martes, 8 de diciembre de 2009

WHATEVER WORKS



Título: Si la cosa funciona (Whatever Works). 2.009.

Duración: 92 minutos.

Director: Woody Allen.

Guión: Woody Allen.

Fotografía: Harris Savides.

Música: Variada.

Reparto: Larry David, Evan Rachel Wood, Henry Cavill, Patricia Clarkson, Michael McKean, Kristen Johnston, Ed Begley Jr., Cassidy Gard, Lyle Kanouse, Steve Antonucci, Chris Nunes, James Thomas Bligh, etc.

Productoras: Sony Pictures/ Wild Bunch/ Gravier Productions.

La actualidad en su momento de Ágora y otros estrenos han retrasado esta crítica más de lo que al autor de este blog le hubiera gustado. Fiel a su cita anual con su legión de aficionadas y aficionados, Woody Allen se pone el mono de trabajo y le encontramos contando una vieja historia, una de las de toda su vida… y nos encanta. Desde los que le acusan de repetirse (los puntos básicos de esta trama no se alejan demasiado de Annie Hall o Es como todo lo demás) a los que le prefieren aquí que haciendo aventuras como la inglesa, diciendo que ése no es su Woody, a pesar de que la recompensa fuera alguna ópera espléndida como Match Point.
Particularmente creo que quitando esos extremos, la gran mayoría nos situamos en el centro. No nos disgusta que a veces Woody use otros frentes para desarrollar su innegable talento cinematográfico, pero siempre agradeceremos esta visita más o menos regular a sus raíces, a sus preocupaciones de los temas universales (el sexo, las mujeres, la felicidad, el trabajo, el miedo a la muerte… el sexo, las mujeres, no os olvidéis del sexo, los hombres, las mujeres…) que le preocupan. Citando al protagonista de esta cinta, el gran Boris, desde los aztecas pasando por los romanos, todos se preocupaban por lo mismo, el colegio de sus niños, el precio de la fruta… y al final, ¿qué? ¿De qué diantres les sirvió?

Ése es el drama de este hombre, un tipo muy curioso, antaño un hombre de ciencias muy importante que fue capaz de coquetear con el Nobel, pero que terminó arruinando su matrimonio, su relación con su hijo y su prometedora carrera por su pánico, fobias y ante todo, la conciencia de lo vacuo que es todo. Ahora, Boris es uno más de esos personajes de Woody, amigo de los diálogos rápidos y terriblemente ingeniosos, hasta lo diabólico, cuyos mejores días han pasado y al que la vida que aborrece no tiene nada que ofrecer. Pero claro, siempre hay sorpresas, por mucho que esgrima la teoría de la cuerda.

Aunque muchos soñaban (soñábamos) con que Woody apareciera de nuevo en pantalla, creo que no se pueden quitar puntos a esta película porque no salga. Ya nos ha convencido de que, misteriosamente, no es creíble que aparezca como el novio de Scarlett, ahora, parece demasiado cansado para volver a meterse en esos berenjenales. Personalmente nunca he sabido si Woody Allen es un gran actor o no, pero siempre me he reído con él mucho cuando ha salido. ¿Acaso podemos medir a Laurel y Hardy, Cantinflas, Chaplin, Groucho, Buster u otros privilegiados por esos parámetros?

Pero el sustituto es de altura y está vinculado a otro producto que nos hizo reír a mansalva, la genial serie Senfield, Larry David. David caracteriza a la perfección a un personaje al que deberíamos odiar, pero con el que terminamos identificándonos. Tiene una curiosa cojera producto de un intento fallido de suicidio, como buen personaje alleniano, que acompaña con una mala gaita digna del Doctor House, otro ilustre, junto a Francisco de Quevedo, bocazas con tendencia a llevar razón en el contenido y hacerlo mal en las formas. Por ejemplo, en los episodios ajedrecísticos, creo que el guión de Woody se deja tentar demasiado por la estética de la serie del doctor cascarrabias y allí Boris no parece ni simpático ni chocante, simplemente un cabronazo (con perdón del respetable). Asimismo, no tiene sentido insistir tanto en lo de su divorcio y su hijo si finalmente no piensa volver a utilizarlos el guión en toda la película.

Afortunadamente para este lobo solitario, se cruza en su camino una noche una joven indigente, llamada Melodi y que viene del profundo sur (así que esto le va a permitir a Woody insertar no pocos chistes tópicos). Melodi es interpretada por Evan Rachel Wood, quien tiene una evolución constante a lo largo de la película, gracias al savoir faire del director pero sobre todo por ella misma, avanzando a pasos agigantados gracias al aprendizaje cascarrabias pero sensacional que sin querer, el propio Boris le irá dando.

Melodi rompe la ecuación de cotidianeidad de Boris, esta adolescente se entromete en sus planes y le traerá situaciones que recuerdan en ocasiones a Play it again, Sam. La duración de la película ayuda a que no se haga pesada y cumple la estética del teatro, muchas situaciones transcurren en el piso de Boris, donde amigos y familiares de Melodi tienen apariciones propias de Broadway. Como no podía ser de otra manera, se cruza entre ambos la flecha de Cupido, algo maravilloso… salvo por la diferencia de edad, otra constante en el estilo de hacer las cosas del genial judío.

La eficaz Patricia Clarkson (a quien particularmente ya conocía por su buen hacer en otra gran comedia, Frasier), interpretará a la madre de Melodi, que viaja hasta la Gran Ciudad para encontrarla. Sin quererlo, su odiado yerno le provocará cosas en qué pensar y propiciará un giro de trescientos sesenta grados en su remilgada y apocada vida. Igual que en Y todo lo demás, el piso vacío de Boris va llenándose de gente, en ocasiones a cual más esperpéntica, que trastocan sus planes, mientras lenta, pero inexorablemente, se va alejando de su relación con Melodi. Para colmo de males, le saldrá un duro competidor en un joven actor que vive en un puerto, interpretado por Henry Cavill (de quien ya hablamos en The Tudors), a quien ellas y también algunos de ellos adoraran, pero los que vamos con Woody veremos como una infame amenaza, aunque comprendemos finalmente lo que pasa.

Conforme avanza la cinta, ganaremos en personajes y estrafalarios y actuaciones divertidas, como la de Ed Begley Junior, caracterizando al padre de Melodi, quien también decide dejarse caer por el apartamento buscando a la muchacha sureña. Esto no quita que no nos topemos con algún inconveniente. El personaje de Evan Rachel va perdiendo fuerza, si bien tiene algún momento maravilloso (cuando le cuenta a Boris cosas de s antigua vida, desde sus creencias al desparpajo con el que le narra como perdió ella la virginidad), conforme nos acercamos al desenlace, carece de la magia que por ejemplo si tuvo Diane Keaton en Annie Hall. No me termina de convencer la despedida que los dos encuentran y algunos gags del final de la torpeza de la adorable muchachita dan que pensar que incluso el maravilloso guionista aún tiene cicatrices que no han suturado del todo con el bello sexo.
Que lo que he dicho, mera suposición y con la que no mucha gente va a estar de acuerdo, decir que Allen me parece más en paz que nunca, como demuestra la interesante versión de Nochevieja que nos presenta en el desenlace que, como siempre, quedará en el anonimato para los que aún no hayan podido ir a verla y tengan intención. Ha llegado a un punto de aceptación a todo lo que pueda hacer feliz a una persona sin fastidiar al resto que es muy superior a lo políticamente correcto a la farisea tolerancia que algunos pregonan.

Asimismo me agrada un pequeño guiño que se hace a sí mismo, igual que es capaz de burlarse de sus miedos y mil manías, Boris y Wood comparten otra cosa. Igual que diría otro personaje de ficción genial, llamado Tony Soprano “Lo que diferencia a unos y otros no es nada, simplemente tener la capacidad de la visión de conjunto”.

Hace nada que hemos disfrutados de Whatever Works y ya estamos expectantes de nuestra nueva cita con uno de esos artesanos que debemos aprovechar mientras esté con nosotros.

4 comentarios:

Chespiro dijo...

Indudablemente otro de esos "paseos por su propia celda" que tanto agradecemos los seguidores de Allen.
Claro que yo hubiera preferido que el papel protagonista lo hubiese interpretado él mismo. Pero bueno, "si la "peli" funciona"...

El Viejo dijo...

Jajajaajaja... es el lema de la película. Sin duda, me ha gustado mucho lo de "los paseos por su propia celda".

Gracias, amigo Chespiro

Easmo dijo...

Lo he comentado en vivo algunas veces, pero como han dicho algunos otros (me niego a llamarlos criticos y/o expertos, XD). la pelicula, como primera impresion, me deja un regusto de "vas a un restaurante de alto copete y te cocina el pinche en vez del chef".

Me estoy refiriendo logicamente, a que, sin negarle un apice del trabajo a Larry David como protagonista, el papel, por lo que he visto y leido (sin destriparme mucho, pues quiero verla entera cuando pueda), pedia a gritos que fuese para el señor bajito del pelo blanco, que diria Ned Flanders.

Gran reseña por cierto.

El Viejo dijo...

Pero hay pinches y pinches, amigo Easmo... te entiendo perfectamente, que conste, o también soy del club de Ned Flanders.

Pero bueno... podemos decir sin duda que David es digno de ponerse a usar los fuegos de la sartén de Woody.

Saludillos.