A veces, tu mejor ficha es la que no has movido. A la altura de 1963, Blake Edwards había dirigido una comedia romántica plagada de estrellas e ingredientes para ser un éxito en taquilla. Con una banda sonora pegadiza, galanes de la talla de David Niven, una Claudia Cardinale en el apogeo de su belleza y líos de alcoba, La pantera rosa fue un inmediato éxito. Sin embargo, nadie podía haber pronosticado que uno de sus personajes secundarios, el despistado pero entrañable inspector Clouseau, interpretado por Peter Sellers, iba a ser la joya de la corona, captando casi de inmediato el favor del público.
Apenas un año después, Edwards ya estaba enfrascado en la secuela. A diferencia de la primera entrega de la franquicia, ahora no habría ningún diamante rosado que hurtar por un ladrón de guante blanco; el poco habilidoso inspector se las vería ahora en solitario con un un difícil asesinato que se lo hubiera puesto complicado al mismísmo Sherlock Holmes por la gran cantidad de sospechosos. De cualquier modo, solamente alguien tan poco consciente de sus limitaciones como el investigador del bigote es capaz de creerse capaz de afrontar el reto. Aunque el libro de los gustos esté en blanco, siempre me ha parecido que El nuevo caso del inspector Clouseau es el esplendor de la fecunda (y complicada) alianza de Edwards y ese excelente comediante que fue Sellers.
Asimismo, A shot in the Dark (título original del film) supuso la plataforma para una belleza sueca llamada Elke Sommer, la cual sería la encargada de encarnar a María Gambrelli, la criada de una adinerada familia que es acusada de matar a su novio por celos. Encaprichado de la sospechosa desde el primer momento, el bueno del inspector se decidirá a plantear su defensa, incluso contra las sensatas intuiciones de su agudo ayudante (una clara parodia del mítico Hércules Poirot).
Dentro de los méritos de esta alocada comedia, uno de los más importantes es su sofisticado casting. Sorprende encontrar a todo un caballero de la actuación como George Sanders para ejercer el rol de Benjamin Ballon, el dueño de la mansión donde Gambrelli, supuestamente, habría asesinado a su pareja. Sanders es uno de esos actores que siempre da un toque de distinción a todo lo que hace, ya sea un monarca filisteo, el ácido crítico teatral de un importante periódico o, en este caso, el típico estirado aristócrata. Su escena con Sellers y los tacos de billar es digna de antología, pues resulta imposible pensar en mejores rostros para representar el juego de payaso torpe-payaso serio.
Otro de los nombres que resaltan es el de Herbert Lom como el comisario Dreyfus, quien estaría destinado a ser muy importante en la saga de La Pantera Rosa. El desventurado superior de Clouseau está condenado a ver cómo sus nervios son puestos a prueba por la increíble capacidad de su subordinado de hacerlo todo mal, aunque, misteriosamente para Dreyfus, parezca tener un don para granjearse las simpatías de la gente.
Edwards introducirá asimismo uno de los gags más queridos por los fans por primera vez; hacemos referencias a las absurdas, hiperbólicos e hilarantes peleas de artes marciales que el inspector debe realizar con su sirviente oriental Kato (Burt Kwouk). Aquí probadas por primera vez, la popularidad que alcanzaron las convirtieron en un recurso muy recurrente en las siguientes secuelas.
La atmósfera de gran mansión y crimen tipo Cluedo resulta francamente favorable a esta sátira, permitiendo explotar algunas de las mejores habilidades de Sellers. Por ejemplo, los extraordinarios interrogatorios que el bueno de Clouseau realiza a los integrantes de la casa, cada uno de ellos con una lista de vicios nada desdeñable. El director y William Peter Blatty crean una trama realmente ingeniosa y que permite disfrutar con esta comedia que sería muy fácil de representar en teatro, debido a los espacios donde ocurre.
Bajo los acordes de Henry Mancini se impone un ritmo alocado y sin pausa que permite que los 101 minutos de metraje pasen de la forma más agradable. Sommer resulta perfecta para su papel y hasta los papeles más secundarios están escogidos con sumo mimo (las caras no pueden resultar más sospechosas en esa mansión donde las noches son muy moviditas).
Un disparate espectacular que, por si fuera poco, acaba en un clímax memorable. No tiene ni pies ni cabeza en ocasiones, aunque... ¡maldita falta que nos hace eso! Clouseau se colaba en el santoral de los protagonistas de comedia por primera vez. Y, tantos años después, ahí sigue.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:Dentro de los méritos de esta alocada comedia, uno de los más importantes es su sofisticado casting. Sorprende encontrar a todo un caballero de la actuación como George Sanders para ejercer el rol de Benjamin Ballon, el dueño de la mansión donde Gambrelli, supuestamente, habría asesinado a su pareja. Sanders es uno de esos actores que siempre da un toque de distinción a todo lo que hace, ya sea un monarca filisteo, el ácido crítico teatral de un importante periódico o, en este caso, el típico estirado aristócrata. Su escena con Sellers y los tacos de billar es digna de antología, pues resulta imposible pensar en mejores rostros para representar el juego de payaso torpe-payaso serio.
Otro de los nombres que resaltan es el de Herbert Lom como el comisario Dreyfus, quien estaría destinado a ser muy importante en la saga de La Pantera Rosa. El desventurado superior de Clouseau está condenado a ver cómo sus nervios son puestos a prueba por la increíble capacidad de su subordinado de hacerlo todo mal, aunque, misteriosamente para Dreyfus, parezca tener un don para granjearse las simpatías de la gente.
Edwards introducirá asimismo uno de los gags más queridos por los fans por primera vez; hacemos referencias a las absurdas, hiperbólicos e hilarantes peleas de artes marciales que el inspector debe realizar con su sirviente oriental Kato (Burt Kwouk). Aquí probadas por primera vez, la popularidad que alcanzaron las convirtieron en un recurso muy recurrente en las siguientes secuelas.
La atmósfera de gran mansión y crimen tipo Cluedo resulta francamente favorable a esta sátira, permitiendo explotar algunas de las mejores habilidades de Sellers. Por ejemplo, los extraordinarios interrogatorios que el bueno de Clouseau realiza a los integrantes de la casa, cada uno de ellos con una lista de vicios nada desdeñable. El director y William Peter Blatty crean una trama realmente ingeniosa y que permite disfrutar con esta comedia que sería muy fácil de representar en teatro, debido a los espacios donde ocurre.
Bajo los acordes de Henry Mancini se impone un ritmo alocado y sin pausa que permite que los 101 minutos de metraje pasen de la forma más agradable. Sommer resulta perfecta para su papel y hasta los papeles más secundarios están escogidos con sumo mimo (las caras no pueden resultar más sospechosas en esa mansión donde las noches son muy moviditas).
Un disparate espectacular que, por si fuera poco, acaba en un clímax memorable. No tiene ni pies ni cabeza en ocasiones, aunque... ¡maldita falta que nos hace eso! Clouseau se colaba en el santoral de los protagonistas de comedia por primera vez. Y, tantos años después, ahí sigue.
http://www.sensacine.com/actores/actor-24633/fotos/detalle/?cmediafile=18815053
http://www.allposters.es/-sp/nuevo-caso-del-inspector-Clouseau-El-Posters_i9793403_.htm
http://mucho-mas-cine.blogspot.com.es/2012/09/la-pantera-rosa.html