Aún a día de hoy sigue siendo cita ineludible de programación televisiva cuando se aproxima la Semana Santa. Basándose en la novela de Irving Stone, "El tormento y el éxtasis", esta clásica película de 1965 se ambiente durante el pontificado de Julio II, cuando este Papa encargó a Miguel Ángel la decoración pictórica de la Capilla Sixtina.
Dirigida por Carol Reed, el gran atractivo de la cinta es el duelo interpretativo mantenido por dos magníficos protagonistas, Charlton Heston y Rex Harrison. Ambos, con sus personales estilos, brindan un vibrante duelo entre Mecenas y artista, pues casi desde el inicio del encargo, parece claro que son dos personajes demasiado antagónicos para poder trabajar en armonía.
Con una brillante música de Alex North, este marco renacentista, nos sirve para adentrarnos un poco en el alma de uno de los artistas más súper-dotados de su época, que demostró que no solamente era maestro de maestros en los campos de la escultura. Eso sí, las licencias históricas son tan apabullantes en algunas escenas que merecen un tratamiento aparte, ya que, en algunos de los casos, impiden alcanzar a la obra pretensiones mayores y la empeoran.
No parece tan sorprendente que se haya dulcificado el carácter de los dos contendientes, hasta casi hacerlos admiradores mutuos a ragañadientes (en realidad, la posición que Miguel Ángel dedicó a su Mecenas en la Capilla refleja que no le tenía precisamente en mucha estima), como la manera de burlar la verdadera sexualidad del creador de La Piedad. Efectivamente, la homosexualidad de Buonarroti queda olvidada en beneficio incluso de una subtrama impostada, con una hija de Lorenzo El Magnífico, el gran noble florentino, nada menos.
A pesar de ello, dicho error parece premeditado antes que el fruto de una mala documentación. Conocida la personalidad de Heston, tan buen actor como persona de moral muy conservadora, es probable que hubieran podido existir problemas con él a la hora de enfocar al personaje de una forma más real en ese terreno. Pese a ello, al contrario que el hábil guión de "Ben-Hur", en "El tormento y el éxtasis" no encontramos ninguna sutileza que nos permita intuir la verdad de sus relaciones, imponiéndose una relación de rigor algo tontuela, solamente salvada por la belleza de Diane Cilento.
Paradojas, la turbulenta forma de ser de Julio II, de quien también se rumoreó sobre sus amantes, queda asimismo tapada en el retrato de un padre terrible, pero a fin de cuentas protector y siempre comprensivo. El Papa Guerrero es resaltado de una forma muy positiva, amparado en la gran capacidad de Harrison para hacer de personajes mayestáticos (viene a la mente su Julio César), quien tiene que encaminar a sus dos geniales y díscolos hijos, Miguel Ángel y otro pintor destinado a ser recordado, Rafael de Sanzio.
"¿Cuándo la terminarás?" "Cuando la termine". Es probable que sea el diálogo más repetido durante todo el metraje, resaltando la impaciencia del Mecenas y la vanidad del artista, incapaz de entender de plazos y asuntos terrenales, de que pueda ser más importante pagar la jornada a los soldados de Bolonia que más materiales para su reforma. En definitiva, a pesar de lo dicho, un agradable entretenimiento con un excelente reparto, aunque muy conservadora en lo que propone.
A nivel de la recreación de Roma, señalar que tiene secuencias meritorias para la época en que fue rodada, pero también que tiene ese estilo luminoso de películas y calzas entre calles muy limpias y de cartón piedra, que hacen al espectador pensar que la verdadera capital de los Estados Pontificios debió de ser de otra manera en aquel turbulento y fascinante siglo XVI, cuna de artistas geniales, príncipes de la Iglesia espada en mano... lugar de tormento y éxtasis.
Interesante pero incompleta visión.
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