domingo, 21 de noviembre de 2010

UNTOLD TALES

Dicen el refrán que el hambre agudiza el ingenio, bien quedaría demostrado por la picaresca. No obstante, la crisis económica no parece gozar de ese placet. Más bien al contrario, cuanto más debería intentar moverse el capital, el agarrotamiento se acentúa, a la par que hay un firme conservadurismo, mejor defenderse subidos al larguero que buscar otro tanto.
El mercado de los cómics no ha sido ajeno a esos altibajos, ni siquiera vacas sagradas ni personajes con el tirón de público y mercado de Spiderman. A la altura de los 90, tras conocer etapas brillantes, la colección estaba en un callejón sin salida. El trepa-muros era casi irreconocible con tanto clon para sus lectores más veteranos, mientras que era muy difícil que un chaval de la siguiente generación se mostrará interesado por comprar en el kiosko una serie que ya llevaba miles de ejemplares. ¿A quién le apetece llegar a una fiesta donde lo mejor ya ha pasado?
Por aquel entonces editor, Tom Breevort se puso a hacer algo que en ocasiones no se aplica en los negocios, buscar algo que simplificase, amparándose en aquella máxima de que a veces, el paso más sencillo bien puede ser el más correcto. Tuvo dos aciertos fundamentales, uno, crear una colección nueva que no llegaría a costar un dólar...¿segundo? Elegir a Kurt Busiek como guionista principal del proyecto.

Busiek empezó a razonar y se se encontró con que su editor le había dado una manzana muy apetecible. Eran en las colecciones principales donde la estaban fastidiando, a él le habían dado una pequeña parcela que si salía bien estupendo, si no, tampoco era el máximo responsable. Por ello, se jugaría un órdago a la grande, narraría la época más clásica del lanzarredes, precisamente aquella que ahora, la nostalgia injusta de que cualquier tiempo pasado fue mejor, la hacía la única visión del personaje que la gente estaría dispuesta a comprar.
Consciente de que hacía falta la pieza más importante, un dibujante, Busiek sondeó y pronto se vio agradablemente sorprendido de que Pat Oliffe, uno de los lápices más ascedentes en aquellos momentos en Marvel, se había enterado en los rumores de pasillo y había preparado unos bocetos de aquella época anterior. Se había centrado en su etapa preferida, de de John Romita, sin duda, uno de los más elegantes artistas que ha tenido la colosal factoría norteamericana.
Busiek quedó encantado con el trabajo, pero pronto informó a Oliffe de que iban a navegar en unas aguas aún más antiguos, en los primigenios días de Stan Lee y "el mago" Steve Ditko. Una etapa tal vez hoy a muchas luces ingenua, pero que en plena década de los 60 debe ser considerado un clinic de marketing y cómo saber llegar a un público joven. No obstante, llamarse "Las historias jamás contadas" bien podía considerarse una afrenta, una nueva e irrespetuosa oleada de músicos que rajaban viejas y reverenciadas partituras. Nuevamente, el talento de guionista de Busiek hizo olvidar cualquier asomo de duda.
Antes de hacer nada, con un blog de notas pegado, Busiek se sumergió en la hemeroteca de la editorial para una re-lectura de todos los cómics clásicos de aquellos días. Los leyó ya sin el apasionamiento infantil, pero sí con una perspectiva, aunque fuera de ficción, casi filológica (cómo se hablaban, qué expresiones se utilizaban) e histórica (pues, para su sorpresa, aunque eran cómics casi idolatrados por la crítica, tenían no pocos sinsentidos y lagunas graves). No solamente se supo al dedillo los primeros días de Peter Parker, sino de los otros personajes de la editorial, para evitar en todo momento incongruencias o tirar por tierra el trabajo de los demás.

Una vez salió la colección a finales de aquella década bastante necesitada, de nuevo hubo ojos que se fijaron en aquel personaje que seguía gozando del interés del público pese a sus irregularidades. Los lectores más jóvenes se sentían encantados por lo que estaban viendo, la veintena de números presentada imponía muchísimo menos que el gigantesco corpus arácnido anterior. Por el otro lado, los más veteranos, se sentían maravillados de haber vuelto a esa especie de máquina del tiempo. Busiek planteaba dos lecturas, por un lado, simples cómics entretenidos y divertidos, pero, para quienes pudieran leer entre líneas, muchos chistes privados, referencias, insinuaciones...lejos de blasfemar contra la pareja Lee-Ditko, sus Untold Tales complementaban cual excelentes notas a pie de página, lo anterior.

Por su lado, Oliffe hizo un papel en las sombras muy poco valorado, pero imprescindible. Su capacidad de asemejarse a la maestría triste adolescente de Ditko es solamente equiparable a su pericia respetando los rostros de los secundarios. Da la impresión de que fue una andadura en la cual Oliffe sacrificó parte de su propio estilo para dar esa sensación de volver a estar en aquella etapa, algo solamente al alcance de unos pocos.
No obstante, aunque su económico precio hizo que fuera una colección cuya breve pero intensa andadura fue registrada con un sano balance, Untold Tales ha ido alcanzando su verdadero relieve hace relativamente poco. Futuras re-ediciones en tomos de tapa dura, elogiosas críticas en reseñas sobre el personaje...

Lo cual no indica que no estuviera exenta de defectos. La propia fórmula por atractiva que fuese, tenía una fecha de caducidad clara. Para el interrogante quedará por qué Busiek no siguió, cuando era sabido que tenía cosas pensadas hasta la muerte de Gwen Stacy. Otro hándicap fue que por compromisos de agenda, Oliffe no pudiera firmar todos los números, aunque normalmente tuvo sustitutos de primer nivel (Ron Frenz, el gran entintador Jose Sinnot, el mismísimo John Romita en un disparatado y no muy creíble Year Zero de los Parker, etc.), a diferencia por ejemplo del mítico tándem Stan Lee-Jack Kirby o los propios Lee-Ditko, le ha faltado esa fortuna que aporta una sensación de rodeo del círculo impecable.


Desenpolvando este legado del baúl de los recuerdos, me ha sorprendido la ingenuidad de algunos momentos, pero no hay que caer en el error del lector de las novelas detectivescas cuando tras años, no le sorprende que el asesino sea el mayordomo. Me es complicado proyectarme tanto como antes en ese instituto de Forest Hills, pero a pesar de su inocente apariencia, sigo viendo un trabajo de gran inteligencia, para todos los públicos, con una gran dosis de hunor y muy, muy entretenidos.
Untold Tales of Spiderman...nuff said

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