Uno de los grandes problemas a la hora de querer vender una idea es hacerlo a las personas equivocadas, es decir, un público que no está realmente interesado en lo que vas a producir, aunque sea bueno y de calidad. Entre muchas otras cosas, aparte de un arte impresionante, el cine es un negocio, donde sobreviven mejor quienes logran conectar perfectamente con la clase de público que va a responder en las cada vez más infladas taquillas (como estamos en crisis económica, las luminarias han pensado acertadamente que subir los precios de las entradas era una estrategia genial para salvaguardar el séptimo arte). Es decir, concerte a ti mismo y al público, en una variación de marketing a lo oráculo de Delfos.
Joss Whedon ha recibido una perita en dulce envenenada para llevar a la gran pantalla una de las colecciones más míticas de Marvel, "Los Vengadores", quienes, en un ejercicio de modestia digno de José Mourinho, se autotitulaban los héroes más poderosos de la Tierra. Como si fuera la elección de un equipo olímpico por parte de un comité sediento de medallas de oro, la productora ha ido sembrando el recorrido con varias cintas previas donde se daba a intuir la formación del grupo, teniendo varios de sus futuros integrantes (Thor, Iron Man, Capitán América) sus propias obras, la de Tony Stark tan exitosa que ha tenido hasta secuela. Pasos y más pasos, todos ellos encaminados a una mega-producción que un amigo mío muy atinadamente definió de la siguiente forma: "El minuto 20 de Los Vengadores podría ser el clímax de cualquier otra peli de acción".
Tras haberla visto, uno solamente puede quitarse el sombrero y afirmar que estaba en lo cierto. Importa muy poco la trama que desarrollan Whedon y Zak Penn, el arranque simplemente quiere colocarte en una montaña rusa. La apuesta es clara, estamos ante un producto que no va a satisfacer a quienes aborrezcan el género de súper-héroes; no obstante, quienes si hayan sido lectores de la colección o les gusten este tipo de espectáculos con momentos casi de video-juego, quedarán satisfechos. "Los Vengadores" aspira a querer a quienes la quieren, una aparente tontería, pero basta con recordar la experiencia española con "El Capitán Trueno" para ver cómo no todos pueden decir lo mismo, que al menos han satisfecho al público garantizado.
Un problema que a lo largo de los años han tenido los propios cómics de esta agrupación es lo majestuoso de las amenazas que se conjuran contra ellos. El motivo es obvio, cuando Stan Lee (sí, habrá cameo, aunque no les digo en qué parte) decidió copiar descaradamente el éxito de la Liga de La Justicia, puso tanto potencial de fuerza, que casi parece que todo lo que no sea un Ragnarok con invasiones de otros mundos, sería un pequeño desayuno para unos héroes que cuentan con una deidad nórdica y una masa de aplastar enemigos que cuando más la enfadas, más temible se vuelve. Por supuesto, la invasión está servida y, cómo todos Colones de otros mundos que vengan, New York es el sitio ideal para jugarse el todo por el todo, la primera vez que alguien ponga aliens en Ciudad Rodrigo, nos sentiremos desconcertados.
Con todo, dentro del tópico, hay los suficientes homenajes para que los acérrimos se sientan satisfechos. En primer lugar, que el Maquiavelo de todo sea Loki, el hijo adoptivo de Odín (no, Anthony Hopkins no sale, aunque se le menciona y Natalie Portman aparece con su pérfil de Facebook o algo así), bien caracterizado por Tom Hiddleston, que está mucho mejor que en Thor, aunque probablemente la segunda sea bastante peor que esta película. Ya por lo lejanos 60, Loki intentaba usar el poder del gigante esmeralda para hacer la puñeta a su hermano de cabellos rubios y diálogos shakespirianos, ahora, simplemente, su tecnología es más moderna. Ricitos de oro, no podría ser otro que Chris Hemsworth, quien verdaderamente tiene planta de hijo de Asgard y da miedo pegando martillazos e invocando tormentas (aunque tenga problemas para que no le coman la tostada Jackson y Downey si andan por la escena si es con diálogos).
Y es que, a nivel de reparto, tenemos uno de los puntos fuertes de este envasado palomitero que puede ser ideal para desonectar un rato. Robert Downey Junior es la clase de persona que conoce a Maradona y le enseña a usar la pierna derecha, ha cogido a Tony Stark y ha convertido su Iron Man en una criatura carismática que no siempre ha sido en sus cómics (quizás con Micheline y Romita Junior y otras etapas), prácticamente devorando cada uno de sus diálogos, no tomándose en serio a sí mismo y siendo, indudablemente, una de las mejores bazas de la obra. De idéntica manera, Samuel L.Jackson cuaja su poderío en pantalla para hacer un creíble Nick Furia, mientras que Mark Ruffalo pasa con nota la prueba de coger el legado de Hulk dejado por Erci Bana y Edward Norton (aunque es una pena que no haya tenido peli previa con él de protagonista para ganarse más complicidad de los espectadores). Chris Evans también cumple con solvencia, además, es simpática la freakería con la que se explica lo ridículo de su uniforme en el diseño. Si bien algunas de sus frases son efectistas, crea un Capi perdido en el tiempo, el superviviente de un tiempo pasado y a quien no han explicado lo mucho que se perdió en las guerras que ganaron.
En un verdadero All Star (a fin de cuentas, son Los Vengadores), también tenemos nuevamente a Scarlett Johansson mostrando qué bien le quedan los trajes de La Viuda Negra; Johansson no lo hace nada mal, aunque habrá que ver su carrera en pelis más arriesgadas cuando la batuta genial de Woody Allen no la ampare, para ver si la impresionante diva es una buena actriz o ese fenómeno con tintes de brillantez absoluta que a veces se le ha intuido con Woody. Compartirá muchos momentos con ella Jeremy Renner, actor a quien ya tomamos la matrícula con la estupenda "En tierra hóstil".
Cumpliendo con todos los cánones, habrá escenas de acción, Vengadores picados entre ellos, algún diálogo más ingenioso de la cuenta con buena dosis de sentido del humor en pleno Apocalipsis, sorpresa tras los créditos del final... Una vez vengador, siempre vengador. Y, una vez sabes a qué es lo que aspira tu película, es mucho más fácil lograr los objetivos.
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