemplo, en los episodios ajedrecísticos, creo que el guión de Woody se deja tentar demasiado por la estética de la serie del doctor cascarrabias y allí Boris no parece ni simpático ni chocante, simplemente un cabronazo (con perdón del respetable). Asimismo, no tiene sentido insistir tanto en lo de su divorcio y su hijo si finalmente no piensa volver a utilizarlos el guión en toda la película.

Afortunadamente para este lobo solitario, se cruza en su camino una noche una joven indigente, llamada Melodi y que viene del profundo sur (así que esto le va a permitir a Woody insertar no pocos chistes tópicos). Melodi es interpretada por Evan Rachel Wood, quien tiene una evolución constante a lo largo de la película, gracias al savoir faire del director pero sobre todo por ella misma, avanzando a pasos agigantados gracias al aprendizaje cascarrabias pero sensacional que sin querer, el propio Boris le irá dando.

Melodi rompe la ecuación de cotidianeidad de Boris, esta adolescente se entromete en sus planes y le traerá situaciones que recuerdan en ocasiones a Play it again, Sam. La duración de la película ayuda a que no se haga pesada y cumple la estética del teatro, muchas situaciones transcurren en el piso de Boris, donde amigos y familiares de Melodi tienen apariciones propias de Broadway. Como no podía ser de otra manera, se cruza entre ambos la flecha de Cupido, algo maravilloso… salvo por la diferencia de edad, otra constante en el estilo de hacer las cosas del genial judío.

La eficaz Patricia Clarkson (a quien particularmente ya conocía por su buen hacer en otra gran comedia, Frasier), interpretará a la madre de Melodi, que viaja hasta la Gran Ciudad para encontrarla. Sin quererlo, su odiado yerno le provocará cosas en qué pensar y propiciará un giro de trescientos sesenta grados en su remilgada y apocada vida. Igual que en Y todo lo demás, el piso vacío de Boris va llenándose de gente, en ocasiones a cual más esperpéntica, que trastocan sus planes, mientras lenta, pero inexorablemente, se va alejando de su relación con Melodi. Para colmo de males, le saldrá un duro competidor en un joven actor que vive en un puerto, interpretado por Henry Cavill (de quien ya hablamos en The Tudors), a quien ellas y también algunos de ellos adoraran, pero los que vamos con Woody veremos como una infame amenaza, aunque comprendemos finalmente lo que pasa.

Conforme avanza la cinta, ganaremos en personajes y estrafalarios y actuaciones divertidas, como la de Ed Begley Junior, caracterizando al padre de Melodi, quien también decide dejarse caer por el apartamento buscando a la muchacha sureña. Esto no quita que no nos topemos con algún inconveniente. El personaje de Evan Rachel va perdiendo fuerza, si bien tiene algún momento maravilloso (cuando le cuenta a Boris cosas de s antigua vida, desde sus creencias al desparpajo con el que le narra como perdió ella la virginidad), conforme nos acercamos al desenlace, carece de la magia que por ejemplo si tuvo Diane Keaton en Annie Hall. No me termina de convencer la despedida que los dos encuentran y algunos gags del final de la torpeza de la adorable muchachita dan que pensar que incluso el maravilloso guionista aún tiene cicatrices que no han suturado del todo con el bello sexo.
Que lo que he dicho, mera suposición y con la que no mucha gente va a estar de acuerdo, decir que Allen me parece más en paz que nunca, como demuestra la interesante versión de Nochevieja que nos presenta en el desenlace que, como siempre, quedará en el anonimato para los que aún no hayan podido ir a verla y tengan intención. Ha llegado a un punto de aceptación a todo lo que pueda hacer feliz a una persona sin fastidiar al resto que es muy superior a lo políticamente correcto a la farisea tolerancia que algunos pregonan.

Asimismo me agrada un pequeño guiño que se hace a sí mismo, igual que es capaz de burlarse de sus miedos y mil manías, Boris y Wood comparten otra cosa. Igual que diría otro personaje de ficción genial, llamado Tony Soprano “Lo que diferencia a unos y otros no es nada, simplemente tener la capacidad de la visión de conjunto”.

Hace nada que hemos disfrutados de Whatever Works y ya estamos expectantes de nuestra nueva cita con uno de esos artesanos que debemos aprovechar mientras esté con nosotros.

domingo, 29 de noviembre de 2009

DIOS NO COJEA



Título: House.
Creador: David Shore.
Productores ejecutivos: David Shore, Paul Attanasio, Katie Jacobs, Bryan Singer, etc.
Reparto: Hugh Laurie, Lisa Edelstein, Robert Sean Leonard, Omar Epps, Jennifer Morrison, Jesse Spencer, Peter Jacobson, Olivia Wilde, Kal Penn...
Emitida por primera vez en: FOX (2.004). Compañías asociadas: Heel and Toe Films, Shote Z Productions, Bad Hat Harry Productions y NBC.
Temporadas: Actualmente 6, pero sin cierre a la vista.
Imagina colocar la capacidad de deducción de Sherlock Holmes. El peculiar estilo de enfocar su talento de Einstein y el sentido provocador de un bohemio. Te saldría un individuo genial, carismático, brillante y... absolutamente desgraciado y con problemas de sociabilizar.
Leía el otro día en un espléndido cómic que me prestó un gran amigo, "Es la teoría el clavo. Al que sobresale... le golpean para que vuelva dentro". Bajo esta premisa, el inusual pero excelente cóctel de productores metidos a guionistas y guionistas metidos a productores, lograron acercarse a la cadena FOX, que dio vía libre a un drama médico. ¡Buff! ¡Pues vaya! ¡Otra de tantas! Pero no olvidemos, que en ocasiones hay gente que coge un tópico... para darle un giro nunca antes visto.
De la mano de Hugh Laurie (que ha recibido merecidísimos premios por su actuación a nivel internacional), conoceremos al doctor House, un peculiar médico que tiene una visión de las cosas única. Probablemente sea un maldito genio y es sin duda el mejor y más cualificado empleado que la directora (la gran Lisa Edelstein, que tiene un pulso de tensión sexual con House muy divertido todas las temporadas, pero que puede terminar alargándose sin motivo) Cuddy, pero es casi imposible el trato con él. Nunca de carácter fácil, fruto de un hogar complicado (apenas se ha desgranado su verdadera relación con su fallecido padre, un severo militar), divorciado (probablemente su misoginia ayudó) y con una cojera galopante que hace las veces de lo que Stan Lee con Reed Richards, un talón de Aquiles bien visible para que nadie olvide que este sujeto, por mucho que acierte, es humano. Ese es el nudo de las primeras temporadas. Sería imposible, por resolutivo que sea diagnosticando, que ningún paciente estuviera con él sin querer pegarle un hachazo en su cínica cara. Por ello, tiene que tener un equipo al lado, el triángulo, dicen algunos, la forma más estable: Jennifer Morrison hace el papel de Cameron, una muy atractiva joven doctora que tiene mucho que aprender de su inteligentísimo jefe, pero que le da mil vueltas tratando a los pacientes. El segundo es Omar Epps, que hace el papel de Foreman (aparte de ser uno de los mejores amigos en la vida real de Laurie), un prometedor médico que podría terminar siendo igual que House, algo que le aterra tanto como le atraen sus métodos. Entre Foreman House hay un entramado maestro-discípulo obligados a entenderse, aunque sean la noche y el día... a flor de piel, pero por dentro, son demasiado parecidos para olvidarlo. En las temporadas centrales este odio-respeto dará algunos de los mejores momentos.
Y por último el personaje de Chase, magistralmente llevado a carne y hueso por Jesse Spencer, un doctor que podría ser otro de los guapitos de cara de una nueva Urgencias, pero a pesar de su pose de niño rico tiene más neuronas de las que aparenta. En las primeras temporadas tendrá un affaire con Cameron del que los guionistas aún no se han desligado del todo, es un pelota sin escrúpulos de House, en quien confía para ascender, aunque no siempre comulga con él. Este heterogéneo grupo tendrá que convivir y entenderse, resolviendo casos médicamente imposibles. Como dice uno de los mejores colaboradores de Alex de la Iglesia: "Da igual que no tengamos ni idea de medicina ni los términos que usen. A la gente le encanta House".
Esta fórmula y la atractiva personalidad de House hubieran bastado para hacer plausible su vida laboral, pero incluso el peor de los hombres debe tener un amigo... y House afortunadamente cuenta con su fidelísimo particular. Se trata de su colega Wilson, también médico, a quien conoció hace muchísimo tiempo en un Congreso (House admitirá muchos episodios después: "Me fijé en él porque era el único que no era un capullo"), un santo varón dependiente de sus relaciones con el bello sexo y que es llevado a la pantalla pequeña por un espléndido Robert Sean Leonard. Iba a poner aquí que Wilson es el Watson particular de House, pero es tan complejo que no me termina de convencer el paralelismo. Wilson-House es una de las pocas amistades llevadas a cabo en una serie de televisión que parece comprender lo verdaderamente difíciles que son estas relaciones.
Obligados en ocasiones a compartir piso, o en el caso de Wilson a hacer de corta-fuegos cuando las demandas a House se amontonen... En la cuarta temporada, que no destriparé, por si hay algún interesado, esta amistad se someterá a una dura prueba. Wilson desaparecerá entonces y todos temeremos lo peor, pero como en otra maravillosa serie (Los Soprano), los personajes desfilan y vuelven cuando menos te lo esperas, traduciéndose en un inesperado road episode donde House y Wilson se convierten en una extraña pareja humorística muy divertida, donde además conocemos a la mamá de House (sí, porque incluso este maquiavélico de la vida tiene una madre). A diferencia de otras series de hospitales, House tiene un destacado peso del sentido del humor, si olvidar su faceta de drama médico, pero el cinismo salva muchos episodios, con diálogos inolvidables en el ascensor.

Del mismo modo, encontrando aquí otro paralelismo con otras series norteamericanas, los finales son muy significativos (maravilloso por ejemplo el del niño autista) y los temas musicales deliciosamente bien elegidos. Además, cada temporada se buscan nuevos retos a House, ya sea un inversionista sin escrúpulos que quiere donar dinero al hospital siempre y cuando se desembaracen del cojo que tanto provoca o un policía igual de toca-narices que él con quien se ensarza en una discusión.

A mayor escala y a través de los episodios, vamos viendo, igual que con Sherlock, los problemas de House con sustancias adictivas, en su caso la vicodina. Es muy atrevido, incluso en nuestros días (quizás salvando Weeds), que el principal protagonista de tu espacio sea un drogadicto declarado. Otro punto polémico es la duración, a diferencia de algo que tienen muy claro otros productos angloparlantes, House no apuesta por los benditos 20 minutos, sino que la serie se alarga hasta rozar la hora. Mientras reparto y guionistas estén a la altura, no habrá problema, pero esto puede acelerar la pérdida de ideas. Pero creo que eso ya lo saben y se demostró con un terremoto que sorprendió al propio casting, especialmente a los actores, que tomaron la sabia idea de “Si algo funciona, no lo arregles”. Pero en el Ecuador de lo que llevamos de serie se decidió desmontar a los colaboradores de House.

Esto que provocó una de las temporadas más alocadas, teniendo Foreman, Cameron y Chase que buscarse la vida, que quizás haya hecho que pierda algún incondicional, pero que yo me aventuro a pensar ha salvado la serie a largo plazo. Con la fórmula “todos contra House pensando que no lleva razón pero al final la lleva”, sus tres aprendices de brujo están preparados para buscarse la vida, así que él tiene que buscar nuevos candidatos. Si pensaron que Risto Mejide era duro en sus valoraciones, no han visto esos episodios.

Peter Jacobson, Olivia Wilde, Kal Penn, etc. Entre muchos otros, irán desfilando a veces para más tiempo y otras para menos, tratando de aportar su personalidad y ser útiles al severo House. Algunos personajes duran poco pero son entrañables, como el viejo celador que de tanto tiempo entre agujas y ungüentos tiene más conocimientos que muchos aspirantes y logra pasar una temporada con House, con el que sin embargo concuerda un despido inesperado pero brillantemente resuelto y que explica la forma de funcionar de House, por oposición de ideas.

A día de hoy House tiene muchos retos. Su pulso con Dios, que como con Moisés, de momento ha quedado en tablas, sigue pendiente, el personaje tiene en su ateísmo racional su principal atractivo, pero esto siempre le deparará grandes discusiones con pacientes que si piensen en el más allá. De la misma forma, sus cimientos con Wilson y Cuddy no son tan sólidos como para no desmoronarse si sigue siendo como es, mientras que su nuevo equipo debe tratar de hacer olvidar a los inolvidables Foreman-Chase-Cameron (que sin embargo los aficionados no están dispuestos a verles marchar, así que habrá que buscar que sigan apegados al buen doctor de alguna forma).

Como conclusión de esta provocadora serie, me aventuro a pensar que nunca perderá el favor del público si House se mantiene como es y los guionistas le siguen propinando su buena ración de derrotas que la hagan autobajarse del pedestal… Esto quedó muy bien reflejado en su maravillosa y extraña partida de ajedrez con el “Niño cabrón” y cuando Wilson le confiese que le habían ocultado la verdad de su acierto en un arriesgado diagnóstico temiendo que su gran amigo empezase a creérselo demasiado y experimentar hasta barreras divinas con los enfermos. A lo que House, volviendo a ser de carne y hueso contesta: “Dios no cojea”.

Magister dixit.

martes, 24 de noviembre de 2009

TOMB OF DRACULA: DESANGRADAS SECUELAS (PARTE IV DE IV)




A no pocos lectores/as sorprenderá la aparición de un nuevo magazine con el título de Tomb Of Dracula, poco después de la mítica despedida del último número de la saga original. La supuesta necesidad de Colan de otros frentes tarda poco en disiparse y Wolfmantambién retoma el personaje. Casi parece una necesidad ansiosa, esto se refleja desde un incierto primer número. Una excéntrica mujer dirige una macabra excursión donde un caballero llamado Quincy Harker y cierto vampiro se batieron. No es que esperemos que Rache, Frank, Taj y cía sean superdotados, pero ya que Quincy ha tenido la gentileza de eliminar a la amenaza, ¿qué menos que ir a darle buena sepultura y de paso asegurarse de que terminase bien el trabajo? Esta sensata pregunta es obviada y enseguida tenemos a Drácula resucitado y presto para dar por saco. Mientras nos frotamos los ojos, nos levantamos pensando que la historia debe mejorar en algún momento.



La gracia de la nueva Tomb of Drácula es que Vlad vague por el mundo haciendo lo que le salga de las narices sin que surja frente a él una oposición seria. Drake, Rachel, Blade, Taj y cía brillan por su ausencia. Hay un momento, una historia entre Lilith y Drácula que si que se puede decir que es tan buena como las de antaño. En ella se descubre un pasaje aterrador en Valaquia, Vlad, siendo hombre todavía pide a su esposa de muy malas maneras que le de a su hija para llevarla al balcón de palacio, ella, suplica por favor que no lo haga, pero el brutal marido lo hace y obliga a la niña que permanece muda toda la escena a ver la desoladora matanza del pueblo gitano. Que nunca olvide por qué su padre es Vlad El Empalador. La verdadera protagonista de la historia es Lilith, quien de la eficaz mano de Roger McKenzie está a punto de conseguir su venganza sobre su padre. Sólo para descubrir la maldición de la gitana, su fuerza es molestar y entorpecer todos los planes de su padre a través de las épocas, pero nunca eliminarlo, nunca matarlo, ellos dos son compañeros inmortales en perpetuas tablas. Una historia notablemente buena. Tampoco es nada desdeñable en ella su arranque inicial con Drácula aniquilando a una de sus sirvientas (que dan a entender que sirvió a Torgo durante su usurpación) para dar de comer al resto de sus lacayos. Ralph Macchio y Lynn Graeme se encargan de dirigir el desenlace.





Otra historia aparte es de Peter Gillis, John Buscema y Bob Mc Ledo. Cuenta una historia autoconclusiva de una bailarina que es mordida por Vlad tras ser seducida por él en una noche de pasión en un estanque. A partir de ese momento, en lo primero que piensa ella es en su función, la danza es la vida… su vida. Pero Drácula la quiere como vampiresa, como consorte. Es un duelo de voluntades, y cuando la sed la obligue a matar a uno de sus compañeros, parece que finalmente ha de renunciar al arte que ha considerado más importante que la vida misma. Su danza de despedida, antes de ser tomada por Vlad tiene una oscura puesta en escena, con Drácula observándolo todo con cara pétrea, el resto del público por su parte está impresionado. Nunca había bailado con esa intensidad, esa extraña melancolía fascinante. Cuando llegan los que serán sus últimos pasos embellece todavía más la cosa. Y al final cae dulcemente en la lona. La sala irrumpe en silencio. No se levanta. Y los demás bailarines se quedan mudos, una estaca… de madera… ha caído dulcemente sobre ella. Al final de todo… no ha sido una vampiro… sino una bailarina. Y muy lentamente… al finalizar la historia… Drácula aplaude impresionado. Pero es mal síntoma que sean agetes externor quienes hagan las historias más novedosas, atractivas y a la par que respetuosas con el pasado. Parece que a Wolfman y a Colan les queda poco por decir, también a Drácula en el Universo Marvel.




A pesar de estos y otros buenos momentos, la serie no cumple las expectativas y no dura más de un año, carece de la continuidad de antaño. Frank y Rachel aparecerán… pero como tiene por extraña costumbre en esta colección… Wolfman los hace aparecer de refilón y acelerados. También asoma nuestro querido inspector Chelm (de muy parecidas características al gran superintendente Battle de Agatha Christie), un personaje emblemático de los primeros tiempos, pero hace un cameo y se larga. ¿Cuál es el juego? La serie no vende especialmente bien y cierra con más pena que gloria, algo que no había pasado ni con su tocaya ni con Dracula Lives.




No pasaría mucho tiempo… tras su “resurrección” el Señor de los Vampiros seguía coleando por Marvel.... y sin colección fija, en el año 1982, Chris Claremont, responsable junto con John Byrne del resurgimiento de la Patrulla X. De una colección cancelada, de la mano de los dos autores, la Patrulla alcanzó un esplendor y popularidad que todavía hoy siguen en perfecta vigencia. Cuando Vlad se deje caer por la colección, Byrne ya habrá hecho las maletas para continuar su leyenda por su cuenta, pero Claremont si estaba para recibir al personaje de Stoker con las manos abiertas y las páginas en blanco. Lo acompañaban el siempre espectacular y plástico Bill Sienkiewicz y Bob Wiaceck a las tintas. La historia, contaría el intento de poseer en cuerpo y alma a Ororo, Tormenta, una de las personalidades clave del grupo. La líder del grupo pasará algunos de sus peores momentos de su vida y sólo la lealtad de los suyos y su propia fidelidad a sí misma salvan la tragedia. El final de la historia refleja la personalidad de Drácula a la perfección, tras piropear a Tormenta por su belleza y fuego interior se despide, pero ella le amenaza, y el conde ya transformado en murciélago concluye:




“No tientes tu suerte Ororo, el mundo es vasto y podrías buscar durantes cientos de años sin encontrar un rastro mío. Cuando nos volvamos a encontrar… si es que eso sucede… será cuándo y dónde yo elija. Pero te has ganado el respeto de Drácula… y por tanto la vida.” El propio Marv Wolfman no lo hubiese dicho mejor.




El duelo entre transilvano y mutantes vuelve a revivirse en el Annual 5 de los X Men, con el mismo equipo creativo que narró el primer enfrentamiento entre el súper-grupo y el monstruo. Claremont y compañía comienzan con la profesora universitaria Rachel Van Helsing, que acaba de romper su relación con Frank Drake y necesita un cambio de aires. Por desgracia para la mejor agente del desaparecido Quincy Haker alguien le espera en la puerta de su casa… un viejo conocido. Drácula tiene un nuevo y sorprendente destino para su enemiga, convertirla en su consorte, esclavizarla con su mordedura en cuerpo y alma. Con Rachel como forzosa voluntaria, Drácula utiliza su vínculo con Ororo para esclavizarla y obligarla a robar el libro Montesí, es la segunda referencia al mortífero libro de conjuros al que el propio Drácula teme en sobremanera. Se descubre que fue Rachel quien lo ocultó en un lugar seguro y secreto, de imposible entrada a Drácula y secuaces por su condición de sagrada. Aunque Drácula logrará también a Lobezno, no le basta para superar a Cíclope y compañía en una pelea subterránea. En un interesante desenlace, hace acto de presencia Lilith, quien ha conseguido como siempre estorbar los planes de su padre manifestándose en el cuerpo de una inocente, la joven mutante Kitty Pride. En lo más incierto, una estaca vuela y rompe el pecho de Vlad, todos se giran… ¡ha sido Rachel Van Helsing! Un moribundo Drácula balbucea “No puede ser… eres mía en cuerpo y alma…” “ Ya no… has matado ha todos los que quería… has sido una constate fuente de dolor en mi vida… pero hoy termina.” Justo cuando Drácula va a ser decapitado, los escombros del castillo caen y obligan a todos a huir. Rachel ha conseguido matar a Drácula pero no garantiza que no vuelva (y teniendo en cuenta lo que le hizo Marv Wolfman a Harker, aunque lo hubiese conseguido no se garantiza nada). Queda el asunto de Rachel convertida en vampiro, contempla la puesta de Sol, una muerte muy lenta y dolorosa para los de su condición. Lobezno comprende y la acerca con dulzura, es un golpe seco y mortal. Las últimas palabras de Rachel serán” Es tan hermoso…” Refiriéndose al Sol. Es una escena que se salva por su respeto en todo momento a un gran personaje, quitado de en medio demasiado pronto. Pero con todo es un cómic que raya a gran altura.



Pero Drácula sigue presto a ser utilizado, manipulado por Mefisto, el vampiro había sido uno de los monstruos invocados por el diablo y su secta de los Seis Dedos en unos tebeos donde tiene rango menor. Pero Drácula fue en esa aventura una mera comparsa… es más, su presencia fue borrada de la mente de los héroes tras recobrar el control de la situación. Ahora, uno de los guionistas más talentosos de los últimos tiempos, el prolífico Roger Stern tenía un nuevo proyecto para el malvado conde. Al igual que Wolfman y Claremont, Stern no ha tardado mucho tiempo en darse cuenta de una realidad, el personaje de las tinieblas no tiene mucha continuidad en un mundo plagado de mutantes, súper-musculosos atletas y dioses mitológicos. Sin embargo, casos como la posesión de Ororo o el retorno de Rachel y Vlad puede ser un cómic muy ameno. Siempre que no se abuse. El problema es que desde el final de Tomb of Drácula se está abusando de la gallina de los huevos de oro. Ahora, Drácula con perilla (en todos los números de la Patrulla X aparece con ella) volvía a las portadas.




Ahora, y ya sin la sombra de Mefisto, Drácula y sus ambiciones de conquista han vuelto. Bajo una serie de acólitos trabaja en secreto por encontrar el mil veces maldito libro de la fórmula de Montesí. Dan Green y Ferry Austin se encargan de las tintas. El guión es bastante bueno, un misterioso detective inquieta al Doctor Extraño, al final del primer capítulo reconocemos al viejo Hannibal King que sospecha que necesitará la ayuda de Extraño para acabar con un peligroso individuo… llamado Drácula. Drácula no sólo quiere evitar la temida Montesí sino que desea hacerse con un libro demoníaco llamado Darkhod. Con la ayuda de King y la Bruja Escarlata de los Vengadores, Extraño salva el día y el libro de las garras de Drácula. Inmediatamente después (pero con Rick Magyar en el entintado), Stern y Green narran la venganza de Drácula. Para terminar con las pretensiones del conde y sus sicarios, Extraño recluta a tres viejos conocidos: Blade y Fran Drake, el último descendiente de la estirpe de Vlad, que ansía vengar a Rachel, responsabilizándose injustamente por la muerte de Rachel a manos de su antepasado al poco de ir Rachel por su cuenta.




La última historia, sigue con Stern al comando de las operaciones, pero en vez de Green el dibujo y tintas están en los pinceles de Steve Leialoha y su estilo de claros-oscuros. Es la última batalla (y van…) definitiva… Blade, Drake y King ganan valiosos momentos para que Extraño prepare las defensas místicas y use el conjuro definitivo. No obstante, Stern peca de ser demasiado parcial con el personaje de cuya colección se ocupaba en aquellos momentos: Extraño es el encargado de dar el golpe de gracia, pero los que se llevan los palos y preparan el terreno son el resto. La lucha final carece de esplendor porque carece de la globalidad y los cambios de protagonista que solía brindar Wolfman. Al final, Drácula desaparece, Harold Harold, el querido personaje de Tomb of Drácula convertido en vampiro vuelve… sólo para desaparecer a los dos segundos por la fórmula. Stern hace una limpieza en toda regla. Lilith, se lo toma con alegría cuando sabe que su desaparición ha llegado justo con el momento que ella esperaba… la muerte de su padre. El único que se salva es el vampiro que no ha tomado sangre de una víctima, Hannibal King. Parecía que todo había acabado. Subestimas, querido lector/a, la capacidad de cambiar de rosca de los marvelianos (aunque no lo parezca, tengo un gran respeto por Marvel, pero he invertido tanto tiempo y pagas en sus cómics que me puedo permitir criticarlos).




Marv Wolfman y Gene Colan volvían a principios de los años noventa. Querían, a petición de editores, colegas y cartas de aficionados como eran las cosas en la vieja colección de Tomb of Drácula. Pero, se debe recordar una cosa: donde fuiste grande, muy grande… no se debe volver.Y pocos habían sido tan grandes como Wolfman y Colan en aquella colección.

El comienzo es tenebroso, una impresionante oleada de murciélagos… y las palabras infernales de Asmodeo ordenando recomponer la carne muerta del príncipe Vlad. El sueño sigue, la historia se convierte, Drácula sobrevive a la muerte e incita a una mujer (que resulta ser la esposa de Frank Drake) con lascivia y sangre a ser su consorte. Las pesadillas son más y más intensas para horro de su marido, quien… sorprende a propios y extraños con sus recuerdos de su pasado. El grupo de Harker fue, según esta saga, un grupo obsesionado con matar y venganza. ¡Pero bueno! ¿Qué demonios está haciendo Marv Wolfman? ¿Nadie recuerda las últimas palabras de Haker a Rachel y Frank recomendándoles que no consagren su vida al rencor? ¡Desde luego el hombre que acuñó tan hermosas frases (Wolfman) no las recuerda! El recuerdo de Rachel no es tampoco mucho mejor, Frank habla de una mujer que lo utilizó para vengarse de Drácula, una castradora absolutista incapaz de amar. Entonces… nos preguntamos nosotros… ¿por qué la había vengado con esa melancolía en la saga del Darkhold? Las sagas de Drácula se van pisoteando unas a otras en la continuidad.




Los problemas de esta saga de cuatro prestigios surgen cuando el espíritu de la desaparecida Rachel empieza a absorber a la mujer de Frank. Los numeritos que la buena señora le arma en plan Piscosis hay que reconoer que están muy bien. Frank cuenta con la ayuda de un psicólogo prestigioso, un tal profesor Smirnoff. Aunque Frank le ha contado toda su vida y milagros, nosotros nos preguntamos como un hombre que anteriormente ha sobrevivido con todo talento a sus enfrentamientos con su antepasado es tan ingenuo y se deja mangonear por ese Smirnoff, a quien Wolfman se saca de la manga. ¡Efectivamente si lo habéis sospechado Smirnoff está más podrido que una leche del siglo XIX! En secreto, se nos cuenta un flashback donde Smirnoff revela su fascinación por Drácula y su inmortalidad. Se nos cuenta también como Smirnoff sedujo a Rachel en el pasado. Como semejante baboso consiguió a una mujer como Rachel es algo que sólo Wolfman y Colan saben. La Rachel de la que se nos habla es una mujer alcoholizada, amargada y obsesionada con Drácula. ¿No recuerdan la paz y la tranquilidad que tuvo cuando mató al conde? Desde luego en esta historia se nos presenta un nuevo personaje. Al final, para rematar aprisa y corriendo el flashback, se dice que Rachel murió emboscada por vampiros… ni siquiera le dan la dignidad de relatar su última batalla con Drácula. Rachel murió y eso basta.




Con bastante más sangre de la que sería necesario, usando los recuerdos de Rachel en el cuerpo de la esposa de Frank, Smirnoff desentierra a Drácula de entre los escombros y la silla de Harker. Drake no consigue evitarlo y se enfrenta a Drácula renacido y más prepotente que nunca, quien entre otras lindezas recuerda como violó a Rachel… a su manera de contarlo claro. Lo cierto es que la tensión sexual existente entre la última de los Van Helsing y Vlad había sido un filón en Tomb of Drácula. Especialmente conseguido es un recuerdo de Rachel en mitad de la colección donde relataba a Aurora su cumpleaños con quince años. Drácula apareció de la nada y la sedujo con la más tierna de las sonrisas y las más cálidas palabras. “ ¡Quítate esa chuchería mi preciosa niña!” Dice Drácula haciendo que ella se desprenda del crucifijo. El regalo que Drácula traía al cumpleaños era un beso… el beso de los malditos… y de no haber sido por un miserable mortal (como lo llama Asmodeo) llamado Quincy Harker, Drácula la hubiera poseído ese día. Como ya apuntamos antes, Wolfman jugó con habilidad la relación entre los dos dejándolos solos y dependientes el uno del otro en plenos Alpes.

Si buscáis esa calidad de la relación entre los dos en los cuatro prestigios que se olvide de ella por favor. La historia sigue con la lucha de Frank por recuperar a su esposa y romper los planes de Smirnoff y Drácula. Llama a uno de sus viejos camaradas, ni más ni menos que Blade, quien accede a colaborar con Drake, a pesar de que… de buenas a primeras los dos se llevan como un tiro. La unidad de los cazadores de vampiros a pesar de sus diferencias es otra seña de identidad perdida. Cuando Drake y Blade no se enfrentan a tortazo limpio, hacen cosas sensatas y complican la vida al conde, quien por otra parte, parece más dedicado al ligoteo que a maquinar sus usuales planes de batalla. Drácula hace un favor a todos borrando del mapa a Smirnoff, quien no es un buen sustituto de Harker y por tanto un rival digno de los perversos métodos de Vlad.




Todo se complica cuando surge una nueva figura, Katinka, una misteriosa luchadora contra vampiros que sería interesante de no ser porque viene a tratar de tapar el hueco que Rachel ha dejado tan tontamente en la serio con menos gloria de la que merecía. En medias de sus investigaciones, un misterioso agente de policía llamado Gollem sigue el rastro de los cazavampiros para ayudarles. Pero Drácula ya no es el de antaño… se habla de que ya no se adapta a los tiempos modernos, que está asustado… y nos preguntamos nosotros, si tiene problemas para entender un mundo que ha tenido abandonado durante años… ¿ cómo demonios se ha adaptado también a retornos de más de un siglo? Desde luego no es normal, en lo absoluto.

La batalla final del todo por el todo en el último de los prestigios es cuanto menos vibrante, Drácula enloquecido se enfrenta a sus cazadores por última (y van…) vez, pero no es el duelo que se esperaba. Drake, consigue superar sus temores y ayuda en sobremanera a derrotar al conde y sobre todo, a recuperar a su esposa endemoniada por ese supuesto atractivo (que en Tomb of Drácula y demás era plausible) que tiene el conde para sus devotas siervas, aunque dudamos que cuando lo que uno tiene es una calavera y chorrea sangre se puede ejercitar mucho el arte de la seducción. El golpe final corresponde a Blade quien logra cumplir su juramento del modo más malamente rematado posible, con un diálogo que no tiene ni pies ni cabeza donde Drácula y Blade hablan como si éste hubiera matado a su madre, cuando Wolfman y sucesores siempre nos han hablado de que fue Deacon Frost. Pero nada, aunque el primer enfrentamiento entre Drácula y Blade fue cuando éste tenía casi veinte años aquí son medio parientes y los dos saben perfectamente los detalles, cuando uno de los mayores atractivos de sus enfrentamientos es que Drácula no sabe que Blade es inmune a su mordedura. Así van las cosas y sobrealimentado del alma de sus acólitas, Drácula explota, nos gustaría decir que es el final, pero tras la muerte con el radial de plata de Harker parece que las normas no cuentan para nuestro protagonista que vuelve siempre que venga en gana. De momento, es el enfrentamiento definitivo, una lástima que sea algo deslucido. Sin querer sacar la moraleja de “Cualquier tiempo pasado fue mejor…” en mi humilde opinión, aunque entretenida como cómic aparte, no llega a la altura de lo anterior.





Aunque Blade se vuelve loco cuando mata a Drácula (aunque en teoría y conociendo al personaje la muerte de su Némesis hubiera debido dotarle de tranquilidad), los editores pronto recobran el buen juicio y lo rescatan en las páginas del Doctor Extraño. El buen Strange reúne de nuevo a Drake, Hannibal King y Blade para enfrentarse a Lilith y sus siervos. Una buena idea de continuidad que debió haberse tomado en un principio.

El superviviente de más rango de la Tomb of Drácula, Blade, sigue su camino por su cuenta, y pasa por manos de demasiados guionistas y dibujantes sin rumbo fijo. Es un personaje conocido por todo el mundo, y por lo general suele suscitar interés. Pero no tiene un equipo creativo sólido a la altura del que formaron Wolfman/Colan/Palmer y suelen ser colecciones que cierran pasada la veintena de números. El dibujante Ron Garney, en la serie Nightstakers, lo cambia totalmente de look, adiós a su novia formal de toda la vida, Blade es un solitario, sus cuchillas pasan a ser una katana que prevendría a un vampiro a tres kilómetros de distancia y tiene menos sentido del humor que Terminator. Es la moda del estilo de los noventa, tipos agresivos y poco amigos de explicar sus motivaciones.



¡Cómo no! Tenemos una nueva Tomb of Drácula, firmada por Robert Rodi y Jaime Tolagson, con vampiresas muy malas, discotecas nocturnas y ambiente lúgubre y dibujos espectaculares. Blade, sorpresa, está rapado al cero, y su enfrentamiento con Drácula tiene muy poco o nada que ver con lo de antaño.

En las series regulares, en un cúmulo de despropósitos, la verdad sea dicha, se reitera en lo de siempre, vuelve Drácula, se da la pana con Blade y al final todo vuelve a la normalidad… parece que el único recurso argumental posible con el lanza-cuchillas es enfrentarlo a Drácula. ¿Por qué no saber más cosas de su padre, del que nada se dice? ¿Por qué no devolverlo a su Inglaterra natal? ¿Por qué no enfrentarse con los lugartenientes del señor de los vampiros? Nada, Blade contra Drácula y punto en boca.

Drake, que vuelve de la nada a su actividad tras haberse retirado muere… aparentemente… para volver con Hannibal King entre los no-muertos y fastidiarle un poco la vida al pobre Blade. Vivir para ver. Al menos, el personaje se da a conocer con la trilogía de Snipes y cía. Aunque le cambien la indumentaria y el tiempo (es un Blade futurista) no están mal, son acción trepidante sin mucho pensar y reflejan el extraño carácter del cazador imberbe pero más seguro que nadie. En la tercera entrega, curiosamente, Blade se alía con un grupo de cazadores, quienes actúan movidos por su admiración a Harker (¡un hurra por Quincy). A partir de eso, las cosas se desvinculan mucho, y la pregunta es, ¿por qué un personaje del tirón de Blade no cuaja? ¿Va a sobrevivir a Drácula y no a la tiranía del mercado de la oferta y la demanda? Pues bien, Blade es un gran personaje, y los autores que han pasado por sus colecciones tras Wolfman y Colan no han sido malos, ni siquiera descuidados, solamente se ha observado poca continuidad y muchas vueltas de tuerca a lo mismo. Blade espera, y al igual que el Doctor Muerte, es mucho más que el gran oponente que el protagonista de la serie. Por cierto, que ahora en plenas Guerras Secretas y macro-sagas, Drácula hasta se entrevista con el Doctor Muerte (que da a entender que ha sido adiestrado o por Harker o por Van Helsing para esos enfrentamientos), vivir para ver. ¿Alguien puede hacer el favor de quedarse muerto en estos cómics?




Ya son mayorcitos los secundarios de la serie, ¿por qué no dejar ya al conde en su tumba? Pues tememos que este juego de resucitarlo y devolverlo más mortífero que nunca acabe por cansar a propios y extraños. La gallina de los huevos de oro no puede más, está agotada. Drácula ha dado mucho a los cómics de ese género, pero en especial Marvel, deberían cuidarse de reiterarlo hasta la saciedad, porque desde la primera vez que volvió de la muerte definitiva (en su torreón a manos de Harker) parecía algo sacado de la manga. Si bien las primeras veces puede parecer inesperado o sorprendente ya parece menospreciar la capacidad del lector.

Hubo una colección a mitad de los setenta llamada Tomb of Drácula, que fue un sonado éxito en su tiempo, y que con lecturas y relecturas ha ganado en calidad y reconocimiento. Sus autores han pasado con todo derecho como auténticos maestros del género. Querer volver a repetir lo mismo (incluso aunque lo hagan los mismo autores) sería un error… un lamentable error, tirar piedras sobre el propio tejado. Hay muchas cosas y cabos que atar, pero no ya con el conde sino con lo que no se nos ha contado (el futuro de Taj, las verdaderas circunstancias de la muerte de Rachel, el futuro de Blade en solitario…) y esa debería ser la piedra angular de esos nuevos cómics aún por venir. Y entonces, si después de todo eso se decide hacer que el conde regrese cuando nadie lo esperaba… al menos será algo poco esperado. Pero recuerden, lo dijo Marv Wolfman, incluso una leyenda ha de morir algún día. Y para este servidor de ustedes Drácula murió en una noche de lluvia a manos de un viejo caballero en silla de ruedas. Aquello fue lindo. Una hermosa mentira que nos contaron tres señores muy inspirados, y nosotros quisimos creerlo. Suele suceder. Y a eso se lo llama magia. La magia de Wolfman y Colan/Palmer.




Por último, resaltar otras dos obras. Una en otra editorial aparte donde Wolfman y Colan retoman el mito (pero sin licencia para usar a los viejos cazadores), que sirve para que el anciano Gene Colan vuelva a callarnos la boca con sus maravillosos lápices, pero sin continuidad. Finalmente, Glenn Greenberg y Pat Oliffe nos invitan a una situación divertida, cuando Vlad se encuentre con su castillo desvalijado y deba tomar venganza, mientras el guionista saca a un descendiente del doctor Seward, otro personaje de la saga origina de Stoker. La serie tiene un adorable toque añejo que se embellece por volver a traernos la oscuridad fascinante de Tom Palmer. Además trae un inisual brindis entre Lilith y su padre.

Como conclusión, decir que gente del talento de Wolfman-Colan demuestra que no hay mito que no pueda ser revisado, a la par que trasladarlo a otro medio de expresión artística con las más altas cotas de calidad, a la par que hay que saber cuando detenerse en un final redondo. En otro orden de cosas, perdón por el recurrente tema de Tomb Of Dracula, pero he terminado convencido de que para hacer más completas de determinadas sagas (ya sea una trilogía de películas, un repaso a los libros de un mismo autor o una serie de muchas temporadas), es mejor compartimentarla en entregas. Pido perdón si he aburrido a alguien (probablemente a bastantes), pero considero que es un completo repaso, si bien pesado, nunca superficial de una de las obras puntales del cómic book norteamericano. Cordiales saludos.
Próxima entrada: House, un genio frustrado en la televisión.



domingo, 22 de noviembre de 2009

TOMB OF DRACULA: DRACULA LIVES (PARTE III de IV)




Dracula Lives nace paralela al gran buque insignia que sería la colección principal, pero no cabe ninguna duda que fue una piedra angular del auge durante los 70 de este tipo de cómics. Punto de inflexión será la famosa saga de introducción “Lord of Death… Lord of Hell”, donde Wolfman que también se dejará caer por esta serie, mostrará sus credenciales, dando un origen que aleje a su conde de los otros de las distinguidas competencias. Se propone narrar su origen y mostrar a Vlad en pleno siglo XV.

En sí es una introducción excelente a la que hará constante referencia en la colección madre. Tiene la fortuna de contar con las inquietantes y oscuras tintas de Syd Shores, a la par que con dibujantes del consabido talento de Neal Adams y John Buscema (sí, incluso los grandes pinceles han dibujado terror alguna vez). Un apreciado amigo que devoró esta saga y al que logre “convertir” a estos cómics, me advirtió que solamente tienen un punto ridículo… la muerte de María, el gran amor de Vlad. Revisándolo y quitándome el traicionero fantasma de la nostalgia, es bien cierto que no es precisamente el más brillante de los momentos, quedando muy poco proporcionado a los esfuerzos de Adams por dar prestancia al cómic, especialmente la primera batalla en los campos de Transilvania contra las huestes de la Sublime Puerta. Vlad da casi tanto miedo como ser humano que como no-muerto.

Herido y llevado a la choza de una curandera, ésta, de etnia gitana y dando las gracias al azar por haber traído al empalador de su pueblo a sus dominios, logrará trasmitirle su macabra maldición. Sin embargo, Drácula no ascenderá de inmediato entre sus correligionarios, más bien es tomado por el último mono y es sometido al juicio de Nimrod, auténtico rey de su sobrenatural grupo. En éstas toma las tintas el gran maestro Buscema que aporta su granito de arena. Su Vlad es menos regio e imponente que el de Adams, pero tiene el impagable don de trasmitir al igual que éste la ambigüedad de un maldito que no deja de sentirse ser humano, que rechaza los fríos abrazos de concubinas calculadoras por el recuerdo de su primera mujer y que deja a su abandonado retoño (qué ironía) al lado de un campamento gitano, esperando que le protejan y le den la vida que él ahora no puede. Para su desgracia, cuando el chico crezca y descubra la verdad, se enfrentará a su padre por sus crueldades, forzándole a él a destruirle. Este paralelismo lo llevará también Wolfman a su serie principal, en la estrambótica saga de Janus, que apuntó muchas maneras (especialmente con Domini, su nueva consorte), pero que termina quedándose en algo demasiado metafísico y donde hay además un cameo forzado de Estela Plateada que convence mucho menos que el del Doctor Extraño.

Los grandes maestros dejan su incalculable aportación con el ascenso de Drácula como rey de sus legiones, entre los vítores y el desaparecido espectro de Nimrod, empiezan a gritar su nombre: “Así ha sido y así será, desde esa noche”. En definitiva, la segunda colección no desmerece a la primera, pero tendrá más problemas que ésta al no presentar un equipo creativo fijo. Afortunadamente habrá acertadas colaboraciones como la del gran Gene Colan que se dejará caer. Desafortunadamente la colección no dura todo lo esperado y una gran iniciativa que llevan a cabo Roy Thomas y Dick Giordiano de plasmar en el cómic la novela íntegra de Stoker termina en nada, aunque afortunadamente narran las desventuras de Jonathan Harker en el castillo del vampiro.

El problema de Dracula Lives es que son historias autoconclusivas, más o menos interesantes (en algunos casos mucho), pero que carece de un final explosivo. Todo lo contrario de lo que Wolfman ha ido colocano con mucho tino. Ya ha asentado a sus secundarios, junto a los de siempre, Lilith (la hija vampira del primer matrimonio de Vlad) sobresale como auténtica amenaza de su progenitor, mientras que Harold Harold (que es básicamente Woody Allen metido en una de vampiros) y su rubia y neumática compañera Aurora se combinarán con los el grupo de Harker, de un modo un poco increible.

Colan, necesitado de nuevas empresas, dice a Marv que plantea abandonar la serie, pero el guionista, que tiene pensado su gran desenlace, le pide aguantar un poco más. Su gran proyecto está claro: Dejar a Drácula pero sin poderes, pero hacer que se comporte como un vampiro. Esto le deja a merced de viejas víctimas y cazarecompensas que acorralan al cazador, que se torna en presa. No obstante, Vlad no pierde en ningún momento su lucidez y coraje, simplemente espera, su orgullo enfermizo no le permite volver a tornarse vampiro por un cualquiera, convoca a su hija Lilith que en una potente escena desprecia a su padre y le hace ocultarse en una tormenta invocada por ella. Los lectores/as van sintiendo que esto va en serio y es el final de un ciclo.

Quedan varios regalos, un nuevo pulso de Vlad con Quincy, quien frena la mano de sus hombres, no piensa darle ahora el descanso eterno al transilvano. La imagen del imponente aristócrata perdiendo la batalla moral con el anciano tetraplégico no tiene desperdicio. Pero no hay mal que cien años dure y volverá retornar sus infernales poderes, aunque en una circunstancias sin precedentes, auxiliando a unos niños en una cabaña una noche lluviosa que esperan a su madre, Drácula deberá verse obligado a defender a los muchachos agarrando un crucifijo, hasta que éste le abrasa la mano... el conde ha vuelto, pero descubrirá que ya no es rey, pero para mayor vergüenza, ni siquiera es Lilith, sangre de su sangre quien se ciñe la corona, nada menos que un nuevo gallito en el corral, apellidado Torgo, quien tiene asombrosos paralelismos con Vlad.

Solo y contra todos, formula el ancestral duelo uno contra uno que le permitió arrebatarle el poder a Nimrod. La batalla será aún más agónica que aquella de hacía siglos, escupido por sus propios súbditos, aplastado por Torgo... hasta que la propa leyenda de su nombre se yergue por encima de todo dolor y vuelve a dar el golpe seco de su triunfo. Drácula ha recuperado su Corona, pero es una victoria amarga, ha sido humillado, ha perdido a Domini, a su hijo... vuelve a su castillo solo, como si su milagrosa victoria no le hubiera saciado. Queda el último acto del telón, Palmer intensifica la dureza del rostro de Vlad a lo Jack Palance mientras el agua le baña el rostro. Alguien le está esperando, Quincy Harker, con aspecto paciente.

Es el último diálogo de las dos Némesis, la partida de ajedrez terminará en una lucha cuerpo a cuerpo. En ella, Drácula lamentará que acabe así, reconociendo que en el fondo él y Harker se parecen, a lo que éste contesta que solamente a flor de piel, que uno exige y el otro aconseja, que uno es cruel hasta consigo mismo. Milagrosamente, Harker se levanta a pesar de las piernas que el vampiro un día le rompió en la ópera, reuerda a su hija y a su esposa, le dice al conde que eso sí fue dolor, lo de ahora no es nada, Vlad le llama viejo loco y que solamente el anciano morirá esa noche, con una puntiguada rueda de plata de su silla se lanza, mientras Drácula, recuperando su infinito espíritu de supervivencia le tacha de suicia, Wolfman lo termina de rematar: "Ya sea un accidente o un salto fortuito, el caso es que lo consigue". El transilvano cae muerto y Harker alza el cuchillo, separar la cabeza del cuerpo y rellenarla de ajo, después el castillo quedará reducido a escombros por una bomba.

"Incluso una leyenda a de morir algún día". Mejor epitafio imposible, Colan y Wolfman no se quedan más lejos porque no quieren, pero van a terminar de embellecer el momento: "Ni lo bueno ni lo malo se ha omitido, pero quede una cosa, Drácula fue un hombre... y eso es algo que no debería ser olvidado". Mientras, una carta de Quincy Harker llega a sus compañeros, Rachel y Frank reciben la feliz noticia de que Drácula al fin ha desaparecido, pero ella se ve incapaz de llorar por su viejo padre adoptivo. Finalmente, Frank la acusa de su hielo en las venas, pero ella sigue leyendo, Quincy la insta a vivir una vida completa y no consagrarse a una vida de persecución y venganza que le robe sus mejores años. Lenta, y finalmente, la pareja se abraza y la primera lágrima...cae.

Se cierra el telón. Uno de los mejores cómics de terror del siglo XX ha concluido pero... hay secuelas que matan. El próximo dia cerraremos el círculo con la extraña y no demasiado afortunada supervivencia de Tomb of Dracula hasta nuestros días.

viernes, 20 de noviembre de 2009

TOMB OF DRACULA: HABEMUS BLADE (parte II)




TOM OF DRACULA: BLADE (PARTE II)



(continuación) Wolfman quizás en ocasiones tenga sus lagunas, pero es un enamorado de la psicología de sus personajes (va haciendo anidar una difícil relación entre Rachel y Frank, da pinceladas del pasado de Taj para evitar que simplemente sea el forzudo y va haciendo que Quincy Harker lleve el peso de los cazadores, a pesar de su silla de ruedas y su aspecto de senectud, escondiendo el corazón de un león) y hay diálogos que sobrepasan el formato serie B con el que han comenzado.

Wolfman lo tendrá claro, mientras Gene Colan mantenga su inspiración, la serie venderá, pero para llegar a otro nivel, será necesario recurrir a nuevas premisas que cazadores se pelean con vampiro y al final llegan a tablas. Stan Lee, el gran arquitecto de la Casa de las Ideas, había dado un clinic de lo que era una Némesis en la mítica Fantastic Four, creando al Doctor Muerte (aunque el poderosísimo talento de Jack Kirby tuvo mucho que decir, a buen seguro). Wolfman quiere hacer lo mismo pero al revés. Un antihéroe que salga mucho menos que los cazadores habituales, que vaya por libre, que sea todo lo contrario del conde y además impacte a los lectores. Ha nacido Blade, que ha llegado hasta nuestros días ha protagonizar una trilogía y ha estado hasta en series de dibujos animados. Si el duelo de Rachel y sus compañeros con Drácula es al más puro estilo Stoker, Blade es una nueva dimensión. Es jugar con la lucha de un afroamericano individualista con un aristócrata europeo de finales del siglo XV, célebre por su racismo con colectivos como el zíngaro.

Cada aparición de Blade confirma a los lectores que esto va en serio. La muerte de la hija de Quincy Harker en dramática batalla, llevará al chico de los puñales de madera a jurar que algún día va a atravesar ese pecho y evitar que el malévolo conde se levante. A distancia, Colan dibuja un inquieto murciélago que de repente siente un escalofrío. El macabro juramento se ha iniciado. No sabemos cuándo, pero esta Historia tiene un nudo. Y ahora que ha dejado claro los enemigos y la Némesis, Wolfman se dedicará a jugar, con la calma de que si algún número flojea, Colan y Palmer lo subsanan con su oficio, en estado de gracia permanente. La serie pinta tan bien que Marvel le sacará Gigant-Size, pero el ritmo de trabajo es agotador y los autores de la serie regular no aparecen, eso y un infame cameo de Spiderman hacen que pierda puntos, aunque tengan algún momento interesante.

Sin darnos cuenta, nuestro triunvirato vuelve a desafiar la norma. Ya han puesto a Drácula contra el Hombre-Lobo y sus perseguidores humanos, incluso le buscarán desafíos tecnológicos (Doctor Sol), pero quien proponer otro reto a sus lectores… hace una historia sin nada de sangre, simplemente un soliloquio. El resultado es todo menos aburrido, Drácula se sienta en una cueva a reflexionar, como nosotros que llevamos ya varios meses siguiendo la serie. A pesar de su orgullo casi inhumano, el transilvano dedica una época del año a rememorar sus derrotas, a guardarla en una serie de relatos privados donde busca aprender para el futuro. Entre dichos momentos, destaca su vergonzosa primera muerte ante Blade, a quien admite haber subestimado en su primer encuentro. Vlad quedará ya desde entonces como el dueño de la serie, estamos no ante un villano de opereta, sino frente a una criatura amoral, ambiciosa, inteligentísima y peligrosa hasta el extremo cuyas miras para dominar su espacio y jugar como el titiritero contra sus víctimas. El tiempo es su aliado y su paciencia tan dura como su crueldad. Esto no quita que como Hannibal Lecter, pueda sentir debilidad por algunas personas. Es sorprendente su duelo de mentes y voluntades con el paralítico y anciano Quincy Harker. Han batallado durante buena parte del siglo XX, Drácula le ha privado de todo cuanto le era amado, pero ha aprendido a admirar y hasta respetar, el estilo de su rival. Incluso le pondera por encima del resto de cazadores por su estilo, casi aplaude los retos que le plantea a su inteligencia y protagonizará un duelo impensable, cuando las trampas del anciano logren dar el coup de grace al vampiro, pero finalmente tenga que aceptar no hacerlo por un cambio de rehenes.

Otra cosa que mejora en la serie son las técnicas de seducción de nuestro noble protagonista. Se acabo aquello de raptar gente a la primera de cambio y poner cara de no haber conocido seductoras sonrisas en cinco eones, Drácula va mostrándose más cómodo y seguro. La tensión sexual cuando se vea obligado a colaborar con Rachel Van Helsing en los Alpes, algo que se irá revelando por qué es en futuros números. Casi un cuentecillo macabro, una manzana envenenada para Blancanieves, en pleno paso a la adolescencia, una adorable Rachel de pequeña celebra su cumpleaños, cuando se encuentra con que falta un último regalo… un misterioso y atractivo desconocido aparece de la nada en su ventana. Instintivamente abandona sus precauciones y símbolos, la muchacha se va acercando con el único propósito de besar a su primer enamorado… hasta que aparece Quincy Harker (evidentemente más joven) para evitar que Drácula dé el temido beso de los malditos a la hija de sus antiguos cazadores. Desde ese momento, sabemos que hubo una vez en la que Rachel estuvo a punto de caer en las redes del transilvano, algo que es doloroso y la va asilando de todos, incluso de Frank.

Paralelamente y consciente de que Blade es un personaje demasiado bueno para explotarlo indefinidamente como mero sparring de Drácula, Wolfman le va dando cancha, le permite protagonizar pequeñas historias independientes y hasta una saga más larga contra una misteriosa organización llamada Legión. El personaje además de incansable como los otros cazadores, tiene unos diálogos de mucha chispa gracias a su sentido del humor (algo que muy desafortunadamente han ido perdiendo muchos personajes, él incluido, por la moda americana de tipos sombríos que disparan primero y luego preguntan, con cara de no haber podido ir al servicio en tres días), si la presencia del Doctor Muerte en Fantastic Four es sinónimo de inquietud, la aparición de Blade significa que “los buenos” tienen algo que decir. Blade va a alcanzar tanta popularidad que se codeará con otros personajes del universo Marvel y en el futuro protagonizará una trilogía de películas (con estética futurista, eso sí) de considerable éxito. Precisamente la trama de la primera película se basa en una de las subtramas que Tomb of Dracula lleva con maestría, la persecución de Blade del asesino de su madre, Deacon Frost, un peligroso vampiro que podría incluso competir con Drácula. El cómic de la captura de Frost que se lee conteniendo la respiración ha perdido algo de peso por la santa y bendita manía de los marvelianos de resucitar a todo personaje interesante cuyo clímax se haya alcanzado al morir.

Divertidísimos con la gamberrada que están creando él y sus compañeros, Wolfman propone otro juego, cuando crea una novela pulp con todos los tópicos del género. Chica morena de contoneantes curvas viene a cutre detective privado que inicia una investigación en los bajos fondos para verificar qué le pasó al prometido de la muchacha. El detective se llama Hannibal King y con las hábiles pistas que nos deja del bueno de Colan, descubrimos al final que es también un no-muerto, aunque su caso que controla sus bajos instintos y es la antítesis de los otros no muertos. Los editores están tan contentos con cómo marcha la cosa que quieren que las dos series más esotéricas (Tomb of Dracula y Doctor Strange) hagan un crossover. Por fortuna, Colan y Palmer dibujan en las dos colecciones, así que el encuentro entre el mago y el conde tiene unidad gráfica, mientras que dos de los guionistas más hábiles de Marvel, nuestro archi-mencionado Marv y Steve Englehart (el hombre que mejor reflejó la sociedad de Watergate en los cómics estadounidenses) proponen un viaje sin frenos y de emociones fuertes, donde magia y alucinaciones se dan la mano. En el duelo aprenderemos también a ver uno de los pocos puntos débiles de Vlad, su antigua segunda esposa, María, asesinada durante la invasión otomana a su país. Rico precedente para Dracula Lives (en Marvel piensan que si algo vende hay que duplicarlo).

Otro viejo relato al uso, el objeto poderoso tipo los que salen en Indiana Jones se da con un misterioso anticuario judío (que además sirve a Wolfman para lucirse con su conocimiento de la cultura hebraica). Por manos heterogénas se va sucediendo, pero misteriosamente, al menos cuando está en manos de Drácula, sabe perfectamente qué hacer con ese poder. Sus órdenes de buscar las partes que faltan del poderoso sortilegio a sus legiones (poderosísimas imágenes de campos santos y de criaturas surgidas de la nada) son precisas y eficaces. Sus otros competidores se muestran vacilantes... La conclusión es inesperada, aunque es el mejor jugador sobre el tablero, Drácula perderá la calma por una mujer, que finalmente le traicionará hasta su trágico final. Las sorpresas y las reflexiones morales vuelven a elevar la categoría de la serie más allá de historias de fantasía donde hay gente que tiene los colmillos muy largos. Del mismo modo hay una reflexión sobre la obsesión con los personajes irreales, cuando una mujer recluída en un manicomio que vive rodeada de alucinaciones como Robin Hood, DÁrtagnan, caballeros medievales , logra invocar al verdadero Drácula, para verse decepcionada con la realidad.

Mención aparte otra maravillosa broma macabra cuando se da una particular versión de cuento navideño, las tres visitas que ahora vuelven a estar de moda por la película de inminente estreno. Una mujer amargada por los hombres que truncaron su carrera, logra que Drácula ejecute sus venganzas mediante un ingenioso chantaje... pero cuidado, el conde es astuto y siempre cobra precio por sus servicios. Inesperado desenlace que cumple todas la premisas de las narraciones de los extraordinarios desenlaces de Poe.

Dejamos ahora la saga en su punto intermedio. Mañana conoceremos el famoso desenlace y daremos pinceladas de la serie Dracula Lives, heredera de ésta. Ya como cuarta y última entrega, revisaremos las irregulares continuaciones de la saga, donde esta serie de culto terminará degenerando (al menos bajo mi subjetivo juicio), intentaremos, explicar el por qué.

jueves, 19 de noviembre de 2009

TOMB OF DRACULA (PARTE I)



Título: Tomb of Dracula.

Cronología: Abril 1.972-Agosto 1.979.



Parece que ahora los vampiros vuelven a estar de moda. Esto me ha facilitado mucho el camino para hacer la reseña que tocaba esta semana sobre cómics. Tirando de hemeroteca nos remontamos a una maravillosa colección de terror, titulada Tomb of Dracula y bajo el sello de Marvel, aprovechando una coyuntura americana de censura más tolerante, superándose poco a poco las ridículas barreras del organismos del Comics Code. Como afortunadamente es una colección que tengo completa gracias a la Biblioteca Grandes del Cómic, creo que podemos apuntar muchas y ricas pinceladas de esta serie. Siguiendo un modelo que observé en el blog de Chespiro y que le dio magnífico resultado, al ser redactado en pequeñas dosis a lo largo de la semana. Haremos lo propio a lo largo de los próximos días.

Personaje universal, entre otros monstruos de prestigio como Frankenstein o El Hombre Lobo, Drácula intentaría repetir su éxito literario ahora en las viñetas. La editorial dio buenos guionistas como el célebre (y tristemente recientemente desaparecido) Archive Goodwin, Gerry Conway (muy conocido, entre muchas otras, por su excelente etapa en Spiderman) o Gardner Fox (cuya notable carrera osciló entre Marvel y DC). Pero la estancia de estos buenos escritores fue alterna, pues hasta que las ventas no demostraron lo contrario, los editores no estaban dispuestos a dejar el guión en manos de alguien que pudiera estar haciendo cosas más interesantes en otras colecciones. La alternancia restaba un poco de ritmo, eso, quizás, explique el tímido arranque.

Frank Drake, un joven acomodado y algo holgazán, viaja con su prometida y su mejor amigo a unas posesiones en un castillo, que vaya a saber por qué son tan lúgubres. La prometida es una chica encantadora, pero hay un problema, también viaja con ellos Clifton Graves, antaño también novio de la chica y mejor amigo de Frank. Un ejemplo de que los guionistas no se tomaban aún demasiado en serio el proyecto es que esta tensión moral y sexual no se aprovecha casi nada, porque de inmediato se encontrarán con un nauseabundo esqueleto que lleva en las profundidades de un pozo. Debió de ser el escenario de una épica pelea, no pueden saber ellos que con un tal clan Helsing, pero la estaca entre los huesos debería ser una poderosa pista.

Misteriosamente si le quitas la estaca, te encuentras con el Príncipe de las Tinieblas, el macabro conde Drácula. Como llevará algún tiempo sin ver bonitas curvas, se prenda de la muchacha, lo cual obligará a Drake y su antiguo amigo a hacer un frente poco sólido, frente al no-muerto. Aparentemente estamos ante un topicazo de mucho cuidado, pero los escritores de Marvel, logran dejar algunas pinceladas interesantes. Convirtiendo primero a su prometida en no-muerta y provocando su asesinato después, Drácula huirá con Graves como nuevo vasallo (de una forma poco convincente la verdad, da la impresión de que nunca supieron muy bien qué hacer con él).

Drake, bastante chocado por su trágica perdida, optará por lo que haría toda persona racional que se vea en un cuento de terror de éstos, caer en la depresión y hasta intentar tirarse de un puente en el Támesis, pero afortunadamente una hermosa mujer y un hombre muy fornido le salvan. Son Rachel Van Helsing (descendiente del mítico cazador) y Taj, un hindú que perdió la voz en un enfrentamiento contra las criaturas de la noche. Le explicarán que nada de lo que le ha acontecido es irreal, que Drácula existe y que fue su antepasado. Para evitar que sucedan cosas como la que le ha ocurrido a él, le dicen que ellos han formado un grupo, liderados por Quincy Harker, hijo del matrimonio protagonista de la novela de Stoker.

Mientras no se sabe muy bien que hacer con el conde en el universo Marvel, los compradores adquieren el producto por dos casas y en este orden: el dibujo de Gene Colan, uno de los artistas punteros del cómic norteamericano es insuperable por su juego de luces y sombras y los cazadores son mucho más interesantes que la presa. Destaca por encima de todos Rachel, un personaje femenino atípico en la época, no es el descanso del guerrero o la damisela en apuros, es la auténtica líder en el grupo de batalla de Harker y será el apoyo fundamental de Drake (y de nosotros los lectores/as) para que no cerremos el tebeo pensando que estamos ante una charanga.

Y en éstas llega Marv Wolfman. Guionista que no necesita presentación, Wolfman lo primero que hace es releerse a Stoker y zambullirse en todo el micro-cosmos que rodea estas historias. No nos vamos dando cuenta y la editorial tiene otro acierto, traer a Tom Palmer como entintador (sin minusvalorar el trabajo de los anteriores). Palmer le da una nueva dimensión al maravilloso lápiz de Colan. Tras una decena de números y con la bendita duración de 20 carillas, el ritmo se va cogiendo y nos vamos sintiendo más cómodos, por cierto que Drácula también. En primer lugar, queda claro (algo que Stoker simplemente sugiere) que estamos ante Vlad Tepes, y frente a algo más que un “simple” no muerto. Drácula es el rey de los suyos y a pesar de la inactividad provocada por tener una estaca en su bondadoso corazón, piensa recuperar el tiempo perdido. El próximo día nosotros lo haremos con él y observaremos como una colección más pasó a ser una de las más exquisitas de los años 70.