Autor: Santiago Posteguillo.
Título: La traición de Roma.
Editorial: Ediciones B.
Pues sí, a esa corta pero apreciadísima lista de amigos/as que sigue este modesto blog, decir, que no, no está muerto. Precisamente este libro que hoy tratamos es el único y directo responsable de este hecho, ya que desde que lo adquirí la semana pasada he tenido que leerlo y no pensaba colocar otra reseña antes de usar este final de triología de rabiosa actualidad del siempre fiable Santiago Posteguillo, escritor elegante y con conocimiento de causa, algo totalmente necesario en la novela histórica.
Conocido por "Africanus" y "Las Legiones Malditas", donde narraba (en el primero) la infancia del legendario Escipión El Africano y en el segundo su duelo a muerte con el general cartaginés Aníbal Barca hasta el desenlace de Zama. Esta tercera parte que se ha hecho de rogar, ha cumplido a la perfección las expectativas. Si las anteriores portadas (gran trabajo de ediciones B) eran muy evocadoras (un niño joven que toma su primera espada ante la miradas de las legiones en "Africanus" y en la segunda un soldado mirando al frente con su estandarte), ésta no se queda atrás, ya no son guerras, sino la imagen de un anciano sereno y de aspecto desengañado.
Posteguillo ha conseguido hacer interesante la parte que quizás pudier ser menos épica de la biografía de su admirado Escipión, con quien indudablemente ha terminado comulgando. Es un defecto notable (las visiones de Fabio Máximo y Catón están condicionadas por ello) pero que se subsana porque en esta ocasión buena parte de la narración corre en primera persona, de un Escipión que tras sus heroicas hazañas, tiene la lógica idea de que será respetado hasta el final de sus días y su familia reverenciada por Senado y pueblo. Subestima las envidias, rencores y celos que un hombre como él puede suscitar.
"He sido el hombre más poderoso del mundo, pero también el más traicionado", más claro arranque imposible, de un Escipión, que esto es lo que más me ha gustado del libro, es un ser muy falible. Aunque son despreciables muchas de las maniobras del Senado para derribarle, él tampoco ayuda con un comportamiento muy arrogante. Convencido de su superioridad moral y de méritos, irá convirtiéndose en un necio satisfecho que va alejándose progresivamente de su hijo, mujer, amigos... Es algo paulatino, lento, casi imperceptible, pero demoledor, como bien sabe el pacente, detestable pero infinitamente temible Catón.
En paralelo se narran las desventuras de su vencido, el legendario Aníbal. Aunque Posteguillo tiene una clara debilidad por Escipión, no ha dudado en investir al genio militar cartaginés de un aura muy especial, que lo convierte en el secundario de lujo de la triología. Inteligente,temible y amenzante, había sido en las dos entregas su definición. Ahora, su sapiencia está bañada del cinismo de quien sabe que ha perdido el favor de dioses y hombres, vagando y acosado por Roma hasta los confines de Oriente. Él, que había dirigido ciudades e imperios, se verá obligado a pedir asilo a reyes como el arrogante Antíoco que hasta se burlarán de él. Todos estos pasajes que le podrían hacer patético están muy bien solucionados por el respeto que emana de unos diálogos muy bien trabajados (sobre todo con una muy favorecida Imilce y el eterno lugarteniente Marhabal), Aníbal simplemente ha perdido la Fortuna, pero su inteligencia y superioridad de alcance de miras siguen perfectamente manifiestas. Si bien la entrevista que mantuvieron en Zama (en la visión de Posteguillo), quedó un poco frío, el dudoso ecuentro antes de la batalla de Magnesia es simplemente maravilloso.
Muchos aficionados a la Historia, han solido considerar que finalmente Aníbal y Escipión se hiciron un poco admiradores, eran deudores el uno del otro. En pleno delirios ya por enfermedad y vejez, Escipión dedicará unas conmovedoras reflexiones sobre el hombre al que tanto ayudó a derrocar, sorprendiendo con una frase tan cierta como polémica para sus coetáneos: "Si hubiéramos sido los dos cartagineses o los dos romanos, no me cabe duda que hubiéramos sido grandes amigos". Tras la segunda victoria, Escipión y Aníbal volverán a ligar sus destinos desde la lejanía. El púnico no comprenderá las trampas que los romanos tienden a su mejor general y Escipión no dudará en brindar al saber de las últimas hazañas de su vencido rival, capaz de destruir la flota de Pérgamo con apenas más recursos que un puñado de botes, menos soldados y una gran dosis de astucia.
Antes de que la muerte les volviera a reunir, Escipión se tendrá que enfrentar al dilema que posteriormente tendrá Julio César, vengar la ignomimia o aceptar un vergonzoso exilio. Salvo quizás su hermano Lucio, Escipión terminará hiriendo a todos con su vanidad herida, una esposa (Emilia, siempre digna, inteligente y distante) que le ve alejarse por sus coqueteos con las esclavas, una hija mayor entregada a alianzas matrimoniales, y la pequeña Cornelia, rebelde, pero increíblemente cariñosa (no se pierdan su reacción al ver las cicatrices de guerra de su padre), pero finalmente enredada en amorios con Tiberio Sempronio Graco, de dos familias enfrentadas, en un recurso algo shaskepiriano que mete Posteguillo quizas para compensar esa máxima de que debe haber una historia de amor siempre en toda novela que se precie (o mejor dicho, que se quiera vender).
Como en los anteriores ejemplares, el volumen del libro es muy consderable, además con anexos de mapas, vocabulario y perfiles de personajes principales, pues tal es la complejidad de algunos de los acontecimientos políticos que se narran. Sin embargo, no desesperen, pues reducir el complejo artefacto que ha diseñado Posteguillo a una sucesión de batallas y luchas, no es ni mucho menos cierto. El día a día y la vida cotidiana están muy reflejadas, a parte de una ventaja que tenemos con este autor, es un rendido del teatro clásico. Por ello,no tiene nada de extraño que el afamado Plauto tenga un papel muy importante, a pesar de su condición de "simple escritor" en un mundo de reyes, senadores y generales. Plauto ya había sido empleado en las anteriores entregas, en ocasiones forzando un poco el argumento, pero es un personaje que se hace querer, además, en las reprentaciones, aunque ralenticen la trama principal, nos regala su erudición de la farsa romana.
En definitiva una adquisición muy recomendable (aunque como toda trilogía exigirá conocimento previo de las anteriores entregas). Ya saliendo de términos de entretenimiento, decir que históricamente hablando es una buen recreación. El guiño final de Polibio con el entrañable Cayo Lelio (uno de los mejores, sino el mejor amigo de Escipión) no estorba, como tampoco la última parada en la biblioteca de Alejandría (parece que ahora está en todos lados ese mítico lugar). Los debates (en especial Catón contra el hijo de Escipón) también son vibrantes, aunque es cierto que las licencias son inevitables, sobre todo cuando se insertan personajes ficticios que inter-actuán con otros verídicos (por ejemplo: la esclava Neikertity, la egipcia que fuera amante de Lelio en anteriores entregas), pero aunque evidentemente no es un libro de Historia (tampoco creo que Posteguillo pretenda sentar cátedra) cumple con creces su función.
En definitiva, para los interesados/as, puede ser un excelente regaño de aquí a dos meses. Cordiales saludos.
Próxima entrada: Daremos repaso a nuestro cómic español con un vistazo al personaje clave del desaparecido IVA, Makinavaja.
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