lunes, 31 de diciembre de 2012

LAS HISTORIAS DE LA ABUELITA

Hubo un tiempo en que todo el mundo en Hollywood tenía su mote, una marca de distinción. Así, Clark Gable era "El Rey", un monarca coronado por público y crítica, especialmente después de Rhett en "Lo que el viento se llevó". Grace Kelly, por su abolengo y estilo, encarnaba el  componente patricio del celuloide. Entre tanto nombre superlativo, Frank Capra, experimentado director, recibía un apodo que no parecía incitar precisamente a la jactancia: "La abuelita". 
 
 
 
 
Idealista, amigo de sus personajes a los que quería con locura, Capra era un cineasta de edulcoradas intenciones y honesto oficio, que buscaba lo utópico antes que la realidad. En una época donde ya empezaba a florecer el cine negro y visiones más grises del mundo, la cámara de este hijo de inmigrantes sicilianos ya parecía pertenecer a otro mundo. El séptimo arte asistía entre estupefacto y encantado a aquellos cuentos de hadas irreales, que, sin embargo, parecían hacer mucha falta.
 
 
 
 
Entre toda su filmografía, ninguna parece más apropiada hoy en Amarcord que la relativa a cierto estreno de 1946, ¡Qué bello es vivir!. Clásico navideño de las televisiones en estas fechas, narra las venturas y desventuras de George (James Stewart), un buen hombre que se encarga de una compañía de seguros y, misteriosamente, se preocupa por sus clientes más allá de hacerles firmar un contrato hasta el 2321 sin poder tocar los fondos.
 
 
La historia de George es la de una persona que vive con la bendita maldición de Astérix; por un lado, su talento e inteligencia le vuelcan de manera inexorable a ver mundo, pero, a lo largo de su vida, la mala fortuna y las responsabilidades lo atan de manera indisoluble al pequeña aldea gala de Bedfordfalls. Si bien ha encontrado algunas recompensas como el cariño de muchos de sus vecinos y, especialmente el amor de su vida (una adorable Donna Reed), no deja de sentir cierta frustración por ello.
 
 
 
 
 
 
En vísperas de Nochebuena, su pequeña compañía, mantenida gracias a los milagros cotidianos de George y su tío, se encuentra casi definitivamente en la cuerda floja, mientras la vida personal de este santo Job parece abocada a estallar de una vez. Esta historia de blanco y negro que podía ser horrible y maniquea, se convierte en toda una epopeya gracias al brasero y la sabiduría de "la abuelita" contando la historia con pericia y aprovechando a la perfección las muchas virtudes interpretativas de Stewart.
 
 
 
 
 
Actor excelente para interpretar al norteamericano medio, George Bailey es una de las mejores creaciones de quien también sería el joven senador Smith en la idealista Caballero sin espada , nuevamente a las órdenes de Capra. Como las mejores fábulas, que ya sepamos exactamente qué va a acontecer en esta historia no nos molesta en lo absoluto y Búfalo no puede dormir si no vuelve a escuchar las palabras mil veces repetidas del cuento del niño cuyas tapas están ya desgajadas de lo mucho que se lo han leído sus padres. 
 
 
 
Despedir 2012 no es hacerlo con un huésped, que como diría Cicerón, uno tiene la esperanza de que no vuelva a repetir visita. Crisis, crisis... y más crisis. Y, lo peor de todo, no es lo más preocupante. Entre unos y otros lo han conseguido, tenemos esas seis letras tan tatuadas que nos resulta imposible no repetirlas hasta la saciedad día a día. Los discursos de nuestros queridos dirigentes han sido más bien un "vamos a cruzar 40 años del desierto y habrá escorpiones", echándose en falta incluso las mentiras piadosas de George, porque hay veces que la gente necesita esperanza, decir que "Pero aún tenemos agua en la cantimplora y de aquí salimos todos o nos dejamos sudor y lágrimas intentándolo". Si nos toman el pelo en época de bonanza mientras engordan bolsillos, por lo menos, se podría dejar de ser tan sincero ante lo que está por venir y habrá alguna buena noticia real a resaltar en el gore emocional que se ha tornado el telediario.





A veces pienso que la abuelita tenía más razón que una santa y que de tanto tomarnos en serio hemos perdido esa fascinación por los cuentos y, honestamente, así nos va. Entre tantos señores Potter (gran personaje en la película y muy mal imitado sin gracia en la realidad por más de un centenar de personas), hemos olvidado aplaudir el milagro diario de los George Baileys del mundo, ésos que aún aprietan los dientes ante grandes depresiones y se niegan a que la mala baba y la austeridad sean los únicos remedios de un barco a la deriva y donde mientras algunos buscan la ruta de escape empujando al prójimo, siempre saldrá alguien que dirá: "Todavía se puede nivelar".
 
 
 
A todos los queridos lectores/as de Amarcadord, amigos todos, desearles un feliz 2013, que los mejores momentos de este año que se va, sean los peores, en comparación, con lo que les depare el 2013. Que no perdamos las ganas de reírnos, el gusto de dejar propina y no nos tomemos tan en serio a quienes, a fin de cuentas, no dejan de ser los empleados de todos.
 
 
 
 
Seamos un poco como esas abuelitas estilo Capra... prefiriendo a alguien que cree que se puede ganar las alas siendo bueno que a otra luminaria que considera que una burbuja nunca va a explotar, 1 fuerte abrazo y felices fiestas.
 
 

3 comentarios:

B. Lara dijo...

Genial, como siempre.

Feliz año a ti también.

Francisco Javier dijo...

Fantástico, lamentablemente quedan pocas "abuelitas" en este mundo.

Un saludo y feliz 2013!

El Viejo dijo...

Muchísimas gracias Beatriz, muy feliz año a ti también. Nos seguimos leyendo en tu estupendo blog y vía Twitter.

Ya lo hicé vía SMS, amigo Francisco, pero, por supuesto, vayan también mis mejores deseos cara a 2013 en todos tus proyectos. Y sí, faltan abuelitas, por desgracia...

Gracias ambos, de verdad