domingo, 27 de marzo de 2016

EL NUEVO CASO DEL INSPECTOR CLOUSEAU



A veces, tu mejor ficha es la que no has movido. A la altura de 1963, Blake Edwards había dirigido una comedia romántica plagada de estrellas e ingredientes para ser un éxito en taquilla. Con una banda sonora pegadiza, galanes de la talla de David Niven, una Claudia Cardinale en el apogeo de su belleza y líos de alcoba, La pantera rosa fue un inmediato éxito. Sin embargo, nadie podía haber pronosticado que uno de sus personajes secundarios, el despistado pero entrañable inspector Clouseau, interpretado por Peter Sellers, iba a ser la joya de la corona, captando casi de inmediato el favor del público. 



Apenas un año después, Edwards ya estaba enfrascado en la secuela. A diferencia de la primera entrega de la franquicia, ahora no habría ningún diamante rosado que hurtar por un ladrón de guante blanco; el poco habilidoso inspector se las vería ahora en solitario con un un difícil asesinato que se lo hubiera puesto complicado al mismísmo Sherlock Holmes por la gran cantidad de sospechosos. De cualquier modo, solamente alguien tan poco consciente de sus limitaciones como el investigador del bigote es capaz de creerse capaz de afrontar el reto. Aunque el libro de los gustos esté en blanco, siempre me ha parecido que El nuevo caso del inspector Clouseau es el esplendor de la fecunda (y complicada) alianza de Edwards y ese excelente comediante que fue Sellers. 



Asimismo, A shot in the Dark (título original del film) supuso la plataforma para una belleza sueca llamada Elke Sommer, la cual sería la encargada de encarnar a María Gambrelli, la criada de una adinerada familia que es acusada de matar a su novio por celos. Encaprichado de la sospechosa desde el primer momento, el bueno del inspector se decidirá a plantear su defensa, incluso contra las sensatas intuiciones de su agudo ayudante (una clara parodia del mítico Hércules Poirot).



Dentro de los méritos de esta alocada comedia, uno de los más importantes es su sofisticado casting. Sorprende encontrar a todo un caballero de la actuación como George Sanders para ejercer el rol de Benjamin Ballon, el dueño de la mansión donde Gambrelli, supuestamente, habría asesinado a su pareja. Sanders es uno de esos actores que siempre da un toque de distinción a todo lo que hace, ya sea un monarca filisteo, el ácido crítico teatral de un importante periódico o, en este caso, el típico estirado aristócrata. Su escena con Sellers y los tacos de billar es digna de antología, pues resulta imposible pensar en mejores rostros para representar el juego de payaso torpe-payaso serio.



Otro de los nombres que resaltan es el de Herbert Lom como el comisario Dreyfus, quien estaría destinado a ser muy importante en la saga de La Pantera Rosa. El desventurado superior de Clouseau está condenado a ver cómo sus nervios son puestos a prueba por la increíble capacidad de su subordinado de hacerlo todo mal, aunque, misteriosamente para Dreyfus, parezca tener un don para granjearse las simpatías de la gente.



Edwards introducirá asimismo uno de los gags más queridos por los fans por primera vez; hacemos referencias a las absurdas, hiperbólicos e hilarantes peleas de artes marciales que el inspector debe realizar con su sirviente oriental Kato (Burt Kwouk). Aquí probadas por primera vez, la popularidad que alcanzaron las convirtieron en un recurso muy recurrente en las siguientes secuelas.



La atmósfera de gran mansión y crimen tipo Cluedo resulta francamente favorable a esta sátira, permitiendo explotar algunas de las mejores habilidades de Sellers. Por ejemplo, los extraordinarios interrogatorios que el bueno de Clouseau realiza a los integrantes de la casa, cada uno de ellos con una lista de vicios nada desdeñable. El director y William Peter Blatty crean una trama realmente ingeniosa y que permite disfrutar con esta comedia que sería muy fácil de representar en teatro, debido a los espacios donde ocurre.



Bajo los acordes de Henry Mancini se impone un ritmo alocado y sin pausa que permite que los 101 minutos de metraje pasen de la forma más agradable. Sommer resulta perfecta para su papel y hasta los papeles más secundarios están escogidos con sumo mimo (las caras no pueden resultar más sospechosas en esa mansión donde las noches son muy moviditas).



Un disparate espectacular que, por si fuera poco, acaba en un clímax memorable. No tiene ni pies ni cabeza en ocasiones, aunque... ¡maldita falta que nos hace eso! Clouseau se colaba en el santoral de los protagonistas de comedia por primera vez. Y, tantos años después, ahí sigue.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.sensacine.com/actores/actor-24633/fotos/detalle/?cmediafile=18815053



http://www.allposters.es/-sp/nuevo-caso-del-inspector-Clouseau-El-Posters_i9793403_.htm



http://mucho-mas-cine.blogspot.com.es/2012/09/la-pantera-rosa.html

domingo, 20 de marzo de 2016

PENNY DREADFUL: DARK PLEASURES




A finales del siglo XX, un genial y heterodoxo guionista de cómics, Alan Moore, decidió sorprender a la industria con un concepto muy innovador. Acompañado del eficaz dibujo de Kevin O´Neil, el escritor presentó a la denominada como Liga de los hombres extraordinarios, una agrupación en los días de la Gran Bretaña victoriana que aunaba a algunos de los estandartes de la literatura fantástica (por ejemplo, Mina Harker, el doctor Jekyll, el capitán Nemo...). Ahora, desde 2014, tenemos otro invitado a esa fiesta metaficcional, en este caso, destinado a la pequeña pantalla: Penny Dreadful. 



Los antiguos decían que el nombre amenaza, es decir, que era una tarjeta de presentación de las virtudes y defectos de quien lo porta. Esta serie de la cadena Showtime invita a recordar un tipo de novela y folletín muy característico del pasado. Igual que Quentin Tarantino hizo resucitar el pulp, John Logan pretende hacer resurgir de sus páginas a Dorian Gray, Drácula, el doctor Frankenstein, etc. Hoy analizamos la primera temporada del programa, la cual contiene 8 sangrientos episodios que invitan a pensar que los monstruos han vuelto en todo su esplendor. 



La primera lanza que debe partirse a su favor es su acertado casting, muy cuidado. Sobresale en las presentaciones Eva Green como Vanessa Ives, una peculiar médium que intenta ayudar a Sir Malcolm Murray a encontrar a su hija Mina, la cual puede estar aprisionada en el peor de los infiernos. Hay actrices que son excelentes siendo femmes fatales; otras se consagran en roles más emocionales y vulnerables. Green se cuenta en la corta lista de intérpretes que pueden alternar ambos registros sin ninguna clase de dificultades; a veces, en la misma escena. Con sentido del riesgo, brinda un personaje complicado y con muchos momentos climáticos, nada fáciles de rodar Ella sola ya bastaría para ver la serie, pero es apenas la punta del iceberg de un excelente elenco.



Una buena muestra de ello se exhibe en los diálogos y duelos interpretativos que brinda el choque de Sir Malcolm con un pistolero contratado para la arriesgada misión: Ethan Chandler. El primero es nada menos que Timothhy Dalton, un excelente y solvente actor con una gran trayectoria. Su buen hacer con su personaje sorprende menos que la versatilidad de su más joven compañero de viaje, un Josh Hartnett que sobrepasa el perfil de galán estándar para brindar una personalidad con muchas aristas. El tormentoso romance que inicia este aventurero con una prostituta (Billie Piper) es una de las mejores subtramas de la primera temporada.



Como todo no pueden ser parabienes, resaltar que entre los primeros episodios y los siguientes hay una cierta búsqueda de coger el tono. El piloto parece querer mostrar mucho en poco tiempo, algo lógico teniendo en cuenta su condición de boceto de lo que será el show, pero se alterna un argumento que podría ser absorbente con acción muy efectista (vampiros por doquier, carnicerías en almacenes, mucho susto de que de repente alguien meta un grito...). Una falta de sutileza, a veces, que se cobra su peaje en la presentación del doctor Frankenstein (Harry Treadaway) y su creación más célebre (Rory Kinnear). No es problema de los actores, sino de un gusto por cierto gore gratuito que le quita misticismo a la metáfora de Mary Shelley para convertirlo en algo más simple.



Afortunadamente, con un adecuado uso del recurso del flashback, hay un Rubicón que lleva a Penny Dreadful a unos callejones absorbentes. Los intentos de Sir Malcolm y su equipo de intentar salvar el alma de su hija Mina son una saga bien llevada y con escenas realmente sobresalientes. Cuando la serie coge carrendilla y acompaña a su espectacularidad visual de recursos ingeniosos en el desarrollo de los acontecimientos, cobra su mejor forma. Usando el ardid que es propicio en esta clase de epopeyas novelescas con criaturas fantásticas y romances imposibles, cada capítulo culmina en una incertidumbre que te obliga a aguardar con impaciente el siguiente como espectador.



Openings como el de un Dorian Gray (Reeve Carney) abandonando una exuberante orgía en su casa una noche tormentosa para cerciorarse de que su oculto retrato sigue a buen recaudo harán las delicias de los fans de este tipo de literatura. No obstante, también hay personalidades y situaciones que no se explotan en lo absoluto (imperdonable lo de Van Helsing), dejando una sensación de no haber sido aprovechados. Otros, como es el caso de Sembene (Danny Spani) deberán esperar a futuras temporadas para tener la oportunidad de conocerles mejor. 



Curiosamente, a pesar de tan buenos ingredientes en la premisa, la audiencia no ha sido la esperada en sus primeros compases (con todo, le ha ayudado la difusión de Sky Atlantic), aunque, de momento y por fortuna, este galeón victoriano avanza a aguas oscuras y manteniendo las expectativas de que quedan más cosas en la caja de Pandora. 



Un cóctel de suspense, violencia, erotismo y placeres culpables. Oscar Wilde no hubiera dudado acerca de cuál es la mejor forma de evitar esta tentación... 



ENLACES DE INTERÉS:



DARWYN CARSON-EL MUNDO OSCURO DE PENNY DREADFUL



3 MOTIVOS PARA VER PENNY DREADFUL (HIPERTEXTUAL)



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.bolumrehberi.com/Penny-Dreadful.asp



http://blogs.indiewire.com/leonardmaltin/the-dark-dank-world-of-penny-dreadful



http://hipertextual.com/2015/06/penny-dreadful

domingo, 13 de marzo de 2016

LA VIDA PRIVADA DE MORTADELO Y FILEMÓN



Nada por aquí, nada por allá. Corría el año de 1998. Como un prestidigitador de altura, Francisco Ibáñez podría haberse permitido el lujo de sacar pecho, pues de su mágica chistera habría logrado extraer mucho. 40 años con los mismos personajes de cómics y gozando de gran éxito de público es muy complicado. En España, algo que rozaría los límites de lo milagroso. Sin embargo, fiel currante desde sus días en la mítica Bruguera, el padre de los inefables Mortadelo y Filemón se decidió a celebrarlo a su manera, trabajando en un nuevo álbum que hiciera homenaje a la bien llevada madurez de los dos agentes de la TIA. 



En realidad, Su vida privada es una pequeña excentricidad dentro de la tónica habitual de la serie. A lo largo de su dilatada trayectoria, Ibáñez se ha caracterizado por un gran nivel de producción y tremenda efectividad a la hora de usar fórmulas clásicas del humor que él ha usado con gran acierto. La nieta puede abrir el número 75 de la colección Olé, mientras que el abuelo hace lo propio con el primer Súper Humor de lomo rojizo. Están leyendo la misma esencia, no hace falta ninguna nota a pie de página o conocimientos previos de otras aventuras para poder lanzar una espontánea carcajada ante las desventuras de estos dos cabestros rodeados de jefes despóticos, inventores de alopecia y mucha mala uva contra el prójimo en general. 



Sin embargo, en ese éxito rotundo hay un asterisco. Todas esas virtudes que han hecho de Mortadelo y Filemón atemporales también han provocado un paulatino alejamiento del riesgo, de todo aquello que pudiera parecer excesivamente novedoso. Como si el mero atisbo de un universo de ficción algo definido pudiera quitarle gracia al asunto. Por ello, no tiene nada de extraño que fuera una presión editorial la que llevase al creador a ponerse manos a la obra, cuando él hubiera estado más que complacido en hacer una aventura más al uso. Por fortuna, la Historia también dice que cuando el padre de Rompetechos se pone en faena, el resultado suele ser muy bueno. Y, en su excepcional premisa, Su vida privada es uno de los mejores tebeos firmados en la década de los 90 de esta saga. 



Indudablemente, se trata de una pieza que contiene los suficientes detalles para embobar a los fans de toda la vida. Dentro de sus viñetas, al fin nos enteramos de por qué acabaron ambos merluzos...perdón, quería decir agentes, en su exquisita pensión Calvario, calificada con cinco estrellas. De igual manera, Ibáñez se permite guiños como utilizar a una amiga de Chicha (una de las miembros del triunvirato de parados que empleó el autor en Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo) como ligue de una noche de un Mortadelo que se muestra tan peligroso al volante como a la hora de llevar a cabo sus misiones. 



Si la vida profesional de los protagonistas está sometida al cambiante humor de cierto Vicente, tampoco les es nada fácil su vida privada. Como el desventurado Walter Matthau en Aquí un amigo con Jack Lemmon, Filemón no podrá conciliar unas tranquilas vacaciones con su pareja o una visita de sus padres sin que su "querido" subordinado aparezca para ponerle en mil aprietos. Visita a su intimidad que el otro habría realizado antes, cuando conoció a los parientes mortadelianos que pueblan Borricón de Arriba, intuyéndose la sospecha de que el señor de los disfraces es el fruto de una continuada estrategia conyugal endogámica de parientes en segundo grado, habido el espectacular parecido físico de unos y otros. 



Resulta sumamente agradable ver a estos dos iconos de la historieta en situaciones más inusuales, demostrando que, como todo hijo de vecino, la convivencia no es asunto nada fácil (desde las gorronerías de Mortadelo para ver la televisión de su jefe sin pagar, hasta malentendidos de alcoba con el matrimonio Repóllez, cuyo apellido ya invita a pensar que iban provocando), menos con dos tipos que podrían venderse mutuamente por dos perras gordas. 



Dentro de sus páginas, Ibáñez no se priva de mostrar algunas de las influencias que más han marcado su trayectoria, destacando el tipo de gags que Franquin exhibía en Gastón el Gafe. De igual manera, su forma de entender las pensiones no discrepa en nada del estilo con el que lo hacía Rafael Azcona. Un mundo terrible y colérico, no obstante, es imposible no reírse sin ninguna clase de miramiento. No en vano, un cineasta tan personal como Álex de la Iglesia ha admitido que ha bebido mucho de la fuente de esos dos agentes (no en vano, Muertos de risa puede ser interpretada como una traslación de Mortadelo y Filemón al mundo de gentes del espectáculo). 



Paradojas de la vida, este cómic original y atípico en la serie madre, quizás carezca de un final redondo, un clímax que es mucho más fácil de lograr cuando los protagonistas intentan frenar el mal que pretenden sus villanos (en muchas ocasiones, sus soluciones generan mucho más terror que el objetivo de los criminales). Se echa de menos al inefable Bacterio en el proceso, así como a la Ofelia y cía, siendo solamente el Súper quien tiene ligeros cameos. Pero, ya saben, quien algo quiere, algo le cuesta. Es vida personal y, a juzgar por los trompazos que se han metido, los empleados de la TIA no parecen proclives a juntarse con la parentela para ver el partido del domingo o ir al cine. 



Unas páginas muy gratas y que rindieron tributo a 40 años dando el callo como los mejores. Habrá que ir pensando en qué harán para la próxima celebración... de momento, respiramos tranquilos, con o sin vida privada, tenemos Mortadelo y Filemón para rato. 



ENLACES Y REFERENCIAS DE INTERÉS: 









FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDA DE LOS SIGUIENTES ENLACES:






http://www.zonanegativa.com/mortadelo-y-filemon-su-vida-privada/



https://cosasdesuperheroes.wordpress.com/2015/08/10/mortadelo-y-filemon-su-vida-privada/

domingo, 6 de marzo de 2016

EL REFLEJO DE LA DUDA


El pasado diciembre, el Teatro Clásico de Sevilla desembarcó en Córdoba con un título que no necesita presentación para los amantes de las tablas: Hamlet. La versión dirigida por Alfonso Zurro volvía a sacar del baúl de la imaginación al joven príncipe danés, un muchacho sensible, inteligente y altivo al que consume una terrible sospecha sobre la muerte de su progenitor. A pesar de los siglos transcurridos, la imagen del aristócrata hablando a solas con una calavera sigue siendo una de las estampas más reconocibles en cualquier escenario del mundo. 



Una adaptación muy interesante y con una puesta en escena poderosa que complació mucho al auditorio. Parece que Hamlet siempre estará de moda y varios son los secretos que permiten sospechar que todavía goza de la sana codicia de cualquier intérprete. Sus soliloquios, aristas y problemas emocionales permiten un registro interpretativo muy amplio, una maravillosa carta de libertad diseñada por William Shakespeare. No en vano, el Bardo fue actor antes que nada, aquí legó uno de sus tributos más apreciados a la profesión. 



Pero las piezas van más allá de ese protagonista atormentado. Ofelia, su interés romántico, es más que un nombre, termina siendo una manera de catalogar con exactitud a un tipo de dama en estos dramas de época. El ángel del hogar adulterado, golpeada en su amor propio hasta el punto de perder la cordura, otro símbolo de uno de los manuscritos que más visiones y lícitas lecturas divergentes puede ofrecernos hasta día de hoy. Hamlet y su corte danesa nos abren las puertas de palacio, con peligros tras sus cortinas, dispuestos a les conozcamos mejor. 


Recuerdo que una búsqueda casual en un quiosco hace muchos años me permitió acceder a una muy buena traducción al castellano cierto capítulo obra de Frank Harris, uno de los clásicos estudiosos de Shakespeare, donde realizaba una interesante y personal comparativa entre Romeo, Hamlet y Jacobo. Allí se incluía una reflexión maravillosa de que el enamoradizo amante florentino no era otra cosa que un encantador boceto del más reflexivo Hamlet. En verdad, ambos seres de ficción comparten habilidades y entusiasmo, pero, a Hamlet le condena una altanera curiosidad, una capacidad de abstracción que Romeo, felizmente cerrado a todo aquello que no sea Julieta en el balcón, no tiene. Como diría Lisa Simpson, la inteligencia parece tener una gran capacidad para hacer sentirse infelices a quienes poseen ese don. 



El viaje de Harris que tantos admiradores y opositores puede tener por su toque personal a la hora de hablar de uno de los escritores más universales de la Historia (con mayúsculas, sí), no debe sorprender. A fin de cuentas, sigue existiendo también una Escuela que pregona que otra de las creaciones de ese gran poeta de los escenarios fue el propio William Shakespeare, que alguien se ocultó en su figura para permanecer en el anonimato. Como fuere, a falta de datos, el genio de Stratford sigue pareciendo que nació en Stratford. 



En su caprichoso y divertido recorrido por el microcosmos de estos grandes dramas, Harris siempre parece complacido en poder usar a Hamlet como la más oportuna vara de medir. Puede servirle para compararlo con Macbeth, giro sorprendente, puesto que el futuro monarca de Escocia se ha inmortalizado como el gran villano de los creados por la elocuente pluma. Sin embargo, ambos comparten características. Sus visiones, que la grandeza y espíritu que les impulsa terminan congelados por la excesiva parada al pensamiento, paralizados por esa cabeza que les impide ser dichosos, siquiera por un momento, un breve espejismo de haber logrado sus objetivos. 



La Compañía hispalense brindó una visita que volvió a subrayar este carácter atemporal. Puede ser Dinamarca, así como cualquier otro lugar. Hay mucho de ese mundo cortesano, traiciones y envenenamientos en el Desembarco del Rey descrito con tan precisión por parte de George R. Martin para Juego de Tronos, quizás lo más shakespiriano que hayamos leído en los últimos tiempos. Pero, resulta igualmente válida esa atmósfera cuando un cineasta oriental de la talla de Kurosawa decide usar muchos ingredientes de Hamlet para su film The Bad Sleep Well (1960). 



Indudablemente, siempre emerge como una fuente de inspiración rica e inagotable, una que nos lleva a saber que Hamlet está destinado a perdurar, atenazado por el peso del legado de esa corona paterna, un carácter en el que proyectarnos y al que aborrecer, un joven héroe que también es el genio oscuro que muestra el reverso del espejo de la locura. 



Ese constante reflejo de nuestras dudas. Nunca es mal momento para sumergirnos en las páginas del descenso a la demencial ambición del universo de Hamlet.



BIBLIOGRAFÍA:



-HARRIS, F., William Shakespeare y su vida trágica, Vitae Ediciones, Buenos Aires, 2004.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.clasicodesevilla.com/Hamlet.html



http://www.clasicodesevilla.com/Hamlet.html



http://teatrolopedevega.org/hamlet-en-el-teatro-lope-de-vega/