lunes, 14 de junio de 2010

¿ÓPERA GALA?



Norman Spinrad es un escritor peculiar, lo ha sido desde siempre. Versado en la ciencia ficción, es especialmente recordado por un polémico libro donde se mezclaba el género fantástico con un recordatorio de los peligros del nazismo.

Pese a ello, igual que varios autores, parece haberse subido últimamente al lucrativo carro de la novela histórica. Precisamente la obra que hoy nos ocupa, "El Rey Druida", apareció publicada en el 2.004 y (aún no la he leído), al parecer, Mexica, donde narra con su heterodoxo estilo las desventuras de Cortés y los suyos con el mundo azteca.

Muy entretenida y casi me atrevería a decir que orientada a un público juvenil, "El Rey Druida" (que está muy ligada a la irregular película "Druidas" en la que el escritor participó) narra desde un punto de vista mitológico y aventurero el enfrentamiento de Vercingetórix de los avernos frente al procónsul romano Cayo Julio César. Se sabe que fue el último (y me atrevería a decir que más peligroso) de los caudillos galos que se alzaron contra él. A diferencia de otros como Ambiorix o los helvecios el joven averno logró el vital apoyo de los druidas, los custodios de la sabiduría y la religión celta, que lograron unificar el alzamiento, erigiéndose él en el nuevo monarca de a Galia, algo que no sucedía desde los días de Breno .

Hay una buena parte de verdad en eso. Del mismo modo, por los Comentarios del propio César (aunque hoy en día ya sabemos que fue en muchos casos ayudado por colaboradores fieles como Aulo Hircio) se demuestra que Vercingetórix había servido como oficial de caballería para los romanos, que conocía la estrategia de las legiones y cuya táctica de la tierra quemada provocó una de las causas más comprometidas del futuro dictador de Roma, obligándole a un paso heroico por los Alpes. En base a ello, Spinrad construye a su antojo, cometiendo varios errores de bulto, pero, a la par, pasajes de gran intensidad épica y bello lirismo.

Se producen incorrecciones con alimentos de la época, se dice que César hace una breve visita a Calpurnia en una estación de invierno (algo a todas luces imposible, a no ser que hubiera querido que sus enemigos del Senado le empapelasen por cruzar el pomerium sin permiso) y, por supuesto, personajes femeninos como Mara (futura esposa del averno) y Rhía (guerrera gala) son absolutamente inventados. La trágica muerte de sus progenitores sí son veraces (solamente documentada la de Cetil, eso si) así como su causa, haber ambicionado la Corona de los galos, como por otra parte en aquella época ya hicieron Dumnórix, Orgetórix, etc.

A partir de ahí surgen personajes por todos conocidos, mal contextualizados si se quiere,pero, indudablemente, entretenidos. Especial mención a Julio César, que dista mucho de ser "el malo" de la puesta en escena. Capaz de las atrocidades más innombrables (masacre en Avarico) y de la más viva simpatía. Su discurso de la romanización y sus virtudes es impecable y hasta cierto sentido, no podemos culparle teniendo en cuenta sus capaciades, de querer eliminar sus deudas con Craso y cía y tomar las riendas para erigirse en el gran político del Estado. Pero tiene un reverso terrible y Spinrad sabe verlo, se puede equivocar en mil cosas y simplificar la geografía de la Galia, pero coloca un atínadísimo diálogo. "Estás loco" CÉSAR: "Al contrario, créeme si te digo que soy la persona más cuerda que conozco. Pero el horror es un arma muy importante en una guerra". Del mismo modo, es el primero en frenar una carnicería si piensa que la batalla está ganado. Lo que aterra de él es que nunca actúa sin pensar y todo, desde lo despreciable a lo sublime, obedece a un objetivo.

Más polémica sería la conaniana educación del averno entre druidas, con especial mención a Gutuart y a estrellas cayendo y presagios muy sugestivos. El papel de los eduos (Dumnórix, Diviax, Litivac, etc) es de la misma forma simplificado, a la par que su participación en Gergovia, la más dolorosa derrota de César en la tierra de Astérix. Con todo, es interesante el fuerte dilema del prometedor líder, que debe ser capaz de convencer a sus lugartenientes de que deben ganar esa batalla "a la romana"... aunque sea con el precio del honor.

En el bando cesariano, sobresale la figura de Gisto. De los personajes ficticios, es sin duda el más plausible (Oránix tampoco está mal, pero es más plano, o el interesante capitán averno). Espía de César en territorio galo, plebeyo, con un cínico sentido del humor a la romana y sin escrúpulos, es el reverso que el optimismo de César necesita para que le digan lo que no desea oír sin temor a represalias. Reconozco que yo le hubiera dado más bola a Gisto (le hubiera inventado un pasado de centurión en Hispania y hubiera dicho que conoció al Julio a través de una recomendación de Balbo, incomprensiblemente no citado en la obra, del mismo modo que añoró a Mamurra aunque me guste Gallo), pero su tiempo en escena es soberbio y sus momentos con César impagables. Por ejemplo: César ultimando su narración del triunfo sobre Ariovisto, aparece Gisto, "Buen escrito. ¿Has pensado ya en el próximo libro? ¿Qué te parece Cayo Julio César: rey de Roma?"

El libro va ganando con el nudo cuando César y Vercingetórix se conozcan. Es más que probable que no fuera ni mucho menos la relación paterno-filial que presenta Spinrad, pero tampoco vemos demasiados inconvenientes en no negar que el patricio viera en él aptitudes muy superiores a su tío Golbánit para ser la cabeza visible de los avernos. La ruptura en Britania supondrá que el galo se vea como desesperado líder de la resistencia. Una tarea que acabará con su cuerpo ensartado en un pilum... salvo que haya "magia de druidas".

Con algún germano de por medio, el pulso de los dos estrategas hace que la lectura se pase veloz por momentos, a pesar de no haber descripciones a la altura de las que, sin ir más lejos, brinda Colleen McCullough, Spinrad cumple presentando situaciones al límite y sube al lector/a en una atracción de acero, romances y violencia de la que es complicado escapar. Lástima que la caracterización de Trebonio, Antonio o los hijos de Craso apenas sea un boceto. El único que se ha salvado de la quema (junto a Gisto y Tulio) es Tito Labieno, el eficaz y valeroso comandante de caballería de César. Labieno es presentado como un militar muy hábil, leal pero desconfiado ante las muchas aristas de César... en definitiva, muy bien hecho, lástima que no haya hecho hincapié en su traición posterior o en la tendencia al salvajismo de dicho militar.

La irrepetible batalla de Alesia es expesada como la metáfora de dos mundos y la última "magia" de Vercingtorix antes de que la Gran Rueda gire. Podemos dudar mucho de que la derrota fue tan dulce, pero no cabe ninguna duda de lo que el autor quiere expresar y resulta tarea ardua no motivarse ante el epílogo presentado.

En definitiva, una novela de aventuras con unas muy escasas cucharadas de Hisoria. Para ahorrarse ampollas imaginen que les han invitado al palco... esta noche representa una compañía italo-francesa el drama "El rey averno". Se ha adaptado la conquista de las Galias al género de la farsa a la enésima potencia. Así se ahorra uno disgustos y desengaños, disfrutando solamente de lo mucho bueno que ofrece.

A los fascinados por este mundo céltico frente al romano, recomendarles otro libro vincuado aunque distinto, con más sentido del humor que épica, "El Druida del César" de Clade Cueni, un muy buen relato que muestra cómo es escrita la historia por los vencedores. Muy bien escrito, mejor documentado que el de Spinrad, quizás menos emotivo, a pesar de sus polémicas (no se entiende por qué trata las mentiras de César de una manera y las de Cicerón de otra), una historia que a buen seguro gustará a los fascinados en el tema.

BLOGS CONSULTADOS Y QUE ADEMÁS PUEDEN INTERESAR MUCHO POR SUS CRÍTICAS A DICHO LIBRO:

www.hislibris.com/el-rey-druida-norman-spinrad

www.lecturalia.com/libro/30849/el-rey-druida

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