domingo, 27 de septiembre de 2015

LAS NOCHES DE BALLYGRAN Y LA PERLA



Los copos de nieve bañan el pavimento de las calles de Chicago por la noche. El auto se detiene y sale una figura bajita y que tirita de frío, la cual estará pensando, probablemente, en meterse un buen licor en el cuerpo dentro del burdel al que se dirige. Es una persona joven, se llamaba Al Capone, un tipo violento, no muy reflexivo y con agallas, alguien a quien no le importa que en los Estados Unidos se haya decretado la Ley Seca. Nos situamos a comienzos de la década de los 20 del siglo XX, valga la redundancia. El joven Al no imagina que, de asalariado y matón de Johny Torrio para extorsionar el barrio de los griegos, va a terminar por convertirse en uno de los más temidos jefes de la mafia, hasta el punto de pasar al imaginario popular como la Némesis de Los Intocables de Eliot Ness



Así se abre uno de los episodios de Boardwalk Empire en su primera temporada, con un gran Stephen Graham encarnando al futuro gángster. Sin embargo, aunque he hablado en otras ocasiones de dicha serie en este blog, a veces, uno necesita un poco de calma y una taza de café caliente para poder paladear la verdadera calidad de lo que está presenciando. Más allá de que el capítulo piloto fuera dirigido por el mismísimo Martin Scorsese o que el protagonista sea un actor de talla de Steve Buscemi (como el corrupto y astuto tesorero de Atlantic City, Nucky Thompson), resulta que en los re-visionados me he encontrado que algunos episodios de esta primera temporada del show no son solamente buenos, sino que son pequeñas obras maestras de 50 minutos.



Con el prestigioso sello de la HBO, recordaba que aquellos DVDs eran una oportunidad de descubrir que la prohibición (cuántas lecciones ha dejado la Historia en ese sentido) fue únicamente una excusa para enriquecer a algunos bolsillos con el monopolio del mercado negro. Thompson, con una bien organizada red de contrabandistas e influencias políticas, logra convertir a su paseo marítimo en el centro distribuidor, abasteciendo (no sin tensiones) a los criminales de Chicago y New York. Hoy me detengo en una subtrama que se enmarca en la primera de esas dos ciudades.



Se trata de un arco que va de los episodios 3 al 5. Ni siquiera es el argumento principal, son las escenas dedicadas a las desventuras de Jimmy Darmody (Michael Pitt), un joven recién aterrizado de vuelta a casa tras la I Guerra Mundial, antiguo protegido de Nucky, ahora caído en desgracia por haber sido identificado ante la policía. Sin su benefactor, Jimmy logra encontrar la ayuda de su amigo Capone, quien le logra el acceso a su patrono Torrio (Greg Antonacci, a quien ya disfrutamos en Los Soprano), quien lo emplea como uno de sus muchachos para proteger una de sus cat house más rentables. 



El guión de Terence Winter y su equipo es muy astuto a la hora de enfocar a Jimmy como un antihéroe de lo más curioso. Avispado, a diferencia de otros jóvenes y ambiciosos criminales (Lucky Luciano, el propio Capone, etc.), el personaje de Pitt podría haber terminado siendo un excelente estudiante con carrera universitaria, revestido de varias cualidades entre las que sobresaldrían su sangre fría y hasta dotes de mando. En cambio, su estancia en el frente de Europa (la Gran Guerra no ha sido tan llevada la pantalla como la II, pero su impacto en una generación de jóvenes estadounidenses no debe ser subestimado) lo torna totalmente y le imbuye de un aura constante de tristeza. 



Como los veteranos legionarios romanos, tras mucho tiempo fuera de casa, el joven Harmody vuelve con una familia (su antigua novia y un hijo que tuvieron antes de alistarse) que le es tan extraña como él a ellos. Fuera de la mano protectora de Nucky, tejiendo inciertas alianzas en el local Torrio, me he sorprendido a mí mismo por el progresivo interés con el que uno espera que aparezcan estas secuencias (no porque el personaje principal no sean interesantes, todo lo contrario, sino porque era de los secundarios de los que menos recordaba en esta re-visita). 



Desubicado en cualquier sitio desde que ha regresado, Jimmy encuentra una pequeña pausa mientras se va haciendo a su nueva "familia" de las manos de una joven prostituta llamada Pearl (Emily Meade, una elección perfecta). Entre ambos surge una extraña complicidad de inmediato, brillando la química en pantalla de la pareja, creando un extraño eclecticismo entre lo sórdido de esa vida y la ternura de sus pasajes. Quizá el último tren de felicidad para el ex militar que está coqueteando con un mundo muy oscuro. Opio, venganzas entre bandas y el maravilloso personaje de Pearl, un cóctel explosivo que no deja de desprender un aroma a tragedia griega. Si se hace en blanco y negro décadas atrás y en una película de dos horas, que nadie dude que brillaría en cualquier clasificación purista de eso tan impreciso que se da en llamar el género noire. 



Por último, la música. Como casi siempre en esa joya de serie, elegida acorde con la situación. Alan Taylor dirige con mano firme los devenires del elenco, con una serie de secuencias que acompañan lo que está ocurriendo. Una extraña y mágica melancolía acompaña cada pasaje, como una triste despedida en una estación de trenes bajo frío infernal... esta canción es el camino de vuelta a casa, la bocanada de aire helado que te sale al suspirar. 



Una saga minúscula dentro de varias y excelentes temporadas. De cualquier modo, absolutamente imperdible, una pela hallada en medio de la playa una tarde de domingo. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://eddieonfilm.blogspot.com.es/2009/09/boardwalk-empire-ivory-tower.html



http://www.fanpop.com/clubs/boardwalk-empire/images/30297465/title/boardwalk-empire-nights-ballygran-105-screencap



http://www.ign.com/articles/2010/10/19/boardwalk-empire-nights-in-ballygran-review



ENLACES DE INTERÉS:



NIGHTS IN BALLYGRAN SONG

domingo, 20 de septiembre de 2015

ANACLETO NUNCA FALLA


El reciente estreno de Anacleto, agente secreto ha vuelto a traer a la palestra a uno de los ilustres espías de las viñetas españolas. Creada esta combinación de James Bond y Súper-Agente 86 de la mano de Manuel Vázquez, uno de los mejores y más corrosivos exponentes de la etapa dorada de la editorial Bruguera, el bueno de Anacleto merecía volver a la palestra. A pesar del recelo con el que muchos fans recibíamos las noticias que llegaban del film de Javier Ruiz Caldera, incluyendo la aparición de un hijo de la nada, el cual nunca existió en la saga, su visionado es un hermoso homenaje al personaje y su mundo. 



Ya la primera escena con Imanol Arias, encarnando a un Anacleto algo más talludito y con cabellos plateados, dirigiéndose a una misión en el desierto invita al optimismo. Vázquez, genial dibujante por naturaleza y vago por devoción, gustaba de colocar a su criatura en ese paisaje, puesto que era el que menos le exigía en cuanto a decorados. Sin embargo, los guiños van más allá de eso, resucitando varios de los clichés que existían en el universo original, digno de ser sacado del baúl de los recuerdos. 



Allí, el veterano Anacleto entra en la celda de un peligroso recluso que parece haber consagrado sus años de cautiverio en hacer ilustraciones del hombre que lo derrotó. ¿El nombre del villano, interpretado por Carlos Areces? Manuel Vázquez. Para el futuro del metraje, sería indiferente que el rufián se llamase Benito Pérez, pero, al hacerlo así, el guión adaptado de Fernando Navarro, Pablo Alén y Breixo Corral demuestra su conocimiento de la esencia de la serie de la que hablan. En efecto, Vázquez gustaba de hacer apariciones en el cómic de su agente como un temible y divertido oponente, incluyendo un intento de monopolizar el circuito de bicarbonato (historia que tuvo varias versiones) o una delirante trama de suspense donde él mismo iba secuestrando a sus personajes (la Abuelita Paz, Angelito, etc.) para no tener que dibujarlos.

Hay además, empero, una ventaja que me hizo ver un gran amigo, a la hora de esta adaptación. Si uno se viera en la tesitura de hacer un film sobre Mortadelo y Filemón o Zipi y Zape, que alguna vez ha pasado, tendría muchas, pero muchas historias a las que hacer frente. A lo largo de las décadas, Ibáñez y Escobar fueron dotando de unos rasgos únicos a sus creaciones, un universo personal y con una gran cantidad de lectores de varias generaciones. Anacleto, siendo un cómic excelente, fruto de la dispersión y menor producción de su autor, tiene la suficiente personalidad para ser reconocible, sin tener la losa de provocar una biografía para cada aficionado que lo ha imaginado a su manera. 



Hay muchos huecos (por no hablar de las más que cuestionables tiras de "negros" que Bruguera hizo de tebeos de Vázquez, a años luz del nivel exhibido por el original) que se pueden rellenar sin ofender a los puristas. Por ello, ese hijo del que se calza sus zapatos Quim Gutiérrez, despistado y engañado sobre la verdadera profesión de su progenitor, no chirría, especialmente porque uno tiene la sensación de que no es un parche para meter una trama romántica con el personaje de Alexandra Jiménez, sino que dan ritmo, buenos diálogos y una cosa diferente que acompaña al veterano agente, cansado de que ya no se puede fumar como antes (incluso otro icono como Lucky Luke se vio obligado a sustituir su tabaco por otros hábitos más saludables). 



Y, aquí está nuevamente el acierto, respetar lo que había antes. Las entradas secretas (un gran gag que Vázquez manejaba muy bien e Ibáñez supo llevar al máximo exponente con ciertos trabajadores de la TIA), el jefe (su presencia es escasa en metraje, compensada por tener a un actor de la talla de Emilio Gutiérrez Caba para encarnarlo), los bingos (verdadero vicio del creador de Anacleto, hasta el punto de que se rió de sí mismo en una monografía que dedicó a dicho juego)...


Suficientes ingredientes en las pantallas de los cines para recordar este domingo, un momento tan bueno como cualquier otro, al inefable de Ancleto quien, como bien se jactaba con aire de auto-suficiencia, nunca fallaba. Si en El gran Vázquez, una animación visitaba al dibujante para animarle con las tramas y sugerirle nuevos y absurdos inventos (una cámara-botijo, tremendamente práctica para no levantar sospechas), es bonito pensar que ahora la versión "malvada" de Vázquez devuelve el favor a uno de sus hijos más afamados. 



Para los interesados en el tema, no pueden prescindir de la lectura de un detallado libro coral sobre diferentes aspectos de este artista (VARGAS, J. J. (coord.), El gran Vázquez: Coge el dinero y corre, Dolmen Editorial, Barcelona, 2011) o la biografía que le brindó Antoni Guiral (GUIRAL, A., By Vázquez: 80 años del nacimiento de un mito, Ediciones B, Barcelona, 2010). 



Les animo a que se dejen caer por la cartelera o, cuanto menos, a abrir alguna de esas viejas historias de un tebeo que bien vale una re-visitación.  



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://navarrobadia.blogspot.com.es/2014/11/anacleto-de-vazquez-en-alegres.html



http://www.hola.com/noticias-de-actualidad/20-04-2015/115037



http://hoycinema.abc.es/noticias/20140708/abci-anacleto-agente-secreto-rodaje-201407072033.html

domingo, 13 de septiembre de 2015

ROCK AND ROLL STAR: GERMÁN EL MONO BURGOS


CORONEL THURSDAY: ¿Cómo sabe que no eran apaches? 


CAPITÁN YORK: Con todos los respetos, señor, si los ha visto, es que no eran apaches. 


-Fort Apache (1948). Director: John Ford. Guión: Frank S. Nugent.



El arquero tiene un punto de genialidad y otro de locura. En verdad, como decía el capitán Jack Sparrow, resulta sorprendente la cantidad de veces que esos dos términos confluyen. Dentro del universo futbolístico, no es frecuente encontrar personalidades como Germán el Mono Burgos, un portero heterodoxo, fiel seguidor de la escuela de Hugo Orlando Gatti, ese tipo de guardameta que se especializa en fabricar América Latina. Hoy, en el blog hablamos de su biografía, Insoportablemente yo, escrito a media con María Udaberri. Pero, ojo, no hablamos solamente de darle patadas a un balón o de atajarlo, ni mucho menos. 



Lo que atrae de Burgos, más allá de quien pudiera verlo defendiendo, entre otros grandes clubes, las redes de River Plate o el Atlético de Madrid, es su personalidad. El Mono, como le apodaban, es una rock and roll star, alguien que mira la vida con su propio prisma. Sus problemas de salud, serios y graves debido a un cáncer, no minaron la moral de un transatlántico. Quienes hoy pueden verlo como el Maharbal de ese Aníbal Barca de los banquillos que es Diego Pablo Simeone, saben que Germán va al frente con una cucharilla, un tipo de carácter, pero con el sentido del humor a prueba de bomba. Y unir carácter con la carcajada es una combinación explosiva y difícil de resistir.



Eso se refleja en la pequeña cita escogida que introduce cada uno de los capítulos. A veces, Udaberri y él eligen a clásicos del humor como Groucho Marx, otras, emplean al Mowgli de Kippling para explicar cómo la selva del pasto se incrustó en el protagonista. La brevedad de los mismos ayuda a agilizar un librito de lectura amena, perfecto para pequeños trayectos o tener en la cabecera de la cama, sin más pretensiones que ayudar a comprender una serie de vivencias de un deportista y músico en una época donde la fama lo desorbita todo.     


No todo el mundo puede presumir de haber parado un penalti por la cara (o, mejor dicho, la nariz) en un escenario de la talla del Santiago Bernabéu. Aquello ocurrió en los años donde lo dirigía su admirado maestro Luis Aragonés (a quien dedica emotivos pasajes, solamente comparables a los que brinda a Marcelo Bielsa y Timoteo Griguol), con quien convivió en Palma de Mallorca y esa ribera del Calderón que lo adoptó para siempre, hasta el punto de que los geniales publicistas colchoneros utilizaron su rostro de apache para un memorable spot que festejaba el regreso de los rojiblancos a la primera división española. 



"Chilavert se comió a muchos, pero conmigo no pudo", recordará en esta biografía donde hay tiempo para hablar de las derrotas. Hace referencia allí al mítico golazo que el portero paraguayo le coló de área a área. Un momento de gloria para uno y terrible para la víctima, inmortalizado en multitud de programas de zapping. Sin embargo, ese instante resultaría su fuente de inspiración para su etapa dorada en River. Victoria, derrota y empate. Hay que pasar por las tres fases y tratar de no ser demasiado boludo en cada una de ellas. 



En definitiva, un rico mosaico de anécdotas como suelen saber contar con labia los argentinos para estas lides, rindiéndose tributo a maestros como su admirado Joaquín Sabina. Se nota en ello la buena mano y la prosa de Udaberri, vencedora del IX Premio de Novela Francisco Umbral, entre otras exitosas incursiones de esta autora en el campo literario. Su presencia le da pausa a las tentaciones apresuradas de Burgos, quien, como su admirado Higuita, siempre está deseoso de salir debajo de los tres palos. 



Vivencias. Muchas vivencias, algunas en el Monumental con príncipes como Enzo Francescoli. No menos historias dentro de historias en campos de arena donde te raspas las rodillas que son el verdadero vehículo que te llama a jugar con la selección absoluta de tu país. Instantes también para rendir pleitesía a sus ídolos, especialmente al dorsal 10 de la celeste y blanca, ese dios mortal que engorda, adelgaza y fuma habanos. Piropos que Maradona ha correspondido al afirmar que, sin restar méritos a Diego Pablo como entrenador, no se puede olvidar que tiene un "fenómeno" al lado como el antiguo guardameta de River. 



En estos tiempos que corren, empieza a surgir la necesidad de una re-edición ampliada o, mejor aún, un nuevo libro que recorra esos años mágicos que han vuelto a poner a los indios rojiblancos del Manzanares en el ojo del huracán. Uno donde se hable de cómo el Mono se unió al Profe y al Cholo para formar un triunvirato albiceleste tan heterodoxo como eficaz. 



Del vial del Ferro Carril Oeste, duelos en OK Corral en la mesa de operaciones y micrófono en mano para cantar a su manera. Un capo que muchos entrenadores de postín quisieran tener el lujo de tener como segundo. Insoportablemente él, estos arqueros siempre han tenido un poco de loco... y mucho de genios. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://pasionmonumental.com/riverplate/2012/04/16/%C2%A1feliz-cumpleanos-mono-burgos/



http://guardianesdelinfierno.blogspot.com.es/2013/07/a-ritmo-de-rock-german-burgos.html



ENLACES DE INTERÉS:



http://guardianesdelinfierno.blogspot.com.es/2013/07/a-ritmo-de-rock-german-burgos.html



https://www.youtube.com/watch?v=ElY9lFa9_N8

domingo, 6 de septiembre de 2015

EL SECRETO DE LA VEJEZ



Decía Gabriel García Márquez que el hacerse mayor no tenía más secretos que ir comprendiendo que debíamos realizar un pacto honesto con nuestra propia soledad. Una frase simple y que, como tantas otras del gran Gabo, esconde muchos misterios. El salto al vacío que va exigiendo la desaparición de nuestros amigos, familiares y rostros que nos eran conocidos y queridos no es apto para cardíacos. Tal es la apuesta de Bill Condon en esta revisión de Sherlock Holmes, el mítico detective; más que contar un crimen y su ingeniosa resolución (que también), usa al sabueso de Baker Street para un film maduro, sereno y con ese punto de lentitud que, a veces, tienen las grandes cosas. 



Tras una re-actualización de la genial creación de de A. Conan Doyle (series de televisión que han trasladado al buen detective y a su inseparable Watson al presente, la comiquera y divertida versión de Guy Ritchie...), Mr. Holmes (2015) está destinada al público que ha consumido con fruición las novelas y que van a encontrar aquí al Sherlock de corte más clásico. Ian McKellen nos regala todo su oficio para interpretar al mito, dándole los achaques propios de la edad y una humanidad de senectud que no impide en ningún momento que bajo esa apariencia no sigamos intuyendo al sagaz observador de la naturaleza humana. 



Auto-exiliado en una granja de Sussex, Holmes ya pasa de los 93 años, hace mucho tiempo que no usa sus habilidades para resolver casos y parece contentarse con la cría de abejas. Sin embargo, la siempre traicionera memoria va arrojando sobre su mente instantáneas de algunos problemas aún pendientes, si bien no será tarea sencilla reconstruir los hechos. Sea advertido el espectador de que ese tempo de beatus ille y de alejamiento del mundanal ruido marca también el ritmo de la película, que no se esperen giros inesperados de cámara o fuerte elipsis. Todo tiene su momentos y esta historia requiere disfrutar del paisaje, no es un viaje apresurado.  



Condon se adentra en el crepúsculo de la leyenda, privándole de algunos iconos del imaginario popular para hacerlo todo más humano e intimista. Ni Mycroft, Moriarty, Irened Adler o el mismísimo Watson estarán presentes, si bien se homenajea la propia auto-consciencia de Sherlock de mito de su odiada ficción cuando viaja a un cine para ver una adaptación dramática de uno de sus casos. Debe elogiarse a Mitch Cullin y Jeffrey Hatcher por la madurez que desprenden los diálogos y la inteligencia con la que tratan al espectador, dándole tiempo para rellenar sus huecos, sin apresuramientos. 



Ahora, una nueva ama de llaves (magníficamente interpretada por Laura Kinney) hace las labores de administradora del hogar y de enfermera, al estilo del papel que había tenido la señora Hudson y el doctor Watson en uno, añadiendo a su hijo Roger, un avispado muchacho que pronto suscitará la atención del anciano, necesitado de mentes perspicaces con las que interactuar y dialogar. Como se puede ver, nada que sea especial, más próximo a un agradable paseo en el parque que a un viaje en ferrocarril de alta velocidad.  



Alberto Luchini hablaba en su reciente reseña sobre este mismo film de la melancolía como uno de los sustantivos clave para entender de qué versa este relato. Hasta el punto de que, modestamente, creo que esa nostalgia que inunda todo es lo que realmente pretendía Billy Wilder cuando abordó La vida privada de Sherlock Holmes, uno de los proyectos más ambiciosos e inteligentes del mítico cineasta, si bien, la película fue algo inconcluso y descompensado. Y es que Holmes, pese a seguir siendo una de las citas de taquilla más seguras, puede atragantarse a los más hábiles. 



La mano de Condon es sumamente firme a la hora de hacer navegar este viejo pero sólido galeón, capaz de exhibir muchas de las virtudes que estaban ya presentes en las novelas de Holmes. Algunos acusarán a este film de no tener punch, de faltarle un poquito del alma. De cualquier modo, se puede argumentar que sí que la posee, simplemente, la tiene contenida, bajo una capa de respetabilidad y cansancio, aunque no lo parezca, Sherlock saldrá transformado de esta inmersión en sus recuerdos y el desgaste al que somete la vida, donde admite que, a fin de cuentas, no puede resolver 



McKellen, tras este ejercicio, vuelve a confirmarnos que resultará eficaz como profesor de Oxford, el temible y carismático Magneto o el sagaz perseguidor de criminales en una Londres gris y otoñal. No podía existir mejor protagonista posible para esta visión, siendo aceptado por el público como el detective desde su primera secuencia. 



Nunca es tarde para honrar a viejos dioses. 



Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una
de las buenas costumbres que nos quedan. La muerte
y la siesta son otras. También es nuestra suerte
convalecer en un jardín o mirar la luna.
BORGES

FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 






http://fannycornforth.blogspot.com.es/2015/06/review-mr-holmes.html



http://www.dailymotion.com/video/x2kvaea


ENLACES DE INTERÉS:



EL OCASO DEL DETECTIVE



BLOG SHERLOCK HOLMES Y SU MUNDO