(Des) encanto parece, en muchas ocasiones, un enigma. Kayla Cobb escribía al poco de analizar su segunda temporada que todavía no se sabe qué serie quiere ser exactamente... pero que verla decidirse en sí es una pequeña maravilla. Tras una primera temporada que se movió en esa atractiva falta de definición (Parte I Colorín Colorado), la segunda entrega sobre las desventuras de Bean, una atípica princesa de cuento en Utopía, parece estar todavía pensándoselo.
El problema de partida sigue siendo el peso del nombre: Matt Groening. El fenómeno sin precedentes que supuso cierta familia amarilla décadas atrás llevó a unas expectativas tan altas en la comunidad usuaria de Netflix que solamente podían desembocar en decepción. Además, es olvidar que, idea original al margen, la grandeza de los Simpson en sus revolucionarias primeras nueve temporadas fue el fruto colectivo de una generación de guionistas privilegiada que no ha vuelto a repetirse. Dicho lo cual, las intuiciones de Groening no son algo que podamos tomar a la ligera, puesto que Futurama fueron palabras mayores en su género.
Esta secuela parece un barco cuyo viaje es interesante, pero no tiene claras las rutas. Prometía mucho la relación que iba a fijar Bean con la recientemente devuelta a la vida reina Dagmar, pero pronto se toman unos derroteros que llevan a pensar que el suspense podría haberse alargado bastante más. Nuevamente, la sagaz percepción norteamericana de que la comedia situación debe rondar siempre la media hora, ayuda a que los capítulos sean ligeros y vayan enganchando.
El segundo arco principal del asunto es un viaje pseudo-místico de Bean y Luci en aras de resolver uno de los grandes cabos inconclusos de la primera temporada: el aciago destino de Elfo. Claramente, un personaje tan rico como ese no podía ser desperdiciado por los guionistas tan a la ligera. Con cierto aroma a Dante habrá un descenso incluso a los infiernos.
Luego se dan subtramas que ayudan a pensar en esa crítica de un eclecticismo que no siempre encaja. Una de las que mejor funciona es la del rey Zog, obligado a quedarse en un reino de piedra y que tendrá que improvisar nuevas relaciones personales y sentimentales, incluyendo una historia de osos bien curiosa.
¿Cuál es la fórmula? Pese a su originalidad heterodoxa, no tenemos problema en conocer, más o menos, los principales rasgos de un episodio estándar de Rick y Morty. (Des) encanto no halla todavía ese denominador común que le permita alcanzar voz propia, si bien por el camino deja algunas secuencias y escenarios de los más atractivos.
Se supone que todo obedece a un plan mayor, una novela-río que debería encajar perfectamente cuando estemos en una cuarta temporada, imaginamos que cada pieza de la tetrarquía con diez capítulos por entrega estará diseñado. Y hay resquicios de eso, en el acelerón del nove episodio se ve que hay cabezas pensantes que saben dar giros argumentales de altura.
¿Qué puede esperarse de la futura tercera parte? Un gran riesgo empieza a ser la capacidad (Des)encanto de dejarse lo mejor para el final, logrando un "continuará" de manual, pero que siempre suele mantener enganchada a la audiencia. El problema es que en los nueve capítulos anteriores no se aderecen bien los ingredientes suficientes para mantener la mecha en un mercado de las series televisivas convertido en el Far West.
¿Sigue poseyendo interés? Sin duda. ¿Ha acortado distancias con Futurama o incluso Los Simpson? Probablemente, se hayan agrandado hasta que este relato fantástico encuentre su voz propia y sin miedo.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
- https://lanetaneta.com/el-final-de-la-temporada-2-de-desencanto-se-presagio-desde-el-principio/
- https://decider.com/2019/09/20/disenchantment-season-2-review/
- https://www.dailydot.com/upstream/netflix-disenchantment-season-2-review/