domingo, 3 de diciembre de 2017

GOTHAM CENTRAL: EN EL CUMPLIMIENTO DEL DEBER (PARTE I DE IV)


Una de las tareas más difíciles en un guión es lograr la sensación de atmósfera. Si la historia no está bien trabajada, las costuras se notan de inmediato. De igual manera, un exceso de detalle puede llevar a una lectura farragosa, arisca, apabullante cara al público. La compleja alquimia que debe lograrse es dar la sensación del cotidiano café de la mañana sin pretensiones, como si nos hubiésemos colado en el día a día de los protagonistas. Como audiencia de Gotham Central, nosotros no sabemos qué turno tienen los agentes Nate Patton o Marcus Driver, sin embargo, en todo momento somos conscientes de que Greg Rucka y Ed Brubaker se han hecho el cuadrante. No atosigarán con la verosimilitud, aunque si nos ponemos quisquillosos, las relecturas mostrarán que nunca dejan nada al azar. 



A la altura de 2003, DC Comics permitía a los dos escritores, quienes tienen una excelente amistad, aunar fuerzas para un giro de tuerca a la fecunda franquicia de Batman, uno de los iconos de las viñetas. Lo interesante del asunto es que iba a ser una colección centrada en el departamento policial de una ciudad a la que le gusta estar sucia. ¿Cómo sobrellevan esos curtidos hombres y mujeres el tener que recurrir a un tipo parco en palabras que se disfraza de murciélago por las noches? ¿No es acaso una declaración de desconfianza en sí mismos tener que recurrir a una trabajadora en prácticas para encender esa señal que ellos no pueden tocar por cuestiones burocráticas? 



Desde el número uno, donde presenciamos como dos policías se topan siguiendo un soplo falso con Míster Frío, entendemos que esto es el mundo real con toques superheroicos. En justicia, un tipo con los poderes de Victor Fries debería barrer el suelo con adversarios sin poderes o habilidades especiales. Y exactamente eso sucede. No aparecen ni Robin ni Batgirl sobre la bocina para salvar a estas personas honradas. En apenas unas viñetas, Rucka y Brubaker nos tienen justo donde quieren, preocupados por los problemas de estas gentes (familiares, de salud, inquietudes por el pago de las horas extras, etc.).   


En definitiva, una historia coral muy especial que requería a un dibujante igualmente único. El elegido no fue otro que Michael Lark, una forma perfecta de escoger. Junto con David Mazzucchelli, nadie ha sabido en las últimas décadas combinar de una manera armónica la inseguridad que transmite esta gran metrópoli y también su atractivo. Su lápiz además es muy minucioso con cada integrante de la comisaría, aunque quizás su debilidad sea Renee Montoya, el personaje idóneo para que el equipo creativo nos lleven sin descanso en un trepidante primer arco. 



Rucka en persona ya había dado relevancia a Montoya en el pasado. Creada en los fecundos días de la pareja formada por Paul Dini y Bruce Timm, era una carismática detective de ascendencia latina que luchaba por hacerse un lugar en las calles más peligrosas para lucir placa. En la coyuntura en la que se encuentra el cuerpo policial (con Jim Gordon recientemente jubilado tras la saga "Agente herido" y un Harvey Bullock suspendido) es el momento de poner los focos en una historia que, sin duda, merece la pena ser contada. 



Una sádica trampa urdida por uno de los muchos genios criminales que rondan por Arkham la va a hacer enfrentarse a los secretos que ha intentado ocultar a muchos de sus compañeros de trabajo. Incluso su familia desconoce la información que se hará pública. En la odisea a la que la someten en Gotham Central, Montoya se revela como la primera gran estrella del show. No es solamente un gran cómic, si nos olvidásemos de que hay tipos con capa, podría ser el impecable argumento de una excelente cinta noir. 


Cuando se presentan defectos y virtudes creíbles en los protagonistas, resulta muy fácil quererlos. Las incertidumbres que rodean a la comisaría tienen un aroma de género policial digno de la mejor novela negra. Los diálogos son sólidos, maduros en la interacción entre unos y otros, no existiendo nada que parezca intrascendente que luego no vaya a tener su reflejo en futuros números. 



Batman y Gordon gravitan en toda la atmósfera, si bien hay sagacidad en no abusar de sus carismáticas presencias. Involuntariamente podría provocar que dejásemos de prestar atención a las verdaderas estrellas de esta función. Realmente es una pena que no haya existido una adaptación televisiva de esta serie porque habría dado muchísimo juego al poco que recibiese un presupuesto decente. 



Cuando parece que la cosa no podrá mejorar para los siguientes arcos, Rucka y Brubaker lanzan otro descarado as en la manga: el Joker. Pero ahora no será un duelo con la Bat-familia. Su enfrentamiento será con estos tipos que intentan cumplir con su deber. Y a ello nos referiremos dentro de cuatro semanas. 



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