lunes, 14 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA SIGNORIA (PARTE I DE VII): LE VITTORIE DI BATISTUTA


"Nunca disfruté nada dentro de una cancha, lo único que sentía era el respeto de la gente, que era una cosa que me encantaba"-Gabriel Omar Batistuta.



Gabriel Omar Batistuta fue un futbolista argentino atípico. A diferencia de muchos de sus compañeros, aquel pibe de Reconquista no veía el deporte como una tabla de salvación de la economía familiar o un sueño de infancia; por el contrario, pensaba que su habilidad con el disparo le permitiría costearse sus estudios, la obsesión nacional de su país era para él un pretexto. Sin embargo, es probable que cuando aceptó dejar Argentina para fichar por la Fiorentina no esperase encontrarse con aquello. Se sintió profundamente desilusionado de haber aceptado la oferta italiana. "El Bati" todavía no conocía la diferencia entre el sabor de lo viejo y lo antiguo, la amplia distancia que separa lo descuidado de la tradición. 



Con el tiempo, fue apreciando aquellas "piedras" que, para su todavía desentrenado olfato, se le presentaban como inconexas piezas en una urbanización vetusta. No era consciente en esos primeros compases de que Firenze custodiaba miles de años de Historia. Dicen que pocas ciudades transalpinas pueden osar medirse con Roma en patrimonio. Florencia es una de las escasas rivales que puede subir al ring y, en todo caso, perder a los puntos. Paralelamente Batistuta y su familia se enamoraban del lugar de forma paulatina, los tifosi del Artemio Franchi hacían lo propio con aquel delantero que iba a convertirse en el santo y seña de la escuadra viola.



Incluso hoy en día sigue siendo una buena idea personalizar una camiseta púrpura con el número nueve y su apellido en las tiendas deportivas de la ciudad. La prenda se convierte en un código, ese guiño de simpatía hacia el recién llegado, muchas personas que la pueblan (taxistas, guías, turistas argentinos, etc.) que guardan un agradecido recuerdo del ariete, sin importar el lapso temporal transcurrido. No les ocurrirá igual si la lucen en Pisa, donde algún hat-trick de nuestro primer protagonista del recorrido le hizo persona non-grata.



"El río no se preocupa del puente; discurre a su lado"-Herta Müller.



Acaso a cada turista recién llegado le puede invadir la tentación de aquel Batistuta imberbe, cuando acababa de aterrizar en el Aeropuerto Amerigo Vespucci. Con todo, Florencia necesita apenas un paseo para mostrar sus encantos. El recorrido bien podría iniciarse en Ponte Vecchio, una estampa en el trazado urbano de los días medievales sobre el río Arno, donde una larga cola de transeúntes se agolpan sobre las diferentes tiendas locales. Un lugar típico donde se pueden sacar excelentes fotografías.



Y es que los puentes tienen mucha relevancia para comprender el singular trazado del enclave. Las aguas del río Arno provocan una división muy clara del lugar, lo cual los hacía imprescindibles. También eran costosos, como pronto pudo comprobar ante los desbordamientos Cosme I de Médicis, quien tuvo que costear el ensanche del futuro puente "alla Carraia" para que pudieran circular los carros de los comerciantes. Habremos de hablar bastante de los Médicis en estos relatos, puesto que dicho linaje se unió de forma indisoluble a Florencia en su época dorada, es decir, el Renacimiento. 



Las construcciones se acompañan de hermosas esculturas, teniendo todas ellas una fuerte temática ligada a la mitología clásica. Así se puede comprobar en el Puente de Santa Trinita, flanqueado por cuatro estatuas que conmemoraban el cambio de las estaciones. El motivo del lujo fue la ocasión brindada por el casamiento de Cosme II con Magdalena de Austria. Desafortunadamente, durante la II Guerra Mundial fue destruido, aunque se reconstruyó siguiendo la idea original por diseño del ingeniero Emilio Brizzi. 


"Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen"-Nicolás Maquiavelo.



Una parada obligatoria en cualquier circuito debe ser la Piazza della Signoria, punto clave en el centro histórico. Su nombre se remonta a aquel órgano de gobierno que rigió los destinos de la ciudad, compuesto por nueve miembros seleccionados escrupulosamente. El palacio mantiene toda su fuerza y se ubica en una zona inmejorable, muy próxima a la fabulosa Galleria degli Uffizi, museo imperdible para el visitante, rodeado en sus entradas por las severas estatuas de los Maquiavelo y compañía. 



La Signoria atrae una red de restaurantes de calidad (aunque no todos ellos de precio razonable), si bien hay disfrutes que, por fortuna, siguen siendo libres de precio. Julio-agosto es muy buen mes para andar por la plaza, puesto que diferentes orquestas ofrecen recitales al aire libre, siempre muy concurridos y disfrutando de la música en un marco tan especial.  



Hecha la breve presentación, llega el momento en la segunda parte de dar la bienvenida a los verdaderos protagonistas de la fama cultural que hizo a Florencia un micro-cosmos en una de las revoluciones artísticas fundamentales para entender la historia del arte. 



ENLACES DE INTERÉS:



-La victoria de Batistuta



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-Ponte Vecchio [Fotografía tomada por el autor del blog]



-Camiseta firmada de Gabriel Omar Batistuta, Museo de San Siro [Fotografía tomada por el autor del blog]



-Piazza della Signoria al anochecer [Fotografía tomada por el autor del blog]

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