domingo, 10 de diciembre de 2017

LA COMEDIA DE LAS MENTIRAS



Venía con gran aval. El texto de Pep Anton Gómez y Sergi Pompermayer había cosechado laureles en el pasado Festival de Teatro Clásico en Mérida. Mérito nada escaso, más atendiendo a que se trataba de una comedia, género que suele encontrarse en desventaja ante la valoración crítica si se enfrenta a temáticas trágicas, más sí tienen acento heleno. El pasado fin de semana, Córdoba pudo disfrutar de este homenaje a la confirmación de que, como bien dijo el maestro Sabina, la verdad es solamente un cabo suelto de la mentira. La comedia de las mentiras mostró sus galones de las Termópilas en el tablado a base de carcajadas. 



La experiencia de Anton Gómez con la exitosa representación "El eunuco" (El eunuco: Seamos un poco sinceros) sin duda habrá servido a todo el eficaz equipo para llevar a cabo esta medida sátira sobre muchos de los clichés del mundo clásico, salpicado todo de pertinentes referencias a nuestra actualidad. Nuevamente, se ampara en el liderazgo de un magistral Pepón Nieto como el sufrido Calidoro, personaje que tendría conexiones con esos avispados criados que entendían mejor la situación que la poco perspicaz familia de sus amos. A estas alturas sobra hablar de la experiencia y valía del intérprete andaluz, más que capacitado para llevar la función sus kilométricos diálogos a cuestas con la paciencia de Atlas. 



Y el gran acierto es que La comedia de las mentiras se resiste a caer en esa cómoda tentación. Si bien tiene a un actor excelente para llevar a cabo monólogos con una naturalidad pasmosa, se trata de un libreto generoso que da tiempo para que cada miembro del reparto brille con luz propia. Un ejemplo sería Degollus (Paco Tous), con menos escenas quizás que el resto, pero absoluto rol protagonista cuando entra en escena. Además, su química con Nieto es envidiable, fruto de anteriores trabajos que han realizado.  


Siguiendo los mandatos del canon, encontraremos una serie de tramas y enredos de tipo amoroso que van confluyendo en esta utópica Atenas, donde vemos que los problemas de la juventud con sus mayores son cuestiones que vienen de antiguo. Y es que el joven Leónidas (Raúl Jiménez) se ha empeñado en formalizar su affaire con la célebre cortesana Gimnasia (Marta Guerras), lo cual exige suculentos dracmas que deberá intentar conseguir de su poco generoso progenitor, algo que además choca con las pretensiones de Hipólita (Angy Fernández) de obtener su dote para poder casar con un joven de Mileto. Como diría Calidoro, en el fondo son buenas estas criaturas... muy en el fondo. 



Los tejemanejes y ayudas que solicitan de su servicial esclavo afectarán también a las vidas de su tía Cántara y Tíndaro, el joven milesio, no precisamente la bombilla más brillante en el mundo de las ideas de Platón (un muy divertido Canco Rodriguez). María Barranco encarna con una gracia y prestancia excelente a esta antigua lectora de Safo que ha terminado muy desengañada de las argucias de Afrodita. Claro que no hay desamor que cien años dure ni cuerpo que lo aguante, por lo que quizás alguna de las confusiones le hagan darle otra oportunidad al flechador Cupido. 



La armonía del sólido reparto es visible, siendo cada pieza un apoyo vital de las otras para saber mantener el ritmo en un campo donde hay que afinar mucho para que la audiencia no desconecte o adivine las cosas demasiado rápido. Los números musicales amenizan la velada y llevan en volandas al respetable a este divertimento que combina los gags más frecuentes en estas lides con veladas referencias metaficcionales a algunos de los textos más clásicos de la Antigüedad. 


Como ocurre en muchos de los grandes clásicos literarios de siempre (pensemos que en Los miserables una ciudad bulliciosa como París parece el patio de una comunidad de vecinos por cómo se encuentran y reencuentran los personajes), La comedia de las mentiras hace equilibrios para establecer conexiones y pasados familiares que se revelan en los momentos más insospechados. El buen hilado y la gracia de los diálogos son colocados como cimientos para alcanzar esa última carrera que será la resolución de todos los conflictos. 



Lo más bonito que nos presentan los autores de la farsa es que al hacer cariñosa burla de las tragedias más inolvidables (Edipo, Medea, etc.), pueden permitirse conducirse a unos desenlaces agradables, un guiño simpático que nunca está de más en estos tiempos que corren. A fin de cuentas, las incontables mentiras de Calidoro son siempre con un buen fin. ¿No consideraría el jurado que se trata de un claro motivo de absolución? 



Y al final nos quedamos sin saber la historia de la dueña de la casa ateniense... buena excusa para volver a recibirles el próximo año y que nos la cuenten. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-Programa La comedia de las mentiras [Gran Teatro de Córdoba, sesión del 8 de diciembre de 2017]



-Fotografía escenario La comedia de las mentiras [Realizada por el autor del blog, sesión del 8 de diciembre de 2017]



-Programa La comedia de las mentiras [Gran Teatro de Córdoba, sesión del 8 de diciembre de 2017]

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