domingo, 31 de enero de 2016

LA SOLEDAD DEL REY AMARILLO


Dime cuáles son tus influencias, y te diré cuál es el tipo de serie qué podrías crear. Lovecraft, Nietzsche, Hammet, Schopenhauer, Bolaño... Una lista heteorogénea, diferentes estilos y formas de enfocar la narración, la filosofía y hasta la vida. Sin embargo, todos encajan, o eso pretenden conseguir Iván de los Ríos y Rubén Hernández en un libro muy particular, un rito iniciático para los amantes de las series: True Detective: Antología de lecturas no obligatorias. Una obra a la que abordamos este domingo. 



El proyecto se enmarca en la línea editorial Errata Naturae, la cual ha regalado ya varios e interesantes trabajos de corte similar para series de culto como puedan ser Breaking Bad, Los Soprano, Mad Men o Juego de Tronos. Ya iba siendo hora de que le tocase al sórdido y oscuro mundo de la creación de Nic Pizzolatto, del cual se nos incluye una jugosa entrevista, donde habla de su pareja de detectives protagonistas de la primera temporada y el tan controvertido final de la trama (por supuesto, no haremos ninguna mención de ello en esta entrada, por respeto al público que todavía quede pendiente de disfrutar de dicha maravilla por primera vez). 



No es la única primicia que ofrece el volumen, ya que también se dan datos de la indagación periodística de Ethan Brown, cuyos resultados inspiraron a Pizzolatto para el caso criminal que presentaba su ficción. Prostitución, desapariciones, departamentos de policías corruptos, gente adinerada en busca de extrañas formas de placer... Leyendo los avatares de Brown y la gente que entrevistó, no cabe duda de que, como casi siempre, la realidad es más terrorífica que cualquier ficción. Pero True Detective va más allá de una aguda mirada a un caso policial real, es un terreno lúdico y de entretenimiento que lleva a reflexiones como la de estos autores, quienes se turnan para desgranar parte de una compleja madeja.



Como suele suceder en esta línea de estudios de algo lúdico, algunas interpretaciones convencerán más que otras. En cualquier caso, el propio Pizzolatto deja constancia de su sorpresa ante las visiones que algunos tienen de su creación, pero todas son bien recibidas. De hecho, el fenómeno de esta primera temporada y su contexto metafísico ha sido una losa pesada (y un tanto injusta) de su secuela, la cual vamos a intentar presentar dentro de dos semanas. 



En una agradable excusa para acompañar el discurso, se nos incluyen fragmentos y hasta cuentos completos de algunos de los inspiradores de la atmósfera de una Louisiana como nunca antes había sido presentada. Volver a leer la llamada de Cthulhu o ver la manera de hablar de Zaratustra son un acompañamiento delicioso y reflexivo a unas páginas amenas y que harán las delicias de los aficionados al programa. 



A fin de cuentas Dashiell Hammett y su personal estilo de hacer novela negra fueron una de las grandes inspiraciones de Matthew McConaughey en su particular y nihilista detective, uno de los papeles más recordados (y justamente reverenciado) de este actor que ha elegido con mismo los últimos papeles que le han hecho estar tocado por la varita. Lo único, poniéndome un poco de abogado del diablo, es que a esta Antología de lecturas no obligatorias le vendría, de tanto en cuando, un poco bien la terrenalidad del personaje de Marty (interpretado por el gran Woody Harrelson).   



Una de las citas del libro es a Thomas Ligotti, quien advertía de que merecía la pena echarse unas risas a costa de un universo viejo y rancio. True Detective, a su manera, logra hacer un poco de eso. Mete un caso espeluznante, crímenes que involucran a las más altas esferas y autoridades, pero también deja una rendija a la esperanza... Un camino que permite que el show pueda ser objeto de atención de esta pareja de autores a los que, de justicia es reconocerlo, no se les puede acusar de no haberla visto mil veces y haber disfrutado de cada uno de esos 8 episodios. 



Personalmente, considero que el laberinto metaficcional que nos proponen es un juego ingenioso, un honesto entretenimiento para un fin de semana pasado por lluvia, desde Vallecas hasta Carcosa, una mirada reflexiva para que movamos un poco esas células grises a las que solía acudir Hércules Poirot para hacer sus deducciones. 



Y, a todo esto, hemos evitado en esta crítica usar el esnobismo de que el mejor cine se está haciendo en televisión. Así habló Zaratustra, así lo escribió Pizzolato. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.casadellibro.com/libro-true-detective-antologia-de-lecturas-no-obligatorias/9788415217770/2373264



http://www.tor.com/2014/03/07/has-true-detective-seen-the-yellow-sign/



http://www.vulture.com/2014/03/true-detective-questions-unanswered-before-finale.html

domingo, 24 de enero de 2016

TAKE US BACK TO A LEGACY...CREED (ROCKY REVIVAL)



Sonaba a algo desfasado. Una melodía que ya nos sabemos de memoria, la cual tenemos albergada en nuestra nostalgia con cariño, aunque sabemos ya que los mejores tiempos para escucharla habían pasado hacía mucho. Una nueva película para la saga de Rocky Balboa, el boxeador ficticio más longevo de cuantos han cruzado la gran pantalla. Agotaba imaginar al inefable Sylvester Stallone volviendo a subirse al ring cuando estaba claro que eso ya era ciencia ficción, así como algunos clichés que le rentable franquicia ya tiene eternizados.  



Sin embargo, Creed se ha mostrado como una secuela más que digna de aquella epopeya que un semi-desconocido Stallone comenzase en 1976; ahora, hablamos nada menos que de la séptima. Un viaje de altibajos, de calidad heterogénea, pero también de haber tenido la capacidad de meterse en el bolsillo a una parte nada despreciable del público. Ahora, los seguidores del Potro Italiano están de enhorabuena, pero, y esto es muy importante, también aquellos que desembarcaron hace mucho de la saga podrían verse intrigados por esta versión de Ryan Coogler. 



Aaron Covington y el propio director firman un argumento que lleva al protagonista a la realidad del tiempo. Nos encontramos ante un Rocky envejecido y melancólico, con sus problemas de salud de todo mortal y, quizás por primera vez en su vida, dispuesto a tirar la toalla en un paulatino apagón de interés. No puede imaginar que la chispa de querer volver a estar vinculado al boxeo le vendrá de la mano de un joven desconocido cuyo rostro le resulta rápidamente familiar: Adonis Johnson, hijo de Apollo Creed, quien fuera el primer gran rival de Balboa, el hombre con el que se enfrentó en dos brutales series de los pesos pesados.



Este hijo desconocido de Apollo viene a ser el rescate del injusto olvido al carismático personaje interpretado por Carl Weathers. De cualquier modo, nadie podía esperar que este underdog se colase con tanta fuerza en el género; el propio Stallone reverdecía laureles con varias prestigiosas nominaciones por su rol como mejor actor secundario. Si bien uno no exige tampoco milimétrica continuidad y argumentos a prueba de bomba en este tipo de filmes, son muy de agradecer las necesarias menciones al círculo de Rocky (Adrian, Robert, Paulie...), lo cual refleja que este nuevo equipo creativo se ha tomado en serio la tarea.



Saber de dónde se venía para hacer cosas distintas. Un nuevo protagonista (Michael B. Jordan) que brinda oxígeno en la esquina, justo cuando ya habían pasado muchos asaltos de esta idea surgida en la década de los 70 del siglo XX. Les acompaña en el cartel Tessa Thompson como Bianca, la vecina del joven Adonis cuando se muda a Philly en busca de la guía de la antigua Némesis en el ring de su padre; por supuesto, ambos jóvenes tendrán un interés romántico compartido, otro ingrediente que no iba a faltar y es que hay tópicos inexcusables, pero es una pareja con gancho y dos incipientes intérpretes que firman más que aceptables actuaciones sin caer en lo forzado.



Se produce, a fin de cuentas, una interesante variación del viaje iniciático con los guantes que tuvo el personaje de Stallone. En el caso de Adonis, el pesado legado de tener que convivir con la alargada sombra de su afamado progenitor. Obviamente, ello implica dimes y diretes, entrenamientos con reminiscencias a las antiguas cintas y la banda sonora de Ludwig Göransson.



A este respecto creo que las críticas positivas a Stallone son más que merecidas. Ha tenido la inteligencia de ver que le tocaba ponerse el buzo del entrenador y dejar las escenas de los combates a otros. Brinda una actuación serena y tranquila, transmitiendo la entrañable y encantadoramente sonada personalidad de Rocky. En claro homenaje a las cintas anteriores, observamos como Adonis busca en youtube los enfrentamientos de su progenitor con él, mientras en búsquedas relacionadas aparecen los Pacquiao, Márquez, Mayweather...



Las coreografías de las luchas también están bien logradas y trabajadas. Se cae en algún momento hollywoodiense y poco verosímil, si bien son emocionantes y hay un buen trabajo para crear expectativa, sin que haya un excesivo abuso de peleas en el ring (eso sí, las que hay son fuertes). Desde el flashback inicial de un joven Adonis con su madre (Phylicia Rashad), tenemos la sensación de que vamos a ver un producto bien hecho.



Una agradable sorpresa. Justo cuando parecía que la campana iba a sonar, encontramos un séptimo e interesante round de aquella aventura comenzada hacía décadas...



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.filmaffinity.com/es/filmimages.php?movie_id=943315



http://www.fox32chicago.com/mornings/51049416-story



http://www.wsj.com/articles/rocky-creator-sylvester-stallone-on-creed-1447259759

domingo, 17 de enero de 2016

FAMILY GUY IT´S A TRAP


Ahora que está tan resurgida la moda de Star Wars, debido al reciente estreno del esperado episodio VII El despertar de la fuerza, conviene recordar que la afamada saga que inició George Lucas ha inspirado, y sigue haciéndolo, a gran cantidad de gentes del espectáculo. Novelas, cómics, video-juegos, merchandising voraz y... por supuesto, parodias. Casi desde el principio, esta mítica epopeya galáctica ha sido objeto de adoración por parte de sus adeptos, pero también de ironía y sátira debido a su enorme popularidad (de hecho, hay gente que se adscribe sin problema a las dos categorías). 



En pocas ocasiones se ha hecho la burla con una mezcla tan acentuada de broma y reverencia que en Family Guy, la volcánica serie de televisión animada, la cual no dudó en hacer su propia versión de los episodios IV-VI, poniendo a sus principales personajes como re-encarnaciones cómicas de los Luke,  Han Solo, Darth Vader, etc. Con el corrosivo sentido del humor de Seth MacFarlane y su equipo, el homenaje y lo grotesco estaba asegurado. Hoy haremos un somero repaso de las tres entregas, las cuales han terminado siendo sacadas como películas independientes dentro del programa. 



Con Blue Harvest, estrenada en 2007 bajo la dirección de Dominic Polcino, se iniciaban tres parodias que, aunque todo es opinable, parecen haber hecho comulgar al público en que tuvo unas dos primeras entregas muy sólidas y un final desganado, algo que los propios guionistas del show lanzaron a modo de pulla en los créditos iniciales de It´s trap, donde los dardos a la cadena FOX están garantizados (bueno, en realidad también los dos primeros hacían gala de ello). El primer gran acierto de estos homenajes fue su metraje, el cual no llega ni siquiera a una hora, una señal de inteligencia por parte de sus creadores, puesto que más tiempo sería muy difícil mantener un argumento cimentado en bromas freaks y detalles que quizás te hayas perdido.


De hecho, como el propio Seth Green (doblador de Chris Griffin) denuncia de modo guasón al final de cada una de las entregas, lo propuesto por Family Guy era una idea ya establecida por Robot Chiken. Sin embargo, el carisma de sus personajes y la capacidad para los gags (destaca el hurto de un sofá de la nave imperial para denunciar la legendaria falta de puntería de los stormtroopers). Incluso momentos tan míticos como la despedida de Han Solo de la princesa antes de ser congelado son susceptibles de la escatología más pura. 



En el debe, sorprende que no se incorporase en algún compás de la segunda o tercera película alguna de las míticas peleas entre Peter Griffin y el Pollo gigante con el que está enemistado de forma patológica, máxime teniendo en cuenta que el segundo es utilizado como re-encarnación aviar de Boba Fett. Con todo, para varias de las secuencias de lucha, el programa tira la casa por la ventana y ofrece efectos superiores a la media de la animación televisiva. 



La gran capacidad de meter referencias dentro de referencias lleva, asimismo, a ejercicios de metaficción curiosos. Así acontece con uno de los momentos más recordados de Regreso al futuro II, insertado con éxito en pleno clímax de su versión de El Imperio Contra-ataca. En definitiva, auténticas sucesiones de chorradas, pero que se te tocan la tecla o pillas su referencia, se ven con fruición.

Varias de las esencias del show original se mantienen, como la absoluta marginación de Meg (doblada por la encantadora Mila Kunis) en el reparto de papeles principales, o la "particular" relación de Herbert con Chris, aquí ejemplificados como el magisterio de Obi Wan Kenobi a Luke Skywalker. Con todo, George Lucas  y su equipo deben de sentirse halagados, puesto que pasan sin saña por esta trituradora de gags que es Family Guy.



Quizás una de las frases más remarcables sea la de Peter haciendo presentación de su función en la risible epopeya: "Hola, soy Han Solo. Y también el único de actor de aquí que no se va a ver encasillado por esta película". Pese a ello, la devoción de los guionistas por el universo Star Wars y su pleitesía al mismo resulta bien palpable.



Ideales para pasar un rato divertido, se pueden ver de una tacada una tarde lluviosa de domingo, con una esperanza de vida y risas muy superior a la de un almirante de Darth Vader.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://starwars2016.tk/family-guy-star-wars-trilogy/



http://www.moderngafa.com/#!Top-5-Star-Wars-Parodies/cjds/55d47ec90cf2b9f915fa9737



http://collider.com/family-guy-its-a-trap-star-wars-parody-dvd-blu-ray-december-21/

domingo, 10 de enero de 2016

HELL´S KITCHEN: EL RENACER DE DAREDEVIL


Se había ido por la puerta grande y no podía regresar de cualquier manera. Corría el año de 1986 y Frank Miller ya era, por derecho propio, uno de los autores clave en la trayectoria de Daredevil (inexplicablemente traducido en España durante muchos años como Dan Defensor), el súper-héroe ciego del universo Marvel cuyos otros sentidos estaban tan afilados que le permitían realizar acrobacias inverosímiles en su lucha contra el crimen. Si bien había comenzado como dibujante, Miller labró su trayectoria con Matt Murdock (afamado letrado de día y heroica figura escarlata por las noches) como guionista, regalando algunas de las mejores sagas del personaje (Elektra, los enfrentamientos con Bullseye, etc.). 



Tras haber abandonado la colección, justo cuando había sumergido al antaño irreverente y alegre héroe en una figura hastiada de una realidad oscura y que hasta se cuestionaba la utilidad que podía tener en la búsqueda de justicia que un hombre adulto saltase tejado para golpear delincuentes, Miller se sentía defraudado porque Murdock estaba volviendo a ser un paladín más de los que pobablan las viñetas. Contando con la inmensa fortuna del dibujo de David Mazzuchelli (baste recordar que el guionista quedó tan complacido de su rendimiento que se lo llevó, dos años después, a hacer uno de sus proyectos más ambiciosos: Batman, Año Uno), el conocimiento de la colección permitiría a este artista realizar un reset total que con el tiempo no necesitaría tarjeta de presentación para los seguidores: Born Again



Apenas bastan un puñado de viñetas sombreadas para que asistamos a una re-formulación del mito de Fausto. En este caso, quien vende su alma es Karen Page, antaño una prometedora actriz que iniciaba la aventura en Hollywood, ahora, una mujer deprimida y sumida en el pozo de la heroína, dispuesta a todo por conseguir una nueva dosis. Lo único que le queda de valor a Karen es una información por la que el hampa pagaría mucho dinero. La identidad civil de cierta figura con cuernecitos y bastón que se ha especializado en hacer la vida imposible a los delincuentes de New York. Esa revelación vale una fortuna y nadie está más dispuesto a pagarla que Wilson Fisk, alias Kinping, el eficiente e imponente líder del crimen organizado en la ciudad, quien dirige con la eficacia de un bibliotecario a sus organizaciones de matones y el sentido inversor de un tiburón de Wall Street. 



Si por algo destacan esos primeros compases es por la inteligencia exhibida por el villano. Cuando el canon pediría que la Némesis del protagonista se lanzase contra él, Kinping reflexiona y se da cuenta de las múltiples ventajas que le otorga ese dato. En primer lugar, manda asesinar a los demás postores, puesto que un secreto es apreciado por su exclusividad. En segundo, dedica los siguientes 6 meses para atacar, no a Daredevil, sino a su identidad civil. No hay súper-poderes ni mutaciones de por medio. Todo es mucho más sencillo y pragmático. Logra sobornar policías para que declaren contra el letrado, varias llamadas al banco permiten congelar su cuenta, impagos en su hipoteca... Básicamente, convertir su día a día en un infierno sin que la víctima intuya quién está detrás de ello. 



La belleza y lo cotidiano del trazo de Mazzuchelli acompaña con elegante sobriedad los hábiles diálogos de un Miller con gran capacidad de síntesis, baste ver cómo logra resumir la imaginativa defensa de Foggy Nelson, socio de bufete de Matt, para evitar que vaya a la cárcel. Durante este viaje a lo Dante, la primera enseñanza que Kinping inflige a su cobaya es recordar que uno debe abandonar toda esperanza cuando atraviesa las puertas del infierno. Desconcertado por los golpes, el héroe irá perdiendo amigos, novia y aliados en una celosa paranoia de quien está acorralado sin saber cuál es la pistola que le apunta. 



Lo fascinante del reto de esta Odisea (cuya catarsis llega en el mítico momento del cristal roto en el taxi arrojado a los muelles) es que, involuntariamente, el magistral plan del hampón tiene un efecto colateral que ni siquiera su minuciosidad ha contemplado. Un hombre sin nada, es un hombre sin miedo. Del averno al que es sometido, Murdock vivirá un purgatorio pagano extraño que lo llevará a ser una persona distinta. Mazzuchelli juega con la iconografía más renacentista, emulando a La Piedad del mismísimo Miguel Ángel.  


El viaje en el que Miller y Mazzuchelli sumergen a Murdock tiene muy pocos precedentes en el género, convirtiendo sus páginas en un verdadero rito iniciático para Daredevil. No solamente para él, sino que secundarios recurrentes como Ben Urich (periodista del Daily Bugle) deberán enfrentarse a sus propios miedos. Consciente de la manipulación mediática que se torna contra el letrado, deberá decidir si publicar la verdad o ceder a las amenazas que se realizan contra su esposa y él. 



Poco más se puede contar sin temor a revelar excesivos spoilers que restarían magia al que está considerado, con toda justicia, como una de las mejores historias del universo Marvel. El tándem responsable del mismo volvería a repetir éxito con un giro de tuerca al origen de Bruce Wayne/Batman, confirmando la condición de ambos artistas como dos de los más relevantes en las últimas décadas del cómic-book norteamericano.  



Para Daredevil, curiosamente, fue la confirmación de que, a veces, hay que ir a la propia cocina del infierno para alcanzar la redención. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 






http://www.fancueva.com/comic/daredevil-born-again-la-historia-definitiva-del-hombre-sin-miedo/



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domingo, 3 de enero de 2016

EL NIÑO QUE SE CONVIRTIÓ EN GRAN MAESTRO


Durante mucho tiempo fue considerado el Mozart del ajedrez. Un niño prodigio que presentaba una estampa única en mitad de torneos de caballeros que lucían impecables corbatas y gesto taciturno. Pero se trataba algo más que de deporte. Hubo una época donde el nombre de Bobby Fischer resultó una pieza destacada en la incansable Guerra Fría que la URSS y los Estados Unidos vivieron tras la II Guerra Mundial. Hoy, hablaremos de una biografía que aborda sus partidas más célebres y la historia escondida tras el tablero. 



El autor de Endgame es Frank Brady, quien habla con conocimiento de causa sobre la cuestión, pues había ejercido de presidente en el Marshall Chess Club y gozó de una fuerte cercanía con Fischer, al cual ha consagrado otros trabajos. Con todo, las páginas que nos ocupan ahora son el final del camino, la regesta y reflexión de todo lo visto con anterioridad para explicar el tormento y el éxtasis que suele ir asociado a la genialidad del ser humano. 



Lo más meritorio de este estudio radica en alcanzar una alquimia en el relato que permite disfrutar del mismo a aquellas personas que no estamos versadas en la disciplina. Obviamente, los analistas gozarán a mayores niveles algunos compases de la formación a través de diferentes mentores del hábil niño criado por la excepcional Regina (una mujer que merecería un libro aparte y resultó tachada de sospechosa por la enfermiza caza de brujas del comité de actividades antiamericanas), pero nunca se hace tedioso o excesivamente técnico. 



Obviamente, si hay un duelo que se destaca en el estudio es el Spassky versus Fischer, aquellas partidas contra el maestro soviético que multiplicaron la afición por la disciplina en todo el globo. Irónicamente, el joven Bobby había aprendido de estrategia y tácticas leyendo a los maestros rusos, no pocas veces en la lengua europea, pero en aquella contienda él se expuso como un gladiador más de la Guerra Fría. Se trataron de dimes y diretes, negociaciones constantes y excentricidades varias, propaganda sucia entre ambas superpotencias. Como fuere, lo que ocurrió en la confrontación de alfiles, torres, caballos, damas y peones, pasaría a los anales por unos pulsos donde la audacia, la memoria y la imaginación se pusieron a prueba. 



"Por favor, no decepciones a las millones de personas que te toman como un ejemplo a seguir". Tal fue la súplica de su madre tras aquel éxito que la administración Nixon enseñoreó a bombo y platillo, convirtiendo a Fischer en una marca registrada. Convertido ya en celebridad pública y no el joven prodigio que dejaba boquiabiertos a los asistentes a partidas rápidas en Brooklyn, el protagonista, como Brady no duda en señalar, reflejó sombras inquietantes. Lector devoto de Los protocolos de los sabios de Sion (falacia hábilmente inmortalizada en cómic por W. Eisner), Fischer, ignorando su propia ascendencia, realizó varias declaraciones antisemitas que no podían causar sino estupefacción y desilusión en muchos de sus seguidores. Paulatinamente, su discurso se hizo más exacerbado, repleto de odio e incoherencia. 



Otra de las facetas más ignoradas para el gran público fue la religión. Durante sus primeros años no parecía que fuese a ocupar un lugar relevante, pero tuvo su particular caída de Damasco. Igual que con la afición que lo popularizó, Fischer abrazó su descubrimiento con disciplina casi espartana y apasionamiento. No siempre parecía canalizarla de la manera correcta, reflejo de un carácter ingobernable. Aunque tuvo momentos de felicidad y desconexión (especialmente sus estancias en Filipinas), el equilibrio pareció eludir su carrera profesional y personal, colocando en el ojo del huracán al personaje antes que la persona.


Tras su momento cumbre, el campeonato de Islandia, su figura desapareció y la leyenda urbana de los rumores hizo el resto. Son, sin discusión, algunas de las páginas más absorbentes de esta vida. La tensión de la Guerra Fría hizo pensar al ajedrecista que sería objeto de mil complots e intentos de asesinato por parte de la KGB. Se aisló del mundo, rechazó ofertas millonarias y vagabundeó por algunas de las peores zonas de Los Ángeles, llegando a ser detenido por la policía, básicamente por su aspecto desaliñado y una bolsa vieja con lecturas que incitaban al odio. Poco quedaba de aquella imagen juvenil y que su país había utilizado como estandarte.



Los tabloides más amarillentos hicieron el resto, hasta el punto de que aquellos que lograron seguir su rastro se mostraban sorprendidos de que Fischer no había caído en la espiral auto-destructiva que pregonaban. Era visible su deterioro físico y manías, pero en muchas facetas de la vida su comportamiento era absolutamente racional. Paradojas de la vida, Spasskys, su antigua Némesis deportiva, fue uno de los que luchó por sacarla de esa espiral, manteniendo ambos oponentes una cordial amistad, la misma de la que eran incapaces sus regímenes. Otra inteligencia de la Europa del Este, Zita Rajcsanyi, por aquel entonces una de las promesas del ajedrez húngaro, le escribió cariñosas cartas donde se repetía una y otra vez la misma cuestión: "¿Por qué dejaste de jugar?"



Conviene en este punto dejar de martillear al amable lector con tantos spoilers. Baste decir que es la faceta humana de Endgame la que convierte a esta obra en una experiencia fascinante, al más puro estilo de lo que, nos guste más el tenis o no, hacía Open de Andre Agassi. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.casadellibro.com/libro-endgame-bobby-fischer-el-espectacular-ascenso-y-descenso-del-mas-brillante-prodigio-americano-al-filo-de-la-locura/9788416511044/2631643



http://www.echecs-photos.be/BobbyFischer-photos/slides/1970%20Boris%20Spassky%20vs%20Bobby%20Fischer%20at%20the%20XIX%20World%20Chess%20Olympiad%20in%20Siegen%20Germany%20in%20.html



http://www.nytimes.com/2008/01/18/obituaries/18cnd-fischer.html?_r=0