jueves, 18 de agosto de 2016

UN OASIS EN LA JUNGLA DE ASFALTO (CRÓNICA DE NY, IV DE VII)


"Vivo en New York igual que si hubiera vivido en la época del imperio romano, me hubiera instalado en Roma"- John Lennon. 



La historia de los Beatles con New York es curiosa. Todos ellos han actuado en ese templo pagano llamado Madison Square Garden, pero nunca juntos, es decir, cada uno por separado. Reflejo de la rápida disolución de aquellos melenudos a los que un visionario invitó a dejar aquello de la música debido a que con su estrafalario aspecto poco iban a rascar en el mundillo. Con todo, el grupo británico dejó un fogonazo en la cultura pop de su tiempo cuya llama todavía persiste. No obstante, de entre ellos, si hay un nombre que siempre estará vinculado a la ciudad estadounidense es el de John Lennon,  



Y es que su trágico asesinato ocurrió en el edificio Dakota, muy cerca de Central Park, lugar donde Lennon era una presencia frecuente. Quizás allí se inspiró para hacer varias de sus mejores canciones, las más comprometidas también, surgidas de su retiro en Manhattan, las cuales tenían una corriente pacifista que la administración de Richard Nixon, enfrascada en la truculenta guerra del Vietnam, veía con enojo. Un gran mosaico en una de las entradas del parque rinde tributo a la memoria del artista, testimonio de la influencia que todavía hoy sigue teniendo su recuerdo en la cultura popular neoyorquina. 



Una de las muchas historias silenciosas pero omnipresentes en un gigantesco complejo donde es muy recomendable ir en días de asueto como los domingos, cuando Central Park se halla en ebullición de gente deseosa de un pequeño picnic con familia y amigos, jugar un poco a la pelota o hacer volar la cometa, bailar, cantar, etc. Hay muchas maneras de disfrutar en este complejo y todas resultan válidas. En una jungla de asfalto tan urbanita, se agradece este gigantesco bosque que parece conectar un poco a sus habitantes con la naturaleza. 


"Y en efecto, el cristal del espejo de estaba disolviendo, deshaciéndose entre las manos de Alicia, como si fuera una bruma plateada y brillante. Un instante más y Alicia había pasado a través del cristal..."- Lewis Carroll, A través del espejo, Ediciones del Sur, Córdoba, 2004, p. 13. 



Hacia el noreste de Central Park pueden encontrarse con el Paseo de los Literatos, un agradable rincón que puede llevarles a un alto en el camino. Hay una agradable cafetería próxima por la zona, reconocible porque está junto a una gran fuente donde algunos llevan sus pequeños barcos para navegar por allí. Recomendable para saborear la pequeña terraza en todo su esplendor un buen brownie calentado para la ocasión, bocado imperdible. Si siguen un poco al travieso conejo, podrán subir unas pequeñas escaleras y toparse con la hermosa estatua de Alicia, el mítico personaje de Lewis Carroll  que preside orgullosa la zona. 



La chica que llegó al país de las maravillas está acompañada por estatuas de amiguitos suyos, aunque incluso si se las quitasen, rara vez estaría sola. No hay día en Central Park donde niños y no tan niños peregrinan cariñosamente para inmortalizarse en una fotografía con un personaje que sigue de plena vigencia, pensemos en las últimas adaptaciones cinematográficas de Tim Burton, sin ir más lejos. 



Hay una tentación muy humana que es querer verlo todo el primer día. Puede hacerse, pero resulta fatigoso por la gran extensión. También nos vemos invadidos por el síndrome del turista, sediento de tomar fotografías y selfies a cada ocasión. Normal querer tener recuerdos de tan representativa zona, pero les propongo, si gustan, que añadan otro ejercicio. Si en algún momento se sienten cansados o el móvil se queda sin batería, prueben a buscarse un cómodo banco situado en algunas de las fuentes. Reposen un instante y permitan una variable para conocer mejor Central Park. Es tan importante pasear por él como permitir que pase antes nuestros ojos. Sin moverse del punto, permanezcan, como la propia New York, con los ojos atentos al desfile de ciclistas, coches de caballos, corredores, visitantes, etc. Verán que es imposible mayor variedad en tan pocos minutos. 


"I want to live my life, not record it"- Jacqueline Kennedy Onassis. 



Entre el río Hudson y la salida a Central Park que da al Dakota, donde sigue residiendo Yoko Ono, por si el agradable paseo (no se pierdan tampoco los lagos, especialmente el antiguo embalse rebautizado en honor de Jacqueline Kennedy Onassis) les abriese el apetito, tienen muy próximo un pequeño local donde se consume uno de los productos estrella del país: los perritos calientes. Hacemos referencia al Gray´s Papaya, ideal para una comida rápida y que no empacha precisamente debido al tamaño no excesivo de los hot dogs, aunque su sabor compense su reducido empaque comparado con otros. 



Si han visto Sólo los tontos se enamoran (1996), recordarán que era uno de los souvenirs gastronómicos que los protagonistas añoraban de su época por la zona en Central Park. No es el único caso el Gray´s Papaya, en el propio parque encontrarán abundantes puestos que conviven con las ardillas y otros animalitos (algunos más agradables que otros, todo hay que decirlo) por el césped del complejo. 



Aunque el nivel de seguridad han mejorado mucho en los últimos años, no es excesivamente aconsejable perderse por los vericuetos más alejados de Central Park por la noche, los accesos de algunas de las calles están cortados y el tránsito de gente disminuye muy considerablemente a partir de las nueve de la noche. Igual que si hubiéramos sido antiguos romanos hubiéramos ido al Campo de Marte, no podemos privarnos al estar en New York de hacer una visita a este oasis en plena jungla de asfalto. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



-Captura de Central Park realizada por el propio autor del blog [Agosto de 2016]



-Estatua de Alicia en el Paseo de los Literatos en Central Park, realizada por el autor del blog [Agosto de 2016]



-Fachada del local Gray´s Papaya realizada por el autor del blog [Agosto de 2016] 

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