domingo, 4 de marzo de 2012

TITANES DE LA EDAD DORADA



En ocasiones uno podría verse tentado a pensar que quien de niño no seguía cómics de súper-héroes, era porque le faltaba corazón o, aún peor imaginación. De la misma forma, quien entrando en la edad permitida para afeitarse, aún prosigue ese consumismo de tipos en mallas, puede que necesite un cursillo acelerado de madurez, o por lo menos, un capón de vez en cuando.
Por supuesto, en clave aristotélica, todo tiene su punto intermedio, generalmente, donde reside la virtud. Si bien conforme se avanza, es imposible seguir sintiendo la misma fascinación por esa mitología adaptada para todos los públicos que son los tebeos de este género, tampoco sería de recibo quemarlos en una hoguera y renunciar a los ratos de diversión que han hecho pasar a muchos lectores. De la misma forma, siempre hay obras dentro de este campo que tienen unas cotas de profundidad muy alta y pueden ser disfrutadas a cualquier edad.
En ese posicionamiento podemos encontrar a algunos guionistas como el reputado Roger Stern, quien a lo largo de su trayectoria ha servido a dos de las compañías más importantes de los Estados Unidos (y teniendo en cuenta su mercado de distribución, del mundo), DC Cómics y Marvel. Perfecto conocedor de los cómics de la Edad de Oro (el auge de Superman, Batman, Wonder Woman y el resto de la lista, súper-seres que surgieron para evacuar de realidad en un ambiente bélico terrible) y de la de Plata (cuando Marvel, fundamentalmente de la mano de Stan Lee, Steve Ditko y Jack "The King" Kirby, bien secundados luego por una talentosa ola de nuevos autores, renovó el género y sus utópicos contenidos, haciendo lo que pasaba en las viñetas más real), hoy en Amarcord vamos a hablar de un duelo que no parece precisamente anunciado para auspiciar versos: "El Increíble Hulk Versus Superman".
Ambos héroes necesitan poca presentación, incluso para las personas que nunca hayan leído ni una sola página de los mismos. Creado en la revista Action Cómics, el concepto de un individuo que pudiera volar, pronto fascinó a la gente ávida de ir a los kioskos de prensa, mientras que la criatura verde, era fruto de esta extraña concepción que tenía Stan Lee de que el poder atómico aparte de un grave riesgo para la vida, podía ser una fuente de increíble poder, tornando al científico Bruce Banner en un Mr.Hyde que cuanto más golpeaba más fuerte se tornaba, aunque no existía ninguna regla que augurase cuando volvería convertirse en una persona normal.
Diseñada en 1999, Stern empleó con mucho tino las cartas que tenía en la baraja. Pregunta de patio de colegio, junto con quién ganaría un partido a muerte súbita entre el Barcelona de Guardiola y el Madrid de Di Stéfano, bien podría ser quien ganaría un cuerpo a cuerpo entre estos dos iconos de la ficción. No tiene nada de extraño y no cuesta imaginar a niños aqueos preguntando a Homero acerca de la forma de combatir de Héctor de Troya y Aquiles, el de los pies ligeros.
Afortunadamente, eso le importa un pimiento a Stern. Guionista de olfato fino, era sabedor de que ninguna de las dos editoriales sería tan ingenua de que la incógnita de quién es más poderoso quedase resuelta, pero sí pensó que en dicho crossover se podía hacer un hermoso homenaje a las historietas clásicas de los años 60. Enmarcado en los primigenios inicios de ambas figuras, con la colaboración de Lex Luthor (archi-villano reconocido como la Némesis del tipo de acero de Metrópolis y que volvió a saltar a la palestra por su conocido rol en la serie televisiva Smallville), Stern lanza una trama de desencuentros, áridos desertos del Medio Oeste y carrera armamentística.
Hasta aquí tendríamos un ejercicio de nostalgia y una aventura para niños aprobada por toda la familia, no obstante, varios alicientes hacen que sea un cómic muy recomendable. En primer lugar, que cuenta con los lápices de Steve Rude. Exquisito artista, su manera de narrar al estilo de los clásicos en esta época de revolución digital, le convierten en uno de los últimos artesanos puros del oficio, confiriendo a sus finos trazos un simbolismo de otra época, incluso su Hulk parece más estilizado y hace una oportuna licencia histórica para mostrar una Lois Lane más moderna y acorde con los tiempos que corren, que la cierta mojigatería que rondaba sus primeras apariciones en revistas.
En segundo y no subestimable lugar, lo bien amueblada que tiene la cabeza Stern para hacer dos lecturas sin resultar pretencioso o simple. Si bien narra una aventura de corte clásico, con inicio, nudo, combate y desenlace, se permite algunas licencias y, gracias a la propia evolución de su dibujante a lo largo de la historia, hace una atinada y acertada reflexión de cómo han cambiado los argumentos de ambas franquicias. Es en la resolución final donde hay una sorprendente y melancólica evocación que demuestran lo que está por venir para los dos iconos, titanes de un tiempo pasado, más simplón, pero a su manera, también el reflejo de un mundo más inocente (si es que eso es posible) y, de alguna forma, encantador.
Muy recomendable para fans. Una pequeña joyita.

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