domingo, 26 de junio de 2016

ALFA Y OMEGA DE UNA FRANQUICIA



Estamos sumergidos de pleno en una era cinematográfica donde el género superheroico goza de una gran aceptación. Eso conlleva varias ventajas y otros tantos inconvenientes. Entre los segundos, destaca la fuerte tendencia al reboot, es decir, un reinicio a las dos o tres películas de un mismo personaje o grupo de héroes. Un intento claro de que se mantengan actualizados y acordes con la moda del momento. Es uno de los motivos por los que la franquicia correspondiente a los X-Men resulta tan especial porque, con varias trampas ocultas en esta afirmación, sigue avanzando hacia adelante de manera continuada. 



Precuelas, spin offs con Lobezno y otros ardides apartes, los mutantes marvelianos siguen, hoy y siempre, resistentes al invasor paso del tiempo. Corrigiendo varias incongruencias de X-Men 3, Bryan Singer volvió a los mandos tras las cámaras para filmar Días del futuro pasado, una contradictoria pero excelente historia que permitió volver a colocar todas las fichas en su sitio. Por ello, esta nueva entrega con Apocalipsis, una de las grandes Némesis de los pupilos de Xavier, fue aguardada con sana expectación, puesto que Singer repetía rol y estaba garantizado el cameo de Hugh Jackman como Logan.   



Simon Kinberg, Michael Dougherty, Dan Harris y el propio Singer se toman muchas licencias de la alargada saga original. Varias de sus decisiones son muy acertadas. En primer lugar, olvidar la atractiva ucronía futurista en la que se basaban los cómics, probablemente, como consecuencia de que Días del futuro pasado ya había jugado con todo ello, hasta el punto de que al gran público le resultaría repetitivo dos películas consecutivas ambientadas en tiempos venideros donde todo iría muy mal. Lo que sí se hace es mantener la línea temporal arreglada y ver cómo hubiera sido el ingreso de futuros miembros de los X-Men como Cícople o Fénix. No se puede hablar de reboot, pero la Fox ha encontrado en las paradojas de los dominios de Cronos el elixir de la eterna juventud de los esforzados estudiantes de Charles Xavier. 


En este sentido, hay varios aciertos de casting indudables. Sophie Turner aceptó con entusiasmo la posibilidad de encarnar a una joven Jean Grey, llamando de inmediato a Famke Janssen, su predecesora en el puesto, la cual había dejado un gran recuerdo por su interpretación de una de las mutantes más reconocidas de la Casa de las Ideas (como modestamente hacía llamar Stan Lee a la editorial). Turner argumentó que lo había hecho porque a ella le gustará que cuando otra actriz tome los ropajes de Sansa Stark, a ella le agradaría que le pidieran consejo. Buena forma de comenzar el desembarco de caras nuevas, dejando una agradable sensación para los fieles de la saga de que el legado se encontraba en buenas manos. 



Con todo, a nivel de la cinta que hoy nos ocupa, X-Men Apocalipsis sigue viviendo de un feliz hallazgo, un triunvirato de intérpretes en estado de gracia: James McAvoy, Jeniffer Lawrence y Michael Fassbender. O, lo que es lo mismo, ese triángulo de personalidades atormentadas que configuran Charles Xavier, Raven y Magneto. Tres personalidades muy atractivas que dan mucho empaque a la historia y se nutre de la fuerza que cada uno de ellos da al otro. Todo ello se mantiene vigente en esta competición por la supervivencia que Apocalipsis, el primer mutante del que tienen constancia los libros de Historia, impone a lo largo y ancho de todo el planeta. 



La trama resulta menos inspirada que en el episodio anterior, lo cual no significa que sea una experiencia muy entretenida y que hará las delicias de las personas que conozcan bien a estos personajes, existiendo varios guiños y detalles que quizás se pierdan en un primer visionado, pero que hablan claramente de la sensación de continuidad que arroja este proyecto. Pese a los pasos en falso o batacazos, en carrera de fondo, este exitoso género debe mucho a la constancia de estos protagonistas perseguidos por una sociedad a la que intentan proteger. 



Si en la anterior entrega era McAvoy quien destapa e tarro de las esencias con la ternura bien entendida que supo dar al profesor Xavier, o Jennifer Lawrence la que dio una dimensión en X-Men: Primer Generación a Mística/Raven que no había tenido en su concepción original, aquí la voz cantante la da la versatilidad de un Fassbender impresionante. Un actor que puede hacer de Macbeth, de abogado de narcotraficantes o de Magneto, entre muchos otros, es que tiene un registro a prueba de bomba. Se nota que lleva mucho tiempo con Erik y no hay secretos para él a la hora de mostrarlo en su complejidad y alejarlo del estereotipo de villano de folletín con casco grandilocuente. Ian McKellen, Patrick Stewart y Rebecca Romijin pueden estar tranquilos con respecto a sus sucesores.  



Con todo, el proyecto también arroja sus puntos flacos. Pese al buen hacer de Oscar Isaac, los poderes de Apocalipsis no son nada fáciles de llevar a gran pantalla, siendo quizás esta aventura más sencilla de llevar a buen término en las viñetas. Hay aciertos de casting como la joven Ororo Munroe a la que da vida Alexandra Shipp, habida cuenta del listón tan alto dejado por Halle Berry, o la Psylocke que representa Olivia Munn. Muchas peleas y piruetas de enjundia que aderezarán las palomitas, si bien todo es menos redondo y tiene menos coherencia el castillo de naipes construido que ese círculo cerrado que fue Días del futuro pasado



No defraudará en ningún momento a los seguidores a la causa, quedando solamente la pregunta de cuánto tiempo apostarán productora y equipo artístico de no ceder a la tentación del botón reset. Cuanto menos, ese es un Omega para el futuro de los X-Men en el cine que no se plantea. Por fortuna, demos gracias a En Sabah Nur. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.taringa.net/posts/tv-peliculas-series/19416487/X-Men-Apocalypse-es-destrozada-por-la-critica.html



http://www.melty.com/x-men-apocalypse-sophie-turner-and-famke-janssen-s-jean-grey-are-very-different-a3731.html



http://collider.com/x-men-apocalypse-michael-fassbender-interview/

domingo, 19 de junio de 2016

SAVAGE INSTINCT: PENNY DREADFUL, SEGUNDA TEMPORADA


El primer sorbo había parecido despertar en el paladar un sabor agridulce (PENNY DREADFUL, DARK PLEASURES), con la extraña sensación de no saber qué primaba más, si las innegables virtudes o los visibles defectos. Penny Dreadful es un ejercicio de eclecticismo, el heterodoxo ejercicio que alterna la novela de folletín con la descarada irreverencia que exhibe Alan Moore en sus cómics; un experimento de doctor Frankenstein que se compone de varias piezas en su armazón, no todas en armonía. Sin embargo, debo admitir que esperaba con curiosidad su segunda temporada, expectante a ver cómo evolucionaba la criatura de John Logan y su equipo. 



Una impresión que da un visionado general es que poco ha cambiado. Virtudes y defectos se mantienen a partes iguales. El casting sigue siendo un completo acierto, sobresaliendo la particular pareja que forman Josh Hartnett (Ethan Chandler) y Eva Green (Vanessa Ives). Es realmente espectacular lo que este dueto aporta, son capaces de darle fuerza y credibilidad a lo más incoherente de los personajes que encarnan. Green, una actriz valiente como pocas para afrontar cualquier reto, es una de las alegrías más grandes del show; vuelve a repetirse la fórmula de darle un flashback exclusivo a esta vidente durante todo un capítulo, The Nightcomers; igual que sucedía en la primera temporada y la relación de Vanessa con Mina Harker, estos trozos de su pasado son excelentes micro-relatos de terror y suspense.



Personalmente, más sorpresa supone Hartnett. No resulta extraño el buen hacer de Timothy Dalton como el veterano explorador Sir Malcolm Murray, pues se trata de un intérprete de contrastada solvencia en televisión y cine, pero su compañero ha sabido sacar partido de una papeleta difícil. Su Ethan tiene una eficaz combinación de carácter y ternura, dando unos matices que escapan del simple molde de héroe de pasquín. Vanessa es una personalidad oscura que busca con desespero la luz, mientras que míster Chandler es un paladín que teme su propio reverso y perder el control. Juntos, son una combinación que difícilmente pasará desapercibida.



Combinación que, por otra parte, les será muy necesaria a ambos para sobrevivir. Recién salidos victoriosos de su enfrentamientos con la Criatura (un Drácula desaprovechado y muy alejado de la hipnótica presencia que se desgranaba al pasar las páginas de Bram Stoker), el grupo de aventureros se las verán de frente con la brujería, en concreto, una serie de poderosas mujeres lideradas por Madame Kali (Helen McRory). Si bien los compases iniciales de esta lucha distan muy poco de cualquier blockbuster veraniego, el duelo va ganando en intensidad e interés.  



Buena parte del mérito de esa mejoría recae en el saber hacer McRory, siendo deliciosas sus escenas con Dalton. Paralelamente, se desarrollan otras tramas de enjundia, destacando una muy particular versión de la "consorte" de Frankenstein, pero, en este caso, muy alejada de la encantadora La novia de Frankenstein (1935), generándose un particular y algo novelesco triángulo amoroso entre el creador y sus vástagos de noches tormentosas. 



En los intentos de aunar al buen doctor con el resto de protagonistas, hubiera sido muy aconsejable haber conservado durante más tiempo la figura de Van Helsing, pero, en una de las peores carencias del show, hay demasiada sensación de premura. Y es una real pena, porque hay verdaderos hallazgos, tales como ese Dorian Gray siempre buscando huir del aburrimiento, experimentado con todo tipo de placeres y apetencias, en esa dulce condena que ya le dio Oscar Wilde. Pese a todo lo dicho, si a un programa se le mide por capacidad de entretenimiento, la destreza de Penny Dreadful en tal menester no debe desdeñarse. 



Buscando elevar el nivel de exigencia para futuras sagas, resaltar que, teniendo en cuenta que es un ejercicio tan metaficcional, a nivel de argumento se contenta con arañar apenas la punta del iceberg que conforman las grandes obras a las que referencia. El micro-cosmos de cada uno de esos protagonistas podría, entre tantas posesiones diabólicas, balas de plata y chillidos, alimentarse un poquito más, beneficiando a la categoría del conjunto. 



De cualquier modo, ello no impide que se disfrute mucho de este instinto salvaje cuando la maquinaria que lo acompaña está engrasada. En sus mejores momentos, Sir Malcolm y los suyos no desentonarían en la etapa dorada de los cómics Tomb of Dracula de Marv Wolfman y Gene Colan; una sabia combinación del género thriller con terror gótico. Ahí es donde alcanzan sus mejores cotas.



Queda el tercer asalto de esta serie de dientes de sierra, atractiva, tramposa, inquietante e impredecible. La aguardaremos. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://zap2it.com/2015/05/penny-dreadful-season-2-vanessa-ethan-together-romantically-erotically-intellectually/



http://www.vcpost.com/articles/24897/20140723/showtime-penny-dreadful-season-2-helen-mccrory-antagonist-production-begin-august-2014-josh-harnett-helen-mccrory-madame-kali.htm



http://www.hobbyconsolas.com/videos/penny-dreadful-nuevo-diabolico-trailer-2-temporada-coleccion-carteles-112722

domingo, 12 de junio de 2016

LA MUERTE DE STALIN



Hay cómics que tienen fuerza de entrada. La persona que abre sus páginas nota de inmediato que no está ante una lectura cualquiera, simplemente, acababa de empezar el sumergimiento en una historia diferente. Exactamente eso sucede con La muerte de Stalin, una narración a cargo de una pareja artística de lujo, Fabien Nury (guión) y Thierry Robin (dibujo), quienes nos trasladan a las últimas horas de vida de Iósif Stalin, así como a la implicación que todo ello tuvo en la cúpula del Partido soviético.



Un marco realmente grandilocuente y con un regusto siniestro. No está nada mal que la ambientación sea así, puesto que la figura de Stalin ha dejado en la Historia un regusto de ostentación de gran poder y un eco oscuro, fruto de las purgas, gulags y verdadero régimen de terror que este personaje logró imponer. La revolución bolchevique había luchado contra la tiranía y régimen atávico de los zares, justo para encontrarse después que uno de sus máximos dirigentes se ganaba el apelativo de "El Zar Rojo". Inteligente, ambicioso y sin escrúpulos, Stalin generó una corte alrededor que en los momentos de esta aventura se debate entre el temor de la situación política que puede surgir (contexto de la Guerra Fría) y el sueño de poder reemplazar al cabecilla como nuevos hombres fuertes.



Rigurosamente documentado, el público que no beba los vientos por los rigores de Clío, puede respirar tranquilo. La muerte de Stalin no es un registro notarial de aquellos inciertos días en Moscú, sino que los autores introducen elementos dramáticos a su beneficio para acelerar el tempo narrativo. Así, la carta de la solista María Yudina cambia su ubicación cronológica real para servir de realmente impactante inicio. Podríamos decir que las cosas no ocurrieron así, pero sí que está presente la esencia y el sabor del miedo que presidio aquel acontecimiento excepcional. 



Historia coral dentro de un comité donde, eso sí, hay un personaje al que Robin caracteriza con especial esmero, Lavrenti Beria, uno de los más hábiles jugadores en el círculo de Stalin para intentar sustituirle dentro del Partido. Sin embargo, los costes del fracaso en la empresa pueden ser terribles, e incluso un manipulador y conocedor de los entresijos y secretos del Kremlim está expuesto a excesivos riesgos. Otros nombres como Malenkov o Nikita Kruschev desempeñarán su rol en un drama casi shakespiriano por cuanto refleja de a lo que conduce la codicia desmedida y la seducción del poder. 



Pero un arma devastadora que que deja boquiabierto al auditorio en esta verdadera obra maestra es la capacidad que tiene el guión y la representación gráfica de mantener, incluso a los más abominables en este festín de cuervos, con su humanidad. A pesar de que los vemos hacer actos de tremenda crueldad, nadie es figura de retablo, todos tienen debilidades, amores perdidos, inseguridades, miedos, etc. La sagacidad de los diálogos impresiona. 



Particularmente, Nury maneja muy bien los sobre-entendidos cuando quiere insinuar y no decir algo. Su mejor trabajo, quizás, es con el hijo de Stalin, a quien da varias escenas fundamentales para que echemos un rápido vistazo, apenas un parpadeo, al círculo familiar y la intimidad del "padre de la patria" Stalin, aquella imponente presencia que llegó a quitar el sueño al mismísimo Lenin, quien vislumbró que era fundamental para el futuro que el gran poder que llegó a aglutinar Iósif no terminase engullendo Trotski. El resto ya lo conocen.  



Paralelamente, el virtuoso trazo de Robin nos lleva por el peregrinaje de gentes de diferentes rincones de Europa del Este, trabajadores esforzados que acuden en masa a mostrar sus respetos a un gigante antes a un hombre; probablemente, nunca conocieron a Stalin en persona, pero la imagen propagandística permitió crear un mito de acero que, junto con los silencios (lo acontecido en el bosque de Katyn con los prisioneros polacos, los asesinatos orquestados contra ex camaradas suyos expatriados, usar en su único provecho la petición de apoyo del gobierno republicano durante la guerra civil española...), hizo pensar a muchísimos que Iósif nunca moriría. 



Síntoma de lo bien que llegan a moverse en la particular ópera que traman, es que el equipo artístico incluso se permite una cierta dosis de humor negro, el cual no estorba ni es de mal gusto, simplemente sirve de relajante, una sonrisa amarga ante el desfile de doctores y alianzas dignas de Meñique que se van gestando en la secretaría soviética. 



Imposible abandonar estas viñetas sin acariciar la idea de que acabamos de toparnos con un auténtico clásico, uno de esos cómics que revindican la calidad que se puede llegar a alcanzar en este medio artístico. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://labd.blogspot.com.es/2012/07/incroyablement-oublies-cccvi-la-mort-de.html



http://www.sambabd.be/tag/la+mort+de+staline



http://www.normaeditorial.com/ficha/012034565/la-muerte-de-stalin/

domingo, 5 de junio de 2016

LA GENERACIÓN DORADA



Como persona aficionada al baloncesto, debo admitir, no sin cierta envidia, que Juan Francisco Escudero ha escrito varios libros que son los que hubiera encantado poder haber hecho yo mismo. Uno de los principales autores de la línea abierta por Ediciones JC, Escudero es una referencia por haber hecho una excelente biografía al castellano de Drazen Petrovic, así (junto con Antonio Rodríguez) de una historia coral de la andadura de los míticos Boston Celtics, entre otros manuscritos sobre el deporte de la canasta. Para colmo de mis males, en que hoy nos ocupa para este reseña, Escudero toca otra de mis grandes pasiones, Argentina. Y es que, en esta ocasión, presenta Manu Ginóbili y el milagro argentino.



Se trata de un recorrido con precisión de notario que nos lleva desde el Luna Park hasta la gloria olímpica alcanzada por una irreverente camada en Atenas 2004, los cuales no tuvieron miedo a la Historia y lograron noquear en semifinales a la cuarta reencarnación del Dream Team estadounidense. Como eje rector del discurso, el Narigón Manu Ginóbilli, el jugador más representativo para sus coetáneos, el que logró triunfar en Europa (Kinder de Bolonia) y en la NBA, siempre con la elástica de los San Antonio Spurs.



De cualquier modo, el protagonista de Bahía Blanca tarda en aparecer. El relato de Escudero se remonta a tiempos menos felices, cuando la federación albiceleste era caótica y seleccionados como el uruguayo o el brasileño les llevaban una amplia delantera. Los días de pioneros como Jorge el Gigante González, una fuerza de la naturaleza que superaba los 2´30 metros de altura. Tras defender los colores de su país, este extraterrestre derivó a una carrera en el mundo de espectáculo, donde hizo fama, contactos y plata que desaparecieron con la misma rapidez que llegaron. Olvidado por muchos, el gigantón tuvo la fortuna de contar con la solidaridad de sus ex compañeros, quienes seguían agradecidos a alguien que permitió igualar, aunque fuera un poco, las desproporcionadas diferencias en la guerra bajo tableros.


Asimismo, sus páginas nos acercan a figuras como León Najnudel, cuyo efímero paso como máximo responsable del basket del conjunto sudamericano sembró las bases de los futuros éxitos. Un pionero a quien gente como Luis Scola todavía se muestran agradecidos: "Bienvenido al mundo de los altos", le dijo en una ocasión al joven, acomplejado por su tamaño. O a soñadores como Guillermo Vecchio, una mezcla de visionario y vendedor de imposibles, pero que fue una pieza básica para que sus pibes se creyesen que podían competir contra cualquiera en una cancha. 



San Antonio, por supuesto, ocupa un escenario relevante de esta historia. Solamente con un entrenador como Popovich (quien viajó un verano a acompañar a Manu a su tierra de origen, buscando conocer el pasado de uno de sus mejores pupilos) podría haberse fraguado una trayectoria atípica, la del sexto hombre que estaba más minutos en pista que los titulares. "El Narigón" terminó componiendo una epopeya que incluso otro icono del deporte argentino, Diego Armando Maradona, ha admito que le ha emocionado.  



El libro viene acompañado de un sentido prólogo por parte de Santiago Segurola, uno de los mejores cronistas deportivos de los últimos años, además de añadirse unos epílogos y palabras finales de actores principales en esta cuestión. Por ejemplo, Sebastián Uranga, uno de los primeros argentinos en ser reconocidos a nivel internacional por sus prestaciones baloncestísticas. O el destacado entrenador Julio Lamas, actualmente en San Lorenzo de Almagro, junto con las impresiones de Carlos Raffaelli, prolífico escolta que se ha reconvertido en la actualidad en representante y comentarista deportivo. 



El repaso que Escudero realiza de los distintos torneos en los que participó una generación dorada que vivió trepidantes duelos con la España de Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, la Lituania de Jasikevicius, la Grecia de Papaloukas...añadiéndose anécdotas tan jugosas como el pique y trash talking mantenido entre Andrés Nocioni y Kevin Garnett. El Chapu (apodado así por el mítico programa mexicano creado por Roberto Gómez Bolaños) logró hacer un mate frente a Big Ticket, uno de los mejores ala-pívot de todos los tiempos. Resulta llamativo como el exuberante conjunto de sus inicios fue siendo capaz de adaptarse a un basket de menos explosivo pero más inteligente, probablemente fruto de la Copa del Mundo que se le escapó de las manos ante Dejan Bodiroga, Stojakovic y compañía. 



Historias corales que terminan, eso sí, llegando a "Manudona" como hilo conductor. Como aficionado, el mejor piropo que se puede dar a Ginóbili es que, dentro de sus excelentes coetáneos, solamente hay uno que no dice que es el mejor del grupo: él mismo. Anfitrión de Oberto en San Antonio, con quien compartió la gloria del anillo en 2007 frente a los Cleveland Cavaliers de un tal Lebron James, el escolta sudamericano siempre se ha caracterizado por ser muy cuerda fuera de la cancha y terriblemente osado dentro. Para la antología quedó un mate a una mano tras giro frente a los temibles Lakers de Kobe y Shaq, demostrando a los Spurs que no se habían equivocado al poner sus ojos sobre él. Apenas era un novato, pero ya demostraba que no le pesaba estar compitiendo contra los más grandes. 



Heredero de una dinastía familiar en la liga de su país, a Ginóbili no le tembló el pulso a la hora de medirse a su ídolo de siempre, Héctor "Pichi" Campana, o llegado el momento de afrontar las dudas que inicialmente tuvo su entrenador favorito, Popovich, de que pudiera adaptarse a un tipo de basket más reflexivo. El baloncesto argentino seguirá proporcionando grandes jugadores y camadas notables, pero, probablemente, nunca se conjugarán los astros para regalarnos a una generación tan especial y con un estandarte como el dorsal 20 de San Antonio. 



Y, gracias a Juan Francisco Escudero, disponemos del mejor testimonio escrito posible de una odisea deportiva como pocas. 
  


FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://apuestasbaloncesto.com.es/manu-ginobili-y-el-milagro-argentino/



http://superdeportivo.elonce.com/notas/manu-ginnbili-estuvo-en-mnxico-y-acompann-de-cerca-a-la-seleccinn-argentina.htm



http://mundod.lavoz.com.ar/basquet/para-nocioni-la-generacion-dorada-ha-terminado