domingo, 29 de noviembre de 2009

DIOS NO COJEA



Título: House.
Creador: David Shore.
Productores ejecutivos: David Shore, Paul Attanasio, Katie Jacobs, Bryan Singer, etc.
Reparto: Hugh Laurie, Lisa Edelstein, Robert Sean Leonard, Omar Epps, Jennifer Morrison, Jesse Spencer, Peter Jacobson, Olivia Wilde, Kal Penn...
Emitida por primera vez en: FOX (2.004). Compañías asociadas: Heel and Toe Films, Shote Z Productions, Bad Hat Harry Productions y NBC.
Temporadas: Actualmente 6, pero sin cierre a la vista.
Imagina colocar la capacidad de deducción de Sherlock Holmes. El peculiar estilo de enfocar su talento de Einstein y el sentido provocador de un bohemio. Te saldría un individuo genial, carismático, brillante y... absolutamente desgraciado y con problemas de sociabilizar.
Leía el otro día en un espléndido cómic que me prestó un gran amigo, "Es la teoría el clavo. Al que sobresale... le golpean para que vuelva dentro". Bajo esta premisa, el inusual pero excelente cóctel de productores metidos a guionistas y guionistas metidos a productores, lograron acercarse a la cadena FOX, que dio vía libre a un drama médico. ¡Buff! ¡Pues vaya! ¡Otra de tantas! Pero no olvidemos, que en ocasiones hay gente que coge un tópico... para darle un giro nunca antes visto.
De la mano de Hugh Laurie (que ha recibido merecidísimos premios por su actuación a nivel internacional), conoceremos al doctor House, un peculiar médico que tiene una visión de las cosas única. Probablemente sea un maldito genio y es sin duda el mejor y más cualificado empleado que la directora (la gran Lisa Edelstein, que tiene un pulso de tensión sexual con House muy divertido todas las temporadas, pero que puede terminar alargándose sin motivo) Cuddy, pero es casi imposible el trato con él. Nunca de carácter fácil, fruto de un hogar complicado (apenas se ha desgranado su verdadera relación con su fallecido padre, un severo militar), divorciado (probablemente su misoginia ayudó) y con una cojera galopante que hace las veces de lo que Stan Lee con Reed Richards, un talón de Aquiles bien visible para que nadie olvide que este sujeto, por mucho que acierte, es humano. Ese es el nudo de las primeras temporadas. Sería imposible, por resolutivo que sea diagnosticando, que ningún paciente estuviera con él sin querer pegarle un hachazo en su cínica cara. Por ello, tiene que tener un equipo al lado, el triángulo, dicen algunos, la forma más estable: Jennifer Morrison hace el papel de Cameron, una muy atractiva joven doctora que tiene mucho que aprender de su inteligentísimo jefe, pero que le da mil vueltas tratando a los pacientes. El segundo es Omar Epps, que hace el papel de Foreman (aparte de ser uno de los mejores amigos en la vida real de Laurie), un prometedor médico que podría terminar siendo igual que House, algo que le aterra tanto como le atraen sus métodos. Entre Foreman House hay un entramado maestro-discípulo obligados a entenderse, aunque sean la noche y el día... a flor de piel, pero por dentro, son demasiado parecidos para olvidarlo. En las temporadas centrales este odio-respeto dará algunos de los mejores momentos.
Y por último el personaje de Chase, magistralmente llevado a carne y hueso por Jesse Spencer, un doctor que podría ser otro de los guapitos de cara de una nueva Urgencias, pero a pesar de su pose de niño rico tiene más neuronas de las que aparenta. En las primeras temporadas tendrá un affaire con Cameron del que los guionistas aún no se han desligado del todo, es un pelota sin escrúpulos de House, en quien confía para ascender, aunque no siempre comulga con él. Este heterogéneo grupo tendrá que convivir y entenderse, resolviendo casos médicamente imposibles. Como dice uno de los mejores colaboradores de Alex de la Iglesia: "Da igual que no tengamos ni idea de medicina ni los términos que usen. A la gente le encanta House".
Esta fórmula y la atractiva personalidad de House hubieran bastado para hacer plausible su vida laboral, pero incluso el peor de los hombres debe tener un amigo... y House afortunadamente cuenta con su fidelísimo particular. Se trata de su colega Wilson, también médico, a quien conoció hace muchísimo tiempo en un Congreso (House admitirá muchos episodios después: "Me fijé en él porque era el único que no era un capullo"), un santo varón dependiente de sus relaciones con el bello sexo y que es llevado a la pantalla pequeña por un espléndido Robert Sean Leonard. Iba a poner aquí que Wilson es el Watson particular de House, pero es tan complejo que no me termina de convencer el paralelismo. Wilson-House es una de las pocas amistades llevadas a cabo en una serie de televisión que parece comprender lo verdaderamente difíciles que son estas relaciones.
Obligados en ocasiones a compartir piso, o en el caso de Wilson a hacer de corta-fuegos cuando las demandas a House se amontonen... En la cuarta temporada, que no destriparé, por si hay algún interesado, esta amistad se someterá a una dura prueba. Wilson desaparecerá entonces y todos temeremos lo peor, pero como en otra maravillosa serie (Los Soprano), los personajes desfilan y vuelven cuando menos te lo esperas, traduciéndose en un inesperado road episode donde House y Wilson se convierten en una extraña pareja humorística muy divertida, donde además conocemos a la mamá de House (sí, porque incluso este maquiavélico de la vida tiene una madre). A diferencia de otras series de hospitales, House tiene un destacado peso del sentido del humor, si olvidar su faceta de drama médico, pero el cinismo salva muchos episodios, con diálogos inolvidables en el ascensor.

Del mismo modo, encontrando aquí otro paralelismo con otras series norteamericanas, los finales son muy significativos (maravilloso por ejemplo el del niño autista) y los temas musicales deliciosamente bien elegidos. Además, cada temporada se buscan nuevos retos a House, ya sea un inversionista sin escrúpulos que quiere donar dinero al hospital siempre y cuando se desembaracen del cojo que tanto provoca o un policía igual de toca-narices que él con quien se ensarza en una discusión.

A mayor escala y a través de los episodios, vamos viendo, igual que con Sherlock, los problemas de House con sustancias adictivas, en su caso la vicodina. Es muy atrevido, incluso en nuestros días (quizás salvando Weeds), que el principal protagonista de tu espacio sea un drogadicto declarado. Otro punto polémico es la duración, a diferencia de algo que tienen muy claro otros productos angloparlantes, House no apuesta por los benditos 20 minutos, sino que la serie se alarga hasta rozar la hora. Mientras reparto y guionistas estén a la altura, no habrá problema, pero esto puede acelerar la pérdida de ideas. Pero creo que eso ya lo saben y se demostró con un terremoto que sorprendió al propio casting, especialmente a los actores, que tomaron la sabia idea de “Si algo funciona, no lo arregles”. Pero en el Ecuador de lo que llevamos de serie se decidió desmontar a los colaboradores de House.

Esto que provocó una de las temporadas más alocadas, teniendo Foreman, Cameron y Chase que buscarse la vida, que quizás haya hecho que pierda algún incondicional, pero que yo me aventuro a pensar ha salvado la serie a largo plazo. Con la fórmula “todos contra House pensando que no lleva razón pero al final la lleva”, sus tres aprendices de brujo están preparados para buscarse la vida, así que él tiene que buscar nuevos candidatos. Si pensaron que Risto Mejide era duro en sus valoraciones, no han visto esos episodios.

Peter Jacobson, Olivia Wilde, Kal Penn, etc. Entre muchos otros, irán desfilando a veces para más tiempo y otras para menos, tratando de aportar su personalidad y ser útiles al severo House. Algunos personajes duran poco pero son entrañables, como el viejo celador que de tanto tiempo entre agujas y ungüentos tiene más conocimientos que muchos aspirantes y logra pasar una temporada con House, con el que sin embargo concuerda un despido inesperado pero brillantemente resuelto y que explica la forma de funcionar de House, por oposición de ideas.

A día de hoy House tiene muchos retos. Su pulso con Dios, que como con Moisés, de momento ha quedado en tablas, sigue pendiente, el personaje tiene en su ateísmo racional su principal atractivo, pero esto siempre le deparará grandes discusiones con pacientes que si piensen en el más allá. De la misma forma, sus cimientos con Wilson y Cuddy no son tan sólidos como para no desmoronarse si sigue siendo como es, mientras que su nuevo equipo debe tratar de hacer olvidar a los inolvidables Foreman-Chase-Cameron (que sin embargo los aficionados no están dispuestos a verles marchar, así que habrá que buscar que sigan apegados al buen doctor de alguna forma).

Como conclusión de esta provocadora serie, me aventuro a pensar que nunca perderá el favor del público si House se mantiene como es y los guionistas le siguen propinando su buena ración de derrotas que la hagan autobajarse del pedestal… Esto quedó muy bien reflejado en su maravillosa y extraña partida de ajedrez con el “Niño cabrón” y cuando Wilson le confiese que le habían ocultado la verdad de su acierto en un arriesgado diagnóstico temiendo que su gran amigo empezase a creérselo demasiado y experimentar hasta barreras divinas con los enfermos. A lo que House, volviendo a ser de carne y hueso contesta: “Dios no cojea”.

Magister dixit.

martes, 24 de noviembre de 2009

TOMB OF DRACULA: DESANGRADAS SECUELAS (PARTE IV DE IV)




A no pocos lectores/as sorprenderá la aparición de un nuevo magazine con el título de Tomb Of Dracula, poco después de la mítica despedida del último número de la saga original. La supuesta necesidad de Colan de otros frentes tarda poco en disiparse y Wolfmantambién retoma el personaje. Casi parece una necesidad ansiosa, esto se refleja desde un incierto primer número. Una excéntrica mujer dirige una macabra excursión donde un caballero llamado Quincy Harker y cierto vampiro se batieron. No es que esperemos que Rache, Frank, Taj y cía sean superdotados, pero ya que Quincy ha tenido la gentileza de eliminar a la amenaza, ¿qué menos que ir a darle buena sepultura y de paso asegurarse de que terminase bien el trabajo? Esta sensata pregunta es obviada y enseguida tenemos a Drácula resucitado y presto para dar por saco. Mientras nos frotamos los ojos, nos levantamos pensando que la historia debe mejorar en algún momento.



La gracia de la nueva Tomb of Drácula es que Vlad vague por el mundo haciendo lo que le salga de las narices sin que surja frente a él una oposición seria. Drake, Rachel, Blade, Taj y cía brillan por su ausencia. Hay un momento, una historia entre Lilith y Drácula que si que se puede decir que es tan buena como las de antaño. En ella se descubre un pasaje aterrador en Valaquia, Vlad, siendo hombre todavía pide a su esposa de muy malas maneras que le de a su hija para llevarla al balcón de palacio, ella, suplica por favor que no lo haga, pero el brutal marido lo hace y obliga a la niña que permanece muda toda la escena a ver la desoladora matanza del pueblo gitano. Que nunca olvide por qué su padre es Vlad El Empalador. La verdadera protagonista de la historia es Lilith, quien de la eficaz mano de Roger McKenzie está a punto de conseguir su venganza sobre su padre. Sólo para descubrir la maldición de la gitana, su fuerza es molestar y entorpecer todos los planes de su padre a través de las épocas, pero nunca eliminarlo, nunca matarlo, ellos dos son compañeros inmortales en perpetuas tablas. Una historia notablemente buena. Tampoco es nada desdeñable en ella su arranque inicial con Drácula aniquilando a una de sus sirvientas (que dan a entender que sirvió a Torgo durante su usurpación) para dar de comer al resto de sus lacayos. Ralph Macchio y Lynn Graeme se encargan de dirigir el desenlace.





Otra historia aparte es de Peter Gillis, John Buscema y Bob Mc Ledo. Cuenta una historia autoconclusiva de una bailarina que es mordida por Vlad tras ser seducida por él en una noche de pasión en un estanque. A partir de ese momento, en lo primero que piensa ella es en su función, la danza es la vida… su vida. Pero Drácula la quiere como vampiresa, como consorte. Es un duelo de voluntades, y cuando la sed la obligue a matar a uno de sus compañeros, parece que finalmente ha de renunciar al arte que ha considerado más importante que la vida misma. Su danza de despedida, antes de ser tomada por Vlad tiene una oscura puesta en escena, con Drácula observándolo todo con cara pétrea, el resto del público por su parte está impresionado. Nunca había bailado con esa intensidad, esa extraña melancolía fascinante. Cuando llegan los que serán sus últimos pasos embellece todavía más la cosa. Y al final cae dulcemente en la lona. La sala irrumpe en silencio. No se levanta. Y los demás bailarines se quedan mudos, una estaca… de madera… ha caído dulcemente sobre ella. Al final de todo… no ha sido una vampiro… sino una bailarina. Y muy lentamente… al finalizar la historia… Drácula aplaude impresionado. Pero es mal síntoma que sean agetes externor quienes hagan las historias más novedosas, atractivas y a la par que respetuosas con el pasado. Parece que a Wolfman y a Colan les queda poco por decir, también a Drácula en el Universo Marvel.




A pesar de estos y otros buenos momentos, la serie no cumple las expectativas y no dura más de un año, carece de la continuidad de antaño. Frank y Rachel aparecerán… pero como tiene por extraña costumbre en esta colección… Wolfman los hace aparecer de refilón y acelerados. También asoma nuestro querido inspector Chelm (de muy parecidas características al gran superintendente Battle de Agatha Christie), un personaje emblemático de los primeros tiempos, pero hace un cameo y se larga. ¿Cuál es el juego? La serie no vende especialmente bien y cierra con más pena que gloria, algo que no había pasado ni con su tocaya ni con Dracula Lives.




No pasaría mucho tiempo… tras su “resurrección” el Señor de los Vampiros seguía coleando por Marvel.... y sin colección fija, en el año 1982, Chris Claremont, responsable junto con John Byrne del resurgimiento de la Patrulla X. De una colección cancelada, de la mano de los dos autores, la Patrulla alcanzó un esplendor y popularidad que todavía hoy siguen en perfecta vigencia. Cuando Vlad se deje caer por la colección, Byrne ya habrá hecho las maletas para continuar su leyenda por su cuenta, pero Claremont si estaba para recibir al personaje de Stoker con las manos abiertas y las páginas en blanco. Lo acompañaban el siempre espectacular y plástico Bill Sienkiewicz y Bob Wiaceck a las tintas. La historia, contaría el intento de poseer en cuerpo y alma a Ororo, Tormenta, una de las personalidades clave del grupo. La líder del grupo pasará algunos de sus peores momentos de su vida y sólo la lealtad de los suyos y su propia fidelidad a sí misma salvan la tragedia. El final de la historia refleja la personalidad de Drácula a la perfección, tras piropear a Tormenta por su belleza y fuego interior se despide, pero ella le amenaza, y el conde ya transformado en murciélago concluye:




“No tientes tu suerte Ororo, el mundo es vasto y podrías buscar durantes cientos de años sin encontrar un rastro mío. Cuando nos volvamos a encontrar… si es que eso sucede… será cuándo y dónde yo elija. Pero te has ganado el respeto de Drácula… y por tanto la vida.” El propio Marv Wolfman no lo hubiese dicho mejor.




El duelo entre transilvano y mutantes vuelve a revivirse en el Annual 5 de los X Men, con el mismo equipo creativo que narró el primer enfrentamiento entre el súper-grupo y el monstruo. Claremont y compañía comienzan con la profesora universitaria Rachel Van Helsing, que acaba de romper su relación con Frank Drake y necesita un cambio de aires. Por desgracia para la mejor agente del desaparecido Quincy Haker alguien le espera en la puerta de su casa… un viejo conocido. Drácula tiene un nuevo y sorprendente destino para su enemiga, convertirla en su consorte, esclavizarla con su mordedura en cuerpo y alma. Con Rachel como forzosa voluntaria, Drácula utiliza su vínculo con Ororo para esclavizarla y obligarla a robar el libro Montesí, es la segunda referencia al mortífero libro de conjuros al que el propio Drácula teme en sobremanera. Se descubre que fue Rachel quien lo ocultó en un lugar seguro y secreto, de imposible entrada a Drácula y secuaces por su condición de sagrada. Aunque Drácula logrará también a Lobezno, no le basta para superar a Cíclope y compañía en una pelea subterránea. En un interesante desenlace, hace acto de presencia Lilith, quien ha conseguido como siempre estorbar los planes de su padre manifestándose en el cuerpo de una inocente, la joven mutante Kitty Pride. En lo más incierto, una estaca vuela y rompe el pecho de Vlad, todos se giran… ¡ha sido Rachel Van Helsing! Un moribundo Drácula balbucea “No puede ser… eres mía en cuerpo y alma…” “ Ya no… has matado ha todos los que quería… has sido una constate fuente de dolor en mi vida… pero hoy termina.” Justo cuando Drácula va a ser decapitado, los escombros del castillo caen y obligan a todos a huir. Rachel ha conseguido matar a Drácula pero no garantiza que no vuelva (y teniendo en cuenta lo que le hizo Marv Wolfman a Harker, aunque lo hubiese conseguido no se garantiza nada). Queda el asunto de Rachel convertida en vampiro, contempla la puesta de Sol, una muerte muy lenta y dolorosa para los de su condición. Lobezno comprende y la acerca con dulzura, es un golpe seco y mortal. Las últimas palabras de Rachel serán” Es tan hermoso…” Refiriéndose al Sol. Es una escena que se salva por su respeto en todo momento a un gran personaje, quitado de en medio demasiado pronto. Pero con todo es un cómic que raya a gran altura.



Pero Drácula sigue presto a ser utilizado, manipulado por Mefisto, el vampiro había sido uno de los monstruos invocados por el diablo y su secta de los Seis Dedos en unos tebeos donde tiene rango menor. Pero Drácula fue en esa aventura una mera comparsa… es más, su presencia fue borrada de la mente de los héroes tras recobrar el control de la situación. Ahora, uno de los guionistas más talentosos de los últimos tiempos, el prolífico Roger Stern tenía un nuevo proyecto para el malvado conde. Al igual que Wolfman y Claremont, Stern no ha tardado mucho tiempo en darse cuenta de una realidad, el personaje de las tinieblas no tiene mucha continuidad en un mundo plagado de mutantes, súper-musculosos atletas y dioses mitológicos. Sin embargo, casos como la posesión de Ororo o el retorno de Rachel y Vlad puede ser un cómic muy ameno. Siempre que no se abuse. El problema es que desde el final de Tomb of Drácula se está abusando de la gallina de los huevos de oro. Ahora, Drácula con perilla (en todos los números de la Patrulla X aparece con ella) volvía a las portadas.




Ahora, y ya sin la sombra de Mefisto, Drácula y sus ambiciones de conquista han vuelto. Bajo una serie de acólitos trabaja en secreto por encontrar el mil veces maldito libro de la fórmula de Montesí. Dan Green y Ferry Austin se encargan de las tintas. El guión es bastante bueno, un misterioso detective inquieta al Doctor Extraño, al final del primer capítulo reconocemos al viejo Hannibal King que sospecha que necesitará la ayuda de Extraño para acabar con un peligroso individuo… llamado Drácula. Drácula no sólo quiere evitar la temida Montesí sino que desea hacerse con un libro demoníaco llamado Darkhod. Con la ayuda de King y la Bruja Escarlata de los Vengadores, Extraño salva el día y el libro de las garras de Drácula. Inmediatamente después (pero con Rick Magyar en el entintado), Stern y Green narran la venganza de Drácula. Para terminar con las pretensiones del conde y sus sicarios, Extraño recluta a tres viejos conocidos: Blade y Fran Drake, el último descendiente de la estirpe de Vlad, que ansía vengar a Rachel, responsabilizándose injustamente por la muerte de Rachel a manos de su antepasado al poco de ir Rachel por su cuenta.




La última historia, sigue con Stern al comando de las operaciones, pero en vez de Green el dibujo y tintas están en los pinceles de Steve Leialoha y su estilo de claros-oscuros. Es la última batalla (y van…) definitiva… Blade, Drake y King ganan valiosos momentos para que Extraño prepare las defensas místicas y use el conjuro definitivo. No obstante, Stern peca de ser demasiado parcial con el personaje de cuya colección se ocupaba en aquellos momentos: Extraño es el encargado de dar el golpe de gracia, pero los que se llevan los palos y preparan el terreno son el resto. La lucha final carece de esplendor porque carece de la globalidad y los cambios de protagonista que solía brindar Wolfman. Al final, Drácula desaparece, Harold Harold, el querido personaje de Tomb of Drácula convertido en vampiro vuelve… sólo para desaparecer a los dos segundos por la fórmula. Stern hace una limpieza en toda regla. Lilith, se lo toma con alegría cuando sabe que su desaparición ha llegado justo con el momento que ella esperaba… la muerte de su padre. El único que se salva es el vampiro que no ha tomado sangre de una víctima, Hannibal King. Parecía que todo había acabado. Subestimas, querido lector/a, la capacidad de cambiar de rosca de los marvelianos (aunque no lo parezca, tengo un gran respeto por Marvel, pero he invertido tanto tiempo y pagas en sus cómics que me puedo permitir criticarlos).




Marv Wolfman y Gene Colan volvían a principios de los años noventa. Querían, a petición de editores, colegas y cartas de aficionados como eran las cosas en la vieja colección de Tomb of Drácula. Pero, se debe recordar una cosa: donde fuiste grande, muy grande… no se debe volver.Y pocos habían sido tan grandes como Wolfman y Colan en aquella colección.

El comienzo es tenebroso, una impresionante oleada de murciélagos… y las palabras infernales de Asmodeo ordenando recomponer la carne muerta del príncipe Vlad. El sueño sigue, la historia se convierte, Drácula sobrevive a la muerte e incita a una mujer (que resulta ser la esposa de Frank Drake) con lascivia y sangre a ser su consorte. Las pesadillas son más y más intensas para horro de su marido, quien… sorprende a propios y extraños con sus recuerdos de su pasado. El grupo de Harker fue, según esta saga, un grupo obsesionado con matar y venganza. ¡Pero bueno! ¿Qué demonios está haciendo Marv Wolfman? ¿Nadie recuerda las últimas palabras de Haker a Rachel y Frank recomendándoles que no consagren su vida al rencor? ¡Desde luego el hombre que acuñó tan hermosas frases (Wolfman) no las recuerda! El recuerdo de Rachel no es tampoco mucho mejor, Frank habla de una mujer que lo utilizó para vengarse de Drácula, una castradora absolutista incapaz de amar. Entonces… nos preguntamos nosotros… ¿por qué la había vengado con esa melancolía en la saga del Darkhold? Las sagas de Drácula se van pisoteando unas a otras en la continuidad.




Los problemas de esta saga de cuatro prestigios surgen cuando el espíritu de la desaparecida Rachel empieza a absorber a la mujer de Frank. Los numeritos que la buena señora le arma en plan Piscosis hay que reconoer que están muy bien. Frank cuenta con la ayuda de un psicólogo prestigioso, un tal profesor Smirnoff. Aunque Frank le ha contado toda su vida y milagros, nosotros nos preguntamos como un hombre que anteriormente ha sobrevivido con todo talento a sus enfrentamientos con su antepasado es tan ingenuo y se deja mangonear por ese Smirnoff, a quien Wolfman se saca de la manga. ¡Efectivamente si lo habéis sospechado Smirnoff está más podrido que una leche del siglo XIX! En secreto, se nos cuenta un flashback donde Smirnoff revela su fascinación por Drácula y su inmortalidad. Se nos cuenta también como Smirnoff sedujo a Rachel en el pasado. Como semejante baboso consiguió a una mujer como Rachel es algo que sólo Wolfman y Colan saben. La Rachel de la que se nos habla es una mujer alcoholizada, amargada y obsesionada con Drácula. ¿No recuerdan la paz y la tranquilidad que tuvo cuando mató al conde? Desde luego en esta historia se nos presenta un nuevo personaje. Al final, para rematar aprisa y corriendo el flashback, se dice que Rachel murió emboscada por vampiros… ni siquiera le dan la dignidad de relatar su última batalla con Drácula. Rachel murió y eso basta.




Con bastante más sangre de la que sería necesario, usando los recuerdos de Rachel en el cuerpo de la esposa de Frank, Smirnoff desentierra a Drácula de entre los escombros y la silla de Harker. Drake no consigue evitarlo y se enfrenta a Drácula renacido y más prepotente que nunca, quien entre otras lindezas recuerda como violó a Rachel… a su manera de contarlo claro. Lo cierto es que la tensión sexual existente entre la última de los Van Helsing y Vlad había sido un filón en Tomb of Drácula. Especialmente conseguido es un recuerdo de Rachel en mitad de la colección donde relataba a Aurora su cumpleaños con quince años. Drácula apareció de la nada y la sedujo con la más tierna de las sonrisas y las más cálidas palabras. “ ¡Quítate esa chuchería mi preciosa niña!” Dice Drácula haciendo que ella se desprenda del crucifijo. El regalo que Drácula traía al cumpleaños era un beso… el beso de los malditos… y de no haber sido por un miserable mortal (como lo llama Asmodeo) llamado Quincy Harker, Drácula la hubiera poseído ese día. Como ya apuntamos antes, Wolfman jugó con habilidad la relación entre los dos dejándolos solos y dependientes el uno del otro en plenos Alpes.

Si buscáis esa calidad de la relación entre los dos en los cuatro prestigios que se olvide de ella por favor. La historia sigue con la lucha de Frank por recuperar a su esposa y romper los planes de Smirnoff y Drácula. Llama a uno de sus viejos camaradas, ni más ni menos que Blade, quien accede a colaborar con Drake, a pesar de que… de buenas a primeras los dos se llevan como un tiro. La unidad de los cazadores de vampiros a pesar de sus diferencias es otra seña de identidad perdida. Cuando Drake y Blade no se enfrentan a tortazo limpio, hacen cosas sensatas y complican la vida al conde, quien por otra parte, parece más dedicado al ligoteo que a maquinar sus usuales planes de batalla. Drácula hace un favor a todos borrando del mapa a Smirnoff, quien no es un buen sustituto de Harker y por tanto un rival digno de los perversos métodos de Vlad.




Todo se complica cuando surge una nueva figura, Katinka, una misteriosa luchadora contra vampiros que sería interesante de no ser porque viene a tratar de tapar el hueco que Rachel ha dejado tan tontamente en la serio con menos gloria de la que merecía. En medias de sus investigaciones, un misterioso agente de policía llamado Gollem sigue el rastro de los cazavampiros para ayudarles. Pero Drácula ya no es el de antaño… se habla de que ya no se adapta a los tiempos modernos, que está asustado… y nos preguntamos nosotros, si tiene problemas para entender un mundo que ha tenido abandonado durante años… ¿ cómo demonios se ha adaptado también a retornos de más de un siglo? Desde luego no es normal, en lo absoluto.

La batalla final del todo por el todo en el último de los prestigios es cuanto menos vibrante, Drácula enloquecido se enfrenta a sus cazadores por última (y van…) vez, pero no es el duelo que se esperaba. Drake, consigue superar sus temores y ayuda en sobremanera a derrotar al conde y sobre todo, a recuperar a su esposa endemoniada por ese supuesto atractivo (que en Tomb of Drácula y demás era plausible) que tiene el conde para sus devotas siervas, aunque dudamos que cuando lo que uno tiene es una calavera y chorrea sangre se puede ejercitar mucho el arte de la seducción. El golpe final corresponde a Blade quien logra cumplir su juramento del modo más malamente rematado posible, con un diálogo que no tiene ni pies ni cabeza donde Drácula y Blade hablan como si éste hubiera matado a su madre, cuando Wolfman y sucesores siempre nos han hablado de que fue Deacon Frost. Pero nada, aunque el primer enfrentamiento entre Drácula y Blade fue cuando éste tenía casi veinte años aquí son medio parientes y los dos saben perfectamente los detalles, cuando uno de los mayores atractivos de sus enfrentamientos es que Drácula no sabe que Blade es inmune a su mordedura. Así van las cosas y sobrealimentado del alma de sus acólitas, Drácula explota, nos gustaría decir que es el final, pero tras la muerte con el radial de plata de Harker parece que las normas no cuentan para nuestro protagonista que vuelve siempre que venga en gana. De momento, es el enfrentamiento definitivo, una lástima que sea algo deslucido. Sin querer sacar la moraleja de “Cualquier tiempo pasado fue mejor…” en mi humilde opinión, aunque entretenida como cómic aparte, no llega a la altura de lo anterior.





Aunque Blade se vuelve loco cuando mata a Drácula (aunque en teoría y conociendo al personaje la muerte de su Némesis hubiera debido dotarle de tranquilidad), los editores pronto recobran el buen juicio y lo rescatan en las páginas del Doctor Extraño. El buen Strange reúne de nuevo a Drake, Hannibal King y Blade para enfrentarse a Lilith y sus siervos. Una buena idea de continuidad que debió haberse tomado en un principio.

El superviviente de más rango de la Tomb of Drácula, Blade, sigue su camino por su cuenta, y pasa por manos de demasiados guionistas y dibujantes sin rumbo fijo. Es un personaje conocido por todo el mundo, y por lo general suele suscitar interés. Pero no tiene un equipo creativo sólido a la altura del que formaron Wolfman/Colan/Palmer y suelen ser colecciones que cierran pasada la veintena de números. El dibujante Ron Garney, en la serie Nightstakers, lo cambia totalmente de look, adiós a su novia formal de toda la vida, Blade es un solitario, sus cuchillas pasan a ser una katana que prevendría a un vampiro a tres kilómetros de distancia y tiene menos sentido del humor que Terminator. Es la moda del estilo de los noventa, tipos agresivos y poco amigos de explicar sus motivaciones.



¡Cómo no! Tenemos una nueva Tomb of Drácula, firmada por Robert Rodi y Jaime Tolagson, con vampiresas muy malas, discotecas nocturnas y ambiente lúgubre y dibujos espectaculares. Blade, sorpresa, está rapado al cero, y su enfrentamiento con Drácula tiene muy poco o nada que ver con lo de antaño.

En las series regulares, en un cúmulo de despropósitos, la verdad sea dicha, se reitera en lo de siempre, vuelve Drácula, se da la pana con Blade y al final todo vuelve a la normalidad… parece que el único recurso argumental posible con el lanza-cuchillas es enfrentarlo a Drácula. ¿Por qué no saber más cosas de su padre, del que nada se dice? ¿Por qué no devolverlo a su Inglaterra natal? ¿Por qué no enfrentarse con los lugartenientes del señor de los vampiros? Nada, Blade contra Drácula y punto en boca.

Drake, que vuelve de la nada a su actividad tras haberse retirado muere… aparentemente… para volver con Hannibal King entre los no-muertos y fastidiarle un poco la vida al pobre Blade. Vivir para ver. Al menos, el personaje se da a conocer con la trilogía de Snipes y cía. Aunque le cambien la indumentaria y el tiempo (es un Blade futurista) no están mal, son acción trepidante sin mucho pensar y reflejan el extraño carácter del cazador imberbe pero más seguro que nadie. En la tercera entrega, curiosamente, Blade se alía con un grupo de cazadores, quienes actúan movidos por su admiración a Harker (¡un hurra por Quincy). A partir de eso, las cosas se desvinculan mucho, y la pregunta es, ¿por qué un personaje del tirón de Blade no cuaja? ¿Va a sobrevivir a Drácula y no a la tiranía del mercado de la oferta y la demanda? Pues bien, Blade es un gran personaje, y los autores que han pasado por sus colecciones tras Wolfman y Colan no han sido malos, ni siquiera descuidados, solamente se ha observado poca continuidad y muchas vueltas de tuerca a lo mismo. Blade espera, y al igual que el Doctor Muerte, es mucho más que el gran oponente que el protagonista de la serie. Por cierto, que ahora en plenas Guerras Secretas y macro-sagas, Drácula hasta se entrevista con el Doctor Muerte (que da a entender que ha sido adiestrado o por Harker o por Van Helsing para esos enfrentamientos), vivir para ver. ¿Alguien puede hacer el favor de quedarse muerto en estos cómics?




Ya son mayorcitos los secundarios de la serie, ¿por qué no dejar ya al conde en su tumba? Pues tememos que este juego de resucitarlo y devolverlo más mortífero que nunca acabe por cansar a propios y extraños. La gallina de los huevos de oro no puede más, está agotada. Drácula ha dado mucho a los cómics de ese género, pero en especial Marvel, deberían cuidarse de reiterarlo hasta la saciedad, porque desde la primera vez que volvió de la muerte definitiva (en su torreón a manos de Harker) parecía algo sacado de la manga. Si bien las primeras veces puede parecer inesperado o sorprendente ya parece menospreciar la capacidad del lector.

Hubo una colección a mitad de los setenta llamada Tomb of Drácula, que fue un sonado éxito en su tiempo, y que con lecturas y relecturas ha ganado en calidad y reconocimiento. Sus autores han pasado con todo derecho como auténticos maestros del género. Querer volver a repetir lo mismo (incluso aunque lo hagan los mismo autores) sería un error… un lamentable error, tirar piedras sobre el propio tejado. Hay muchas cosas y cabos que atar, pero no ya con el conde sino con lo que no se nos ha contado (el futuro de Taj, las verdaderas circunstancias de la muerte de Rachel, el futuro de Blade en solitario…) y esa debería ser la piedra angular de esos nuevos cómics aún por venir. Y entonces, si después de todo eso se decide hacer que el conde regrese cuando nadie lo esperaba… al menos será algo poco esperado. Pero recuerden, lo dijo Marv Wolfman, incluso una leyenda ha de morir algún día. Y para este servidor de ustedes Drácula murió en una noche de lluvia a manos de un viejo caballero en silla de ruedas. Aquello fue lindo. Una hermosa mentira que nos contaron tres señores muy inspirados, y nosotros quisimos creerlo. Suele suceder. Y a eso se lo llama magia. La magia de Wolfman y Colan/Palmer.




Por último, resaltar otras dos obras. Una en otra editorial aparte donde Wolfman y Colan retoman el mito (pero sin licencia para usar a los viejos cazadores), que sirve para que el anciano Gene Colan vuelva a callarnos la boca con sus maravillosos lápices, pero sin continuidad. Finalmente, Glenn Greenberg y Pat Oliffe nos invitan a una situación divertida, cuando Vlad se encuentre con su castillo desvalijado y deba tomar venganza, mientras el guionista saca a un descendiente del doctor Seward, otro personaje de la saga origina de Stoker. La serie tiene un adorable toque añejo que se embellece por volver a traernos la oscuridad fascinante de Tom Palmer. Además trae un inisual brindis entre Lilith y su padre.

Como conclusión, decir que gente del talento de Wolfman-Colan demuestra que no hay mito que no pueda ser revisado, a la par que trasladarlo a otro medio de expresión artística con las más altas cotas de calidad, a la par que hay que saber cuando detenerse en un final redondo. En otro orden de cosas, perdón por el recurrente tema de Tomb Of Dracula, pero he terminado convencido de que para hacer más completas de determinadas sagas (ya sea una trilogía de películas, un repaso a los libros de un mismo autor o una serie de muchas temporadas), es mejor compartimentarla en entregas. Pido perdón si he aburrido a alguien (probablemente a bastantes), pero considero que es un completo repaso, si bien pesado, nunca superficial de una de las obras puntales del cómic book norteamericano. Cordiales saludos.
Próxima entrada: House, un genio frustrado en la televisión.



domingo, 22 de noviembre de 2009

TOMB OF DRACULA: DRACULA LIVES (PARTE III de IV)




Dracula Lives nace paralela al gran buque insignia que sería la colección principal, pero no cabe ninguna duda que fue una piedra angular del auge durante los 70 de este tipo de cómics. Punto de inflexión será la famosa saga de introducción “Lord of Death… Lord of Hell”, donde Wolfman que también se dejará caer por esta serie, mostrará sus credenciales, dando un origen que aleje a su conde de los otros de las distinguidas competencias. Se propone narrar su origen y mostrar a Vlad en pleno siglo XV.

En sí es una introducción excelente a la que hará constante referencia en la colección madre. Tiene la fortuna de contar con las inquietantes y oscuras tintas de Syd Shores, a la par que con dibujantes del consabido talento de Neal Adams y John Buscema (sí, incluso los grandes pinceles han dibujado terror alguna vez). Un apreciado amigo que devoró esta saga y al que logre “convertir” a estos cómics, me advirtió que solamente tienen un punto ridículo… la muerte de María, el gran amor de Vlad. Revisándolo y quitándome el traicionero fantasma de la nostalgia, es bien cierto que no es precisamente el más brillante de los momentos, quedando muy poco proporcionado a los esfuerzos de Adams por dar prestancia al cómic, especialmente la primera batalla en los campos de Transilvania contra las huestes de la Sublime Puerta. Vlad da casi tanto miedo como ser humano que como no-muerto.

Herido y llevado a la choza de una curandera, ésta, de etnia gitana y dando las gracias al azar por haber traído al empalador de su pueblo a sus dominios, logrará trasmitirle su macabra maldición. Sin embargo, Drácula no ascenderá de inmediato entre sus correligionarios, más bien es tomado por el último mono y es sometido al juicio de Nimrod, auténtico rey de su sobrenatural grupo. En éstas toma las tintas el gran maestro Buscema que aporta su granito de arena. Su Vlad es menos regio e imponente que el de Adams, pero tiene el impagable don de trasmitir al igual que éste la ambigüedad de un maldito que no deja de sentirse ser humano, que rechaza los fríos abrazos de concubinas calculadoras por el recuerdo de su primera mujer y que deja a su abandonado retoño (qué ironía) al lado de un campamento gitano, esperando que le protejan y le den la vida que él ahora no puede. Para su desgracia, cuando el chico crezca y descubra la verdad, se enfrentará a su padre por sus crueldades, forzándole a él a destruirle. Este paralelismo lo llevará también Wolfman a su serie principal, en la estrambótica saga de Janus, que apuntó muchas maneras (especialmente con Domini, su nueva consorte), pero que termina quedándose en algo demasiado metafísico y donde hay además un cameo forzado de Estela Plateada que convence mucho menos que el del Doctor Extraño.

Los grandes maestros dejan su incalculable aportación con el ascenso de Drácula como rey de sus legiones, entre los vítores y el desaparecido espectro de Nimrod, empiezan a gritar su nombre: “Así ha sido y así será, desde esa noche”. En definitiva, la segunda colección no desmerece a la primera, pero tendrá más problemas que ésta al no presentar un equipo creativo fijo. Afortunadamente habrá acertadas colaboraciones como la del gran Gene Colan que se dejará caer. Desafortunadamente la colección no dura todo lo esperado y una gran iniciativa que llevan a cabo Roy Thomas y Dick Giordiano de plasmar en el cómic la novela íntegra de Stoker termina en nada, aunque afortunadamente narran las desventuras de Jonathan Harker en el castillo del vampiro.

El problema de Dracula Lives es que son historias autoconclusivas, más o menos interesantes (en algunos casos mucho), pero que carece de un final explosivo. Todo lo contrario de lo que Wolfman ha ido colocano con mucho tino. Ya ha asentado a sus secundarios, junto a los de siempre, Lilith (la hija vampira del primer matrimonio de Vlad) sobresale como auténtica amenaza de su progenitor, mientras que Harold Harold (que es básicamente Woody Allen metido en una de vampiros) y su rubia y neumática compañera Aurora se combinarán con los el grupo de Harker, de un modo un poco increible.

Colan, necesitado de nuevas empresas, dice a Marv que plantea abandonar la serie, pero el guionista, que tiene pensado su gran desenlace, le pide aguantar un poco más. Su gran proyecto está claro: Dejar a Drácula pero sin poderes, pero hacer que se comporte como un vampiro. Esto le deja a merced de viejas víctimas y cazarecompensas que acorralan al cazador, que se torna en presa. No obstante, Vlad no pierde en ningún momento su lucidez y coraje, simplemente espera, su orgullo enfermizo no le permite volver a tornarse vampiro por un cualquiera, convoca a su hija Lilith que en una potente escena desprecia a su padre y le hace ocultarse en una tormenta invocada por ella. Los lectores/as van sintiendo que esto va en serio y es el final de un ciclo.

Quedan varios regalos, un nuevo pulso de Vlad con Quincy, quien frena la mano de sus hombres, no piensa darle ahora el descanso eterno al transilvano. La imagen del imponente aristócrata perdiendo la batalla moral con el anciano tetraplégico no tiene desperdicio. Pero no hay mal que cien años dure y volverá retornar sus infernales poderes, aunque en una circunstancias sin precedentes, auxiliando a unos niños en una cabaña una noche lluviosa que esperan a su madre, Drácula deberá verse obligado a defender a los muchachos agarrando un crucifijo, hasta que éste le abrasa la mano... el conde ha vuelto, pero descubrirá que ya no es rey, pero para mayor vergüenza, ni siquiera es Lilith, sangre de su sangre quien se ciñe la corona, nada menos que un nuevo gallito en el corral, apellidado Torgo, quien tiene asombrosos paralelismos con Vlad.

Solo y contra todos, formula el ancestral duelo uno contra uno que le permitió arrebatarle el poder a Nimrod. La batalla será aún más agónica que aquella de hacía siglos, escupido por sus propios súbditos, aplastado por Torgo... hasta que la propa leyenda de su nombre se yergue por encima de todo dolor y vuelve a dar el golpe seco de su triunfo. Drácula ha recuperado su Corona, pero es una victoria amarga, ha sido humillado, ha perdido a Domini, a su hijo... vuelve a su castillo solo, como si su milagrosa victoria no le hubiera saciado. Queda el último acto del telón, Palmer intensifica la dureza del rostro de Vlad a lo Jack Palance mientras el agua le baña el rostro. Alguien le está esperando, Quincy Harker, con aspecto paciente.

Es el último diálogo de las dos Némesis, la partida de ajedrez terminará en una lucha cuerpo a cuerpo. En ella, Drácula lamentará que acabe así, reconociendo que en el fondo él y Harker se parecen, a lo que éste contesta que solamente a flor de piel, que uno exige y el otro aconseja, que uno es cruel hasta consigo mismo. Milagrosamente, Harker se levanta a pesar de las piernas que el vampiro un día le rompió en la ópera, reuerda a su hija y a su esposa, le dice al conde que eso sí fue dolor, lo de ahora no es nada, Vlad le llama viejo loco y que solamente el anciano morirá esa noche, con una puntiguada rueda de plata de su silla se lanza, mientras Drácula, recuperando su infinito espíritu de supervivencia le tacha de suicia, Wolfman lo termina de rematar: "Ya sea un accidente o un salto fortuito, el caso es que lo consigue". El transilvano cae muerto y Harker alza el cuchillo, separar la cabeza del cuerpo y rellenarla de ajo, después el castillo quedará reducido a escombros por una bomba.

"Incluso una leyenda a de morir algún día". Mejor epitafio imposible, Colan y Wolfman no se quedan más lejos porque no quieren, pero van a terminar de embellecer el momento: "Ni lo bueno ni lo malo se ha omitido, pero quede una cosa, Drácula fue un hombre... y eso es algo que no debería ser olvidado". Mientras, una carta de Quincy Harker llega a sus compañeros, Rachel y Frank reciben la feliz noticia de que Drácula al fin ha desaparecido, pero ella se ve incapaz de llorar por su viejo padre adoptivo. Finalmente, Frank la acusa de su hielo en las venas, pero ella sigue leyendo, Quincy la insta a vivir una vida completa y no consagrarse a una vida de persecución y venganza que le robe sus mejores años. Lenta, y finalmente, la pareja se abraza y la primera lágrima...cae.

Se cierra el telón. Uno de los mejores cómics de terror del siglo XX ha concluido pero... hay secuelas que matan. El próximo dia cerraremos el círculo con la extraña y no demasiado afortunada supervivencia de Tomb of Dracula hasta nuestros días.

viernes, 20 de noviembre de 2009

TOMB OF DRACULA: HABEMUS BLADE (parte II)




TOM OF DRACULA: BLADE (PARTE II)



(continuación) Wolfman quizás en ocasiones tenga sus lagunas, pero es un enamorado de la psicología de sus personajes (va haciendo anidar una difícil relación entre Rachel y Frank, da pinceladas del pasado de Taj para evitar que simplemente sea el forzudo y va haciendo que Quincy Harker lleve el peso de los cazadores, a pesar de su silla de ruedas y su aspecto de senectud, escondiendo el corazón de un león) y hay diálogos que sobrepasan el formato serie B con el que han comenzado.

Wolfman lo tendrá claro, mientras Gene Colan mantenga su inspiración, la serie venderá, pero para llegar a otro nivel, será necesario recurrir a nuevas premisas que cazadores se pelean con vampiro y al final llegan a tablas. Stan Lee, el gran arquitecto de la Casa de las Ideas, había dado un clinic de lo que era una Némesis en la mítica Fantastic Four, creando al Doctor Muerte (aunque el poderosísimo talento de Jack Kirby tuvo mucho que decir, a buen seguro). Wolfman quiere hacer lo mismo pero al revés. Un antihéroe que salga mucho menos que los cazadores habituales, que vaya por libre, que sea todo lo contrario del conde y además impacte a los lectores. Ha nacido Blade, que ha llegado hasta nuestros días ha protagonizar una trilogía y ha estado hasta en series de dibujos animados. Si el duelo de Rachel y sus compañeros con Drácula es al más puro estilo Stoker, Blade es una nueva dimensión. Es jugar con la lucha de un afroamericano individualista con un aristócrata europeo de finales del siglo XV, célebre por su racismo con colectivos como el zíngaro.

Cada aparición de Blade confirma a los lectores que esto va en serio. La muerte de la hija de Quincy Harker en dramática batalla, llevará al chico de los puñales de madera a jurar que algún día va a atravesar ese pecho y evitar que el malévolo conde se levante. A distancia, Colan dibuja un inquieto murciélago que de repente siente un escalofrío. El macabro juramento se ha iniciado. No sabemos cuándo, pero esta Historia tiene un nudo. Y ahora que ha dejado claro los enemigos y la Némesis, Wolfman se dedicará a jugar, con la calma de que si algún número flojea, Colan y Palmer lo subsanan con su oficio, en estado de gracia permanente. La serie pinta tan bien que Marvel le sacará Gigant-Size, pero el ritmo de trabajo es agotador y los autores de la serie regular no aparecen, eso y un infame cameo de Spiderman hacen que pierda puntos, aunque tengan algún momento interesante.

Sin darnos cuenta, nuestro triunvirato vuelve a desafiar la norma. Ya han puesto a Drácula contra el Hombre-Lobo y sus perseguidores humanos, incluso le buscarán desafíos tecnológicos (Doctor Sol), pero quien proponer otro reto a sus lectores… hace una historia sin nada de sangre, simplemente un soliloquio. El resultado es todo menos aburrido, Drácula se sienta en una cueva a reflexionar, como nosotros que llevamos ya varios meses siguiendo la serie. A pesar de su orgullo casi inhumano, el transilvano dedica una época del año a rememorar sus derrotas, a guardarla en una serie de relatos privados donde busca aprender para el futuro. Entre dichos momentos, destaca su vergonzosa primera muerte ante Blade, a quien admite haber subestimado en su primer encuentro. Vlad quedará ya desde entonces como el dueño de la serie, estamos no ante un villano de opereta, sino frente a una criatura amoral, ambiciosa, inteligentísima y peligrosa hasta el extremo cuyas miras para dominar su espacio y jugar como el titiritero contra sus víctimas. El tiempo es su aliado y su paciencia tan dura como su crueldad. Esto no quita que como Hannibal Lecter, pueda sentir debilidad por algunas personas. Es sorprendente su duelo de mentes y voluntades con el paralítico y anciano Quincy Harker. Han batallado durante buena parte del siglo XX, Drácula le ha privado de todo cuanto le era amado, pero ha aprendido a admirar y hasta respetar, el estilo de su rival. Incluso le pondera por encima del resto de cazadores por su estilo, casi aplaude los retos que le plantea a su inteligencia y protagonizará un duelo impensable, cuando las trampas del anciano logren dar el coup de grace al vampiro, pero finalmente tenga que aceptar no hacerlo por un cambio de rehenes.

Otra cosa que mejora en la serie son las técnicas de seducción de nuestro noble protagonista. Se acabo aquello de raptar gente a la primera de cambio y poner cara de no haber conocido seductoras sonrisas en cinco eones, Drácula va mostrándose más cómodo y seguro. La tensión sexual cuando se vea obligado a colaborar con Rachel Van Helsing en los Alpes, algo que se irá revelando por qué es en futuros números. Casi un cuentecillo macabro, una manzana envenenada para Blancanieves, en pleno paso a la adolescencia, una adorable Rachel de pequeña celebra su cumpleaños, cuando se encuentra con que falta un último regalo… un misterioso y atractivo desconocido aparece de la nada en su ventana. Instintivamente abandona sus precauciones y símbolos, la muchacha se va acercando con el único propósito de besar a su primer enamorado… hasta que aparece Quincy Harker (evidentemente más joven) para evitar que Drácula dé el temido beso de los malditos a la hija de sus antiguos cazadores. Desde ese momento, sabemos que hubo una vez en la que Rachel estuvo a punto de caer en las redes del transilvano, algo que es doloroso y la va asilando de todos, incluso de Frank.

Paralelamente y consciente de que Blade es un personaje demasiado bueno para explotarlo indefinidamente como mero sparring de Drácula, Wolfman le va dando cancha, le permite protagonizar pequeñas historias independientes y hasta una saga más larga contra una misteriosa organización llamada Legión. El personaje además de incansable como los otros cazadores, tiene unos diálogos de mucha chispa gracias a su sentido del humor (algo que muy desafortunadamente han ido perdiendo muchos personajes, él incluido, por la moda americana de tipos sombríos que disparan primero y luego preguntan, con cara de no haber podido ir al servicio en tres días), si la presencia del Doctor Muerte en Fantastic Four es sinónimo de inquietud, la aparición de Blade significa que “los buenos” tienen algo que decir. Blade va a alcanzar tanta popularidad que se codeará con otros personajes del universo Marvel y en el futuro protagonizará una trilogía de películas (con estética futurista, eso sí) de considerable éxito. Precisamente la trama de la primera película se basa en una de las subtramas que Tomb of Dracula lleva con maestría, la persecución de Blade del asesino de su madre, Deacon Frost, un peligroso vampiro que podría incluso competir con Drácula. El cómic de la captura de Frost que se lee conteniendo la respiración ha perdido algo de peso por la santa y bendita manía de los marvelianos de resucitar a todo personaje interesante cuyo clímax se haya alcanzado al morir.

Divertidísimos con la gamberrada que están creando él y sus compañeros, Wolfman propone otro juego, cuando crea una novela pulp con todos los tópicos del género. Chica morena de contoneantes curvas viene a cutre detective privado que inicia una investigación en los bajos fondos para verificar qué le pasó al prometido de la muchacha. El detective se llama Hannibal King y con las hábiles pistas que nos deja del bueno de Colan, descubrimos al final que es también un no-muerto, aunque su caso que controla sus bajos instintos y es la antítesis de los otros no muertos. Los editores están tan contentos con cómo marcha la cosa que quieren que las dos series más esotéricas (Tomb of Dracula y Doctor Strange) hagan un crossover. Por fortuna, Colan y Palmer dibujan en las dos colecciones, así que el encuentro entre el mago y el conde tiene unidad gráfica, mientras que dos de los guionistas más hábiles de Marvel, nuestro archi-mencionado Marv y Steve Englehart (el hombre que mejor reflejó la sociedad de Watergate en los cómics estadounidenses) proponen un viaje sin frenos y de emociones fuertes, donde magia y alucinaciones se dan la mano. En el duelo aprenderemos también a ver uno de los pocos puntos débiles de Vlad, su antigua segunda esposa, María, asesinada durante la invasión otomana a su país. Rico precedente para Dracula Lives (en Marvel piensan que si algo vende hay que duplicarlo).

Otro viejo relato al uso, el objeto poderoso tipo los que salen en Indiana Jones se da con un misterioso anticuario judío (que además sirve a Wolfman para lucirse con su conocimiento de la cultura hebraica). Por manos heterogénas se va sucediendo, pero misteriosamente, al menos cuando está en manos de Drácula, sabe perfectamente qué hacer con ese poder. Sus órdenes de buscar las partes que faltan del poderoso sortilegio a sus legiones (poderosísimas imágenes de campos santos y de criaturas surgidas de la nada) son precisas y eficaces. Sus otros competidores se muestran vacilantes... La conclusión es inesperada, aunque es el mejor jugador sobre el tablero, Drácula perderá la calma por una mujer, que finalmente le traicionará hasta su trágico final. Las sorpresas y las reflexiones morales vuelven a elevar la categoría de la serie más allá de historias de fantasía donde hay gente que tiene los colmillos muy largos. Del mismo modo hay una reflexión sobre la obsesión con los personajes irreales, cuando una mujer recluída en un manicomio que vive rodeada de alucinaciones como Robin Hood, DÁrtagnan, caballeros medievales , logra invocar al verdadero Drácula, para verse decepcionada con la realidad.

Mención aparte otra maravillosa broma macabra cuando se da una particular versión de cuento navideño, las tres visitas que ahora vuelven a estar de moda por la película de inminente estreno. Una mujer amargada por los hombres que truncaron su carrera, logra que Drácula ejecute sus venganzas mediante un ingenioso chantaje... pero cuidado, el conde es astuto y siempre cobra precio por sus servicios. Inesperado desenlace que cumple todas la premisas de las narraciones de los extraordinarios desenlaces de Poe.

Dejamos ahora la saga en su punto intermedio. Mañana conoceremos el famoso desenlace y daremos pinceladas de la serie Dracula Lives, heredera de ésta. Ya como cuarta y última entrega, revisaremos las irregulares continuaciones de la saga, donde esta serie de culto terminará degenerando (al menos bajo mi subjetivo juicio), intentaremos, explicar el por qué.

jueves, 19 de noviembre de 2009

TOMB OF DRACULA (PARTE I)



Título: Tomb of Dracula.

Cronología: Abril 1.972-Agosto 1.979.



Parece que ahora los vampiros vuelven a estar de moda. Esto me ha facilitado mucho el camino para hacer la reseña que tocaba esta semana sobre cómics. Tirando de hemeroteca nos remontamos a una maravillosa colección de terror, titulada Tomb of Dracula y bajo el sello de Marvel, aprovechando una coyuntura americana de censura más tolerante, superándose poco a poco las ridículas barreras del organismos del Comics Code. Como afortunadamente es una colección que tengo completa gracias a la Biblioteca Grandes del Cómic, creo que podemos apuntar muchas y ricas pinceladas de esta serie. Siguiendo un modelo que observé en el blog de Chespiro y que le dio magnífico resultado, al ser redactado en pequeñas dosis a lo largo de la semana. Haremos lo propio a lo largo de los próximos días.

Personaje universal, entre otros monstruos de prestigio como Frankenstein o El Hombre Lobo, Drácula intentaría repetir su éxito literario ahora en las viñetas. La editorial dio buenos guionistas como el célebre (y tristemente recientemente desaparecido) Archive Goodwin, Gerry Conway (muy conocido, entre muchas otras, por su excelente etapa en Spiderman) o Gardner Fox (cuya notable carrera osciló entre Marvel y DC). Pero la estancia de estos buenos escritores fue alterna, pues hasta que las ventas no demostraron lo contrario, los editores no estaban dispuestos a dejar el guión en manos de alguien que pudiera estar haciendo cosas más interesantes en otras colecciones. La alternancia restaba un poco de ritmo, eso, quizás, explique el tímido arranque.

Frank Drake, un joven acomodado y algo holgazán, viaja con su prometida y su mejor amigo a unas posesiones en un castillo, que vaya a saber por qué son tan lúgubres. La prometida es una chica encantadora, pero hay un problema, también viaja con ellos Clifton Graves, antaño también novio de la chica y mejor amigo de Frank. Un ejemplo de que los guionistas no se tomaban aún demasiado en serio el proyecto es que esta tensión moral y sexual no se aprovecha casi nada, porque de inmediato se encontrarán con un nauseabundo esqueleto que lleva en las profundidades de un pozo. Debió de ser el escenario de una épica pelea, no pueden saber ellos que con un tal clan Helsing, pero la estaca entre los huesos debería ser una poderosa pista.

Misteriosamente si le quitas la estaca, te encuentras con el Príncipe de las Tinieblas, el macabro conde Drácula. Como llevará algún tiempo sin ver bonitas curvas, se prenda de la muchacha, lo cual obligará a Drake y su antiguo amigo a hacer un frente poco sólido, frente al no-muerto. Aparentemente estamos ante un topicazo de mucho cuidado, pero los escritores de Marvel, logran dejar algunas pinceladas interesantes. Convirtiendo primero a su prometida en no-muerta y provocando su asesinato después, Drácula huirá con Graves como nuevo vasallo (de una forma poco convincente la verdad, da la impresión de que nunca supieron muy bien qué hacer con él).

Drake, bastante chocado por su trágica perdida, optará por lo que haría toda persona racional que se vea en un cuento de terror de éstos, caer en la depresión y hasta intentar tirarse de un puente en el Támesis, pero afortunadamente una hermosa mujer y un hombre muy fornido le salvan. Son Rachel Van Helsing (descendiente del mítico cazador) y Taj, un hindú que perdió la voz en un enfrentamiento contra las criaturas de la noche. Le explicarán que nada de lo que le ha acontecido es irreal, que Drácula existe y que fue su antepasado. Para evitar que sucedan cosas como la que le ha ocurrido a él, le dicen que ellos han formado un grupo, liderados por Quincy Harker, hijo del matrimonio protagonista de la novela de Stoker.

Mientras no se sabe muy bien que hacer con el conde en el universo Marvel, los compradores adquieren el producto por dos casas y en este orden: el dibujo de Gene Colan, uno de los artistas punteros del cómic norteamericano es insuperable por su juego de luces y sombras y los cazadores son mucho más interesantes que la presa. Destaca por encima de todos Rachel, un personaje femenino atípico en la época, no es el descanso del guerrero o la damisela en apuros, es la auténtica líder en el grupo de batalla de Harker y será el apoyo fundamental de Drake (y de nosotros los lectores/as) para que no cerremos el tebeo pensando que estamos ante una charanga.

Y en éstas llega Marv Wolfman. Guionista que no necesita presentación, Wolfman lo primero que hace es releerse a Stoker y zambullirse en todo el micro-cosmos que rodea estas historias. No nos vamos dando cuenta y la editorial tiene otro acierto, traer a Tom Palmer como entintador (sin minusvalorar el trabajo de los anteriores). Palmer le da una nueva dimensión al maravilloso lápiz de Colan. Tras una decena de números y con la bendita duración de 20 carillas, el ritmo se va cogiendo y nos vamos sintiendo más cómodos, por cierto que Drácula también. En primer lugar, queda claro (algo que Stoker simplemente sugiere) que estamos ante Vlad Tepes, y frente a algo más que un “simple” no muerto. Drácula es el rey de los suyos y a pesar de la inactividad provocada por tener una estaca en su bondadoso corazón, piensa recuperar el tiempo perdido. El próximo día nosotros lo haremos con él y observaremos como una colección más pasó a ser una de las más exquisitas de los años 70.

domingo, 15 de noviembre de 2009

LA CANCIÓN DE TROYA



Autora: Colleen McCullough.

Título: La canción de Troya/ The song of Troy.

Hora era ya de dejarse caer por este blog, que no está abandonado, aunque veces parezca en empeñarme a dar entender que sí. Tocaba libro, ahora que el mercado se encuentra revolucionado por la venida de una revisión del mito de Drácula (¿respuesta de los seguidores de los clásicos a la arrolladora "Crepúsculo"?) por parte de un biznieto del admirado Stoker, en colaboración con un historiador (finalmente parece que el ilustre gremio con el que sueño pertenecer algún día, sirve para algo).
Más antigua y conmocionadora, pero excelente para una tarde aburrida de domingo como por ejemplo ésta que hoy me invade, sería La Canción de Troya. Colleen McCullough no debería necesitar presentación entre los amigos de los culebrones, pues su obra desembocó en una serie muy famosa que se llamó "El Pájaro Espino", que aunque hoy veríamos como un program matinal de fin de semana, armó su revuelo en una época más inocente y conservadora.
Después, me sorprendió saber que esa misma McCullough era la autora de un ciclo novelesco maravilloso sobre la Roma Tardorrepublicana, repleto de erudición, aventuras, romance, campañas bélicas y por supuesto, la subjetividad de la autra perfilando a determinados personajes. Tan encantado quedé con esa pentalogía (que se ha ido ampliando), que no dudé en encargar una edición de bolsillo cuando me enteré de que esa misma escritora, que se estaba tornando en una de mis favoritas, había tratado una leyenda que a mí siempre me ha gustado mucho desde chico: Troya.
Lo cierto es que me parece que una bibliografía que creásemos sobre gente que de una manera a tocado las tierras de Ilión, debería poder llegar a ser una columna digna de Goliat. Por ende, si vuelves a interesar con este tema, debes haber dado un nuevo enfoque, en el caso de McCullough, trata de quitar a dioses y poderes divinos de en medio. Sin embargo, al contrario que otras obras, no desmonta el mito homérico, es tremendamente respetuosa con él y también con obras posteriores como La Eneida. Los seres del Olimpo son constantes, pero en el plano espiritual y mental, ya que los protagonistas creen en ellos y creen ver su mano en actos que son enteramente suyos.
Ya sin fascinación por este mito que siempre me ha gustado tanto (podríamos también de las connotaciones de Troya como histórica y hasta su faceta en la Arqueología desde Schliemann, pero no me gustaría hoy meterme en deformaciones profesionales), reconozco que en relecturas, la obra tarda en arrancar. No tanto por la conmovedora figura del rey Príamo, el último monarca de la ciudad de amplias calles, sino por la sucesión de personajes, antepasado, sacerdotes y reyes que probárán la paciencia del lector. Si se supera eso, a partir e que los Aquiles y cía lleguen a la vida adulta, nos encontraremos con una trepidante inventiva de la pluma de nuestra autora.
En los perfiles de personajes, sobresale Ulises de Ítaca, el fecundo en ardides y engaños. El favorito de Atenea es con mucho el actor más interesante del drama,inteligente, tiene una mente pragmática de un hombre del siglo XXI, es un hombre que explota la supersticiones de los demás. Su descubrimiento de la forma de atar a la exuberante Helena y sus pretendientes en un pacto es sublime, su visión de la guerra adelantada a todos y, algo extrañísimo, capaz de ser familiar y entrañable en su vida privada, pero implacable y cruel en la campaña. Ulises es la sombra que se proyecta y el gran manipulador de voluntades, además de un maestro de epías, muy por encima en talento de Meneleao y Agamenón, marido ofendido y jefe de la expedición respectivamente.
Si el carisma del esposo de Penélope (a quien Agamenón llega a decir: "Que los dioses se apiaden de sirenas, monstruos y cíclopes si tienen que tratar contigo en el futuro") lo permite, el desarrollo de otros personajes es también muy notable. Helena, que al fin se nos revele como la mujerona despreocupada, que escondía bajo la falda una calculadora (perdón por robarle a Sabina la metáfora), como yo particuarmente siempre había sospechado. Paris es una especie de Apolo enamorado de sí mismo en un espejo, incapaz de contener la destrucción que ha desencadenado. Si el romance a veces se ha presentado como una maravillosa historia de amor entre dos culturas, Colleen McCullough apuesta por una pasión física tan intensa como efímera, una vez se apaga, pero el daño ya está hecho. ¿Con qué fórmula nos quedamos? Mejor nos quedamos con las dos y así tenemos más libros para leer en la recámara.
En lo que se refiere a los dos antagonistas por excelencia, Aquiles y Héctor, no encontraremos muchas sorpresas. Homero el de las palabras aladas ya dejó todo lo que debía decir (probablemente fuese el personaje preferido del poeta, que cierra el poema con sus funerales) sobre Héctor, el valiente, testarudo, impetuoso pero noble príncipe troyano. Entre egoístas geniales como Eneas, Néstor o el propio Ulises, Héctor es admirable por su valentía en la lucha y su tremenda inocencia. Su combate con el gigantón Áyax, único personaje equiparable a él en coraje e inutilidad en los entresijos de la corte, es un momento que recuerda al mejor relato bélico, el choque de dos leones en la arena y bajo una muralla, donde el honor y la honradez se dan la mano. El empate sellado con un conmovedor intercambio de armas, finalizará siendo funesto para ambos.
Distinto es el atormentado Aquiles, obsesionado con emular a su padre, maldito por su misteriosa madre Tetis, bendecido con el don de matar si es que eso es posible y de labios secos. Su figura inquieta, su egocentrismo asombra. La relación con Patroclo sufre un giro, siendo el segundo el que más entrega en la devoción al otro, demasiado prendado de sí mismo, obsesionado con gloria y fortuna. No será hasta que se encuentre con Héctor, el rival perfecto, cuando el de los pies ligeros tomé conciencia de sí mismos. Tras el duelo, la sombra y la muerte, un nuevo y fortuito encuentro con la reina de las guerreras y la desaparicón. Versión tras versión, la lección de Troya sigue siendo la misma, mueren los mejores, los que se arriesgan, sufren las viudas que aman (como Andrómaca, Briseida o Hécuba), mientras que prevalecen los taimados y los que se ayudan a sí mismos.
En ocasiones se ha vendido, por ser uno de sus trabajos más recientes, "La canción de Troya" como la ópera prima de esta escritora. No lo considero así, una vez superada la fascinación que supone leerla por primera vez. Su narración sigue siendo rápida, ágil y amena, a la par que la estructura escogida (narración en primera persona de algún personaje, siempre alternativo) la más recomendable. El problema para que le quitemos, o por lo menos yo muy subjetivamente puntos, es un final un poco desangelado, que me recuerdo al un poco renqueante comienzo al inicio. Los mejor de Troya es el nudo, pero una vez las carismáticas luces de los Aquiles y Héctor desaparecen, el nieto de Peleo no consigue hacernos olvidar al progenitor y Héctor deja un vacío tremendo en los defensores de Troya que solamente Eneas podría cubrir, pero misteriosamente McCullough muestra nulas simpatías por el mítico héroe.
Creo, esto es muy particular, que ha sido un proyecto por capricho en el buen sentido, que le ha apatecido a esta veterana y constratada autora darse un paseo por las playas asiáticas, que no alcanza quizás la majestuosidad de sus recreaciones en Roma, aunque le da giros de tuerca a personajes entrañables y que podríamos decir que son propiedad de todos y de ninguno (Homero no cobra cánones de autor, aunque otros parezcan querer hacerlo sobre Fuenteovejuna como si Lope de Vega les hubiera hecho albaceas antes de suspirar por última vez), por lo que nunca vendrán mal estos revisionados.
Un agradabilísimo libro para matar horas estáticas. Muy recomendable aunque irregular.

domingo, 8 de noviembre de 2009

LOS SECRETOS DE UN TANGO ARGENTINO



Título: El secreto de sus ojos.

Año: 2.009.

Duración: 126 minutos.

Director: Juan José Campanella.

Guionistas: Eduardo Sacheri y Juan José Campanella.

Música: Federico Jusid y Emilio Kauderer.

Fotografía: Félix Monti.

Reparto: Ricardo Darín, Soledad Villamil, Guillermo Francella, Pablo Rago, Javier Godino, José Luis Gioia, Mario Alarcón, Mariano Argento, Ricardo Cerone, David di Nápoli…





Casi parece imperdonable que este blog aún no hubiera colocado una película argentina en el listado de reseñas. Sin embargo, no podía faltar esta película que tuve la suerte de ver una tarde que parecía anodina y se endulzó por la buena compañía y esta excelente obra. Me dijo un apreciado amigo hace poco tiempo, que quizás la crisis agudice el ingenio, mucho ha sufrido el pueblo argentino en los últimos años, probablemente el séptimo arte ha sido la ruta de escape de muchos artistas. No quiero hacer con ello una apología de algo tan terrible como la inestabilidad política o económica, es simplemente ver el vaso medio lleno o medio vacío. Campanella ha insistido mucho en sus últimas producciones sobre el papel de la esperanza y el romanticismo, como fórmulas que, ganen o pierdan, merecen mucho más la pena que la frialdad y el pragmatismo egoísta. Y eso o te llamas Disney o es muy difícil, pero este director lo está logrando.

En este caso se ha basado en una maravillosa historia, la novela La pregunta de sus ojos, escrita por Eduardo Sacheri, quien además ha colaborado (eso se nota y muy positivamente en la película) en el guión adaptado. Aparentemente nos encontramos ante la historia de un secretario de un Juzgado de Instrucción, Benjamín Espósito (Ricardo Darín), que decide un poco aburrido por su retiro y jubilación escribir sobre un caso que cubrió y le conmovió. El asesinato de una hermosa mujer que se complicó de una forma imprevisible. Hasta aquí, aunque con buena artesanía, nos encontraríamos con una trama detectivesca bien llevada y al uso, pero a Campanella y su equipo les interesa más el transfondo, el cómo antes que el qué.

Basándose en una única pista (una fotografía que solamente Benjamín parece capaz de leer correctamente) tomará un giro que parece llevarle a un sospechoso que nadie había contemplado. Paralelamente trabará una fuerte amistad con el viudo de la mujer, interpretado por un convincente Pablo Rago. Rago trasmite todo el dolor del mundo por la tesitura donde está. Sin embargo, su personaje desconcierta, espera pacientemente todos los días encontrarse cara a cara con el hombre que le quitó a lo que más quería. No obstante, sorprende su determinación, nada de pena de muerte… porque sería demasiado poco. Sin saberlo, estamos ante la piedra angular de todo. Rago, que podría tener solamente un rol de víctima, irá ganando puntos hasta un clímax final que sorprenderá a todos.

Y mientras seguimos la trama policíaca que puede hasta considerarse secundaria, asistimos a la desordenada vida de Benjamín. Para ello, Campanella se sirve de Ricardo Darín, tal vez su actor favorito, tremendamente completo y capaz de darle sustancia a las situaciones más cotidianas. Darín parece haber encontrado la fama ahora en la madurez de su carrera, en ocasiones me han comentado que en entrevistas y actos públicos se comporta con la clase de quien se sabe un privilegiado y al haberle costado llegar, con la educación y los buenos modales de quien teme perder prematuramente lo logrado. Otra corriente lo tacha de un actor que a fin de cuentas hace siempre el mismo papel. Discrepo de esta segunda corriente, a mí me parece un artista muy completo y versátil, aunque si es cierto que siempre da un toque suyo cuando se adueña de los personajes, lo cual explica los paralelismos.

Al servicio de Darín se encuentra su compañero de departamento (Guillermo Francella), que pasa por ser uno de los funcionarios más creíbles que jamás me he encontrado en una gran pantalla. Este día a día de los dos chupatintas, salpicado de ternura y con toda la naturalidad del mundo, hace que nos sintamos parte de la oficina y asistamos a la no muy positiva figura del juez y otros compañeros de Departamento de los dos, más obsesionados por ticar y salir que por resolver el caso, donde Benjamín se está obsesionando de una forma muy particular. Y es que ha creído ver en los ojos de su sospechoso principal (un inquietante y siniestro Javier Godino), algo que él mismo está sintiendo por otra persona, un nuevo elemento que se ha metido en su mediocre vida y amenaza con dinamitarla.

Y aquí entra la musa de Darín, como casi siempre (¿hace falta recordar El mismo amor, la misma lluvia?), una genial Soledad Villamil, que encarna a una nueva letrada que se inserta en el día a día de los juzgados. Lenta, pero inexorablemente, se da cuenta de lo evidente, que está coladísimo por ella y que su pozo de amargura podría terminar siendo el desencadenante de cosas muy malas. ¿Cómo reaccionar al desamor o como seguir siendo digno? ¿Seguir mirando a través de las fotos en segundo plano o continuar con su vida? El micro-cosmos ha sido creado, un drama intenso, una historia romanticona (una mujer que a fin de cuentas tiene que elegir entre un pretendiente de su condición y otro pobre), saldada gracias a la sapiencia de una pareja de actores que juega de memoria y por encima de todo, de un rico sentido del humor que suaviza. Sin el elegante ritmo humorístico, El secreto de sus ojos sería notable, gracias a la sonrisa, alcanza el sobresaliente.

Mientras todo esto sucede, se nos da una lección de historia argentina, como mejor se debe hacer, sin parecerlo. Igual que en los momentos del Berlanga más fino, no se te cuenta que en el franquismo pasaba esto o pasaba lo otro, simplemente tú deduces por qué pasa esto o te preguntas quién estaban el poder y cómo explica los cambios de papeles en los servidores del gobierno. Hay más grises que colores claros, algo que da mayor verosimilitud. Cuando nuestro interés podía decaer, surge una pregunta simple una noche oscura, “¿Vos sos Espósito?”, fáciles predicado y sujeto, pero la respuesta puede cambiar una amistad. Campanella vio el tesoro que le daba el escritor y no lo tocó ni un ápice simplemente lo pasó al lenguaje cinematográfico. La explotación de la amistad bien entendida y los retos que ella conlleva brindan una perfección impresionante, el metraje se mueve muy cómodo en estos pasajes y, casi, levita.

Esto no quita que haya algún punto oscuro. El secreto de sus ojos es un ejercicio maravilloso que quizás se alarga demasiado, tal vez, no lo tengo claro, eso lo determinarán futuros revisionados y ver cómo aguanta el paso del tiempo. La maravillosa conclusión final de que ninguna historia tiene aún marcado su final por escrito, quizás se hubiera entendido igual de bien un poco antes. No obstante, estamos ante cine con mayúsculas y una nueva elevación del producto argentino en las salas. ¿Hasta cuándo? La verdad es que no quiero ser pesimista pero estas maravillas que están llegando se van poniendo mutuamente el listón cada vez más alto, pero como decía la sabía Letizia Bonaparte de su hijo: “Mientras dure…”.

Esta obra ha pasado con muy buenas críticas de público y crítica en el festival de San Sebastián (de hecho muchos piensan que es la vencedora moral, a pesar de la dura competencia) y también se ha hecho muy fuerte durante sus visionados en Toronto. ¿El secreto? No hay tal, si te basas en una novela ejemplar, la adaptas bien, el director es bueno, el casting de lujo y fotografía, montaje, decorados y música cumplen, obra maestra asegurada, nada más fácil… o mejor dicho, más complicado.

Una maravilla que invita reconciliarse con el cine.

viernes, 6 de noviembre de 2009

LOS TUDOR, UNA SERIE REGIA


Tras el modesto pero totalmente necesario homenaje a José Luis López Vázquez, el blog sigue su curso y sin más dilación nos ponemos a la obra con lo que toca, una nueva serie de televisión a pasar revista.


Título: The Tudors.


Creador: Michael Hirst


Emitida por: Showtime.


Primera emisión-Última emisión: 1 de abril 2.007- Hasta nuestros días


Reparto: Jonathan Rhys-Meyer, Natalie Dormer, Sam Neill, Sam Cavill, Peter O´Toole, M. Kennedy, Gabrielle Anwar, etc.


Producción ejecutiva:Eric FellnerTim BevanBen SilvermanTeri WeinbergSheila Hockin


"Crees conocer una Historia, pero tienes que remontarte al principio par conocer la verdad". Sencilla premisa, música de época y nada menos que la época de Enrique VIII a nuestro servicio. Cuando me presentaron Los Tudor, se me hababa de una nueva "Roma", serie que fue una absoluta debilidad para un servidor y que, creo, en España no ha tenido todo el eco debido a causa de los malos horarios que le han ido dando. He de decir que eso puede ser cierto en cuanto al formato, pocos escrúpulos a la hora de mostrar la violencia, la crudeza o temas tabúes como el sexo de la época sin mucho miramiento, pero son muy particulares, por el propio devenir histórico, si acaso, son dos producciones paralelas, nunca secantes.


Enrique VIII es un tipo que aún despierta ampollas, bipolaridades y versiones. Encarnado mil veces en teatro y cine, ahora le toca a la televisión. El mérito de los guionistas de los Tudor, es que plantean que quizás no siempre tuvo que ser ese gordinflón, grandote y sanguinario, tal vez hubo una época en que fue joven, heredero de un trono inestable y sucesión inciera, un joven capaz de enamorarse, desenamorarse, sufrir, reír y dejar de un lado las cuestiones de Estado por sus caprichos. "Dressed to kill" fue la última exposición que puede ver en Londres de uno de los monarcas más peculiares del siglo XVI, contemporáneo de Carlos V y Francisco I (ojo, desfilararán ambos por la serie, atención al mentón de El Emperador), por lo que me sorprende a ver a todo un actor con pinta de galán de gimnasio como Meyers encarnándolo. Pero se lo perdonamos porque aún es un Enrique joven y rebosante de energías (a ver como solventan la papeleta de la fisonomía los avispados guionistas conforme avancen las temporadas) y Meyers, como ya nos demostró Woody Allen, sirve para un roto y descosido. Es un tipo muy solvente que dará que hablar.


En la primera temporada, que es la única que he podido ver completa y en buenas condiciones, el inexperto león tendrá el asesoramiento del cardenal Wolsey, que fue en su día caracterizado por el inolvidable Orson Welles. En esta ocasión, tampoco se da el papel a un cualquiera, el veterano y Hollywoodiense Sam Niell saca un cardenal ambicioso, sin escrúpulos (atentos a sus actos durante el opening de la serie) pero misteriosamente cautivador, admirable por su inteligencia y a su manera, más fiel servidor de su rey que del mismo Dios al que ha jurado seguir. A pesar de la mutua confianza y de frases tan inolvidables como "He estado con el embajador francés Majestad, parece un bueno hombre, pero es... demasiado francés", varias ecuaciones se intepondrán entre tutor y alumno. Por un lado del deseo de Wolsey de ser Papa, lo cual le colocaría por encima de Enrique y por supuesto, una femme fatale, Ana Bolena.


Las hermanas de esta familia siempre han estado ligadas a la monarquía británica. En este caso su hermana mayor María tiene menos peso del que merece, pero tal vez se compense por la riquísima en matices Ana Bolena que nos brinda una Natalie Dormer genial, a veces delicada y prototipo de la novia que muchos soñaríamos con tener, otras una bruja despiada, una cortesana infame, en ocasiones el regalo de Dios a los hombres... y siempre misteriosa. Su Ana Bolena desprende energía por los cuatro costados, su dosis de maldad pero siempre con empatía al público y por supuesto, ambiciosa. Lástima del final del propio personaje histórico, pueden imaginar cómo acabará su preciosa cabecita en la segunda temporada, tras peleas al más puro estilo tragicomedia italiana, pero esperemos que no sea lo último que nos brinde esta actriz, confieso que en "Casanova" ni fu ni fa, pero es que, lo que ha hecho esta joven actriz en esta serie debería abrirle muchas puertas si hay productores que sepan verlo.

En esta first season, Ana irá subiendo en el corazón del rey, sirviendo a su ambicioso padre y amenazando a la reina consorte, Catalina de Aragón. Catalina es un papel ingrato, quizás por eso se lo han otorgado a toda una profesional como María Doyle Kennedy, lástima, eso sí, de los malditos instantes en los que ella y sus adeptos haban en castellano. Mal trabajo en este punto, que lo cortés no quite lo valiente. Otro genio que se han sacado de la chistera al parecer para la segunda temporada es Peter O´Toole, elevado al rango de Santo Padre, un fichaje de lujo que nos invita a pensar que las expectativas de este tipo de series están subiendo a niveles antaño impensables.

Y es que los decorados han sido muy entrañables, sobre todo "El Palacio de las Ilusiones". Además, la intrahistoria y las peripecias de algunos personajes como los músicos que desfilan por la Corte no estorban, son historias entrañables, bien relacionadas y que nos muestran que la vida puede ser muy bonita en palacio, pero que cualquiera es susceptible de caer en desgracia, perder sus amores y amigos o terminar, Dios no lo quiera, presa de las peores enfermedades. Creo que aquí el mérito es que los guionistas e los Tudor usan las historias corales para no sobrecargar los hombros de los protagonistas, pero dejado siempre claro qué directrices son las más importantes. Además, parecen tener la sana pretensión de que importa más el cómo pasó que el qué es lo que pasó. No piensen que jueguen a los dados, ya tienen dinamita bien sembrada para futuras entregas, "Bloody Mary", por niña que sea ya va soltando perlas que revelan que si la saga sigue, queda mucha historia inglesa que contar.

Jeremy Northam nos da una elección de ello, sabiendo leer muy bien su libreto y dando un giro de tuerca a Tomás Moro, el alabado autor de "Utopía", un hombre capaz de morir por sus principios y que ha sido digna inspiración de películas hoy con la aureola de clásicos de "Un hombre para la eternidad". Sin embargo, a pesar de esa incorruptibilidad admirable (que además tiene una curiosa paradoja con el personaje de Sam Neill, mucho más dudoso de moral pero más tolerante), tiene un grado de fanatismo terrible y sería capaz de hacer arder, por ejemplo, a un seguidor de la revolucionaria Reforma Luterana.

Otras licencias son menos admitidas por los puristas historiadores/as y en este sentido, deformación profesional, me inclino a darles la razón. Ya hemos hablado de la fisonomía de Enrique, pero el primer asesinato con el que arranca todo en Italia nunca ocurrió, a la par que la esperpéntica boda de la hermana de Enrique (una preciosa Gabrielle Anwar) en el reino de Portugal es tan inventada como susceptible de ofender al respetable lusitano y con razón. Hay cosas mucho mejor reflejadas, como el ascenso del personaje de Sam Cavill, cuyo gran mérito aparte de su enorme sonrisa y aires de Arturo Fernández es ser el compi de juegos de Henry The Eight, lo cual le proporciona un ascenso continuado que sirve de contraste con los desafortunados que caen en desgracia, sin importar cuán alta fue su relevancia en el pasado (he leído, con toda admiración por cierto, un atinado comentario que colocó un forista en youtube, los personajes de Wolsey y Ana terminan demostrado la suma facilidad con la que pasas de ser halcón a paloma).
En definitiva, nunca exenta de riesgos, espero que la apuesta por este tipo de televisión siga vigente y las tres temporadas de los Tudor no se queden en triunvirato solitario.

lunes, 2 de noviembre de 2009

HASTA LUEGO, MORITO



José Luis López Vázquez ha hecho en cierto sentido, las cosas como hay que hacerlas. Una vida de 87 años no está mal en estos tiempos que corren, ha recorrido varios campos, profesionales y privados, dejando una hoja de servicios que probablemente tiene contados casos equiparables en el cine nacional.
Igual que otros actores peninsulares como por ejemplo Alfredo Landa, ha tenido unas condiciones físicas que le hacían una perfecta muestra del españolito medio, algo que, bien te lo dirán en los castings, te imposibilita hacer de Marco Antonio en una obra de Shakespeare. Sin embargo, tus facilidades para hacerte querer por el público serán mayores si les pareces uno más, alguien que en cierta medida refleja sus sinsabores, sus agridulces victorias y sus cotidianas derrotas.
Pero no quisiera caer en derrotismos, precisamente en este día de luto. Los medios y la opinión pública, en general, suelen dar más importancia a lo que nunca ocurrió que a lo que aconteció, aunque lo que pasó película por película, año tras año, estuvo muy cercano a la grandeza. Desde la época de Belanga contra la censura hasta el destape, López Vázquez, alternando papeles protagonistas como secundario con mínimas frases, siempre estuvo allí, en el pie del cañón. En la agradable cotidianeidad de tener una cara querida en tu piso, corres el riesgo de empezar a valorar más lo de fuera. Supongo que a la gente le pasó eso, aunque era un actor como una casa, El Morito, como le apodaban sus colegas de profesión, era un tipo que siempre cumplía, el correcto sobre de la paga que llegaba sin retrasos ni adornos fuera.
En su ámbito privado, él mismo reconocía que a mucha gente le sorprendía su seriedad. Costaba imaginar al tipo que tantos diálogos disparatados había realizado con Gracita Morales siquiera hablando formal cinco minutos, claro que quizás allí estaba el problema. El encasillamiento. Daba igual que "En mi querida señorita", hiciera un clinic y consiguiera que Mariano Ozores, entre muchos otros, se rindieran a lo que había sido una barbaridad de dignidad y patetismo a la vez, en un papel imposible de repetir, para muchos, López Vázquez era el simpático individuo del bigote que perseguía suecas. Él, que había sido de los pocos que había tuteado a Paco Martínez Soria en "El Turismo es un gran invento", sin dejarse comer nunca, porque era sencillamente gracioso de natural, se defendía: "Hasta para correr detrás de un bikini hay que saber hacerlo".
Es curioso que si alguien tenía dudas de su calidad artística, entre los profesionales jamás se disputase que su nombre no merecía estar entre los grandes. José Luis Garci dijo de él en su añorado programa de la 2 que nadie se había quedado como él plantado, parecía una chorrada, pero si ves "El Pisito", el momento en el que se queda solo y sin novia en el puesto de castañas, te das cuenta exactamente de eso. Matt Groening se dio cuenta de que los tartazos de Krusty solamente tienen gracia si los recibe alguien tan digno como Bob El Actor Secundario, y El Morito, ya fuera como el despreciable heredero de los Leguineche o como el hijo de papá en "Plácido", siempre fue el payaso serio, el papel más díficil, ingrato y absolutamente fundamental en una comedia que se precie. Otros como Forqué no dudaron en darle la voz cantante en "Atraco a las 3", había nombres aterradores en aquel reparto, monstruos de la comedia (Cassen, Gracita, Agustín González, Landa...) pero la apuesta fue por él como hilo conductor y la pasó con nota. Berlanga, por su parte, siempre que pudo le colocó en primera línea y cuentan, que suspiró mucho porque la productora italiana no le aceptó para "El Verdugo", aunque al menos tuvo fortuna con el sustituto, Nino Manfredi.
En televisión también fue uno de los fijos y no dudó en pasarse a otro género con "La Cabina", una historia simple y directa pero que hizo que los españolitos pusieran un pie en la puerta antes de llamar por teléfono aquellos días posteriores al estreno. Asimismo inventaba y creaba estereotipos como el gángster "Palillos" en "Sabían demasiado", donde brindó grandes momentos con otro cómico como Tony Leblanc e hizo uno de los más peculiares interrogatorios que se recuerdan con Concha Velasco. Pero quizás nadie como Alberto Closas (buen actor, galán, alto...), un dueto totalmente necesario que dignificó comedias que quizás hubieran sido menores sin su capacidad de discutir y explotar los contrastes.
Y luego llegó el destape, una sociedad necesitada de autocensurarse pero acomplejada, recién descubierto que lo verde empezaba por los Pirineos... y López Vázquez no se salvó. Fue uno más en peliculitas que muchas de ellas no resisten ni un revisionado, era lo que había y punto, algún gag bueno y poco más. Muchos vaticinaban que allí se acababa todo, que el artista, que el tipo que había estado a las órdenes de Ferreri, Mercero, Berlanga, Forqué y cía estaba frito, pero no fue así, siempre que se le dio un papel digno, su nivel se desplegó a las cotas más altas. Campanella apostó por él para ese cine argentino agudizado por la crisis, no lo tenía fácil su modesto don Aquiles al lado del emergente Ricardo Darín, pero una vez más no necesitaba nada más que una cama de hospital para volver a demostrar que seguía siendo el de siempre, que a él no le oscurecía nadie en una escena y que segía haciendo partícipe al público de lo que ocurría.
Y Berlanga no pudo dejarle de llamar, para que se pusiera coleta y sorprendiera en "Moros y cristianos", enfrentándose a Fernán Gómez (nada más y nada menos) y saliendo como siempre, coleando y sonriente del duelo. El otro día Álvaro de Luna, uno de los últimos en hablar con él, recordaba que "Era muy suyo, pero muy respetuoso", tremedamente celoso de su vida privada y como otros de su quinta, no entendía muy bien las nueva formas de popularidad y la mira en la paja del ojo ajeno. Álvaro también recordó como le ayudó cuando él debutaba y recordó a los desmoriados que sus "tonterías" en una cabina le valieron uno de los primeros premios internacionales que se llevaba la televisión española.
A partir de entonces decreció en asiduidad, aunque presumía de su salud de hierro, le dejó un regalo como actor de composición que era a Santiago Segura conel entrañable facha al que le robaban el ABC todas la mañanas en la segunda parte de Torrente. Y ahora el sueño se terminó y de él se puede decir lo que creo que es el máximo elogio que puede recibir un ser humano en estos tiempos que corren y en esta bola de barro donde todo va tan deprisa: "La vida desde luego seguirá, porque nadie es imprescindible pero si que se puede decir que a día de hoy, el mundo es un poquito menos especial porque ya no está".
Rastreando en la página de Radio Televisión Española me ha hecho mucha gracia y a la vez me ha puesto muy triste el emotivo comentario de un internauta, que creo es un cierre digno para esta modesta entrada: "Adiós... padrino búfalo. Con cariño y agradecimiento.