Álvaro Fernández Armero y Juan Cavestany habían devuelto la fórmula a su esencia. En el complicado panorama actual de las series, donde la demanda es alta y la oferta todavía mayor, cuesta hacerse un hueco en el corazón del público. Sin embargo, la primera temporada de Vergüenza (Reseña primera temporada) logró ese objetivo volviendo a la comedia situación de toda la vida, aunque aplicando con eficacia las necesarias actualizaciones.
En primer lugar, con un acierto de casting tremendo, juntar a dos talentos como el de Malena Alterio y Javier Gutiérrez. Dos intérpretes que juegan de memoria y tienen un don para lo cómico que está al alcance de las personas tocadas por la varita. No tiene nada de extraño que Movistar + se inclinase ante la evidencia y renovase el show para una inmediata secuela que volviera a destapar los reveses cotidianos de una pareja de mediana edad.
Al estilo del reciente programa de Berto Romero, la segunda parte del show se centra en los problemas del dueto para conciliar su día a día con la responsabilidad paternal doble (por un lado, un hijo adoptado y un recién nacido). No suena a lo más apasionante del mundo en una época donde en la televisión por cable tenemos dragones, espías y mundos apocalípticos. Pero sí se cuenta con gracia y una dosis de ternura, se logra una gran empatía del público, quien se ríe pero también se pone en la piel de las derrotas diarias que sufren Jesús y Nuria.
Se consigue asimismo que repitan los magníficos secundarios de los capítulos iniciales. Mención aparte para Miguel Rellán, un actor todoterreno que da un plus a cualquier personaje que se ponga en sus manos. Como padre de Nuria y detractor número uno de su yerno, varios misterios rodearán a su figura debido a una serie de cambios que sufrirá en su vida.
De la misma forma se dan nuevas perspectivas para Óscar (estupendo Vito Sanz), quien había sido el sufrido compañero de Jesús en bodas, bautizos y comuniones. Los guionistas le darán ahora la oportunidad de desarrollar su afición cinematográfica con homenaje incluido a un clásico: El graduado (1967), lo cual implica el debut en Vergüenza de una estupenda María Casal.
Quizás el capítulo más inspirado resulte Black Santa, y es que las festividades navideñas provocan no pocos momentos embarazosos por esa imposición social de mezclar familias políticas más que divergentes y que quedan forzadas a convivir en momentos incómodos. Nuevamente, una situación muchas veces contada, pero Cavestany y Armero tienen oficio para agitar la coctelera y lograr momento sarcásticos inspirados.
De igual forma, el popular término acuñado de cuñadismo dará mucho juego esta temporada, especialmente por el tema de las vacaciones. Ello resulta visible a través del matrimonio encarnado por Pol López y Teresa Cuesta, quienes elevan el significado de esa expresión y suponen un atinado contraste con Nuria-Jesús.
En resumidas cuentas, sin descubrir ninguna pólvora, Vergüenza se mueve con facilidad justo en el terreno que se dejó abonado en la primera temporada. Manteniéndose en el nivel sobresaliente de las interpretaciones, se garantiza satisfacer a su audiencia y logra varios gags que, importante acierto, tienen muchos guiños a lo ya visto, puesto que hay repeticiones de antiguos conocidos de los protagonistas.
Eso, sumado a su bendito metraje, hace que estemos ansiosos de esa posible tercera parte de dos personas que sentimos muy reales.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
- https://verguenza.movistarplus.es/novedades/verguenza-segunda-temporada
- https://www.eldiario.es/cultura/seriefilos/Verguenza-Black-Santa-compartir-bochorno_6_848025191.html
- https://www.diariosur.es/culturas/tv/verguenza-temporada-clave-20181210191129-nt.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario