domingo, 14 de agosto de 2016

LA LARGA BÚSQUEDA: TINTÍN EN EL TÍBET



Como algún otro ilustre compañero de la edad dorada del cómic franco-belga, Tintín presenta una extraña paradoja. Siendo un indiscutible icono de las viñetas a escala mundial, el heroico reportero no tiene una personalidad excesivamente desarrollada. Por supuesto, Hergé lo dotó de admirables cualidades como la valentía, la honestidad o la lealtad, pero su forma de ser está mucho más alejada de la realidad que la de algunos de los magníficos secundarios de su colección. Cuesta menos encariñarse con el inteligente y despistado profesor Tornasol que con el impoluto código moral del reportero, incapaz de un momento de duda. A veces, podríamos incluso cuestionarnos de que corra sangre por las heladas venas del amo de Milú. Sin duda, la lectura de Tintín en el Tíbet nos sacaría de inmediato de esa errónea apreciación.  



Publicada en 1960, se trataba de una historia de muy difícil gestación. Todo es atípico en esta aventura en las cimas del Himalaya. En primer lugar, por una vez es el protagonista quien se deja llevar por sus intuiciones para conseguir el objetivo, alejándose por completo de la sensatez de quienes le rodean. Una serie de sueños hacen al periodista pensar que su amigo Tchang (a quien había conocido en el inolvidable álbum El loto azul) no ha fallecido en un terrible accidente aéreo en la cordillera que ha desafiado a generaciones de alpinistas. Pese al fracaso de la primera expedición de rescate, el presentimiento de que su joven camarada está en peligro hará a Tintín embarcarse en una arriesgada búsqueda. 



Hergé hace partícipe a su célebre criatura de su propio estado de ánimo. Estudiosos de la trayectoria de este artista como Fernando Castillo han incidido en el difícil momento que estaba pasando, en pleno proceso de separación de su compañera, con la que había estado más de treinta años. Un estado mental delicado que se venía agravado por la moral cristiana del autor, quien además iba a iniciar una nueva relación, en este caso con una mujer mucho más joven que él. En su tratamiento, el universo onírico fue uno de los que más interesó a Hergé; una de las imágenes más recurrentes para su subconsciente era el color blanco en un inmenso fondo. 



En esta ocasión, no habrá ningún Rastapopoulos tirando de los hilos como villano al final del camino, pero el adversario de Tintín no es por ello menos temible y poderoso. Una constante nieve que desorienta por los caminos y hace parecer todo distinto en apenas unas horas. La naturaleza descarnada se muestra bajo historias susurradas en las hogueras de los campamentos acerca del mítico yeti.



Tintín en el Tíbet es asimismo la enésima oportunidad de disfrutar de ese secundario de auténtico lujo que es el capitán Haddock, tal vez el ogro más falso de la historia de las viñetas. Pese al fiero aspecto del viejo lobo de mar, el inseparable amigo de Tintín representa los valores de la amistad como pocos personajes de la ficción lo han hecho. Contra todos sus instintos y tragándose maldiciones, el señor de Moulinsart acompañará con la firmeza de una roca a un reportero que necesitará toda la fe posible para vencer a la montaña en una búsqueda suicida.



El cómic tiene una emotividad latente superior a la media de otras aventuras de la colección, resultando contagiosa. Hergé juega con ello con la figura de Tharkey, el hábil sherpa que lleva a la pareja, junto con el imprescindible Milú, a través de los escarpados caminos. Escépticos al principio de que Tchang siga vivo contra todo lo que indica la lógica y los buitres que rodean los restos del avión, el montañero nepalí se verá conmovido por ese joven extranjero que es capaz de todo hasta descubrir qué le sucedió a su amigo.


Odisea personal y que lleva al autor a explorar escenarios atípicos para sus aventureros, incluyendo incluso un monasterio perdido en mitad de las montañas, donde las revelaciones seguirán su curso, volviendo a exhibirse una espiritualidad que no es tan frecuente en otras tramas de Tintín. Todo ello sirve para agilizar el disfrute de la lectura, existiendo muchos momentos para el recuerdo.



A pesar de viajar a un país lejano, Hergé traza una historia muy intimista, donde como pocas veces veremos al protagonista sin miedo a la hora de reflejar su vulnerabilidad, preocupaciones y hasta desesperación, siendo menos incombustible que en otras ocasiones donde tiene soluciones para todo; quizás por ello, es en esta cordillera donde con mayor claridad se ha visto su heroísmo.



Una pieza fundamental en cualquier estantería. No hay mejor sherpa para alcanzar esa cima, queridos sahibs.



BIBLIOGRAFÍA:



CASTILLO, F., El siglo de Tintín: Biografía, Páginas de Espuma, Madrid, 2004.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://tintinandtheology.wordpress.com/



http://milstil.tumblr.com/post/34352206303/parka-weather-contd-2-tintin-endorses-5



http://tiritinyam.blogspot.com.es/2012/08/loch-lomond-el-whisky-del-capitan.html

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