domingo, 27 de octubre de 2019

LO QUE NO SE VE


Del ramillete de virtudes, quizás la inteligencia sea una de las más invisibles. Por supuesto, se puede intuir en una persona que posee rapidez, capacidad para improvisar soluciones ante problemas inesperados, pero es dificultoso determinar cómo funciona con exactitud. Nadie podrá dudar de que Niels Bohr y Werner Heisenberg fueron dos cabezas privilegiadas, no obstante, la célebre afirmación "si lo sé, me hago relojero", podría aplicarse a algunos de los más preclaros físicos del pasado siglo, capaces de desentrañar enigmas que sumieron al mundo en el terror atómico. 



Claudio Tolcachir asume el reto de adentrarse en el complicado texto de Michael Frayn, Copenhague revive la amistad entre los dos científicos, cuyos lazos vincularon también a sus familias. Con guerras mundiales de telón de fondo, sendos personajes fraguaron una alianza que, bajo las fórmulas matemáticas, revivía antiguos sueños de la alquimia. Asombra pensar lo realmente cerca que estuvieron esos cerebros privilegiados de poner en bandeja de plata un arma de destrucción sin precedentes a alguien como Adolf Hitler. 



Siempre con ellos, tenemos la presencia de Margrethe, la pareja de Bohr, una persona culta y no tan pendiente del mundo de la abstracción y el átomo, un freno moral y capaz de formular las preguntas que el público necesita cuando el diálogo se torna demasiado técnico. Además, Margrethe conoce mejor la naturaleza humana que su académico esposo, intuyendo el abismo ético que se le está presentando a un huésped siempre deseado, aunque ahora tenga la sombra del espionaje de la Gestapo bajo el brazo. 


El tridente de intérpretes es, sencillamente, magnífico. Malena Gutiérrez da vida a Margrethe, una presencia fundamental para mantener la humanidad del relato, evitando que la pizarra se imponga a la sensibilidad. Su sensatez, empatía y preocupaciones encarna un ideal humanístico de tono universal. Con una posición privilegiada, desgrana las intenciones de los dos genios, si bien llega todavía más lejos en el tema de telón de fondo: ¿puede sobrevivir una amistad a lo largo de tan turbulentos años? 



Carlos Hipólito, actor todoterreno, es Heisenberg, un apellido que ya era famoso antes de que Breaking Bad lo convirtiese en mítico para una generación televisiva. Una de las tareas más apasionantes para un intérprete es trasmitir con pocos gestos gran cantidad de emociones. En este caso, el magisterio de Hipólito permite que veamos la inteligencia trabajando, la mente de un joven prodigio universitario que, pese a todo, tal vez vaya a descubrir una frase célebre de las citas bíblicas: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si al final pierde su alma?". 



El último eje de esta columna vertebral es Emilio Gutiérrez Caba, cuya impresionante trayectoria es sinónimo de fiabilidad en cualquier función o película. Su Bohr es el mentor utópico, alguien que se enamora del talento de otra persona y la ayuda para alcanzar su máximo potencial. Con todo, en ese proceso puede haber revelado información fundamental que permitiría a uno de los máximos tiranos de la Historia a salir triunfante. 


Ironías del destino, sería el bando de "los buenos" el que arrojaría la tragedia sobre Hiroshima y Nagasaki. Se abría el sendero que llevaría a desastres como Chernóbil. Con impresionantes avales de nobleza y éxito, es sorprendente cómo la inteligencia ha sido capaz también de diseñar algunos de los horrores más atávicos para el globo. Bohr habría contribuido, junto con otros colegas, a materializar las ideas que llevaron a muchísimas muertes, mientras las manos de Heisenberg, quien trabajaba el reactor del atroz régimen nazi, mantuvo su contador de ejecuciones a 0. 



Importante premio de consolación para un fracaso. ¿O no? Uno de los interrogantes de Copenhague es si alguien tan brillante no habría podido ser más eficiente para el III Reich. ¿Se encargó de sabotear el proyecto del que se le responsabilizó por temer qué pasaría tras lograrlo? Por un sendero de pequeñas piedras en la entrada del domicilio de los Bohr, la pareja de amigos mantiene una breve conversación de la que pudo depender el bando que ganaría la contienda y si seguirían siendo amigos. 



Basta la recreación de una casa danesa y un triunvirato plagado de talento para que el equipo de Tolcachir nos traiga uno de los debates más apasionantes que existen: ¿justificaron los avances en teoría cuántica el descuido moral que los acompañó? ¿Fueron esas dos familias amigas o cercanas espías? 



Shhhhhh... silencio. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



- Portada del programa Copenhague, función del día 26 de octubre de 2019, Gran Teatro de Córdoba.



- Gran Teatro de Córdoba, final de la función Copenhague del día 26 de octubre de 2019 [Fotografía realizada por el autor del blog].



https://www.teatroabadia.com/es/archivo/544/copenhague/

domingo, 20 de octubre de 2019

A LITTLE TOUCH OF CHARLESTOWN


The Town es una historia que se ha contado muchas veces. Un atraco por la mañana a determinada institución bancaria. Todo está muy bien planeado, casi al detalle. Surgen elementos inesperados, quedan sembrados vínculos futuros entre los delincuentes y algunos de sus rehenes. No obstante, la gran diferencia de la cinta dirigida por Ben Affleck en 2010 con respecto a otras es su inteligencia. La trama es tan importante como la forma de contarla. Basándose en la novela de Chuck Hogan, hallamos que Peter Craig, Aaron Stockhard y el propio Affleck crean un libreto agudo, un thriller que tiene fe en la inteligencia de su audiencia. 



Con un ritmo fantástico, se nota en todo momento que el cineasta conoce a la perfección los códigos de uno de los barrios más célebres de Boston. Las calles, restaurantes, la jerga al hablar, todo está confeccionado para ser creíble. Vemos el puerto donde se arrojaron las célebres cajas de té e intuimos el TD Garden de los orgullosos Boston Celtics y los Bruins. Con respecto a los segundos, Affleck da a su protagonista (interpretado por él mismo) un pasado deportivo bajo hielo que explicará sus futuras motivaciones. 



Doug Mac Ray, el antihéroe de este mundo de policías y ladrones, logra un efecto que Stanley Kubrick ya descubrió para su Atraco perfecto (1956). Hay que lograr empatizar y querer que les salgan bien los golpes, pese que estemos en el lado de la ley errado. Pero, igual que Carlito Brigante, hay un momento donde alguien con la suficiente inteligencia natural descubre que la esperanza de vida en este oficio no es excesivamente alta. La búsqueda de retiro de Ray choca con la de uno de sus mejores amigos y cómplices, James Coughlin. Jeremy Renner encarna a un delincuente brutal, pero profundamente arraigado en los viejos códigos de lealtad con los suyos. 


Por supuesto, tiene que haber "una chica" en todo el asunto. El uso de las comillas es pertinente porque el talento de Rebecca Hall excede en mucho las normales atribuciones que en este tipo de ficciones suele tener la coprotagonista femenina. Encarna a Claire Keesey, directora de la sucursal bancaria que estuvo el día D y a la hora H. A pesar de que cubrieron bien su rastro y no delataron sus identidades, distintos miembros de la organización criminal sospechan que ella podría tener información jugosa para que el FBI pudiera identificarlos. Doug se ofrecerá a seguir la pista, solamente para ir cayendo hechizado ante una posible relación en la que fructificarían sus deseos de fuga de esa atmósfera violenta en la que siempre se ha movido. 



Una de las más claras fuentes de inspiración para este film es Heat (1995), obra redonda de Michael Mann, verdadera joya del noir a finales del pasado siglo. Al igual que en ese colosal enfrentamiento entre Al Pacino y Robert De Niro, The Town lleva a lugares típicos, pero con inteligencia y diálogos maduros, aderezando de credibilidad las motivaciones de cada uno de los miembros del tablero de juego en Boston. 



Jon Hamm, más que reconocible por su labor en Mad Men, da entereza al principal perseguidor de los ladrones, un agente del FBI que conoce bien los resortes y la forma de proceder de los tipos más duros de Charlestown. Escenas de persecuciones y tiroteos, siempre tan hiperbólicas en mucha filmografía de esta índole, están aquí sin adornos o florituras, con una violencia real y que golpea a través de su verosimilitud. 


Un entramado donde la propia Boston desempeña un papel fundamental. Fenway Park, el célebre tempo de los Red Sox, será empleado de forma admirable para logar algunas de las escenas más épicas de The Town. Hay que escribir sobre lo que se sabe y el equipo conjurado por Affleck para esta pieza conoce a la cuna de la Revolución Americana de una forma admirable, lo cual lleva a que pongan mimo en cada uno de los pequeños detalles tras la cámara. 



Cuesta encontrar recientemente algún casting más completo que el aquí logrado, permitiéndose lujos como tener en un papel secundario a una actriz con la presencia de Blake Lively. Eso hace que cuando los principales intérpretes del asunto no estén en pantalla, una "escena menor" pueda ser un diálogo entre Hamm y la propia Lively, lo cual habla a las claras del nivel actoral en que esta urbe de ladrones se está moviendo. 



Antes de comenzar, los títulos de crédito muestran las impresiones de algunos de los históricos habitantes de Charlestown. Existe una sensación de agridulce recuerdo, la propia de los supervivientes de la Subura romana o Shadizar la Perversa. Un trago agridulce que hará las delicias del paladar cinéfilo. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.elcorteingles.es/cine/A30463157-the-town-blu-ray/



https://www.imdb.com/title/tt0840361/mediaviewer/rm185958400



https://www.imdb.com/title/tt0840361/mediaviewer/rm3449192704

domingo, 13 de octubre de 2019

HIERRO


La Edad del Hierro marca el epílogo de la era de dominio de los metales, una etapa compleja y marcada de fascinante misterio. El poderoso elemento otorgó firmeza para construcciones y armas en días oscuros de la humanidad. Sobria y sin adornos innecesarios por el camino, Hierro (2019) es un programa televisivo al estilo más clásico, una narración con la tradicional fórmula de inicio, nudo y desenlace. Pese a su indiscutible calidad, corre el riesgo de pasar un poco desapercibida en la hiperbólica oferta de la pequeña pantalla actual. 



De cualquier modo, darle una oportunidad se revela como una inversión inteligente para el tiempo libre. Ambientada en el archipiélago canario, nos sentiremos como forasteros en uno de los rincones más exóticos del país. Justo la misma sensación que tiene la protagonista, la jueza Candela (Candela Peña), quien toma posesión del cargo en justa coincidencia con el asesinato de un joven que estaba en vísperas de su boda. Naturalmente, no todo era tan idílico como parecía y hay un amplio abanico de sospechosos, destacando el futurible suegro, Díaz (Darío Grandinetti). 



Si la recién llegada tendrá que aclimatarse a marchas forzadas a las costumbres locales, Diaz escenifica a un empresario en alza que tampoco se ha sentido nunca parte del lugar. Sus tejemanejes son varios y no era secreto su recelo ante el yerno que le venía. Pero, como en toda novela de Agatha Christie que se precie, es un sospechoso demasiado bueno para ser verdaderamente el culpable. Entre Candela y el presunto asesino surgirá una forzada alianza para intentar dilucidar la verdad.


Con inteligencia, la puesta en escena es consciente de que tiene un paisaje con pocos precedentes en la ficción española. Las plantaciones, barrancos y vistas aéreas del espectacular relieve de la isla del Hierro convierten al enclave en un personaje más, uno que subyuga por su hermosura natural y nos arrastra a distintas realidades de rabiosa actualidad. 



El resto del casting está muy cuidado, acompañando a la perfección a una Candela Peña que marca el ritmo con su habitual despliegue de talento. Veteranos como Juan Carlos Vellido, muy curtidos en el formato, aportan verosimilitud a los agentes del archipiélago, expertos en la forma de hacer las cosas y las triquiñuelas que tienen tipos como Díaz para sacar dinero extra. Si Nacho Carretero nos reveló el potencial que tienen las entrañas del narcotráfico gallego para la ficción realista, Hierro abre un sendero sobre otra zona que merece mucha más investigación. 



Un placer de igual forma la aportación de Marga Arnau, verdadera conocedora de cuál es la forma de proceder con las costumbres locales, quien va a chocar con la inteligente pero acelerada nueva jueza. Como comodísima está Mónica López, actriz canaria que juega de local y de memoria, además de disponer de uno de los personajes más jugosos, una inteligente policía que irá implicándose emocionalmente con la causa y siendo el gran asidero para las iniciativas de la recién llegada.


El hecho de saber que no va a tener excesivos capítulos y que todo quedará cerrado ayuda a la digestión de Hierro. Se ve con agilidad y no se eterniza, aunque tiene subtramas como todo show que se precie, siempre están ligadas al evento principal, lo cual favorece cara a la conexión del público. Por ejemplo, está muy bien insertada la relación de Candela de su hijo, sin efectismo y ayudando a que entendamos mejor a esta protagonista. 



Un recorrido que, además, nos permite adentrarnos en la riqueza del lenguaje del archipiélago. Parece una faceta menor, pero permite catapultar esa atmósfera que sueña el show para captar nuestra atención y hacerla creíble. Desde el punto de vista antropológico, la cuestión de la Bajada de la Virgen es asimismo un reflejo muy curioso de la cultura del lugar y será una pieza no pequeña en los preparativos para hacer la investigación. 



En su falta de tono pretencioso, Hierro se revela como un pequeño tesoro digno de ser custodiado. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://fueradeseries.com/critica-hierro-movistar-candela-pena-65642abd8e3d



https://www.elprogreso.es/articulo/cultura/movistar-estrenara-hierro-thriller-policiaco-jorge-coira-7-junio/201903261752441367340.html



https://www.hobbyconsolas.com/reviews/critica-hierro-serie-policiaca-movistar-437315

domingo, 6 de octubre de 2019

SE HACE LLAMAR EL JOKER


Siempre ha sido un arma de doble filo para las personas que escriben alguna de las series de Batman. Desde su creación por parte de Bill Finger, El Joker ha sido un asunto demasiado serio para tomárselo a broma o una carcajada absurda con estética camp. Adalid de la anarquía en la bulliciosa Gotham, su extrema locura le lleva, en ocasiones, a darle la vuelta al calcetín y ser quizás el que mejor entiende a una urbe a la que le gusta estar sucia. Alan Moore, guionista excelso, le trazó un posible origen casi perfecto en La broma asesina, si bien también eso tuvo su polémica, puesto que uno de los principales encantos del payaso del crimen es surgir de la nada y el misterio. 



Incluso una luminaria como Ed Brubaker no llegó a dar todo su nivel cuando firmó El hombre que ríe, título que era un guiño al cine más clásico. Por eso, hay que prestar especial atención, sobre todo ahora que la caracterización de Joaquin Phoenix ha vuelto a ponerle en primera plana, al experimento firmado por Andrew Kreisberg: Tiene derecho a guardar silencio. A través de la colección Batman Confidential, se nos contó un episodio del pasado de la gran Némesis del Murciélago. Pero, ¿acaso puede quedar algo sin narrar de un personaje que ha tenido mil interpretaciones? 



A finales de 2008, quedó claro que sí. Era nada menos que el año en que Heath Ledger había deslumbrado en El Caballero Oscuro, brindando una mezcla de Calígula y Nerón que heló las pantallas con una primera escena de atraco difícilmente superable. Lo que Kreisberg ingenió parecía muy simple: ¿cómo fue la primera noche en comisaría que pasó el Joker? Eran los días en que Batman era un ente casi extraño para los agentes del cuerpo de Gotham. Sin saberlo, el justiciero dejaba una bomba de dinamita a los custodios del orden. Hannibal Lecter o nuestro protagonista no se diferenciarían de otros malvados de serie Z si todo dependiera de su canibalismo o uso del ácido. La gran virtud de quienes han trabajado con ellos ha sido convencernos de que mucho más aterrador que una imagen sangrienta sería el hecho de pasar una noche conversando con esas figuras.


El apartado gráfico de todo el asunto corre a cuenta de Scott McDaniel. Autor de estilo heterodoxo en el diseño de los personajes, me ha ocurrido con él igual que con Humberto Ramos o Chris Bachalo. De primeras, su singularidad genera dudas. Sin saber cómo, cuando se han leído dos o tres números, te ha convencido plenamente de que su estilo peculiar es el idóneo. Además, McDaniel demostró a las órdenes de Brubaker de ser un artista que comprende muy bien las intenciones de sus guionistas. Aquí plantea a un Joker en su plenitud: disfrutando de que nadie reconoce el verdadero monstruo que es. 



Incluso el mejor detective del mundo comete errores iniciales a ese respecto. Al soltar a su suerte al más peligroso psicópata posible, El Murciélago va a desencadenar la desgracia para un veterano agente que tiene la mala fortuna de ser el encargado de hacerle la ficha. Apenas una llamada telefónica y un par de diálogos le permitirán al payaso destrozar por completo el orden y la paz de la comisaría, quizás para siempre. 



Nuevamente, usando sus trucos más clásicos (por ejemplo, "Cerillas" Malone), Batman volverá a subestimar a su oponente. Engañados por la carcasa freak de un arlequín, nadie parece comprender todavía en Gotham que nunca se han enfrentado a algo similar, además de no tener ningún antecedente, huellas dactilares u origen que pudiera explicar algo del abismo que es la mirada de un delincuente que no sueña con ser jefe del hampa o multimillonario. El Joker quiere ver a la ciudad arder... y tiene todos los mimbres para conseguirlo.


Con todo, el co-protagonismo de la historia lleva a descubrir también bastantes cosas del detective Geoff Shancoe, el desventurado policía que tuvo la mala fortuna de tomar declaración a la nueva amenaza. Con una nada disimulada influencia de figuras como Frank Castle, su personaje evoluciona de forma lógica, aunque tópica, hacia una espiral de venganza. En su interesante trabajo, quizás podamos echar en falta que Kreisberg no intenté hilar con más guiños al pasado y busque otras soluciones que no sean tan cliché, si bien resultan eficaces.



Se agradece la importancia que tienen en la trama Jim Gordon y su hija, Barbara, incluyéndose un aroma de destino fatal por el dolor que está llamado a infligirles en el futuro el propio Joker. Como Jeph Loeb y Tim Sale hicieron en El largo Halloween y Victoria Oscura, se incide en que la presencia de la identidad secreta de Bruce Wayne es una de las causas de que freaks excéntricos proliferen en Gotham con la esperanza de responder al desafío del enmascarado.



En resumen, el equipo artístico tiene el mérito de plantear una situación novedosa y atractiva con un antagonista con muchas décadas a sus espaldas. Probablemente, con más revisión del libreto, sobre todo con respecto a la mecha que cae sobre Shancoe, podría quedar una historia más redonda, si bien es una saga de fácil y amena lectura que rememora una de las rivalidades más longevas del cómic. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://scans-daily.dreamwidth.org/6754986.html?thread=182325930



https://scans-daily.dreamwidth.org/6754986.html



https://view-comic.com/batman-confidential-issue-23/