domingo, 14 de febrero de 2016

ENFERMOS DE HONOR


Celebra su 30 aniversario el Teatro Corsario con una de las piezas clásicas de las tablas españolas: El médico de su honra. Este fin de semana, Córdoba ha podido disfrutar de la pieza de Calderón de la Barca, la cual trata temas que afectaron, y mucho, a la mentalidad de su época, llegando, tristemente, hasta nuestros días. A través de los celos que sufre don Gutierre por el cortejo al que es sometida su bella esposa ante el infante Enrique, hermano del rey Pedro, una serie de trágicas consecuencias van rodeando a los implicados. La amenaza de la afrenta a la honra afectará a todos en un sinsentido que, bajo su atávico código moral, únicamente pueden lavarse con sangre. 



La puesta en escena (representando la Sevilla de la época donde transcurre la trama) es simple y eficaz, destacando el juego de luces planteado para enfatizar los riesgos de la noche y la espiral de desconfianza a la que se ven abocados los protagonistas. Encabeza el reparto Verónica Ronda, la cual luce belleza y sensualidad para justificar las atenciones que recibe su doña Mencía desde todos los frentes. Aunque, como Helena le hubiera podido decir, en ocasiones, la hermosura puede ser una maldición, particularmente en unos días donde las damas estaban siempre puestas bajo sospecha sin derecho a réplica. 



Carlos Pineda es quien toma el manto del marido afrentado, aunque meramente lo fuera en las imaginaciones a la que el honor lo somete, yendo su actuación de menos a más, justo el efecto que pretendió Calderón hace tantos siglos. De igual forma que Mencía, antes de casarse, don Gutierre tuvo su affaire con doña Leonor (una Rosa Manzano que solventa con mucha eficacia un personaje nada fácil, menos agradecido que los otros integrantes del libreto), pero, otra vez, un ridículo malentendido evitó la que probablemente hubiera sido una unión feliz.  



Un mundo de justicia antiguo-testamentaria donde el único paréntesis cómico lo proporciona Coquín (Luis Miguel García), cuyas gracias llamarán la atención del mismísimo don Pedro para tenerle como bufón. Eso sí, fiel a la fama de la que gozó y le hizo ganarse el sobrenombre del Cruel, el monarca advertirá que, si no es capaz de hacerle reír en un mes, ordenará le arranquen todos sus dientes. Y es que el rey presentado, pese a sus intentos de hacer justicia, no es descrito como ningún modelo de equidad. 



No es casualidad esa forma de presentarlo. Don Pedro sufrió la consecuencia de perder la denominada con posterioridad la Rebelión Trastámara, lo cual hizo que su recuerdo perteneciera al de los perdedores de una guerra civil. Asimismo, tampoco es accidental que fuera otra ilustre testa coronada, Felipe II, quien se encargase de que le dieran el sobrenombre del Justiciero. Aquí, Calderón también presenta a la institución fruto de cómo se la entendía en su tiempo, en un contexto determinado y terrible. 



Era el mundo de los nobles y los pecheros. De los cristianos nuevos y los cristianos viejos. También de ver a través de la mirilla si el vecino comía o no tocino... Una Castilla turbulenta y propicia para esa enfermiza aplicación de remedios para conseguir esa figura etérea que es la honra. Una realidad de falsas apariencias. 



La dirección de la adaptación corre a cargo de Jesús Peña, quien se rodea de un excelente equipo para crear una atmósfera de corte sumamente clásico, destacando en esta faceta el vestuario confeccionado para la ocasión por Olga Mansilla. Igual que en La Celestina, los jardines del hogar son utilizados como el espacio propicio para los galanteos amorosos, siempre bajo el temor de la suspicacia del ojo ajeno del vecino, presto a sepultar dignidades. 



Una persona sabia dijo en una ocasión que la comedia era una tragedia que acababa bien y, lógicamente, la segunda era una comedia que había salido mal. Con apenas un puñado de cambios, El médico de su honra sería una pieza de enredos amorosos con criados convertidos en señores, confusiones y pasiones desenfrenadas. Aquí, Calderón muestra el reverso de la moneda, la consecuencia de un sistema de valores viciado desde su origen y cúspide. 



Esa sociedad que, en aras de preservar la honra, es capaz de convertirse en monstruosa.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.culturalalbacete.com/es/inicio--actividades.zhtm?url=2&lang=es&mode=view&corp=culturalalbacete&arg_id=1020



http://www.teatrocordoba.org/venta-de-localidades/espectaculos-a-la-venta/ciclo-oh-cl%C3%A1sicos/



http://www.andalucia.org/es/eventos/teatro-el-medico-de-su-honra-de-calderon-de-la-barca/

No hay comentarios: