martes, 19 de enero de 2010



Título: Sherlock Holmes (2.009)

Duración: 128 minutos.

Nacionalidad: Estadounidense.

Género: Aventuras.

Director: Guy Ritchie.

Guionistas: Mike Johnson, Guy Ritchie y Anthony Peckham.

Basándose en: Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle.

Reparto: Robert Downey Junior, Jude Law, Rachel McAdams, Robert Maillet, Mark Strong, Kelly Reilly, etc.

Banda Sonora: Hans Zimmer.

Fotografía: Philippe Rousselot.

Productora: Warner Bros.

Si alguna vez has tenido un contacto, aunque sea mínimo, con las novelas de Conan Doyle, vas a tu butaca con mariposas en el estómago. “Este Sherlock no es real, demasiado joven… y fíjate este arranque, ¿el Londres victoriano se ha tornado Jungla de Cristal?”. Pero a medida que va desarrollándose encuentras que Robert Downey Junior no queda nada mal, que tiene la perspicacia de Holmes, además, ¿acaso no tuvo que ser joven alguna vez? ¿Y Jude Law? Pasando por alto que con esa cara de galán de culebrón no le hace creíble como veterano de Afganistán, ha reforzado a un Watson que al fin ha encontrado el camino en sus versiones cinematográficas.
¿Qué puede explicar esta buena comunicación y casi frescura inesperada? No en vano, un buen amigo en el cine me susurró, “¿Has visto? House y Wilson ahora en Scotland Yard”. Efectivamente, parece que House ha sido poco menos que un modelo para esos diálogos chispeantes (me parece también un punto a favor que de vez en cuando Sherlock se equivoque, siempre que no pierda su soltura), pero era un claro quid pro quo, ya que el doctor más polémico de la televisión no habría tenido esa personalidad de no haber basado en el domador del perro de los Baskerville.
Pero bajo el artificio, ¿se ha conseguido? Teniendo en cuenta que Sherlock es el personaje más veces pasado a la gran pantalla (aunque Drácula está pugnando), ¿era necesaria esta película? Respuesta corta: No. Respuesta larga: No, pero es muy divertida. Abandonemos por un momento el cine de autor y la sensibilidad artística extremada, saludemos hoy en enero a la primera película que pasa por este blog si elitismos y reconociendo que es el producto palomitero que te da dos horas largas de montaña rusa sin compromisos ni grandes quebraderos de seso (aunque el misterio propuesto no es malo, pero los ortodoxos arquearán la ceja ante presencia de magia, pese a tolerar la masonería).
Y está muy bien envuelto con una banda sonora pegadiza (tremendamente poderosas las reflexiones de Holmes violín en mano), un rastreo en la red me ha sacado del supuesto milagro. Igual que en Batman, Piratas del Caribe, Gladiator… Hans Zimmer estaba detrás. Este compositor es un auténtico genio vivo, sabe meterse en la piel de los temas clásicos, crear propios y tener la esencia de lo que está trabajando. Quién sabe, quizás esta peli entretenida y sin pretensiones tendría menos nota de no contar con sus acordes maravillosos. No siempre hemos dado en este blog la relevancia necesaria a la banda sonora, no podíamos encontrar mejor ejemplo que Zimmer para empezar a resaltarla en su justa medida.
Un aspecto muy curioso que se debía tratar en esta cinta era la misoginia del principal aliciente de la misma, y es que, pese a ser noble en el fondo, Sherlock dista mucho de ser un feminista. Rachel McAdams nos rescata a un personaje querido y no especialmente explotado en las novelas, Irene Adler, interpretada por la serena y nada despreciable belleza de Rachel McAdams. La única rival femenina capaz de batir y engañar al maestro de los detectives, vuelve con misteriosas empresas a Londres, que parecen atañer al hombre que la olvidó… conservando su recuerdo. La tensión sexual es divertida y creo que los acólitos de Sherlock le gustará la fría distancia, casi platónica pero para nada inexistente. Nos hubiera decepcionado, por lo menos en la primera entrega (no se engañen, con el taquillazo que están pegando la Warner moverá Roma con Santiago por más sagas), un final feliz con beso y boda incluida. Irene, siempre en ternas tablas con su digno oponente, es un recurso eficaz, más allá de la mera compañera sexual para el aventurero de turno.
Queriendo darle unos pocos más bocados a Jude Law, afirmar que efectivamente, si nos olvidamos de su juventud, ha sido un más que digno acompañante, no solamente el nexo con el lector para que no nos incomode que Sherlock vaya ocho pasos por delante. Como ya hemos dicho, es el individuo inteligente y encantador que soporta al genio inabordable y que puede estar quince días encerrado en su estudio. Pero hay un problema, adorable, eso sí, Mary Morstan (perdón, quería decir, la futura señora Watson, interpretada por Kelly Reilly). Este obstáculo parece aterrar a Sherlock, no por sentimientos amorosos, sino porque quizás, como el niño malcriado que a veces simplemente… teme perder la convivencia con su único amigo de verdad. Pero pese a querer a su esposa, Watson no puede eludir el peligro, ¿por qué si no convivir tanto tiempo con ese excéntrico? Además, ¿acaso se ha aburrido?

Un inquietante Mark Strong interpreta, desde su misteriosa “resurrección”, al malvado Lord Blackwood. Es un antagonista que se sale al uso y hay que agradecer (pero no tema, apuesto a que el profesor Moriarty) su entrega y energía, no pudiendo castigar ciertos inverosimilitudes de lo que pasa a un actor entregado a su función de ser un firme antagonista. Quiero destacar que un analista que me gusta mucho, Joaquín R.Fernández (“La Butaca”) y un apreciado amigo, han coincidido sin saberlo, cada uno, a su manera, me lo vaticinaron (aviso spoiler): Igual que en Batman Begins con el Joker, el profesor hará su presencia de una manera u otra.

Lo que parece, al menos para los críticos más exigentes, no tener perdón ni humano ni divino, es la acción casi karateka que se ha imprimido en las diferentes escenas. Hay que agradecerle al señor Guy Ritchie a su equipo que han traído un Londres inquietante y convincente, donde además hay buenos guiños a la mitología del personaje, pero, parece que deseando agradar a toda clase de públicos, Sherlock (pese a todo Downey me ha gusta mucho como sabueso policial) se ha convertido en una especie de Indiana Jones (pelea con gigantón francés incluido). Son momentos divertidos y con las típicas gracietas que relajan a los espectadores, no vaya a ser que nos hagamos un lío entre tanta deducción.

Pero perdonando ese pecadillo, (del que casi se intentan disculpar colocando los bocadillos de pensamiento de Holmes, como si pegar tortazos fuera ahora algo matemático) lo único que enfurece realmente es la ausencia de otro de los rasgos trazados por Doyle que ha desaparecido: la adicción a las drogas del héroe. Es cierto, tienen una moral muy conservadora, tampoco es buena cosa que los jóvenes vean a un personaje de ficción de características positivas consumiendo estas cosas… pero lo que algunas personas me han comentado, y con mucho criterio, es que a veces asombra la falta de sutileza de algunos guionistas.

No pretendo con ello meterme con el triunvirato Ritchie, Johnson y Peckham, pero pensemos (esta sugerencia no es mía, es de Chespiro, reconozcamos licencias): ¿y si en las primeras escenas, Watson mira con aprensión al entrar y está en busca de algo? Sobrentendidos señores, algún ojo más rojo de la cuenta… cualquier cosa, pero no nos hagan a Sherlock políticamente correcto. Ahora vamos a discernir, ya para no abusar de su educada paciencia, la deducción y resolución:
1) Deducción: Es de agradecer a los guionistas y responsables de la tama pensar un crimen nuevo, pero haciendo referencias al rico legado de las novelas. Encantados de ello, quizás demasiados elementos esotéricos y un Holmes a veces transformado en Houdini. Pero lo cierto es que resulta interesante de resolver, aunque algún tramposo giro de tuerca, prácticamente cada vez más habitual, con la premisa: que al espectador le choque, aunque no le guste, pueda desvirtuar el camino. Con todo, Downey, Law y los inquietantes acordes de Zimmer nos mantendrán en vilo.
2) Resolución (no leer, por favor, los que no la hayan visto y tengan intención): Dejar con ganas de más. No sé a quién pretende engañar Ritchie diciendo que no hay nada pensado, esto huele a retorno por todo lo grande y a un feroz casting (voto por Hugh Laurie) para encontrar el Napoleón del crimen. Esto tendrá segunda parte, Irene debe ser más aprovechada y quizás, aspirar más a la hora de presentar el reto.

En conclusión, un simpático producto muy bien presentado, demasiado vacío para tratar del mejor detective del mundo (pero no se crean que muchas de las películas antiguas la superan) en cuanto a algunos contenidos, pero con una eficaz pareja de protagonistas, buenos secundarios y, que en futuras entregas deberá elevar el nivel exhibido en la presente, para alcanzar cotas mayores. De momento, creo que la nota más justa es un 6. Pero futuras entregas pueden recibir mejores calificaciones. Cordiales saludos.

2 comentarios:

Chespiro dijo...

100% de acuerdo. Me ha gustado este Sherlock, y, ojo, hablo como purista. ¿Que no es fiel al personaje literario?
No conozco una sola versión cinematográfica del héroe de Conan Doyle que lo sea.
¿O sí?

El Viejo dijo...

"No conozco una sola versión cinematográfica del héroe de Conan Doyle que lo sea". No se puede definir con más exactitud, ha sido un Sherlock muy divertido y seguro que tendremos más oportunidades de disfrutarlo.

En cuato a la pregunta, creo que hay tantos Holmes como actores lo han interpretado.