domingo, 9 de julio de 2017

EL BINGUERO


No hay que dejar nada al azar en un juego de azar. Con esta máxima, Manuel Vázquez, uno de los autores más heterodoxos y geniales de la historieta española, se lanzó a hacer la más peculiar radiografía de una de sus adicciones, tachar cartones y cantar líneas. Un cómic titulado ¡Vámonos al bingo! (1986), realizado en la época más desinhibida de este pícaro artista (ver lo peor de uno de los mejores), cuando podía enfocar un humor más adulto y sin problemas censores o de lápices rojos editoriales.



La personalidad de este artista y su controvertida vida le hacen una de las biografías más particulares de aquella generación irrepetible (ver El invierno del dibujante). Hasta tal punto alcanzó esa reputación que llegó a hacerse una película sobre su propia vida en El gran Vázquez (2010), donde también había referencias a otros iconos como Francisco Ibáñez (corra, jefe, corra el gran Vázquez e Ibáñez); llegados a este punto, encontramos al dibujante en plena fiebre del juego legalizado en el país, esa medida que también quedaba reflejada en el cine más popular de la época, en cintas como Los bingueros (1979).



Todavía a día de hoy impresiona la imaginación del autor para sacar tanto jugo a un escenario reducido como la sala donde los jugadores esperan a que se digan sus números. El trazo de Vázquez se encuentra en su etapa más acomodaticia, aprovecha cualquier excusa para reducir decorados o limitarse a ofrecer una bola en cada viñeta de algunos compases, pero su ingenio, chispeantes diálogos y capacidad de reírse de sí mismo (es el protagonista) hacen que este tebeo sea en la actualidad una pequeña joya que los coleccionistas buscan con fruición.


Donde muchas personas se sentirían encorsetadas, Vázquez disfruta con una facilidad pasmosa. Una mesa de apáticos bingueros le permite hacer un análisis minucioso de muchos tópicos, incluyendo dos inolvidables historias de sendos antepasados suyos. El primero desafió a sus pulmones y laringes por cantar un cartón premiado, mientras que el segundo fue capaz de sacrificar familia, amigos y trabajo con tal de mantener una sentada como protesta con un jefe de sala que dudaba de su honestidad al perder un boleto premiado.



Tras el citado film de Óscar Aibar, la producción bibliográfica sobre este creador aumentó, incluyéndose una excelente aproximación de su obra por parte de Antoni Guiral para ediciones B y una no menos brillante obra coral que encargó Dolmen (biografía de un niño prodigio). No obstante, el público interesado por su figura no debería privarse de esta reflexión sobre sí mismo y la ludopatía, temas que no son para tomarse a broma, aunque, si se hacen con tanta gracia y arte, sí.



Quizás sea Martínez Peñaranda quien más haya indagado acerca de cuánto había de verdad en estas tiras recopiladas a lo largo de la década de los ochenta, particularmente en la revista Jauja. No en vano, siempre se ha dicho que, con todos los respetos a Anacleto y compañía, el autor fue, con respecto a sí mismo, el personaje que más parcelas le permitió cubrir.



Aunque hemos hablado con anterioridad de que el trazo de Vázquez en aquellos días obedecía a la ley del mínimo esfuerzo, igual que a otros artistas de la generación Bruguera, no hay molicie que resista el examen del talento. Un puñado de bocetos le sirven para transmitir fuerte vivacidad a sus viñetas, las cuales desprenden vida. Sus criaturas aquí con figuras de retablo (el gafe, el mayordomo, el jefe, los amigotes, etc.), de cualquier modo, transmiten vivacidad y presencia.



La sagacidad con la que se burla de sus ansías de su propia codicia, cuando ya se sabe que la casa siempre gana, se nutre de cínicas pequeñas aventuras que, sin ánimo de pedante moraleja, tienen un sabor a que esto es algo más que un muy divertido tebeo para críos. Es un Vázquez en una etapa más socarrona, repleto de humor verde en muchos aspectos, siempre dispuesto a ser corrosivo.



Una lectura que no le puede faltar a la persona aficionada al autor de Las hermanas Gilda, Anacleto, La abuelita Paz, etc. Y es que cuando a Vázquez lo dibujaba by Vázquez, ocurría la magia.



BIBLIOGRAFÍA:



-GUIRAL, A., By Vázquez: 80 años del nacimiento de un mito, Ediciones B, Barcelona, 2010.



-MARTÍNEZ PEÑARANDA, E., Vázquez: El dibujante y su leyenda, Ediciones Sins Entido, Madrid, 2004.



-VARGAS, J. J. (coord.), El gran Vázquez: Coge el dinero y corre, Dolmen, Palma de Mallorca, 2011. 



ENLACES DE INTERÉS: 






FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://www.ojodepez-fanzine.net/latiacomforo/viewtopic.php?t=8055&sid=9f936d2a2b34522d69aa94da29d9671e



-http://www.caninomag.es/vamonos-al-bingo-la-joya-perdida-del-comic-espanol/



-http://www.rubengg.com/manualdelah/eltexto/texto.html

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