domingo, 20 de marzo de 2011

¿QUÉ OCURRE CUANDO UN OBJETO INAMOVIBLE CHOCA CON UN MISIL IMPARABLE?


O lo que sería lo mismo, ¿qué hubiera pasada si la urbe ingobernable hubiera caído en las redes de Alejandro Magno, monarca macedonia, líder de la alianza griega y elevado a la altura de deidad por sus súbditos persas?
Javier Negrete nos lanza un reto apasionante que se traduce en una novela trepidante de leer. Un What if...? donde la misteriosa aparición de un médico llamado Néstor y cuyo única intuición proviene de una visión en Delfos, salva al hijo de Filipo y Olimpia de un envenenamiento seguro en Babilonia.
Retratado por los cronistas (principalmente el sobrino del afamado Aristóteles, Calístenes) como un hombre enloquecido por su ascenso al poder, capaz de asesinar a antiguos camaradas de armas, Alejandro sigue mostrando como expresaba Gisbert Haefs que es el señor de las diez mil almas, con una complejidad fascinante y un reto para los historiadores e interesados en su figura en general, verdadera legión de detractores y admiradores que le siguen nanteniendo presente pese a que hace tanto que sus restos partieran a Alejandría en una habilísima maniobra de su antiguo amigo y general Ptolomeo.
El hecho de que pensaba lanzar una ofensiva sobre Roma es bien conocido. Su tío y aliado, Alejandro de Epiro, había muerto combatiéndoles. Ahora, su sobrino pensaba resarcirlo y de paso expandir el poder del mundo heleno a la península Itálica, frenando a una emergente potencia que empezaba a aplastar con sus sandalias a pueblos tan duros y curtidos en la guerra como los samnitas o los sabinos. Durante la propuesta de Negrete, su Alejandro tendrá oportunidad de marchar, aunque desde una desafortunada escaramuza inicial, incluso generales tan afamados como Cratero o Pérdicas empiezan a dudar si los viejos sistemas de su amigo y señor, podrán funcionar ante esas máquinas de triturar carne que son las legiones.
Ocansionalmente, se producen graves errores de apreciación al comparar entre épocas. Decir que Aníbal hubiera sido barrido por Napoleón debido a su superior conocimiento de artillería es una injusticia mayúscula. ¿Acaso si el hijo de Amílcar hubiera podido acceder a esa arma y adaptarse a los mecanismos de la otra época sin perder un ápice de su genio? Como bien narra Negrete, Alejandro es más que capaz de adaptarse al nuevo modelo de lucha y a pesar de su heterodoxia e inquietud de algunos de sus colaboradores de confianza, Éumenes de Cardia, no sería la primera vez que él cree ver algo que para los demás simplemente sería invisible.
Muchas son las teclas que maneja este curioso cuadro. El fallecimiento de Hefestión, los problemas de adaptar Oriente a sus inspiradísimos pero poco tolerantes generales de confianza y mil problemas más, son acompañados de personajes ficticios, pues a fin de cuentas, estamos ante una pieza literaria. Los misteriosos símbolos qe se van sucediendo en los cielos solamente parecen ser bien comprendidos por Néstor y un extraño soldado, apocado pero brillante, llamado Euctemón, alistado en las filas invasoras por cuenta de su apuesto hermano Demetrio. Las subtramas se suceden, aunque en ocasiones, uno echaría en falta un papel más relevante de gente como Nearco o Antípatro.
Con ambiente de drama griego donde cada uno tiene su papel asignado por los hilos del destino, una batalla apocalíptica (falanges macedonias versus legiones romanas) que bien podría haber truncado totalmente el futuro devenir de Roma. Un gran acierto de Negrete es presentar a un Cayo Julio César (por supuesto, no el futuro dictador de Roma), sino un antepasado del mismo, pero con varias cualidades de su futuro descendiente.
La amenidad preside varios centenares de páginas, probablemente por la fascinación que siempre surge alrededor de este personaje, ¿de qué otra manera podía ser alguien que había sabido sobrevivir en el marco de dos personajes tan formidables como Filipo u Olimpia? Visionario, capaz de superar los prejuicios de su propia formación, genio en el campo de batalla y la política; pero también, con sombras a sus espaldas como los asesinatos de Parmenio (brazo derecho de su padre y el suyo propio- o Clito El Negro.
Da la sensación de que Negrete tiene una buena erudición (hay afortunadas citas a figuras como Memnón de Rodas o Barsine), pero que no ha tomado su relato muy en serio, en el sentido de que da preponderancia a los actores del drama que no fueron históricos. Muy divertida y probablemente con proyección es la forma de presentar a algunos de los hijos y sobrinos de Alejandro.
Como decía Umberto Eco, suspirando por una secuela que nos haga regresar, mientras tanto, los Libros de la Sibila de Cumas dicen que indudablemente si Alejandro hubiera chocado con Roma, el resultado solamente hubiera podido ser...

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