domingo, 2 de diciembre de 2012

TWO AND HALF MEN

 
Antes de ser reconocido por la maravillosa Big Bang, junto con su socio Angus T. Jones, Chuck Lorre ya era una firma habitual en la pequeña pantalla, gracias a la comedia situación Dos hombres y medio. Amparada en el bendito formato de 20 minutos, la CBS dio luz verde a este producto simple pero eficaz, que lleva en antena desde primera emisión un verano de 2003.
 
 
 
 
Cogiendo premisas tan conocidas como la diferencia de personalidad entre hermanos y los traumas maternos (que han sido pieza clave de shows tan diferentes como "Los Soprano" o el que hoy nos ocupa), junto con los problemas de convivencia que ya se explotaron tan maravillosamente en "La extraña pareja", Two and half men ha conseguido ganarse un hueco con su estilo, en una jungla donde compañías como la HBO están poniendo el listón muy alto con grandes producciones.
 
 
 
 
 
Una de las piedras filosofales del éxito ha sido indudablemente el casting escogido. El primero de los caballeros escogidos fue Charlie Sheen, encargado de encarnar a Charlie Harper, un compositor de anuncios de éxito y vida relajada que vive con estilo don juanesco en la paradisíaca Malibu (Pasadena); Charlie lo tendría todo para ser el mortal más feliz sobre la tierra, de no ser por unos problemas con una adicción a la bebida digna de Sam Malone (con el que comparte también carisma), su desordenado estilo de vida sabinero que parece abocado a la destrucción y, lo peor de todo, que tras el divorcio de su hermano Alan, téndrá que acogerle a él y su sobrino Jake.

 
 
Jon Cryer es el encargado de personificar a la otra cara de los Harper, quien no podrá de dejar de notar la diferencia entre su vida y la de ese Feliciano de la vida que es Charlie, en una alterada convivencia que no se ve ayudada por lo complicado de su divorcio en el plano económico con Judith, la madre de Jake. La química de ambos está en muchos casos por encima de los guiones y brindan momentos sumamente divertidos. Si bien el programa cae con mayor facilidad en los chistes fáciles (y en los últimos tiempos también escatológicos) que otros, su metraje suele pasarse de forma ligera y casi se ven como rosquillas.
 
 
 
 
 
Como ha acontecido en otras ocasiones en este tipo de espacios (viene a la mente el corrosivo, irónico y polémico ambiente de la magnífica "Aquí no hay quien viva" o la, ya más lejana en el tiempo "Taxi"), pronto, junto con el avance de las temporadas, el elenco era también noticia por lo "extra-deportivo". El principal artífice de ello era asimismo una de las más relevantes causas de su éxito, Charlie Sheen, auténtico Dennis Rodman de LA; de hecho, resulta evidente ver el deterioro físico de Sheen en sus últimas apariciones en el show, causando problemas de indisciplina, aunque, en honor a la verdad, su rendimiento desde el punto de vista cómico siempre fue muy alto.
 
 
 
Y es que, quizás como acontece en ocasiones con los pícaros, rufianes o villanos, hay una parte del subconsciente de muchos que pueden derivar ante la proyección durante veinte minutos de este Peter Pan egoísta. Todos los tópicos de la guerra de los sexos quedan explotados por este triunvirato masculino, demostrando que no pocos varones tienen una cabeza que no saben utilizar y que la que saben no la pueden emplear por falta de demanda y que, no hay pocas de ellas que son tan tontas... porque quieren.
 

A medida que avanzaba la popularidad del espectáculo, como suele ser norma habitual, se incrementaban las figuras famosas que se dejaban aparecer por las arenas estivales. Sean Penn y otros ilustres amigos de Sheen formaron un divertido grupo de terapia de estrellas exitosas con problemas mentales de perversiones (hay algún momento que casi recuerda a los círculos de "El crepúsculo de los dioses), o el propio Martin Sheen visitaría a su díscolo hijo; incluso Megan Fox apareció para ser la tentación que vivía abajo de los Harper, como improbable sobrina de Berta (una divertida Conchata Ferrell).
 
 
 
 
Como suele ser costumbre cuando un equipo funciona, nada mejor que la auto-destrucción cuando nada parece poder detenerte. Así, a pesar del buen hacer de Ashton Kutcher, el espectro de Charlie es alargado y no puede ser borrado simplemente por una mala noche con Rose en París; recientemente, el joven Angus T. Jones ha sorprendido con unas declaraciones contra el programa en el que lleva más de diez años, pidiendo al público que no lo vea. La inmediata rectificación ha sido ya ironizada por un Sheen que no duda en calificar de "maldito" su antiguo trabajo.
 
 
 
 
 
De cualquier modo, a pesar de las peticiones, ruegos, preguntas y conjuros de Evelyn, este ambiente de Don Juan in Hell sigue pareciendo mantenerse (¿por cuánto tiempo?) y gozando de una excelente audiencia durante las reposiciones de las primeras temporadas en diferentes cadenas.
 
 

1 comentario:

Easmo dijo...

Está claro que el personaje de Kutcher es muy ingrato, poque es una sustitución, lo que hace imposible librarse de las comparaciones: independientemente de que sea buena o mala su actuación.

Y Kutcher es el no-Charlie porque le echó huevos y aceptó el papel, si no, las críticas le lloverían a quienquiera que lo hubiese hecho. Además, será un poco capullo, pero Kutcher hizo de Kelso en That 70s show/ Aquellos maravillosos 70, una de mis sitcoms preferidas, conque no puedo evitar que me caiga bien.

Sí debo de decir que Angus reculó poco después de sus declaraciones. No quiero meterme en polémicas pero el que Angus dijese eso justo al descubrir su nueva fé católica recalcitrante como le pasa a más de algún actor joven, igual tuvo algo que ver. Recordemos que le pasó algo parecido a Kirk Cameron en "Los problemas crecen"...