domingo, 2 de septiembre de 2018

ROMA IN UN GIORNO (PARTE VII DE VII)


From marble to flesh



Una de las ventajas logísticas de Nápoles es su proximidad a Roma. Imaginen que, tras haber disfrutado de tierras napolitanas, se dan el capricho de coger un tren con un trayecto de poco más de una hora que les lleve a la Ciudad Eterna. Se dan un día de margen para el vuelo de regreso vía Fiumicino. ¿Qué hacer en una jornada de 24 horas en la capital italiana? Realmente, el abanico de opciones es tan amplio que puede llegar a abrumar. Hoy, en el blog aprovechamos la hipótesis para plantear una alternativa un poco más pausada que el ritmo frenético que cualquier turista de bien se ve obligado a adoptar en una destinación donde todo ocurre frenéticamente. 



Por ejemplo, una parada típica y lógica es el Coliseo. Un enclave increíble y siempre plagado a cualquier hora del día, un hormiguero de visitas guiadas, paraguas y donde cada dos pasos en la cola se intenta vender algo. Es menos conocido que junto a su parado de metro, pasando por la Facultad de Ingeniería de Roma, nos hallamos a apenas unos pasos de San Pietro in Vincoli. Una pequeña iglesia repleta de curiosidades, fácil de visitar y donde se dispone de la oportunidad de poder admirar a uno de los grandes genios de la escultura, Miguel Ángel. 



Se trata de una muestra perfecta de los vaivenes que existen en la Historia del Arte. Julio II había encargado este complejo funerario al artista con quien mantuvo una relación laboral tan tensa (recordar la película El tormento y el éxtasis), si bien se tradujo en maravillas como la Capilla Sixtina (donde el pintor se tomó la revancha plagando de herejías el techo). El resultado final no estuvo en el Vaticano y el genio no cumplió los plazos fijados, dando un resultado inferior al esperado en sus continuadores. Pero todo merece la pena por la estatua yacente del pontífice y, sobre todo un espectacular Moisés que compite con El David de Florencia en espectacularidad. Tranquila del bullicio, esta impresionante escultura espera paciente a visitantes que sepan encontrarla.  


La porta del cielo



Justificando por completo la percepción de Obélix hace unos siglos, al consultar las tarifas, la persona de visita por la urbe llega a la conclusión de que están locos estos taxistas romanos. O excesivamente encorajinados por el incomparable marco que tienen para considerar que dar la vuelta a dos calles ya justifica un sobresueldo impresionante. Naturalmente, hay muy honrosas excepciones a tales efectos, pero no estaría de más en estos tiempos de polémica con los Uber, algunos miembros del gremio romano hicieran un examen de conciencia. Por ello, si el tiempo y la canícula les es propicio, podrían plantearse un agradable paseo andando hasta el Trastevere, uno de esos enclaves de merecida fama. 



Bohemia y tranquila, es un área idónea para dedicarle un merecido tiempo al almuerzo. Previamente, pueden perderse un poco por sus callejuelas, pequeños comercios y no pocos monumentos de interés. Dentro de un amplio abanico de restaurantes posibles, tal vez el azar les haga derivar a Tonnarello, en funcionamiento ya desde el año 1876. Entre los habitantes del barrio es conocida esta vieja fórmula: "La migliore cucina romana: dove se non a Trastevere?". 



Con una increíble calidad y variedad en las pastas, tal vez reconozcan en la carta la figura de un célebre artista transalpino: Vittorio de Sica, quien parece estar degustando cada elemento que hay en su mesa. Actor, escritor, director y hombre polifacético, fue el descubridor de algunos de los grandes talentos del séptimo arte azzurro, como hemos mencionado en otras ocasiones. Si tienen gana de un poco de picante, prueben la Pizza Diavola mientras piden un buen vino de la casa o barajan qué postre tomar. A los/as turistas siempre se les presupone prisa, por lo que no está de más saborear de ese instante. 


"El café huele a cielo recién molido"-Jessi Lane Adams. 



Después de la sobremesa, el puente Garibaldi permite una salida del Trastevere con vistas espectaculares, incluso intuyéndose el Vaticano. Lógicamente, el nombre del puente alude al mítico líder de los camisas rojas, uno de los símbolos de la unificación del país. No tuvo, pese a ello, un final de carrera en su patria, obligado a exiliarse a otras aventuras, puesto que el rey Víctor Manuel y su brazo derecho, el ministro Cavour, temían su radicalismo en el proyecto que ellos concebían. Por ende, Garibaldi se convirtió en un símbolo que valía más para ellos en el recuerdo que en activo. 



Una paradoja que suele acompañar a todo ese proceso. Nadie duda de la grandeza literaria de Giuseppe Tomasi di Lampedusa con su obra maestra El Gatopardo. Una pieza prácticamente insuperable en estilo, aunque bastante ignorada por sus coetáneas y donde el propio Lampedusa admitía que había idealizado su mundo aristocrático, especialmente la inteligencia de sus antepasados. Menos conocido es que firmó una excelente correspondencia durante sus viajes en Europa. Si su paseo les lleva a Largo di Torre Argentina, se toparán con La Feltrinelli, un centro donde a buen seguro tendrán esos y otras piezas clave de la literatura italiana. 



También es recomendable la sección de películas, especialmente en la clasificación de cine por autorías. Allí encontrarán la versión cinematográfica de las páginas de Lampedusa a cargo de otro gran maestro, Visconti, tan alejado a él en ideología (era comunista, creyente de una forma heterodoxa y homosexual) pero con el denominador común del lenguaje del talento. Uno y otro transformaron el pasado con objetivos distintos pero dejando tras de sí la inconfundible estela de la clase. 



Si el recorrido no les ha cansado demasiado, se les podría proponer como última meta el Antico Caffè Greco, en funcionamiento desde 1760. Con precios altos, sí que presenta la ventaja de que en el trasiego de rutas turísticas de ferragosto, está bastante tranquilo. Intenten colocarse en alguno de los salones más cómodos y aprovechen para tomar alguna foto. La sobremesa no es solamente exquisita, sino que pueden olvidarse de todo un poco a través de una buena tertulia. En máxima osadía, incluso desatiendan un rato el móvil. Bajo un delicioso café, saboreen sus últimas horas por tierras romanas. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



-Monumento de Julio II, basílica de San Pedro en Cadenas [Fotografía realizada por el autor de este blog]



-Carta del restaurante Tonnarello en el Trastevere [Fotografía realizada por el autor de este blog]



-Salón Caffè Greco en Roma [Fotografía realizada por el autor de este blog]

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