domingo, 1 de abril de 2012

FRANK Y WILL

Los libros de entrevistas son un arma de doble filo. Por un lado, si están bien llevados y los interfectos ponen la carne en el asador, pueden ser magníficos y aportar enfoques novedosos sobre dos protagonistas de los que el público creía saberlo todo. Por el contrario, mal hechas, pueden derivar en un producto soso y poco novedoso.
La propuesta que Norma Editorial hizo de editar en español el diálogo mantenido entre dos de los creadores más importantes del mundo de las viñetas, Frank Miller y Will Eisner, debe enmarcarse dentro del primer tipo. Me gustaría antes de comenzar otras consideraciones en la reseña, que Charles Brownstein y su equipo han estado invisibles, y, pocos halagos hay mejores para un entrevistador que haber logrado eso, pues toda la conversación articulada por temas en el pequeño libro que nos brindan, parece ser espontánea y en primera persona.

Pareciera que nos hemos colado en la casa de Eisner y estuviéramos junto a ellos tomándonos una copa frente a la piscina, mientras los dos artistas se lanzan pullitas y comparan notas de cómo era la coyuntura del mercado cuando entraron a un oficio que aún levanta tantas ampollas.
Ciertamente, la reunión de los dos genios es un momento de regocijo. ¿Se imaginan que existiera un libro de táctica militar debatido en Santa Elena por un Napoleón y Wellington envejecidos? ¿O una serie de transcripciones de debates de Antonio Domínguez Ortiz y John Elliott sobre el Imperio Hispánico en la Edad Moderna?



Presidida por la buena relación entre ambos, no exenta de la confianza que da la amistad para hacerse mutuas críticas, Eisner y Miller hacen una panorámica muy interesante de cómo ha sido la industria del cómic estadounidense a lo largo del siglo XX. Aunque hay alguna mención e incursión en el manga, es una pena que ninguno de los dos autores muestre interés en hablar más del cómic europeo, solamente con las excepciones de los grandes clásicos, como Maus.




¿En qué se diferencian el creador de The Spirit y el de Sin City? En muchísimas cosas y, en esencia, en mucha menos de las que pudiéramos creer. A fin de cuentas, ambos compartieron la necesidad de haber un tipo de historias diferentes a las que imperaban en la industria, siempre conservadora a la hora de arriesgar con enfoques nuevos cuando la cosa funcionaba. De cualquier modo, siempre me ha parecido que fue un momento ambivalente cuando Eisner creó con "Contrato con Dios", según sus propias declaraciones, la primera novela gráfica de la Historia del cómic.



En primer lugar decir que "Contrato con Dios" es uno de los mejores cómics que nunca se han hecho, un reflejo total de la vida cotidiana de una época y salpicada en cada una de sus páginas por una desgarradora humanidad que realmente conmueve. No obstante, tanto Miller como Eisner parecen caer en un esnobismo que, bien pudiera ser el disimulo del complejo que algunas veces los artistas de cómics más adultos, sienten a su medio. Existen gran cantidad de novelas brillantes y otras tantas que son verdaderas aberraciones. ¿Acaso alguien en una reseña las distingue como novelas literarias a las primeras? No, sería absurdo. Hay buenos y malos libros. Y hay buenos y malos cómics. Novela gráfrica, aunque sé que esta apreciación es muy debatible, no deja de sonarme a necesidad de justificar que todos deben de leer ese cómic porque aparte de muñecajos tiene un contenido intelectual.



En otras Cruzadas, realmente hay que quitarse el sombrero ante ellos. Especialmente la labor sindicalista de Miller, digno heredero del genial Neal Adams, a la hora de defender a capa y espada la propiedad intelectual de los artistas cuando las editoriales tenían todo el control y, verdaderamente, en ese sentido, sus métodos eran leoninos.
Casi como si sirviera de espejo para la mala coyuntura que hoy tenemos, decir que sendas trayectorias son un momento de optimismo, de decir que el talento no siempre queda olvidado o estancado en días de crisis. Eisner vivió su bautismo de fuego en una coyuntura donde prácticamente nadie entendía qué es lo que estaba haciendo y a qué jugaba con sus arriesgadas composiciones de páginas, mientras que Miller fue labrándose un nombre, primero como dibujante de encargo y posteriormente como creador y hombre orquesta, padre de "300" y "Año Uno", entre otras maravillas.
Precisamente es Frank quien desde New York firma una generosa introducción donde apuesta que su desaparecido amigo Will terminará ganándole la discusión que mantienen en dicho libro. Los lectores, no obstante, después de quince asaltos, consideramos que hay empate técnico.



Para los amantes del cómic, una joya que no deben rechazar. Feliz entrada en esta semana de vacaciones para todos/as.

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