domingo, 17 de abril de 2016

¡ESTÁN LOCOS ESOS GRINGOS!


Hay reseñas con las que uno puede ser más objetivo que con otras. Nunca se consigue del todo el tono ecuánime, pues nuestros gustos particulares y fobias hacen que decantemos nuestras críticas por uno u otro sendero, atendiendo a cuestiones que, por mucho que pretendamos enmascararlas en baremos justos, obedecen a cuestiones muy subjetivas. El cómic que hoy nos ocupa, Gringos locos, me entra por los ojos, no puedo evitarlo. En mi descargo, afirmar que sospecho que hay toda una generación a la que le pasará lo mismo, porque esta creación de Yann y Oliver Schwartz (equipo creativo de esa obra maestra llamada El botones de verde caqui) es una joya, una pieza que apela a la más traicionera y deliciosa nostalgia para abrumarnos. 



En el prólogo quedamos advertidos de ello, nada menos que a través de una cita sacada de El hombre que mató a Liberty Valance. A partir de ese punto, muchos o lectores  ya se verán inclinados a ser benevolentes, dejándose llevar a un viaje muy especial, uno que finaliza en el otro lado del charco, protagonizado por tres autores de cómics franco-belgas: Jijé, Franquin y Morris. El objetivo del triunvirato es conseguir entrar a trabajar en los estudios de Walt Disney. Corre el año de 1948. Ninguno de ellos es consciente, pero su tentativa va a fracasar y se verán abocados a desplazarse en una odisea personal, desde los desiertos de cactus a buscarse la vida en Tijuana. 



Un cómic para descubrir un poquito más la historia del medio desde dentro, muy al estilo de lo que Paco Roca elevó a la categoría de arte con El invierno del dibujante. No obstante, debe evitarse el abrir sus páginas con el deseo de ver a una biografía al uso. Estamos en suelo mexicano, el lugar donde un señor llamado Gabriel y apellidado Márquez escribió las principales páginas que confirmaron Macondo. Recuerden el film de John Ford, aquí se imprime la leyenda, queridos amigos. Si aceptamos ese código, podemos abrocharnos el cinturón y prepararnos para disfrutar de uno de los mejores cómics que han salido en 2016.



Yann y Schwartz no están interesados en tener una precisión notarial, sí en contagiar el deseo y la confianza de Jijé, el fuerte carácter y potencial de Morris, así como el encanto, teñido en ocasiones de geniales ideas negras, que poseyó Franquin. En un ejemplo de fair play, la edición del tomo incluye unos extras con declaraciones y entrevistas a los descendientes, quienes no siempre recuerdan de igual manera aquel periplo y expresan alguna queja comprensible al respecto. De cualquier modo, quienes están de enhorabuena son aquellos enamorados de los años dorados de una generación irrepetible que firmaría algunos de los iconos más emblemáticos de la historieta (Spirou, Lucky Luke...).  



Con todo, es de justicia decir que México es prácticamente un personaje más de la trama. Un lugar que respira y tiene aroma de misticismo, el guión maneja con habilidad el potencial que da dicho escenario para colocar pruebas que permiten exhibir la personalidad singular de cada uno de sus admirados protagonistas. Por más que algún detalles biográfico pueda sentar mal a familiares, creo que en todos los casos hay una carta de amor a estos maestros de dos de sus discípulos más aventajados. 



Como ya ha demostrado con cierto entrañable botones, el trazo de Schwartz no decepciona en ningún momento. Su dibujo tiene un gusto por lo clásico, además del suficiente toque renovador para satisfacer por igual a puristas y nuevas generaciones. Su manera de captar las emociones de sus creaciones permite que toda la excelencia del argumento de Yann encuentre perfecto acomodo, siguiendo con sutileza cada evento, siendo capaz de brindar escenas de pura hilaridad física, así como representar noches oscuras y melancólicas.


Un poco cansados del estilo edulcorado de Dupuis, el trío de artistas deberá aclimatarse a un nuevo escenario, donde además habrá estrecheces económicas, si bien, todo queda plagado de un realismo mágico que permite mantener la ilusión a flote. "La mordida" de las autoridades públicas y "el puente de los monos" ejemplificarán asimismo que no es oro todo lo que reluce y que en cada lugar hay que acostumbrarse a hacer lo que vieres.



Resulta complejo de explicar, pero hay momentos metaficcionales que resultan encantadores. Así, asistimos a un primigenio y más adulto precedente de Gastón el Gafe, a la par que resulta muy curioso ver a todos los protagonistas más la familia al completo de Jijé viendo "El Tesoro de sierra madre" mientras están en su coche en un cine al aire libre.



Franquin habló en varias ocasiones con Yann de aquella experiencia. El mejor piropo al segundo es decirle que al maestro le habría encantado. Y que ese Schwartz dibuja como si fuera un gringo loco. 



ENLACES DE INTERÉS:



RESEÑA EN EL BLOG ES LA HORA DE LAS TORTAS (BY LAMASTELLE)



RESEÑA EN EL BLOG MIS CÓMICS Y MÁS



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.planetebd.com/bd/dupuis/gringos-locos/-/14807.html



http://www.eslahoradelastortas.com/resena-gringos-locos/



http://www.eslahoradelastortas.com/resena-gringos-locos/

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