sábado, 11 de septiembre de 2010

EL HOMBRE QUE MATÓ A JESSE JAMES

Si hay un género en el que puede resultar muy difícil innovar es en el western. Cuando el prometedor director Andrew Dominik, decidió escribir y dirigir su propia versión del mítico forajido Jesse James, más de uno debió pensar que quedaba muy poco que decir y, aún menos por sorprender.
No obstante, una vez finalizada, aunque la película no tuvo todo el eco (ni mucho menos) de algunas producciones de Hollywood, logró colarse con todo merecimiento en el festival de Venecia y críticos como Pete Hammond se atrevían a hablar de futura obra maestra.
El largo título, casi parecería una torpeza. Esta pieza de la Warner Bros ya delata el desenlace y pone adjetivos claros a los personajes, como si estuviéramos ante la crónica de una muerte anunciada. Pero todo es una trampa, desde el primer momento, con un muy poco glamuroso asalto un tren orquestado por Jesse James (Brad Pitt) y su hermano Frank (Sam Shepard), descubrimos que la banda está a punto de disolverse. Frank, el hermano mayor, ha decidido que esto se está volviendo demasiado peligroso, mientras que Jesse se va progresivamente alejando de su época de mayor esplendor, cuando era un joven delincuente a quien especialmente los habitantes del sur del país, había seleccionado erróneamente como paladín, el Robin Hood que se vengaba de la derrota ante los arrogantes yankees porla lucha de la Secesión.
Esta noticia es terrible para un joven llamado Robert Ford, que ha sido reclutado para el grupo gracias al buen hacer de su hermano mayor. Robert ha crecido idolatrando a Jesse y conoce todos los rumores que circulan desde él, hasta un punto que rayaría el fanatismo. Casey Affleck encarna al aspirante a bandido, quien sin embargo, no logra conectar con Frank, el más inteligente de la cuadrilla y quien desde el primer momento confiesa a Ford que cuanto más le escucha, más convencido está de no querer tratos con él. Jesse, por el contrario, primero como chico de los recados y poco después como algo más, le va manteniendo al corriente de sus andanzas.
Affleck regala un personaje maravilloso. Su Robert Ford es absolutamente desagradable por lo pueril que puede resultar en ocasiones, por su sed de ser famoso a cualquier precio... pero también vamos desarrollando empatía por él. Es una persona sensible y no exenta de inteligencia, que sin embargo tiene unos parientes animalizados y con un comportamiento brusco y tosco.Pero la peor de todas las burlas es la imagen de su verdadero ídolo,Jesse, un hombre extraño, introvertido y singular, que sin embargo siempre está en el ojo del huracán de todos. Terrible circunstancia debe ser la de convivir día a día con un mito idolatrado por uno mismo. Sin que él mismo sea consciente, Robert irá desarrollando un visible antagonismo hacia su benefactor y, lo peor de todo es que lo comprendemos.
El Jesse James presentando en esta cinta es el que más cercano ha estado a la verdad de todos cuantos los han precedido (el gran guionista francés René Goscinny estuvo muy cerca, pero era evidente que él lo tomaba con un tapiz de humor) e históricamente,la película adopta un estilo "Sin Perdón" realista que roza la perfección. Roger Deakins regala una fotografía triste y decadente que cuaja muy bien con el resto del cuadro, mientras que Nick Cave y Warren Ellis confeccionan una banda sonora melancólica y efectiva.

Con el muchas veces denostado estilo de la narración con voz en off para algunos pasajes, a través de las vivencias de Ford, vamos viendo los entresijos de la "familia de Jesse. El reparto es muy bueno y tremendamente inspirado (Sam Rockwell, Jeremy Renner, Ted Levine, etc.).
En el mejor de los sentidos, la capacidad de enmascarar la más terribles venganzas, asesinatos y estafas en un marco de normalidad hogareña de la pieza de Dominik recuerda a los mejores momentos de la añorada serie "Los Soprano". También hay oscuros homenajes a "Raíces Profundas" (solamente que esta vez lo vemos desde el punto de vista de "los malos") y "El hombre que mató a Liberty Valance".


Entre tanto elogio, por supuesto, debe haber momento para la crítica y lo que se pudo hacer mejor. El metraje de la película es muy avanzado, más en estos tiempos que corren, 160 minutos, que no se hacen pesados por diálogos inteligentes y capacidad de mantenernos atentos ante una historia ya contada. No obstante, aunque interesantes, las riñas entre miembros de la banda de Jesse que no están directamente relacionadas con él o Ford, aunque buenas como escenas aparte, entorpecen el ritmo del nudo. Si se hubiera querido hacer una serie de televisión evidentemente la valoración sería muy distinta, pero no es el caso. Con tantas ramas, aunque bien hilvanadas, perdemos focalización en el árbol. Del mismo modo el papel de las mujeres (si acaso el de Mary Louise Parker) tiene escasa relevancia, lo cual les impide, aunque ellas estén muy bien, brillar en un marco absolutamente dominado por lo masculino. El personaje de Frank James, siguiendo con el símil con Los Soprano, ejerce de Jackie Aprile, lo poco que sale nos gusta muchísimo... pero aparece con cuenta-gotas.
Con todo, el verdadero plato fuerte de esta película es el intenso duelo de Affleck y Pitt. El primero es sin duda el verdadero protagonista y es con él con quien todo y empieza y acaba. Eso no menoscaba la soberbia interpretación que Pitt realiza de Jesse, normalmente el biografiado y quien lo caracteriza suelen desarrollar una simpatía que podría forzar al intérprete a perdonar ciertas bajezas. Pitt por el contrario muestra un mosaico de luces y sombras impresionante, alcanzando el clímax en el momento oportuno. No creo que Rex Reed exagerase en lo más mínimo al escribir en The New York Observer que había confeccionado una leyenda.
En definitiva, una obra densa y alargada, que pese a todo, merece ser considerada una excelente revisión de Jesse James y las circunstancias de su ocaso, con momentos muy logrados y erigiéndose como algo más que una muy buena película. Una reflexión acertada, madura y profunda de unos Estados Unidos complejos y nacientes, cuyo escaso pasado histórico como nación independiente en aquellos momentos les forzó a buscar sus leyendas en aquellos individus oscuros y misteriosos.
SPOLIER QUE NO DEBES LEER HASTA QUE NO VEAS LA PELÍCULA
Imposible no hacer mención (además acompañada de una impecable música) de la escena de la ejecución de Jesse. El hartazgo que trasmite la mirada de Pitt al auto-inmolarse (nada es casual, ni haberle regalado el revólver a Robert en ese momento, ni ponerse frente al cuadro desarmado ni sus conversaciones previas) solamente es superado por las dudas de C.Affleck en el momento de realizarlo, seguido por su angustiado hermano.
En este momento cumre, Dominik culminael final del dueto amor-odio Ford-James. Hasta el último instante, el de su asesinato, ha sido el forajido quien ha dictado lo qué debía hacerse. Un instante magistral con dos actores en estado de gracia.

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