domingo, 27 de agosto de 2017

ADVERSARIOS


Están todos los elementos. Los paisajes desérticos de la Texas más profunda. Un par de forajidos que comparten el estrecho lazo familiar de la hermandad. Hay un sheriff que busca hacer cumplir la ley, mientras empieza a desarrollar una fuerte empatía por una de sus dos presas. Hay indios también; no solamente eso, hallamos a los últimos comanches, formidables y orgullosos adversarios. Comanchería (2016) es un western, una película del Far West de magnífica factura. Da igual que David Mackenzie escriba sobre nuestro tiempo, el género puede trasladarse perfectamente a nuestro presente de crisis económica. 



Si nos dijeran que es una cinta de los hermanos Coen, lo creeríamos sin ningún problema. Tal vez sea el mejor piropo posible, la señal de que se ha alcanzado el objetivo. Aunque pudiera parecer que es simple la trama, el truco es que está muy bien contada. Cada personaje del drama tiene motivaciones terrenales, creíbles y acordes con su contexto. Cada cual juega su papel y nos acercamos a un final dramático, esta aventura de carretera, polvo y sudor no debería acabar bien. Pero nunca se sabe. Con los elementos clásicos bien agitados, Mackenzie logra sabores nuevos sin desvirtuar la verosimilitud. 



En apenas una escena, sabemos cómo son nuestros improvisados atracadores. Tanner (Ben Foster) es impulsivo y violento; disfruta al poder fastidiar a esas sucursales bancarias frías que han especulado con los ahorros de modestas familias como la suya. Toby (Chris Pine) supone el otro reverso de la moneda, uno de los grandes atractivos del libreto, un tipo listo y agotado por los problemas de su extracción social, alguien que ha seguido siempre las reglas pero al que ya no tiene nada que perder. Ambos muestran química en pantalla e involucran de inmediato a la audiencia con su causa. 



Mucho más tópico podría haber resultado su cazador, si bien hay un acierto de casting que evita ese problema de manera admirable: seleccionar a Jeff Bridges. Su composición de Marcus Hamilton raya la perfección, cogiendo sin estridencias los tics de un veterano agente al borde de la jubilación, cascarrabias, atávico pero, eso sí, perro viejo de olfato fino para entender que este no es un caso de simples atracadores. Hay un método en la locura, un plan confeccionado por uno de los integrantes, sabiendo exactamente cuáles son los pasos a seguir. 



La réplica a un personaje tan visceral y carismático la da Gil Birmingham como el sufrido compañero de Hamilton. Nuevamente, Mackenzie y su equipo usan una fórmula archi-conocida, la pareja de agentes con distintas procedencias étnicas y abismo de edad. Lo que podría ser cansino se solventa con buenos y escuetos diálogos, además de lo bien que se complementan Bridges y Birmingham, hasta el punto de que transmiten esa sensación de que llevan ya muchos viajes de coche a cuarenta grados a la sombra. 



El resto del reparto está más que a la altura de las expectativas. Si hay una camarera en un restaurante de paso en medio de ninguna parte que depende de las propinas para poder sacar a su prole, la actriz es nada menos que Katy Mixon. Asimismo, un viejo vaquero retirado resulta encarnado por Buck Taylor, a quien tan bien se le da este género. Excelentes apoyos para este recorrido de bistecs grasientos, pozos de agua y petróleo, casinos indios, etc. 


Con paso firme, cada integrante del mosaico texano nos va aproximando hacia un tercer acto donde los arcos de los personajes exigen un tiroteo en O.K. Corral. Por cierto, que aquel mítico duelo de Wyatt Earp no debió de durar mucho según los libros de Historia, aunque, claro, como nos enseñó John Ford, en el Oeste siempre termina prevaleciendo una hermosa leyenda sobre la verdad cuando las dos realidades colisionan. 



Música y fotografía se ciñen como anillo al dedo para que el director haga su última jugada. Nos brinda esa dosis justa de acción, no olvidemos que eso es un requisito en todo neowestern que se precie. Eso sí, se aleja de las exigencias más comerciales, llevando el duelo a donde quiere y mostrando las consecuencias. No hay lugar para héroes y villanos en este tiempo. Impera el tono grisáceo en cada cual. 



La historia se despide en un original epílogo del que no se dirá nada por respecto a las personas lectoras que no la hayan visto. Baste decir que, tras más de dos horas, no hubiéramos tenido ningún inconveniente en seguir disfrutando de ese lugar texano y sus protagonistas.  



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://www.fotogramas.es/Peliculas/Comancheria



-http://histeriasdecine.es/opinion/hell-or-high-water-comancheria-2016-film/



-https://www.reddit.com/r/TrueFilm/comments/5dbi9b/john_ford_influence_in_hell_or_high_water/

domingo, 20 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA LOMBARDÍA (PARTE VII DE VII): HISTORIA DE DOS EQUIPOS


"Es un campo donde he sufrido mucho pero donde es una delicia jugar"-Emilio Butragueño. 



No puede negarse. La tradición que esconde su césped impone, tiene una mística especial el asunto. Como un orgulloso samurái que tuviera una habitación reservada para las armaduras y recuerdos de sus adversarios, San Siro posee un museo con las elásticas de algunos de sus mejores oponentes (Roberto Carlos, Lionel Messi, Gabriel Omar Batistuta, etc.). Contra todos ellos jugaron el Inter y el Milán. A cada uno de ellos les derrotaron en algún momento y también sufrieron sus triunfos. Al final, solamente queda el recuerdo de lo bueno, la admiración del talento, venga de donde venga. 



Junto con Madrid y contadas excepciones la capital lombarda puede presumir en su ciudad de tener dos escuadras que pertenecen a la élite del fútbol europeo. Además, aquí está el impresionante añadido de que compartan estadio. Si hacen el tour, podrán observar lo cerca que están sendos vestuarios, el clima tan especial y la atmósfera que tiene este hermoso estadio. 



De Lothar Matthäus a Van Vasten, pasando por Paolo Maldini y Luis Suárez, los dos eternos rivales condenados a entender constituyen un peregrinaje obligado para la persona futbolera cuando tiene la posibilidad de dejarse caer por la inmediaciones del Giuseppe Meazza. Se comprende a la perfección por qué se lo ha elegido en varias ocasiones para acoger finales europeas. En pocos sitios la hierba y el balón lucen mejor. 


"El pintor es dueño de todas las cosas que pueden pasar por la mente del hombre"-Leonardo da Vinci, Tratado de pintura



Si Michelangelo es una de los explosiones de talento en la escultura más impactantes que se recuerdan, Leonardo da Vinci representa como nadie el ideal renacentista: el ser humano al que le interesa todo y se entrega a cada cuestión con pasión. Su figura es tan representativa que incluso se lo ha asociado en la novela histórica con los templarios, esa orden que no estaba preparada para que Felipe el Hermoso de Francia les incautase sus bienes, pero sí que tenían activados de forma milimétrica planes con siglos de alcance que gente como Dan Brown han amortizado de forma pasmosa. 



Nuestro genio dejó también su huella en Milán. Si en Florencia es imposible andar por una calle sin encontrar una huella de los Médicis, no caben dudas de que el antiguo ducado tiene un apellido propio: Sforza. Fue precisamente Ludovico Sforza quien encargó a da Vinci la pintura que, posteriormente, ha pasado a la Historia del Arte como La última cena. Advertencia para quienes tengan pensado disfrutarla en Santa Maria delle Grazie, funciona con venta previa y conviene no salir de casa ya con la entrada, debido a lo fuertemente demandada que está la admiración de este fresco nada tradicional, cuya ejecución sigue siendo motivo de apasionado debate artístico. 



Una estatua de Leonardo domina la Piazza della Scala, muy próxima al célebre teatro del mismo nombre. No en vano, el artista pasó veinte años de su vida en tierras milanesas. Igual que durante su breve período a las órdenes de César Borgia (a quien dedicó unos fascinantes e interesante bocetos), da Vinci trabajó para Sforza también en cuestiones de arquitectura militar, siendo uno de los reclamos para los huéspedes del castillo del noble poder compartir espacio con esta figura. 


"Hemos hecho Italia, ahora hemos de hacer a los italianos"-Massimo d´Azeglio. 



El Duomo de Milán es una de las paradas obligatorias, habida cuenta de lo impactante que resulta incluso desde la lejanía. Muy próxima al tempo, hallamos la estatua dedicada a Víctor Manuel II, uno de los distintos guiños al miembro de la dinastía Saboya que realizó la ciudad en su tiempo. Época de unificación controvertida y que todavía a día de hoy traería debate en cuanto a las diferencias regionales que existen a lo largo del país. 



La visita a la catedral puede incluir subir por la torre-mirador, llegando, de manera literal, a andar por el techo de la misma. Si, al igual que Scottie Ferguson o un servidor, sufren de mal de altura, pueden tranquilizarse, las medidas de seguridad son buenas y no produce ninguna ansiedad, salvo en la parte más alta por la que hay que subir una escalera menos protegida. Con todo, una experiencia interesante y que permite lanzar una mirada aérea a la llamada capital de la moda.  



Quede todo ello, nunca mejor dicho, como un simple vuelo de pájaro sobre una ciudad que no puede verse en un día. Magnífica excusa para repetir en un futuro. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



-Entrada al césped de San Siro [Fotografía realizada por el autor del blog]



-Piazza della Scala, estatua dedicada a Leonardo da Vinci [Fotografía realizada por el autor del blog]



-Monumento a Víctor Manuel II [Fotografía realizada por el autor del blog]

sábado, 19 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA SERENISSIMA (PARTE VI DE VII): MOSAICO DE ARTES


"Si hay que pisar cristales, que sean de bohemia"-Joaquín Sabina. 



Para los neófitos, siempre será algo cercano a la magia. Aquellas personas que, como es mi caso, carecemos de la más elemental habilidad manual, contemplar a un gran artesano haciendo su trabajo supone poco menos que un embobamiento. Una de las posibilidades que Venecia brinda a los turistas son las excursiones a la isla de Murano, lugar de longeva fama como cuna de algunos de los cristales más famosos del mundo. 



Los talleres en ese rincón alejado del mundanal ruido suelen hacer acuerdos con las compañías que llevan a los turistas a contemplar el magisterio de sus expertos en los hornos. Observar como el elemento es manipulado hasta lograr adoptar la forma, por ejemplo, de un caballo, es una verdadera delicia. No en vano, se dice que no son menos de siete años de aprendizaje para poder adquirir esa técnica de una manera realmente notable. 



En realidad, Murano se compone de varias pequeñas islas unidas mediante puentes. Debido al temor que existía en la ciudad de Venecia por los incendios que provocaban los hornos, la industria se fue trasladando desde finales del siglo XIII a este enclave. Los vaporetti siguen peregrinando por los materiales de estos destacados artesanos, demostrándose, nuevamente, que la mejor publicidad que existe es la generada por el boca a boca. 


La Orden del Fénix



Presten atención especialmente a la manera de soplar el cristal, aspecto clave para la modelar la figura que se pretende. Un pase por este pequeño archipiélago permite, además, probar un pescado muy fresco, como dirían por cierta aldea gala, así como el disfrute de varias pastelerías con productos típicos de la localidad, con especial talento para las pastas. 



Cerca estaría también San Michele, un caso curioso, puesto que se trata, nada menos, que de la isla-cementerio para Venecia. En el pasado, era frecuente transportar los cuerpos de las personas finadas hasta allí. En las otras, la crisis también ha dejado su paso, puesto que no pocas fábricas han terminado siendo abandonadas o reconvertidas en lugares residenciales. 



Si el arte del cristal se terminó trasladando fuera, Venecia sí ha mantenido desde sus inicios una fuerte relación con el mundo escénico que pervive. Por ejemplo, la Fenice, en el lujoso sestiere de San Marcos, ha hecho honor a su nombre, manteniendo su romance con la ópera a pesar de dos grandes incendios, siendo reconstruida desde sus cenizas con todo lujo de ornamentos en sendas ocasiones. 


Cortigiane oneste



Si andan por esos lares, permanezcan atentos al programa del Teatro Comunale Carlo Goldoni, pues se espera próximamente una obra que cuenta en el reparto, entre otras luminarias, con la presencia de Toni Servillo, el magnífico protagonista de La gran belleza (2013) de Paolo Sorrentino. Aunque personajes reales, Venecia ha ascendido en su imaginario popular como leyendas a dos figuras profundamente incomprendidas: Giacomo Casanova y Verónica Franco. 



Todavía a día de hoy la palabra Casanova tiene la connotación de conquista amorosa. No obstante, tal vez lo más curioso sea que el personaje real ha sido mucho más fascinante que cualquiera de sus adaptaciones teatrales o a la gran pantalla; hazaña nada pequeña, habida cuenta de que el propio Federico Fellini usó al galán veneciano para hacer un provocador relato de la sonata de invierno del don Juan transalpino. Perseguido por las autoridades religiosas por su brujería (en realidad, era un apasionado alquimista), legó una exquisita biografía escrita en francés, el lenguaje más elitista en la Europa del siglo XVIII. 



Igual que su colega, Verónica Franco ha pasado a la Historia con el título de seductora,  la cortesana más codiciada de la Serenissima. Pese a que, en ocasiones, esas labores llevaban aparejados encuentros sexuales, Franco poseía un ramillete de virtudes que sobrepasaban en mucho la simple belleza física. Excelente relaciones públicas, dotada poetisa y amante del sibaritismo en su máxima expresión, antecedió a Casanova en tener problemas con el Santo Oficio. Como toda gran estrella que se precie, falleció muy joven y en un ingrato olvido de la ciudad que llegó a pagar 15 escudos por un simple beso suyo. Eso sí, antes había fundado una casa de retiro para colegas de profesión, incidiendo, tema tabú para su tiempo, en la necesidad de la educación para mejorar la condición de desigual de las mujeres. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



-Horno de la Vetreria artistica Emmedue (isla de Murano) [Fotografía tomada por el autor del blog] 



-Teatro Comunale Carlo Goldoni [Fotografía tomada por el autor del blog]



viernes, 18 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA SERENISSIMA (PARTE V DE VII): EL LEÓN Y LAS LEYENDAS


"¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado?- (San Marcos, 6, 2).



En la actualidad, Venecia ronda los 60.000 habitantes contabilizados como vecinos. No obstante, el número y la dificultad de tránsito se dispara cuando pensamos en la cantidad de turistas que la muy serena República de Venecia recibe cada año. Lógicamente, meses como julio o agosto son temporada alta, aunque ni siquiera con las inundaciones de invierno decae el influjo de las personas curiosas por un enclave mágico como pocos en un país que no anda precisamente escaso de lugares con encanto. 



Lo primero que se nota al andar por sus calles es una atmósfera irreal, la propia de un cuento. El cine ha tenido buena parte de culpa en ello. No es solamente por el célebre Festival que la ciudad acoge, también hay distintas películas que se han encargado de subrayar el atractivo de sus puentes, canales y góndolas. La más recordada es Muerte en Venecia (1971), dirigida por el maestro Luchino Visconti. No obstante, es menos recordado que el mismo cineasta firmó también Senso (1954), un poderoso melodrama de los días en  que Austria controlaba la ciudad, con una Alida Valli en uno de sus papeles estelares. 



Eso sí, si la ven antes de ir allí, olvídense de recrear los tranquilos y encantadores paseos de la condesa con su amante, puesto que por los callejones venecianos siempre van a soler ir acompañados de una gran columna de colegas turistas que han tenido la misma idea. Permanezcan alertas a escuchar Attenzione, palabra con la que los cargadores de mercancías y carros advierten a los desprevenidos que deben dejarles paso.


Venezia, la luna e tu




Con ese evocador título, el gran Dino Risi filmó una película que narraba, en clave de comedia, los líos amorosos de un gondolero (1958). El tiempo le ha pasado a la cinta, especialmente a la hora de tratar la relación en pareja, quedando, por fortuna, muchos de sus presupuestos como algo atávico. Eso sí, merece la pena verla por su reparto (Alberto Sordi, Nino Manfredi, Ingeborg Schöner, etc.) y por las hermosas imágenes que brinda de esta profesión que solamente puede encontrar demanda y sentido en un enclave como el veneciano. 



Hoy día, el joven Beppi, protagonista de la comedia romántica, se sorprendería al saber que Giorgia Boscolo ha superado una barrera de más de novecientos años, abriendo, al fin, el camino para futuras gondoleras en una profesión que quería venderse como exclusiva de los varones. De una familia dedicada a esa actividad, Boscolo superó el exigente test que se hace por parte de las autoridades para permitir a los navegantes llevar su propia embarcación por las aguas verdes. Se exige una técnica muy depurada, gran fuerza y sentido de la orientación, con especial riesgo en algunos de los puentes de menor altura. 



Tal vez la más notable de todas esas construcciones sea el Ponte dei Sospiri; a pesar del romanticismo que suele emanar en ese lugar, especialmente en los paseos de las parejitas que pueblan la zona, el verdadero motivo del nombre es poco propicio para elevar el espíritu. Se lo conoce así porque eran los lamentos de aquellas personas que lo atravesaban para ser encarceladas. Por cierto, uno de esos reos fue cierto caballero apellidado Casanova, de quien hablaremos el próximo día. 


"El café, antes de media hora, quedará vacío. Igual que un hombre al que se le hubiera borrado de repente la memoria"-La colmena, Camilo José Cela. 



Toda la ciudad se articula alrededor de seis distritos, denominados por los italianos como sestiere. Por peso histórico, el más conocido es el de San Marco, donde, a muy escasa distancia, se reúnen la lujosa basílica cubierta en pan de oro y con orgullosos caballos presidiendo su torre con el Palazzo Ducale en el extremo oriental. Las personas que habitan Venecia están todavía a día de hoy muy orgullosas de lo que fue el sistema de su República, evocando todavía aquellos siglos dorados donde sus navíos exploraban aguas desconocidos y había una gran riqueza que venía avalada por una organización político-administrativa eficaz. 



Como en cualquier cosa, una indagación profunda nos reflejaría fallas en el sistema (igual que en la Atenas de Pericles, todo funcionaba de maravilla mientras uno fuera hijo legítimo de padres atenienses; si no, ya estaríamos hablando de otro tema) pero, comparativamente con lo que sucedía en otros lugares, solamente cabe admirarse. Los diplomáticos extranjeros se sorprendían (todavía a día de hoy lo hacemos los turistas que lo visitamos) por lo costoso de estar en tan mágico enclave, con aquel reloj insolente que no les permitía a los representantes hablar de media hora sin pagar (sudores fríos, de haberlo conocido, para Demóstenes y Cicerón). 



También hablaban de una mágica sustancia oscura que mantenía a sus funcionarios activos y en pleno funcionamiento. De cualquier modo, la mágica droga no era otra que el chocolate. Y, ya puestos a saber que en San Marco la palabra barato es una quimera, no se priven de probarlo (o el mejor tiramisú, a mi modesto juicio, del mundo) en Florian, una cafetería que parecería la función perfecta del Barroco con el local de doña Rosa en La colmena



BIBLIOGRAFÍA:



-CROWLEY, R., Venecia, ciudad de fortuna. Auge y caída del imperio naval veneciano, Ático de los Libros, Barcelona, 2016. 


-NORWICH, J. J., Historia de Venecia, Almed, Granada, 2009. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-Basílica de San Marcos [Fotografia realizada por el autor del blog]



-Góndola por el sestiere de San Marco [Fotografía realizada por el autor del blog]



-Cafetería Florian [Fotografía realizada por el autor del blog]

jueves, 17 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA SIGNORIA (PARTE IV DE VII): BAJO LOS VIÑEDOS DE LA TOSCANA


Piazza dei Miracoli



Una de las posibilidades que puede encontrar la persona de visita por Florencia es enrolarse en algunas de las excursiones que distintas agencias organizan para los alrededores de la Toscana. Región que suele resultar muy inspiradora, es también un punto de referencia para los enólogos, puesto que el dios Baco parece haber sido especialmente generoso con el vino que se produce por las tierras del río Arno. 



Ninguno de esos pequeños tours en autobús prescinde de visitar la maravillosa Pisa, en cuya plaza de los Milagros se concentran en el mismo césped varias maravillas. La primera de ellas sería, por supuesto, su célebre torre inclinada, postal de referencia obligada. En algo que refleja un poco ciertos aspectos del carácter italiano, la construcción que comenzó en el siglo XII no estaba predispuesta para tener esa inclinación hacia el norte (posteriormente, lo sería hacia el sur). De cualquier modo, hay algo en nuestros vecinos mediterráneos, poca gente improvisa mejor. Así, lo que empezó siendo una dificultad, se tornó en una parada obligatoria para los turistas de todo el globo. 



Gracias al plomo y hormigón armado que concibieron los asesores del gobierno italiano, fue alejándose el espectro de la caída de la famosa torre (las futuras centurias dirán hasta cuándo). Sus escaleras de caracol llevan a una panorámica importante que permite disfrutar de la presencia del baptisterio y la catedral en ese campus privilegiado para el arte. 


"Nel ciclismo non perde mai nessuno, tutti vincono nel loro piccolo, chi ha scoperto di poter scalare una vetta in meno tempo dell´anno precedente"-Marco Pantani. 



San Gimignano es una parada en el tránsito hacia la otra gran ciudad tras Pisa, Siena, de la que también hablaremos. Encantador pueblecito perdido en las montañas, el ciclismo parece sobrevolar a sus habitantes, permitiéndonos comprender la buena tradición de escaladores por esos lares. Acompañen todo ello con la gran variedad de vinos que podrán encontrar en sus diferentes locales, siendo el Chianti el más frecuente en la mesa. 



Las murallas de época medieval del enclave protegen también a la Gelateria Dondoli, una de las mejores que existen. El sabor estrella es el la Crema de Santa Chiara, tarrina que trae grandes recuerdos a sus dueños, puesto que fue el que le valió el triunfo en la competición mundial hace unos años, título que todavía amortizan con las colas de ansiosos clientes que rodean la pequeña plaza donde se sitúa. 



Bajo esas colinas también verán sucursales del Montepaschi Siena, entidad bancaria que las personas amantes del buen baloncesto en la Euroliga recordarán todavía por el célebre equipo sienés que logró clasificarse para varias Final Fours a comienzos del nuevo milenio. 


"El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios...pero hay una cosa que no puede cambiar...no puede cambiar de pasión"-Sandoval, El secreto de sus ojos (2009). 



Siena es una hermosa ciudad repleta de curiosas costumbres. Una de las más llamativas es que congrega multitudes en el llamado Palio de Siena, célebre carrera de caballos donde se enfrentan los distintos barrios (o contradas). Hay dos grandes eventos, uno con motivo de la Asunción de la Virgen y otro por la Virgen del Provenzano. Excepcionalmente, pueden celebrarse otras. Monturas y jinetes profesionales son escrupulosamente sorteados, pero cada barriada se toma muy en serio el asunto, teniendo sus propios banderines. Pudimos comprobarlo este pasado agosto con una guía sienesa que explica la catedral con detalle, la cual no dudaba en afirmar que se podían cambiar de muchas cosas, si bien una persona en la ciudad siempre pertenecía al barrio que la vio nacer. Poca broma. 



El centro religioso del lugar es una ecléctica y bella armonía de estilos góticos y renacentistas, ocultándose en su interior piezas de grandes maestros como Donatello, Michelangelo o Raffaello Sanzio. Se debe a Gian Lorenzo Bernini la corona barroca que se añadió en su cima. Se trata de una visita imprescindible. Uno de sus aspectos más curiosos es que la nave y prebisterio se adornan con bustos de yeso de la Edad Moderna, uno por cada Santo Padre hasta Lucio IIII. 



Frente a la iglesia encontramos uno de los primeros hospitales europeos, concebido en un principio para acoger a los peregrinos que circulaban por la Vía Francígena. Actualmente museo, sin embargo, hasta hacía muy poco estuvo en peno funcionamiento para los ciudadanos de Siena. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



-Torre inclinada de Pisa [Fotografía realizada por el autor del blog]



-Gelateria Dondoli [Fotografía realizada por el autor del blog]



-Catedral de Siena [Fotografía realizada por el autor del blog

miércoles, 16 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA SIGNORIA (PARTE III DE VII)


"È errore moderno credere che la poesia sia cosa per intellettuali raffinati: è la piú popolare delle arti, ed è nata per essere recitata a voce alta"- Umberto Eco. 



Dante Alighieri es un nombre conocido que evoca poca broma. Escribía en latín, era un poeta adelantado a su tiempo y su Divina Comedia es una de las piezas fundamentales para comprender la evolución filológica del italiano desde la Edad Media. Por si fuera poco, su trabajo cumbre incluía un viaje al mismísimo averno, un lugar donde, según rezaban las puertas de acceso, debía abandonarse cualquier esperanza al entrar. Pues bien, el rostro de Dante, atendiendo al trazo de Sandro Botticelli, preside severamente su museo en Florencia, siendo una pieza clave del imaginario popular de la ciudad. 



También le encontramos en solemne postra como uno de los pétreos custodios de la Galería Uffizi. Sin embargo, cuál será nuestra sorpresa si indagamos un poco en los teatros de la zona. Todavía quedan ecos del recuerdo sobre un príncipe de, dicho con el mayor de los respetos, príncipe de bufones, nada menos que Roberto Benigni, el autor de aquella maravilla cinematográfica que se llamó La vita è bella (1997). No es tan conocido fuera de país que ese mismo Benigni pasó mucho tiempo recitando en un delicioso acento toscano aquellos célebres versos de Dante, añadiendo unos comentarios que escapaban de los corsés de la crítica profesional y académica. 



Próxima a la catedral, si el tiempo de su visita se lo permite, déjense caer por Libraccio Firenze. Ahí tienen un complejo con una abundante cantidad de DVD (destacando, por razones obvias, las colecciones que hay encontrarán de mitos como Totò o Alberto Sordi) y libros. Les emplazó a la planta baja. Busquen en la sección de crítica literaria y encontrarán un pequeño librito precedido por Benigni en la portada, Il Mio Dante. Tal vez, sea una de las mejores guías para los ratos muertos lectores de la persona turista que se dejé caer por Florencia. 


"Nunca trato de no complacer al público porque, cuando lo veo gozar, es como una borrachera"-Rafael Álvarez "El Brujo". 



Benigni se dio cuenta de que Dante escribió su trabajo cumbre siendo muy joven. Desde que se lo recitaba su madre, el futuro autor se fue dando cuenta de que en el poeta había mucho más de lo que la erudición mostraba. Puede parecer fácil, pero el ejercicio del intérprete nacido en Castiglion Fiorentino es uno de los más difíciles que puede acometer cualquier artista. El grado alcanzado de interiorizar los versos hasta el punto de hacerlos parte de uno, ser capaz de llevar aquello desde lo sublime a lo cómico, solamente está al alcance de unas pocas personas. 



En su comentarios observarán que el autor cuestiona muchos de los presupuestos básicos de Dante y su época. Cosa rara en aquellos años de marginalidad, el autor escoge a la mujer como el elemento de la salvación del hombre, no como el símbolo del pecado o la damisela en apuros que precisa ser liberada, es su tabla de salvación. El toscano convierte al poeta en su amigo, un colega al que protege y defiende a capa y espada, mientras indaga en un lenguaje en formación. No pueden privarse de esa lectura, mucho menos de oírle recitar. 



Si hay alguien hoy capaz de hacer algo parecido es Rafael Álvarez el Brujo, quien ha montado espectáculos parecidos con los universos de escritores como Cervantes o el anónimo autor de cierto pícaro nacido en Tormes, buceando en sus ricos universos, buscando giros de tuerca a los personajes. No parece casual que el lucentino tuviera aquella idea desde que vio, siendo muy joven, a un tal Vittorio Gassman meterse a su auditorio en el bolsillo con una audaz mezcla de sus vivencias y las escenas más recordadas de Hamlet. 


Rincones con encanto



Sabidos ya los lugares referencia para disfrutar de Florencia y su rico patrimonio histórico y artístico, nunca está de más buscar algunos rincones menos transitados pero que son igualmente valiosos para la persona visitante. Desde las librerías de segunda mano en las inmediaciones de la catedral hasta heladerías de la tradición de Perchè no!, a escasos pasos de la Piazza della Signoria, un establecimiento que lleva en servicio desde el año de 1938. 



De ese amplio ramillete de cosas que se pueden hacer, hay una parada muy rica y repleta de detalles, donde se ubica la célebre Capilla de los Médicis, un lugar que visitar sí o sí, incluyendo la maravillosa biblioteca con incunables que está actualmente en exposición, con interesantes proyectos de restauración por parte de la universidad de Firenze. La iglesia de San Lorenzo oferta una visita con audio-guía en tablet que está realmente bien hecha, siendo la ocasión perfecta para alejarnos de las aglomeraciones turísticas y la necesidad imperiosa de hacer un selfie a cada paso que se da. 



Si pillan un momento de calma, busquen un banco cómodo, pónganse los cascos y guarden silencio para observar pieza a pieza cómo fue gestándose la construcción. Próxima a la basílica tienen un restaurante muy aconsejable, Angelo Poretti, en funcionamiento desde 1877, con manjares tan sabrosos como la pizza margherita con patatine fritte, deliciosa en su simplicidad. Otro rincón aconsejable para refugiarse del calor estival. 



BIBLIOGRAFÍA:



-BENIGNI, R., Il Mio Dante, Einaudi, Torino, 2010.



ENLACES DE INTERÉS:



-ROBERTO BENIGNI RECITA IL PRIMO CANTO DELL´INFERNO



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-Museo Casa di Dante [Fotografía del autor del blog]



-Libreria Giorni [Fotografía del autor del blog]



-Basílica de San Lorenzo [Fotografía del autor del blog]

martes, 15 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA SIGNORIA (PARTE II DE VII)


"El pintor que en nada duda, pocos progresos hará en el arte"-Leonardo da Vinci.



La Trattoria da Guido lleva sirviendo comida en Firenze desde el año de 1961. Si cogen una mesa en el interior, quizás tengan la fortuna de quedar de frente a una curiosa pintura. Allí se refleja un ficticio almuerzo entre tres de los grandes genios que conoció el Renacimiento: Leonardo da Vinci, Michelangelo Buonarroti y Raffaello Sanzio. Los rostros están muy bien caricaturizados, a Leonardo se lo ve un tanto distante, en su propio mundo; Michelangelo parece desconfiado y, por último, Raffaello se antoja encantado de conocerse a sí mismo y disfrutar de la vista que ofrece la magnífica catedral diseñada por Filippo Brunelleschi. 



De ese imponente triunvirato, comenzaremos por Michelangelo, una personalidad con la que pocas bromas podían hacerse. Todo comenzó para él siendo un imberbe aprendiz de escultor. Aquella jornada, los estudiantes recibieron la visita inesperada de Lorenzo de Médicis, modestamente apodado el Magnífico. Superviviente del intento de magnicidio contra su familia, aquel aristócrata sería la causa de la gran fama que alcanzó su apellido. Junto con su actividad bancaria, Lorenzo elevó a su ciudad a través de escoger a los mejores artistas por su intenso y generoso mecenazgo. Para un artista joven, alcanzar su favor era poco menos que garantizarse el bienestar. 



Pese a ello, la primera impresión no fue buena. Lorenzo se detuvo ante el centauro que estaba haciendo Michelangelo y le reprochó que hubiera hecho un hombre joven. Aquellas criaturas debían de ser de mayor edad. Con tanto talento como ego sensible, aquello debió ser un shock para aquel muchacho nacido en Caprese. Mientras el patrón seguía su recorrido, el joven artista usó el martillo para hacer unos breves retoques en la dentadura de su creación. Al girarse, el crítico asintió complacido al ver que en apenas unos segundos había sido capaz de envejecer a su creación sin apenas cambiar nada. Definitivamente, aquel muchacho sabía muy bien a dónde iba. 


"Ahí dentro hay un gigante y tengo que liberarlo"-Michelangelo Buonarroti. 



Nunca un bloque de mármol había tenido mejores pretendientes. Estaba custodiado en Carrara, Michelangelo soñaba con él desde que comenzó a esculpir. A diferencia de otros grandes maestros, él ya veía la carne y la sangre detrás de la piedra, simplemente, se trataba de liberar a su criatura. Sin embargo, aquella pieza de trabajo era demasiado complicada para dársela a una persona con tan poco bagaje. Aguardó con paciencia y sufrió cuando se rumoreó que Leonardo Da Vinci en persona quería ese material. Podríamos decir que los dos genios nunca se llevaron bien, ya fuera por distancia generacional o incluso cuestiones más profundas. 



Mientras Leonardo diseccionaba cuerpos bajo la luz de las velas para aprender anatomía (está bien, convendremos que en Italia hay cosas mucho más interesantes qué hacer por la noche), la única incursión de Michelangelo en esa lid fue desastrosa. Se equivocó de cuerpo y tocó el de un fallecido noble, debiendo recurrir a la protección de los Médicis para salvarse del castigo. De esa amarga experiencia vino uno de sus grandes puntos flacos con respecto a su magistral rival: nunca dominó la proporción de los músculos al nivel de las otras facetas de la escultura donde era un torrente de creatividad. 



Como fuere, a nosotros como viajeros nos importa poco la armonía anatómica ante el impresionante conjunto. El Museo de la Academia de Florencia custodia, entre otros tesoros, uno de los más poderosos alegatos que se han hecho del heroísmo: El David. Una obra tan famosa como el artista responsable, que ya es decir mucho. La recreación de aquel episodio del Antiguo Testamento, una escultura universal y que hace congregar a las masas curiosas desde hace siglos. Consejo de guía, recuerden la leyenda del joven pastor y el titán filisteo. Si los visitantes se lo permiten, vayan moviéndose hasta el lugar donde estarían si fueran Goliat frente a David. Es un pulso homérico, o la Víbora Roja frente a la Montaña si lo prefieren. Verán entrelazada la mirada de la valentía con la preocupación del miedo. Es en esos ojos donde Michelangelo logra uno de sus momentos de mayor éxtasis creativo. 


"La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia"-Aristóteles. 



Aquel formidable episodio solamente constituye uno más dentro de los muchos avatares de Michelangelo, quien por poco provoca una fuerte tensión diplomática entre Florencia y Roma por sus servicios. Julio II, figura formidable y rival a tener muy en cuenta, terminó logrando al artista por el que llegó a suspirar el mismísimo Imperio Otomano. A pesar de no tener la reputación en la pintura que Raffaello y Leonardo habían alcanzado, de aquella alianza tensa de egos surgió la célebre Capilla Sixtina, apenas la punta del iceberg del faraónico proyecto que el Papa llegó a proyectar para su mausoleo. 



Por último, no deberíamos olvidarnos de la muda testigo del almuerzo de los tres artistas. Desde la ventana observamos la imponente presencia de la cúpula diseñada por Brunelleschi. Santa María de las Flores congrega en sus alrededores a un nutrido número de visitantes, existiendo la ventaja de que está muy próxima al hermoso Baptisterio de San Juan. 



Santa María de las Flores, con reminiscencias del Panteón, esconde muchas de las ecuaciones que hacen a Firenze tan especial, la armonía entre el mundo clásico y el medieval, como antesala a una nueva época. 



BIBLIOGRAFÍA:



-COONIN, A. V., From marble to flesh: The biography of Michelangelo´s David, The Florentine Press, Florencia, 2014. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-La Trattoria da Guido [Fotografía del interior del local tomada por el autor del blog]



-El David de Miguel Ángel [Fotografía en la Galería de la Academia de Florencia]



-Vista de la catedral de Florencia desde la estatua ecuestre de Fernando I de Médicis [Fotografía tomada por el autor del blog]

lunes, 14 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA SIGNORIA (PARTE I DE VII): LE VITTORIE DI BATISTUTA


"Nunca disfruté nada dentro de una cancha, lo único que sentía era el respeto de la gente, que era una cosa que me encantaba"-Gabriel Omar Batistuta.



Gabriel Omar Batistuta fue un futbolista argentino atípico. A diferencia de muchos de sus compañeros, aquel pibe de Reconquista no veía el deporte como una tabla de salvación de la economía familiar o un sueño de infancia; por el contrario, pensaba que su habilidad con el disparo le permitiría costearse sus estudios, la obsesión nacional de su país era para él un pretexto. Sin embargo, es probable que cuando aceptó dejar Argentina para fichar por la Fiorentina no esperase encontrarse con aquello. Se sintió profundamente desilusionado de haber aceptado la oferta italiana. "El Bati" todavía no conocía la diferencia entre el sabor de lo viejo y lo antiguo, la amplia distancia que separa lo descuidado de la tradición. 



Con el tiempo, fue apreciando aquellas "piedras" que, para su todavía desentrenado olfato, se le presentaban como inconexas piezas en una urbanización vetusta. No era consciente en esos primeros compases de que Firenze custodiaba miles de años de Historia. Dicen que pocas ciudades transalpinas pueden osar medirse con Roma en patrimonio. Florencia es una de las escasas rivales que puede subir al ring y, en todo caso, perder a los puntos. Paralelamente Batistuta y su familia se enamoraban del lugar de forma paulatina, los tifosi del Artemio Franchi hacían lo propio con aquel delantero que iba a convertirse en el santo y seña de la escuadra viola.



Incluso hoy en día sigue siendo una buena idea personalizar una camiseta púrpura con el número nueve y su apellido en las tiendas deportivas de la ciudad. La prenda se convierte en un código, ese guiño de simpatía hacia el recién llegado, muchas personas que la pueblan (taxistas, guías, turistas argentinos, etc.) que guardan un agradecido recuerdo del ariete, sin importar el lapso temporal transcurrido. No les ocurrirá igual si la lucen en Pisa, donde algún hat-trick de nuestro primer protagonista del recorrido le hizo persona non-grata.



"El río no se preocupa del puente; discurre a su lado"-Herta Müller.



Acaso a cada turista recién llegado le puede invadir la tentación de aquel Batistuta imberbe, cuando acababa de aterrizar en el Aeropuerto Amerigo Vespucci. Con todo, Florencia necesita apenas un paseo para mostrar sus encantos. El recorrido bien podría iniciarse en Ponte Vecchio, una estampa en el trazado urbano de los días medievales sobre el río Arno, donde una larga cola de transeúntes se agolpan sobre las diferentes tiendas locales. Un lugar típico donde se pueden sacar excelentes fotografías.



Y es que los puentes tienen mucha relevancia para comprender el singular trazado del enclave. Las aguas del río Arno provocan una división muy clara del lugar, lo cual los hacía imprescindibles. También eran costosos, como pronto pudo comprobar ante los desbordamientos Cosme I de Médicis, quien tuvo que costear el ensanche del futuro puente "alla Carraia" para que pudieran circular los carros de los comerciantes. Habremos de hablar bastante de los Médicis en estos relatos, puesto que dicho linaje se unió de forma indisoluble a Florencia en su época dorada, es decir, el Renacimiento. 



Las construcciones se acompañan de hermosas esculturas, teniendo todas ellas una fuerte temática ligada a la mitología clásica. Así se puede comprobar en el Puente de Santa Trinita, flanqueado por cuatro estatuas que conmemoraban el cambio de las estaciones. El motivo del lujo fue la ocasión brindada por el casamiento de Cosme II con Magdalena de Austria. Desafortunadamente, durante la II Guerra Mundial fue destruido, aunque se reconstruyó siguiendo la idea original por diseño del ingeniero Emilio Brizzi. 


"Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen"-Nicolás Maquiavelo.



Una parada obligatoria en cualquier circuito debe ser la Piazza della Signoria, punto clave en el centro histórico. Su nombre se remonta a aquel órgano de gobierno que rigió los destinos de la ciudad, compuesto por nueve miembros seleccionados escrupulosamente. El palacio mantiene toda su fuerza y se ubica en una zona inmejorable, muy próxima a la fabulosa Galleria degli Uffizi, museo imperdible para el visitante, rodeado en sus entradas por las severas estatuas de los Maquiavelo y compañía. 



La Signoria atrae una red de restaurantes de calidad (aunque no todos ellos de precio razonable), si bien hay disfrutes que, por fortuna, siguen siendo libres de precio. Julio-agosto es muy buen mes para andar por la plaza, puesto que diferentes orquestas ofrecen recitales al aire libre, siempre muy concurridos y disfrutando de la música en un marco tan especial.  



Hecha la breve presentación, llega el momento en la segunda parte de dar la bienvenida a los verdaderos protagonistas de la fama cultural que hizo a Florencia un micro-cosmos en una de las revoluciones artísticas fundamentales para entender la historia del arte. 



ENLACES DE INTERÉS:



-La victoria de Batistuta



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-Ponte Vecchio [Fotografía tomada por el autor del blog]



-Camiseta firmada de Gabriel Omar Batistuta, Museo de San Siro [Fotografía tomada por el autor del blog]



-Piazza della Signoria al anochecer [Fotografía tomada por el autor del blog]