domingo, 28 de febrero de 2016

BOUNTY HUNTERS DANCE



Había vuelto y seguía siendo tan deliciosamente malvado como siempre. Quizás más. No es que sus últimas óperas carmesíes hayan sido menores en intensidad (Kill Bill, Malditos bastardos...), pero parece que cada entrega en cartelera acentúa filias y fobias de Quentin Tarantino hasta límites insospechados. Los odiosos ocho es una película que ha generado un único consenso: no provoca indiferencia. Se la odia y aplaude a partes iguales. No extraña nada, teniendo en cuenta la personalidad de su autor, uno de los enfants terribles que se sientan detrás de una cámara. 



Desde el arranque inicial, su premisa atrapa: coger Diez negritos de Agatha Christie y fusionarla con el spaghetti western al más puro estilo Sergio Leone. Por cierto, a pesar de ser sabedor de las críticas en concreto que ha recibido por esta banda sonora, no puedo sino entusiasmarme el regreso de Ennio Morricone y el maestro vuelve a demostrar su talento en esos simples tonos que se escuchan cuando los personajes salen de sus diligencias. Atrapados en una ventisca en Wyoming, una forajida buscada por la ley, su captor, un ex mayor del ejército norteño y otras personalidades variopintas se ven forzadas a refugiarse del inclemente tiempo en la mercería de Minnie. Un casual azar que no lo es tanto, puesto que parece que algunos de los protagonistas querían estar justo ahí para lograr objetivos ocultos. 



Así pues, Tarantino nos sumerge en un cóctel donde coge el apartado teatral que tenía Reservoir Dogs (mucho indeseable obligado a compartir un espacio reducido  con desconfianza creciente), pero con menor proliferación de los flashbacks para sacar del agobio. Cuidado, hablamos de 167 minutos, un tiempo que a muchos se les hará excesivo con tan pocos exteriores. Una apuesta arriesgada y en la que el colt del cineasta se ampara en dos de sus armas favoritas: el talento de sus actores y, cómo no, su excelente y heterodoxa mano para firmar diálogos.


Como casi siempre, su casting resulta muy poderoso. Vuelven dos rostros reconocibles de sus primeros filmes, Tim Roth y Mark Madsen, quienes brindan sus usuales y buenos servicios como impagables secundarios. En un altar muy especial colocar a un Samuel L. Jackson al que Tarantino siempre saca el máximo jugo. Aquí, utiliza la poderosa presencia de uno de sus intérpretes fetiches para realizar un monólogo descarnado, dispuesto a levantar ampollas y que no tiene ningún desperdicio. Como en Django Desencadenado (enlace reseña), el clima de la Guerra de la Secesión late como telón de fondo.



Uno de los duelos más notables se produce entre el veterano caza-recompensas John Ruth (Kurt Russell) y su prisionera Daisy (Jennifer Jason Leigh). Cazador y presa que podrían ver cambiados sus papeles en apenas un instante. Leigh cuaja una excelente caracterización en un papel muy exigente, ingresando de inmediato en el Panteón de villanas del universo tarantiniano. Walton Goggins repite por segunda vez consecutiva con el director, recordando, curiosamente, un papel muy parecido al sureño de su anterior entrega, aunque aquí la evolución de su personaje es diferente.



Todo funcionaría sin problemas hasta ese punto. El cansancio de los briosos caballos de esta diligencia puede llegar a medida que avanza este viaje. Lo malo no es que esta interesante historia negra dure casi tres horas. Su principal inconveniente es que si se recortase a dos horas no sucedería absolutamente nada. Por bueno que sea un gag o un diálogo, si su eliminación no afecta a la trama, en no pocas ocasiones, es conveniente quitarlo. Hubiera sido muy interesante conocer la opinión de Sally Menke, la tristemente fallecida y legendaria montadora de Tarantino, a la hora de ensamblar esta alargada, aunque adictiva historia.


Con respecto a la violencia, reconozco que no es nada sorprendente. Sin embargo, creo que la dureza de los filmes de este autor es menor que la de otras películas que, quizá, son menos hiperbólicas pero mucho más realistas a la hora de mostrar heridas o luchas. Tarantino adopta una estética muy comiquera a la hora de sus tiroteos. Todo parece un espejo deformado de feria, real y bien rodado, pero creo que su provocación es más un humor negro que una tendencia al gore o hacia lo desagradable; si bien, hay compases en esta melodía donde parece haber empachado del gusto por ella (le ocurría lo mismo en el tercer acto de Django). 



Todavía así, creo que tras ajustar el ábaco, salen las cuentas en esta segunda inmersión directa en el western por parte de Tarantino. Hay prometida una tercera, la cual nos deja expectantes, si bien, cada vez será más complicado elaborar una fórmula que siga manteniendo las expectativas de la audiencia. Sin embargo, si hay una manera de lograrlo es con el estilo que le ha llevado hasta allí y esos magníficos elencos de los que siempre se hace acompañar. 



Los odiosos ocho supone una inmersión y desconexión de todo durante buena parte (no toda) de su extenso metraje, con una dosis nada despreciable de diabólico ingenio. 



ENLACES DE INTERÉS:



¿Cine del oeste o teatro del oeste? (Carlos Boyero)



Tarantino, el cineasta sin límites (Quim Casas)



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://blogs.indiewire.com/criticwire/could-the-hateful-eight-kill-film-instead-of-saving-it-20151203



https://wall.alphacoders.com/big.php?i=672642&lang=Polish



http://www.wpaperhd.com/wallpaper/movies/the-hateful-eight-daisy-domergue/zqvy/480/800

domingo, 21 de febrero de 2016

PELEAR CONTRA TU SOMBRA: TRUE DETECTIVE 2



Hace apenas dos semanas tuvimos la suerte de poder hablar de un interesante libro sobre las influencias literarias y filosóficas de True Detective (La soledad del Rey Amarillo). Con la distancia de un año, asimismo le dedicamos unas modestas reflexiones a esta primera y espectacular temporada de este producto de lujo de la aclamada HBO (Buscando la verdad). Hoy, toca hacerlo con la segunda y, basta pensar en el juego que ha dado la anterior, para comprender el laberinto en el que se ha metido Nic Pizzolatto: tener que estar a la altura del listón que él mismo se había dejado. Y, para colmo de males, lo haría sin la elegante dirección de Cary Fukunaga. 



A pesar de estar muy interesado en verla, tardé en llegar a este cambio de escenario, aunque sigue habiendo pautas comunes (poderes en las sombras, un caso que se va complicando y refleja los secretos más perversos de los poderosos, etc.). No obstante, resultaba imposible no ver las primeras críticas y reflexiones de otros espectadores. Con apenas dos capítulos incluso, en ocasiones, ya había quienes argumentaban que aquello era la decadencia de un glorioso pasado, que los buenos de Rust Cole y Martin Hart se revolverían ante sus sucesores. Siendo respetable, me parece que esas vestiduras rajadas merecen notas a pie de página. 



Cuando arranca The Western Book of the Dead, el opening de este segundo acto, hay que darle tiempo. Las interpretaciones de Harrelson y McConaughey son inolvidables y permanecerán en los altares; sin embargo, no puede exigirse al nuevo elenco que ocupe su espacio de inmediato. Ahora estamos en California, nos retiramos de la Louisiana más misteriosa para ver tramas mafiosas, compras-ventas encubiertas, trata de mujeres, mafia rusa que quiere asomar la cabeza... Vinci es la corrupta ciudad que, como diría cierto héroe de Gotham, le gusta estar sucia. Se nota aquí la prosa noire de Pizzolatto en sus diálogos.



No obstante, algo parece faltar. Se presentan varias vidas paralelas de personajes para esta historia coral: la detective Anni Bezzerides (Rachel McAdams), su colega Ray Velcoro (Colin Farrell), el oficial Paul Woodrugh (Taylor Kitsch), un antiguo jefe criminal que está intentando "legalizar" su hacienda (Vince Vaughn) y su compañera (Kelly Reilly). Echamos en falta la estética de Fukunaga, pero la dirección de Justin Lin es clara y tarda poco en mostrarnos la soledad de esa ciudad con más tráfico y autopistas que gente. De cualquier modo, hay una regla para disfrutar de este viaje: obvien comparaciones agraviosas con la hermana mayor, esa obra maestra que hay que re-visitar, pero no para fastidiar a su pariente. 



True Detective 2 no es tan buena, una vez se supera eso y evitamos que el hipster que anida en todos nosotros brote, se trata de un programa muy fácil de disfrutar. Sus 8 capítulos son una historia oscura con unos actores que dan lo mejor de sí (particularmente, una gran composición de Farrell con un rol que no era nada fácil) y donde no hay tanta metafísica en su contenido; echaremos en falta al Rey Amarillo y su Corte de Milagros paganos, pero su suspense es suficiente para llevarnos a pequeños actos de una hora cada una con potentes clímax. 



Pizzolatto ha recibido incluso algún dardo de la productora. Se trata de una disculpa envenenada. Los responsables afirman que exigieron demasiada prisa al guionista para escribir la segunda temporada. Una insinuación que implica que, lejos de su política de protección en el pre-estreno, finalmente la HBO también puede mostrar su ramalazo más comercial cuando vienen mal dadas, el share es el share y las malas críticas hacen que todo sea menos de color de rosas. Si bien, creo que su argumento presenta los suficientes ingredientes para haber sido tratado de manera más benigna o, cuanto menos, más constructiva que destructiva. 



Un ejemplo de lo positivo sería tener una protagonista femenina tan interesante como la creada por Rachel McAdams, quien brinda una gran actuación. En la anterior edición, disfrutamos de Maggie Hart (impecablemente llevada a la pequeña pantalla por Michelle Monaghan), pero se trataba de un papel de secundaria de lujo para la historia de los dos detectives masculinos. Aquí, Adams es responsable de algunas de las mejores escenas del show. Seguiremos buceando en la sordidez y los trapos sucios de los poderosos, aunque de una manera más terrenal. 



El resto del elenco brilla a igual altura, aunque cierta indefinición en algunas de las personalidades. Vaughn le da fuerza y se tira a la yugular como Frank, pero nos falta información por momentos de su pasado y en otros nos sobra. No se espolea lo suficiente para imaginar, algo que sí jugó a favor de True Detective 1 (los propios Pizolatto y Fukunaga admitían que algunas de las sesudas interpretaciones y mensajes ocultos que veían críticos y público de su trabajo ni se les habían pasado por la mente al diseñarlo, aunque les encantaba que así se percibiese). Esa bendición no la comparte la secuela, donde nos fijamos más en lo que falta que en lo mostrado.  



De cualquier modo, aquellos osados que aguanten el tirón de la nostalgia tendrán su recompensa, puesto que la historia va cobrando fuerza de menos a más. Vuelve a brotar el problema de los intentos de honestidad en un bosque descorazonador. En serio, no se tratará de ninguna traición al querido recuerdo de Rust y Marty, implica que hay otras historias oscuras que narrar... Pizolatto ha recibido una lección de que le quedaban cosas por perfeccionar como escritor que, incluso el mejor artesano tiene borrones. Y eso solamente puede significar que nos deja ansiosos de la tercera temporada.



"True Detective 2 es una novela negra visual, y por eso precisamente es más convencional que la primera temporada. Esto no quiere decir que sea peor. Es diferente. Por eso, lo principal para disfrutar de la segunda temporada es olvidarse de la primera"- Natalia Marcos, Diario El País.  



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://vimeo.com/131389312



http://www.ibtimes.com/true-detective-season-2-spoilers-ani-goes-undercover-orgy-episode-6-what-happened-2025124



http://blogs.indiewire.com/theplaylist/review-recap-true-detective-season-2-episode-2-night-finds-you-20150628

domingo, 14 de febrero de 2016

ENFERMOS DE HONOR


Celebra su 30 aniversario el Teatro Corsario con una de las piezas clásicas de las tablas españolas: El médico de su honra. Este fin de semana, Córdoba ha podido disfrutar de la pieza de Calderón de la Barca, la cual trata temas que afectaron, y mucho, a la mentalidad de su época, llegando, tristemente, hasta nuestros días. A través de los celos que sufre don Gutierre por el cortejo al que es sometida su bella esposa ante el infante Enrique, hermano del rey Pedro, una serie de trágicas consecuencias van rodeando a los implicados. La amenaza de la afrenta a la honra afectará a todos en un sinsentido que, bajo su atávico código moral, únicamente pueden lavarse con sangre. 



La puesta en escena (representando la Sevilla de la época donde transcurre la trama) es simple y eficaz, destacando el juego de luces planteado para enfatizar los riesgos de la noche y la espiral de desconfianza a la que se ven abocados los protagonistas. Encabeza el reparto Verónica Ronda, la cual luce belleza y sensualidad para justificar las atenciones que recibe su doña Mencía desde todos los frentes. Aunque, como Helena le hubiera podido decir, en ocasiones, la hermosura puede ser una maldición, particularmente en unos días donde las damas estaban siempre puestas bajo sospecha sin derecho a réplica. 



Carlos Pineda es quien toma el manto del marido afrentado, aunque meramente lo fuera en las imaginaciones a la que el honor lo somete, yendo su actuación de menos a más, justo el efecto que pretendió Calderón hace tantos siglos. De igual forma que Mencía, antes de casarse, don Gutierre tuvo su affaire con doña Leonor (una Rosa Manzano que solventa con mucha eficacia un personaje nada fácil, menos agradecido que los otros integrantes del libreto), pero, otra vez, un ridículo malentendido evitó la que probablemente hubiera sido una unión feliz.  



Un mundo de justicia antiguo-testamentaria donde el único paréntesis cómico lo proporciona Coquín (Luis Miguel García), cuyas gracias llamarán la atención del mismísimo don Pedro para tenerle como bufón. Eso sí, fiel a la fama de la que gozó y le hizo ganarse el sobrenombre del Cruel, el monarca advertirá que, si no es capaz de hacerle reír en un mes, ordenará le arranquen todos sus dientes. Y es que el rey presentado, pese a sus intentos de hacer justicia, no es descrito como ningún modelo de equidad. 



No es casualidad esa forma de presentarlo. Don Pedro sufrió la consecuencia de perder la denominada con posterioridad la Rebelión Trastámara, lo cual hizo que su recuerdo perteneciera al de los perdedores de una guerra civil. Asimismo, tampoco es accidental que fuera otra ilustre testa coronada, Felipe II, quien se encargase de que le dieran el sobrenombre del Justiciero. Aquí, Calderón también presenta a la institución fruto de cómo se la entendía en su tiempo, en un contexto determinado y terrible. 



Era el mundo de los nobles y los pecheros. De los cristianos nuevos y los cristianos viejos. También de ver a través de la mirilla si el vecino comía o no tocino... Una Castilla turbulenta y propicia para esa enfermiza aplicación de remedios para conseguir esa figura etérea que es la honra. Una realidad de falsas apariencias. 



La dirección de la adaptación corre a cargo de Jesús Peña, quien se rodea de un excelente equipo para crear una atmósfera de corte sumamente clásico, destacando en esta faceta el vestuario confeccionado para la ocasión por Olga Mansilla. Igual que en La Celestina, los jardines del hogar son utilizados como el espacio propicio para los galanteos amorosos, siempre bajo el temor de la suspicacia del ojo ajeno del vecino, presto a sepultar dignidades. 



Una persona sabia dijo en una ocasión que la comedia era una tragedia que acababa bien y, lógicamente, la segunda era una comedia que había salido mal. Con apenas un puñado de cambios, El médico de su honra sería una pieza de enredos amorosos con criados convertidos en señores, confusiones y pasiones desenfrenadas. Aquí, Calderón muestra el reverso de la moneda, la consecuencia de un sistema de valores viciado desde su origen y cúspide. 



Esa sociedad que, en aras de preservar la honra, es capaz de convertirse en monstruosa.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.culturalalbacete.com/es/inicio--actividades.zhtm?url=2&lang=es&mode=view&corp=culturalalbacete&arg_id=1020



http://www.teatrocordoba.org/venta-de-localidades/espectaculos-a-la-venta/ciclo-oh-cl%C3%A1sicos/



http://www.andalucia.org/es/eventos/teatro-el-medico-de-su-honra-de-calderon-de-la-barca/

domingo, 7 de febrero de 2016

UNA MISTERIOSA CARRERA DE FONDO: EL BATMAN DE GRANT MORRISON

"¿Habré alcanzado al fin los límites de la razón? ¿Habré encontrando al diablo esperándome? ¿Y era miedo lo que había en sus ojos? -Batman, nº 681 USA. 



Todo llega al que sabe esperar y los aficionados de uno de los iconos de DC suspiraron tranquilos en 2006 cuando se anunció que Grant Morrison desembarcaba como guionista fijo de la principal colección de Batman, junto con Superman, el emblema de la editorial. El escritor escocés necesitaba escasa presentación para los incondicionales del Murciélago puesto que, entre otras incursiones, había firmado ya trabajos tan notables con el personaje como Arkham Asylum. Conocido por su original perspectiva de las cosas, su primer arco argumental tuvo la suerte de contar con Andy Kubert, uno de los dibujantes estrella de aquel momento. Era el germen de Batman e hijo, una delirante historia que se lee de una tacada, varios números donde el ritmo frenético y la imaginación se ponen a prueba.



Morrison gozó de una libertad creativa atípica en este género, con la bula de sus superiores para jugar con un héroe que tiene más de 70 años a sus espaldas. Es cierto que hubo de colaborar con otros colegas (Paul Dini, Peter Milligan...) en La resurrección de Ras´s Al Ghul, arco argumental donde hubo de plegarse a lo hecho por otros autores; sin embargo, en líneas generales, su largo periplo con Bruce Wayne ha estado presidido por la independencia. Incidimos en la identidad civil del héroe porque, si alguno ha sido el gran hallazgo de su productiva etapa, es revindicar al hombre en el que se ha convertido ese niño asustado cuando sus padres fueron asesinados en un oscuro callejón por un anónimo criminal.



Hoy nos centraremos en dos sagas hermanadas, El Guante Negro y Batman RIP, inmediatas continuaciones de lo anteriormente citado. De hecho, Morrison ya se había encargado de esparcir sus pistas desde el inicio. El experimento es una hábil apuesta: aceptar como canónicos todos y cada uno de los cómics realizados hasta ese momento del paladín de Gotham. ¿Cómo insertar entonces algunas de las épocas más inverosímiles o las incongruencias fruto de tantas décadas? La respuesta, verdaderamente ingeniosa, para el escocés son Los Archivos Negros. Tras años enfrentándose a enemigos que se especializan en someter a sus rivales a toxinas y alucinógenos (Joker, Espantapájaros...), así como a un análisis y práctica de rituales de meditación de todo tipo y aislamientos, el personaje ha llegado a dudar de la propia veracidad de lo vivido. Las piezas que no encajan se registran en ese archivo oscuro.


Una de las penas de esta experiencia es que el guionista no tuviera la fortuna de contar con un dibujante fijo. Esto no debe entenderse como una crítica negativa a J. H. Williams III o Tony Daniel, entre otros buenos artesanos que siguieron el legado de Kubert, sino a que este tipo de epopeyas se las inmortaliza más con una sensación de continuidad por parte de sus principales integrantes en todo el recorrido: Stan Lee y Jack Kirby en Los 4 Fantásticos, Roy Thomas y John Buscema durante su periplo en Conan el Bárbaro, etc. Para lo bueno y lo malo, parece que el escocés es el máximo responsable de este complejo edificio.



Y esto nos lleva a su gran creación, junto con Damian Wayne, El Guante Negro. Una organización con un puntito Marqués de Sade y otro de Club Bidelberg, los cuales han hecho una apuesta para ver si son capaces de llevar al Murciélago al extremo. ¿Por qué? Porque pueden. Probablemente inspirándose en la desorientación que Matt Murdock sufrió en la magnífica Born Again (ver reseña), la enrevesada madeja se muestra a uno de los mejores detectives de la ficción. Como el protagonista de Shutter Island, en ocasiones, Bruce puede ser paranoico en las conspiraciones que ve tras las sombras, si bien, sus hipótesis y capacidad de construir teorías resultan de una fascinante inteligencia.



Debemos agradecer los lectores castellano-parlantes que Ediciones ECC haya ido sacando los tomos recopilatorios de todo esto; la desorientación que debieron sufrir quienes siguieron mensualmente el vaivén de colecciones y conexiones con otras macro-sagas de DC (especialmente Crisis Final, la cual veo muy bien como algo independiente pero, a mi modesto juicio, enturbia Batman RIP cuando se entremezclan). Con todo, la paciencia, como decíamos en el primer párrafo, suele arrojar recompensas. En este caso, una mirada lúcida que no se aplica en exclusiva a Bruce Wayne, sino también a otros iconos de Gotham como Dick Grayson o El Joker, así como se introducen personajes novedosos e interesantes como Jezabel Jet.



A nivel gráfico, destacar las atrevidas composiciones de página de Williams, quien se adapta a la perfección a la atmósfera Diez Negritos que la trama precisa. Por su lado, Tony Daniel parece haber recibido ambivalentes críticas por este periplo. Personalmente, si bien su trazo tiene un carácter irregular, creo que realiza uno de los mejores trabajos de su carrera y alguno de los momentos más emblemáticos del clímax le pertenecen por derecho propio; bien que se lo echa de menos cuando abandona la colección.



Si el éxito está en que se habla de uno para amarlo u odiarlo, Morrison tuvo un triunfo mayúsculo en su escritura sobre el Murciélago. Aunque prosiguió durante un buen período más dirigiendo los designios del universo de Batman, creo que en lo que hoy nos ocupa se condensa el corpus de su intento. La grandeza es indiscutible en su originalidad y capacidad de inventiva. Ahora bien, también entiendo a quienes argumenten que se paga un peaje de argumento tramposo y ciertas dosis de pretensión excesiva.



No comulgo con todo el experimento y en lo que derivó su continuación pero, lo que nadie le puede quitar estos artistas es que, durante un instante, pareció que, efectivamente, estábamos viendo el canto de cisne de una leyenda. Y, en ese viaje, se disfrutaba casi más de las tribulaciones y el talento de Bruce Wayne que del propio Batman. Para quitarse el sombrero.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



http://goodcomics.comicbookresources.com/2014/06/09/75-greatest-batman-writers-and-artists-artists-30-26/



http://sobrecomic.com/2010/01/28/batman-los-archivos-negros/



http://loveinterest.wikia.com/wiki/Jezebel_Jet?file=Jezebel_Jet_008.jpg



BIBLIOGRAFÍA:



-MERCÉ, J., "Batman: Balas de plata", Dolmen: Revista de información sobre el cómic, nº 156 (2008), pp. 33-38.



-Los Archivos Negros: Las historias que inspiraron Batman R.I.P., Planeta DeAgostini, Barcelona, 2010 [con introducción de Grant Morrison].



-Batman e hijo, ECC, Barcelona, 2014.



-Batman: La resurrección de Ra´s Al Ghul,ECC, Barcelona, 2015.



-Batman y el Guante Negro, ECC, Barcelona, 2014.



-Batman R.I.P., ECC, Barcelona, 2015.



-Crisis Final, ECC, Barcelona, 2015.