domingo, 29 de diciembre de 2019

COLORÍN COLORADO (PARTE I DE II)


Es un nombre asociado a lo mejor que puede ofrecer la animación para todas las edades en televisión. Sin embargo, asumir una simbiosis total de Matt Groening con Los Simpson es un ejercicio arriesgado. La fiebre provocada por la familia amarilla fue el resultado de un esfuerzo colectivo de algunas de las mejores mentes para los guiones del pasado siglo. De cualquier modo, resultaba normal que la noticia de que Groening volvía con un producto nuevo, titulado (Des) encanto, generase una expectación máxima en las redes sociales. 



A poco de su estreno en la plataforma Netflix, incluso sin casi tiempo a ver más de un capítulo, ya había opiniones tajantes al respecto. Desde que era la mayor decepción del cosmos tras el final de Lost a convertirla en serie de culto. En una época donde la proliferación de series en la parrilla televisiva no admite prisioneros, plantearse verla con calma y con matices parecía fuera de lugar. Se ha perdido la paciencia para entender que si una princesa, un elfo y un demonio deben convivir, primero hay que hacer un piloto de presentación. 



Con todo, podría decirse que el arranque es menos impactante que la revolucionaria Futurama, creada por David X. Cohen y el propio Groening, una serie que hoy tiene ya ribetes merecidos como programa de culto. Sea como fuere, tal el truco para pasarlo muy bien con las andanzas de Tiabeanie y su círculo es recordar que las comparaciones son odiosas y que el show no tiene culpa de herencias pasadas que pueden ser tan pesadas como la corona que ciñe el malhumorado rey Zog, el preocupado progenitor de una princesa poco Disney, más preocupada por las francachelas y hundir la reputación de su linaje en Utopía que de otra cosa. 


En diez episodios, la primera temporada trae una divertida sátira que desmitifica todo el proceso de los cuentos infantiles, desde Hansel y Gretel hasta las leyendas sobre hermosas reinas convertidas en piedra por maldiciones. Buena parte de las situaciones vienen desencadenadas por un triunvirato que no desentonaría en un cuento de Tolkien: una princesa que quiere escapar de encorsetamientos, un diablillo con propósitos poco claros y un inocentón elfo que viene de un edulcorado rincón del mundo. 



Los tradicionales relatos de los hermanos Grimm o recientes éxitos de la talla de Juego de Tronos son referenciados, recordando en muchos compases a la película El juego de Bender (2008). Un mundo medieval con tonos mágicos y lances caballerescos del que se puede disfrutar sin problema en caso de haber bebido de esa fantasía heroica, si bien esa misma precisión puede alejarla de audiencias que no tengan simpatía por dicho género.  



Brian Pratchett aporta un punto muy interesante cuando afirma que (Des) encanto se mueve muy cómoda cuando es una serie mágica e irónica que puede explorar distintas localizaciones a su antojo, si bien, a veces, comete retrocesos para re-adaptarse al modelo clásico de la sitcom. Con todo, ese último punto es también muchas veces su ancla de salvación, puesto que da una emotividad y relaciones personales a sus personajes que la evitan caer en personalidades de retablo sin otra función que la cómica. 


Sirva como muestra de ello "La tierna furia del amor", capítulo que bebe del clásico equívoco que hemos visto mil veces en shows como Friends o Cómo conocí a vuestra madre. Elfo, prendado de Tiabeanie desde que la conoció, intenta enmascarar sus sentimientos inventándose la relación con una giganta de las montañas que llevará a una alocada búsqueda de la misma. Es decir, la intención de mezclar ambos universos no es tan descabellada como parece y, cuando lo logra, consigue unas cotas de calidad francamente altas. 



Otra cuestión será el tema del metraje. Y es que llama la atención por qué llega a tener episodios bastante extensos cuando Futurama o Los Simpson han demostrado que se puede contar mucho en el formato de apenas veinte minutos. Ciertamente, ta vez a su equipo de guionistas le beneficiase la capacidad de síntesis que exige ese ejercicio para ir más al tuétano de las aventuras y no perderse en los vericuetos del castillo. 



Y es que el talento que atesora siempre está visible. Por ejemplo, "Embajadora en una ciénaga" vuelve a acoplar con maestría un típico de las comedias familiares en un marco digno de Harry Potter. La princesa intenta ganarse la confianza de su padre ejerciendo como diplomática en Dankmire, tierra natal de su madrastra, incluyendo el acudir a una obra teatral escolar que no tiene desperdicio. 



Stuart Heritage avisaba a navegantes que los proyectos de los equipos de Groening necesitan su tiempo para arrancar. Quizás un pequeño peaje que a varia personas resulte intolerable en una coyuntura de inmediatez. De cualquier modo, los ingredientes de la poción de (Des) encanto prometen mucho para quienes permanezcan atentos a qué trucos guarda bajo la chistera. 



ENLACES DE INTERÉS:



Opinión de Stuart Heritage sobre (Des) encanto



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.imdb.com/title/tt6561570/mediaviewer/rm3019798528



https://www.imdb.com/title/tt7177782/mediaviewer/rm2118875904



https://www.postbulletin.com/test/new-series-from-simpsons-creator-matt-groening-falls-flat/article_6015c666-a541-11e8-b3b3-9b336221b2d8.html

domingo, 22 de diciembre de 2019

CRIATURAS SALVAJES


Aquiles contra Héctor. María Estuardo frente a Isabel Tudor. Las grandes rivalidades sirven como metáfora de épocas distintas, siendo cada miembro del pulso el exponente de una forma de entender la existencia. En el reino de la ficción, nada complace más a la persona aficionada que imaginar cuáles serían los resultados de combates entre ídolos que no compartieron universo: ¿sería Sherlock Holmes capaz de batir con sus deducciones a Hércules Poirot? ¿Quién poseería una magia más poderosa: Morgana o Maléfica? 



Matt Wagner creó a un personaje de culto con Grendel, identidad secreta que ha tenido a varios portadores, si bien ninguno ha alcanzado la popularidad destacada de Hunter Rose. Exitoso novelista y sibarita, su vida secreta le hace sobresalir como un despiadado asesino que asciende a marchas forzadas en el organigrama criminal de New York. Con desorden editorial en España, esta primera encarnación del villano ha sido objeto de culto en muchos mentideros comiqueros. Bruce Wayne, alias Batman, no precisaría de ninguna tarjeta de presentación en el planeta. 



Cruzar a uno de los sicarios más letales del planeta con El Murciélago que intenta limpiar a una ciudad tan corrupta como Gotham solamente puede ser calificado como el arranque de una jugada prometedora. Publicada originalmente en 1993, Batman-Grendel es el perfecto exponente de que un crossover no tiene por qué adolecer de coherencia, inteligencia y buen gusto en su trama. Al orquestar qué pasaría si las dos leyendas compartiesen espacio, el autor mimó los detalles en dos ejemplares exquisitos.


La visita de Rose a Gotham City es el pretexto ideal para orquestar un paseo por el mundo literario, de delincuencia y altas esferas empresariales en la célebre urbe de DC. Poco tardaremos en comprender que cada uno de esos ámbitos está muy relacionado con los anteriores. Emulando a Plutarco, Wagner nos lleva a vidas paralelas, puesto que ambos caballeros cruzarán durante la aventura sus destinos con Rachel King y Hillie Ferrington.



Ciertamente, podríamos argumentar que el libreto fuerza algunas casualidades y felices coincidencias. Que Rachel y Hillie compartan piso simplifica mucho las cosas, pero incluso el maestro Víctor Hugo se permitió en la monumental Los miserables convertir la bulliciosa París en una pequeña plazoleta donde personajes muy dispares se reencontraban con facilidad pasmosa y ligaban sus destinos.



Haciéndose pasar por El Arcetijo, un ocioso Grendel inicia una compleja operación que le lleva a plantearse un reto a su altura: ser capaz de buscar las cosquillas al mito de Gotham, además de adelantar trabajo pendiente. Aunque Wagner puso cuestiones de magia y superstición en su saga, aquí, si bien menciona a Stacy y cierto lobo, tiene la sapiencia de reducirlo al mínimo, perfecta intuición para que estemos ante un duelo que es, en esencia, detectivesco.


Como bien han incidido reseñas anteriores a esta (enlazadas al final de la entrada), el gran éxito de Wagner es tejer dos personajes femeninos muy potentes. De hecho, resulta más fácil empatizar con ambas damas que con dos depredadores que parecen jugar con los demás cuales piezas de tablero prescindibles en la partida. De cualquier forma, queda clara que la frialdad de Bruce Wayne es cara a la galería, mientras que Hunter Rose es un cazador implacable. 



Incluso me atrevería a considerar que las tramas amorosas deberían haberse desarrollado más, puesto que la química parece evidente y se podrían haber sacado situaciones francamente interesantes. De hecho, deja con ganas de más en ese apartado de mostrar el escenario de las cenas de las grandes empresas, ese mundo de caviar con cadáveres debajo de las alfombras persas. 



Irónicamente, quizás el único punto donde flojea la trama es en las coreografías de sus enfrentamientos. Excesivamente breves y casi pareciera que con miedo a que alguno de los dos termine destacando mucho sobre el otro. Posteriormente, habría una secuela, ya con otro curioso heredero del manto de Grendel, donde Wagner descendería de forma considerable en implicación, arte gráfico y complejidad de la trama. 



Pero nadie nos podrá quitar aquella vez donde dos criaturas salvajes se dieron la mano mientras iban de etiqueta.  



ENLACES DE INTERÉS:



Travelling en los surcos: Batman-Grendel



Un universo de viñetas: El Acertijo del diablo



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.amazon.es/Batman-Grendel-Matt-Wagner/dp/1593078234



http://soyleyendacharlie.blogspot.com/2010/08/batman-grendel-de-matt-wagner.html



http://amrazgz.blogspot.com/2015/09/1993-batman-grendel-el-acertijo-del.html

domingo, 15 de diciembre de 2019

EL MEJOR ENVOLTORIO


Hay libros que vienen con una bula bajo el brazo. Tal vez nos llegaron en el momento adecuado, máxime cuando son un regalo de una persona especial. Siempre ocupan un lugar destacado en la estantería y abrir sus páginas es algo mágico. Si a esa memoria afectiva se suma la hazaña nada pequeña de que esa obra cumpla las expectativas e ilusiones que despertó, la alquimia resulta perfecta de principio a fin. 



Cartas de Papá Noel de J. R. R. Tolkien es ideal para ser leído en esta época del año. Y eso que el célebre autor de la legendaria saga El Señor de los Anillos nunca imaginó que este obsequio familiar fuese a trascender. Todo comenzó cuando el filólogo se animó en 1920 a hacer una original nota a su hijo mayor para celebrar la Navidad haciéndose pasar por Santa Claus en persona. Como tenía ingenio e inventiva, tardaría poco en convertirlo en toda una tradición para los suyos. 



Tolkien tuvo la astucia de escribir en una hermosa letra temblorosa, la propia de un señor mayor que está redactando en pleno Polo Norte. Los niños son niños, pero eso nunca ha significado que sean tontos. El padre se tomó muy en serio el asunto, urdiendo una novela río que iba conectando cada carta con la anterior. La edición manejada incluye las hermosas fotografías de los cuidados sobres que, sin duda, debieron enloquecer a los más pequeños del hogar.


Es decir, Tolkien jamás debió pensar que esos escritos saldrían de su domicilio. Todo ello redunda en una particular bendición para la persona lectora. Por un lado, la posibilidad de encontrar algo desconocido del maestro, además de aquí personificarse en otra faceta. Menos técnica cara a la crítica literaria y muy centrado en lo emotivo, un talento afectuoso que surge con la única finalidad de convertir en especial una época de prodigios como es la infancia.



Así crea personajes tan simpáticos como el Oso Polar, recurso del escritor para crear un singular ayudante de Papá Noel que apostilla de forma gruñona algunas de las narraciones del mito navideño. Acompañamientos de estelares ilustraciones sirven para dar verosimilitud a los acontecimientos que se van revelando, incluyendo divertidos accidentes en el taller donde se fabrican los regalos que han de transportarse a todo el globo.



Naturalmente, los elfos tendrán su lugar, algo obvio teniendo en cuenta la mente que se encargó de concebir todo este asunto. La fantasía posee una dosis de verosimilitud fascinante por las justificaciones de Noel sobre el alfabeto polar, así como el hecho de que cuando el Oso Polar escribe lo hace con faltas de ortografía. Esos pequeños detalles hacen al cuento subir muchos enteros.


Como no escapara a cualquier persona aficionada a Tolkien, pasarán pocas Navidades hasta que sus inclinaciones hacia la épica afloren. No duda en que el bueno de Santa narre a su familia los agitados problemas que los gnomos rojos y elfos tienen con los feroces trasgos, incluyendo un fascinante episodio en las cuervas que habría podido insertarse sin ninguna complicación en universos como El Hobbit.



Sea como fuere, los momentos más maravillosos tienen que ver con la emotividad de los lazos que le unen en ese intercambio epistolar. La alegría que transmite cuando ya sabe que su hija pequeña, Priscilla, es capaz de leer por sí sola las misivas de Papá Noel y le manda asimismo bonitos dibujos.



Siempre tan parecida y siempre diferente. Así contaba Tolkien a su familia que eran las Navidades. Podemos decir de este libro que nos devuelve a la niñez cuando lo leemos. No hay mejor elogio posible. 



BIBLIOGRAFÍA:



- TOLKIEN, J. R. R., Cartas de Papá Noel, Minotauro, Barcelona, 2019. Editora: Baillie Tolkien. Traductor: Martin Simonson. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.casadellibro.com/libro-cartas-de-papa-noel-nueva-edicion/9788445006733/10044169



http://www.libropatas.com/libros-literatura/las-cartas-de-papa-noel-los-hijos-de-tolkien/



https://medium.com/@soyedmundo/las-cartas-de-pap%C3%A1-noel-a-los-peque%C3%B1os-tolkien-2998a3372074

domingo, 8 de diciembre de 2019

EL LEGADO DE SCORSESE


Es el último maestro de la vieja escuela. Una que ha dejado momentos imborrables en el cine negro. Ese género fantástico cuando se hace bien e inverosímil si no logra enganchar. Durante décadas, Martin Scorsese ha honrado al séptimo arte con su talento. Si vas a contar historias, hazlo sobre aquellos temas que conoces. Y chico italo-americano que empezó de monaguillo se fijó con sensibilidad en las historias más terribles de las calles en los barrios más duros. El resultado es por toda persona conocido: aquel director de cabellos planteados sería uno de los nuestros en las carteleras de todo el globo. 



El Irlandés supone una mezcla de los viejo y lo nuevo en su filmografía. Desde la cuestión de utilizar el CGI para utilizar a intérpretes icónicos (Al Pacino, Joe Pesci, Robert De Niro...) hasta considerar que en vez de las grandes salas de proyección haya salido directamente a Netflix. La trama de sindicalistas y corrupción que arroja el veterano artista es un repaso sin florituras a los entresijos de la cultura estadounidense más reciente. 



De forma acentuada, están todas las virtudes y alguno de los defectos (incluso las obras maestras los tienen) que caracterizan a un tipo excesivo. El metraje de tres horas y media casi parece una cuestión de otro tiempo, un edificio monumental y reposado. En honor a la verdad, las caracterizaciones son tan buenas y el desempeño actoral tan sobresaliente que una persona se sumerge sin aburrimiento en todo el asunto. Pero hay reiteraciones en cuestiones que ya sabemos desde Casino, Uno de los nuestros, Toro salvaje, Taxi Driver... 


Pasando por alto el hecho evidente de que Al Pacino y De Niro están fantásticos, sería de justicia poner los focos en Joe Pesci, maravilloso artista que llevaba relativo tiempo en silencio. Su Russell Bufalino es una delicia, un capo verdadero, alguien tan poderoso que puede permitirse aparentar sencillez. Pocos tipos dicen tanto sin hablar como este señor bajito que tiene un poder de convicción ante la cámara por el que muchos otros suspirarían.



Sobre la restauración digital, es un desempeño curioso, aunque El Padrino II sería un exponente fácil de que no hay problema en buscar versiones juveniles de los iconos en los flahbacks. Sea como fuere, el casting a prueba de bomba incluye nombres como Jesse Plemons o Stephen Graham (inolvidable en Boardwalk Empire), tipos con presencia y singularidad suficiente para ser memorables en apenas un par de escenas.



Incluso un caballero como Harvey Keitel vuelve a la palestra para seguir a las órdenes de Scorsese una vez más. Probablemente, por la percepción de estar ante el último hurra. No porque al veterano cineasta le falten ideas o talento a estas alturas de su vida. Simplemente, aquí parece haber volcado un testamento sobre el universo que le ha hecho grande.


Críticas certeras y previas han afirmado que estamos ante un recurso propio de la icónica El hombre que mató a Liberty Valance. Es decir, John Ford fue el dios del western y se permitió enterrar a sus héroes. A través del polémico asunto de Jimmy Hoffa, Scorsese se despide de sus "buenos muchachos", recordando el horror tras un fenómeno social y violento que ha tenido siempre un aura de adoración desde la barrera en la que él mismo ha participado involuntariamente con su don para narrar sus desventuras.



Aquí los analiza sin piedad y mostrándolos tan crepusculares como a cualquiera. Es el momento de sopitas, problemas de salud, jugar a la petanca y vivir de contar batallitas. Pocas formas habrá más sencillas de desmitificar que a través del personaje de De Niro, alguien capaz de cruzar todos los Rubicones morales que se le presenten, rompiendo incluso los lazos más sagrados.



No hay honor al final de un drama con tintes shaskepirianos.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.esquire.com/es/actualidad/cine/a29285435/el-irlandes-critica-martin-scorsese-netflix/



http://mouse.latercera.com/the-irishman-aprobacion-perfecta-rotten-tomatoes/



https://www.wsj.com/articles/the-irishman-review-greatfellas-11572554001

domingo, 1 de diciembre de 2019

TRIDENTE DE LÍNEAS TEMPORALES: TRUE DETECTIVE 3


Y resultó que al final HBO Era humana. La segunda temporada de True Detective (Pelear contra tu sombra), un buen programa sin el brillo de la anterior edición (La soledad del Rey Amarillo), provocó las primeras alarmas en la cadena, incluso dudas sobre la forma en que Pizzolato había redactado el argumento de aquella nueva campaña. En un mar de incertidumbre, la tercera parte de la turbia saga (2019) se antojaba como el Rubicón que marcaría la andadura (o no) de más entregas. 



David Milch y Graham Gordy prestan sus servicios y pluma para acompañar al creador en el trazo de unas desapariciones infantiles en Arkansas. Se sigue echando de menos la genialidad tras la cámara de Fukunaga, pero hay un mimetismo constante en los nuevos capítulos que intentan asemejarse, quizás en exceso, al origen de todo. En esta ocasión, hay mayor desequilibrio en el protagonismo de la pareja de detectives, siendo el de Wayne Hays (Mahershala Ali) quien llevará la voz cantante, mientras que Roland West (Stephen Dorff) es un excelente apoyo, aunque más bien un secundario de lujo en las vicisitudes de su compañero. 



Como era de esperar, el caso de va complicado a medida que avanzan las pesquisas. Los avatares de las víctimas, la familia Purcell, generan interés, si bien hay una sensación a melodía ya escuchada con anterioridad. Si True Detective II cometió la audacia de irse por otros vericuetos, aquí las conexiones del universo compartido son constante, inclusive demasiadas. Con todo, hay una aparición estelar que plantea uno de los elementos que más distinción aportan a esta investigación.


Indudablemente, el personaje encarnado por Carmen Ejogo es la verdadera revelación de esta saga dentro del universo detectivesco. Su Amelia Reardon está muy bien escrita y mejor interpretada por una estupenda actriz que sabe darle toda la enjundia posible a una personalidad compleja. Una profesora implicada con su alumnado y con inclinaciones literarias que ve en el caso Purcell el potencial de ser un libro superventas. 



Resulta fácil comprender la temprana fascinación que ejerce en Wayne casi de inmediato. Se trata de la presencia más empática del show, alguien, además, que tiene el suficiente instinto e ingenio para rellenar los huecos que faltan en una desaparición complicada y donde hace falta imaginación. Eso no implica que carezca de sombras y dudas, puesto que muchas veces podremos cuestionar si está realmente interesada en la resolución o busca un éxito personal con la empresa. 



Jeremy Saulnier, Daniel Sackheim y el mismísimo Pizzolatto se ponen tras la cámara para narrar de forma compleja su historia. Tendremos hasta tres líneas temporales que van convergiendo, lo cual, en ocasiones, deja la sensación de querer ser excesivamente difícil sin necesidad. Aunque hay oficio en la forma de alternar unas y otras, puede que tenga un componente de recurso artificioso.


Curiosamente, la más interesante es la referida a la vejez de Wayne. Trae algún momento muy logrado, puesto que refleja un tema poco televisivo, el deterioro físico y mental de una persona, los recuerdos que van pasando por su mente de forma desordenada. También brilla West y su monólogo sobre el verdadero significado de la amistad. Son instantes logrados y que nos hacen rememorar por qué True Detective supuso un impacto tan fuerte en su estreno.



Irónicamente, tal vez falten cuestiones un poco más en el aspecto más terrenal del crimen y las deducciones. En la primera y segunda hay una sensación de verdaderos poderes actuando tras el telón, fuerzas económicas y políticas que logran salirse con la suya y culpar a otros. También hay pesquisas más brillantes, sobre todo con Rust Cohle y Martin Hart.



Los vientos vuelven a parecer favorables para una presumible cuarta entrega. ¿Terminarán encajando todas las piezas dispersas y sabremos quién se sienta en el trono del Rey Amarillo? 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://coopsies.com/2019/01/20/true-detective-season-3-episode-3-the-big-never/



https://www.arkansasonline.com/news/2019/jan/13/detecting-state-faces-in-detective-2019/?news-arkansas



https://www.awardsdaily.com/2019/05/13/carmen-ejogo-on-feminism-and-true-detective-3/

domingo, 24 de noviembre de 2019

MAD LOVE


Fue una caja de las sorpresas deliciosa. La serie animada sobre Batman creada por Bruce Timm y Eric Radomski a comienzos de la década de los 90 era cualquier cosa menos simple. Bajo una hábil estética cartoon para despertar el interés del público infantil, el show ofrecía un abanico de lecturas que podía satisfacer a la audiencia de cualquier edad. En una época poco proclive para la lírica en el cómic norteamericano, aquel espacio televisivo parecía captar mejor que ningún otro en aquellos días la esencia de lo que debía ser Gotham. No satisfechos con eso, sus responsables lograron enriquecer la mitología del murciélago, merced sobre todo a la llegada del guionista Paul Dini. 



Escritor de talento y olfato fino, cualquier capítulo que contase con su pluma era una garantía de calidad y detalles que quizás pasaban desapercibidos en un primer momento. Entre sus innovaciones, ninguna brillaba más que Harley Quinn, un personaje que no había surgido de las viñetas, pero que pronto se convirtió en uno de los ojitos derechos del fandom. Con una dobladora excepcional para darle voz, Arleen Sorkin, un halo tragicómico encantador rodeaba a la ayudante más destacada de la Némesis del héroe: el Joker. 



Cada aparición hacía crecer el interés del auditorio sobre los orígenes de una dama enfundada en traje de arlequín. Ello decidió a Dini y Bruce Timm de realizar un monográfico donde sus páginas desvelarían las motivaciones de la psiquiatra Harleen Quinzel, quien cruzó su destino con uno de los pacientes más peligrosos del sanatorio Arkham. Corría el año de 1994 y la historia, titulada Mad Love, fue galardonada con el prestigioso premio Eisner aquel mismo curso.  


A pesar de ser una historia relativamente corta y auto-conclusiva, podrían escribirse ríos de tinta sobre qué significa este romance alocado. Sin renunciar a su tono para todos los públicos, este acercamiento a Harley Quinn es una de las más hábiles aproximaciones a un tema que era tabú en las viñetas: las relaciones tóxicas y el maltrato. Sin enseñar nada de forma excesivamente explícita, la aventura permitía comprender una realidad terrorífica, el síndrome de Estocolmo que el criminal había logrado inocular en su pareja. 



Timm narra gráficamente con su usual maestría la hábil forma en la que una persona se aprovecha de los buenos sentimientos de otra para moldearla a su imagen. Dini, siempre perspicaz, coloca al mejor detective del universo DC como nuestro privilegiado narrador, puesto que sus pesquisas le van haciendo reconstruir los pasos que llevaron a una prestigiosa doctora a terminar renunciando a su carrera para ponerse al servicio de un psicópata. 



Frank Miller, responsable de joyas como Año Uno o El regreso del Caballero Oscuro, no dudaba a la hora de afirmar que Mad Love era la mejor historia en la última década realizada sobre Batman. Puede sonar hiperbólico, si bien un análisis de la capacidad de la trama de revelar mucho en poco espacio es realmente soberbia. Solamente el opening con la desquiciada visita de Jim Gordon a un dentista muy particular permite saber que la pareja creadora nos va a agarrar de las solapas y no permitirá que nos bajemos de la montaña rusa hasta el final. 

La popularidad que alcanzó en tan poco tiempo llevaría en el futuro a trasladar la historia de forma íntegra la pequeña pantalla. La experiencia resulta muy grata, pues si bien una obra tan redonda no precisaba trasladarse a otros formatos, no resulta menos cierto que escuchar las voces de Sorkin, Mark Hamill (El Joker) y Kevin Conroy (Batman) es siempre un placer. 



Una de las claves del proceso es la capacidad de estas viñetas para lograr empatizar con Harley. Igual que Sancho, nos contagiamos de su locura y (casi) queremos que le salga bien la trampa que tiende al héroe; por cierto, una treta bastante más hábil que las tejidas por un Joker falto de inspiración en aquellos compases a la hora de lograr la broma asesina definitiva. De secundaria de lujo, demostraba que no existía ningún problema en darle los ribetes de protagonista. Se sembraban las bases de su enorme popularidad posterior. 



Con uno de los finales más impactantes y desoladores que se recuerdan, Mad Love se convirtió de forma automática en una de las referencias indiscutibles en cualquier estantería. Y allí permanece, ahora y siempre, ante el invasor paso del tiempo. 



BIBLIOGRAFÍA:



- DINI, P. y KIDD, CH., Batman Animated, HarperCollins Publisher, New York, 2016. 



- DINI, P. y TIMM, B., The Batman Adventures: Mad Love (The Deluxe Edition), DC Comics, Canadá, 2015. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



- HERNANDO, D., Monográficos Dolmen: Bruce Timm, nº 7 (2005), p. 60.



https://www.reddit.com/r/DCcomics/comments/81wndc/the_origin_of_harley_quinn_mad_love/



https://www.deviantart.com/matzepeng/art/Batman-Adventures-Mad-Love-17-512582724

domingo, 17 de noviembre de 2019

LA TRAGEDIA


Si su primera parte ofrece poca confusión (Ver reseña I parte), cuando Goethe abordó la continuación de Fausto marcó una fuerte ruptura con lo anterior. Con todo, se mantiene la pareja protagonista: el erudito doctor y el príncipe de las tinieblas que logró tentar a una curiosa apuesta al intelectual. Desde el comienzo, un tono de tragedia operística preside todo el asunto, volviendo a entenderse que las personas especialistas en la cuestión destaquen la importancia de la experimentación que el escritor bávaro hizo con su lengua para darle un gran tono poético. 



En la primera entrega, los problemas de Fausto son muy humanos, incluyendo una breve pero intensa historia de amor con final desdichado. No obstante, en este tramo Goethe opta por enmarcar todo su universo en un tono más etéreo y complicado, incluyendo un rocambolesco plan de Mefistófeles para encumbrar a su compañero de viaje ante el emperador de Alemania. Los soliloquios y los diálogos rimbombantes con alusiones a la mitología clásica serán constantes. 



Queda claro que hay una fisura entre el antiguo Fausto que conocimos y a quien ahora el sagaz demonio presenta como un hombre poderoso y enmarcado en grandes viajes temporales que en nada tendrían que envidiar a un héroe Marvel. Obra impregnada de un fuerte romanticismo, el denominador común es la balanza del alma de un ser humano.


Alguna crítica previa de interés (ver enlace abajo del texto) subraya cómo Goethe escribió la segunda entrega de forma irregular y a lo largo de los años, finalizando cuando su estilo estaba en su momento más barroco y complicado, deleitándose con una mezclas y referencias dentro de referencias que pueden convertir algún pasaje en una lectura árida.



En un homenaje claro a la época clásica, la obsesión romántica de Fausto en esta ocasión va a ser nada menos que Helena de Troya, cuya belleza, según cuenta la leyenda, justificó que los barcos aqueos navegasen hacia las playas de Ilión. La sucesión de escenarios y surgimiento de personajes fantásticos que aparecen y desaparecen a su antojo puede incluso hacer que la pareja protagonista esté ausente en varios momentos.



Aunque no lo parezca en muchos momentos, esta continuación terminará encajando con la anterior, recordando incluso de forma poderosa al mito de don Juan Tenorio en cuanto al papel del sacrificio y el amor verdadero para salvaguardar el alma, incluso si se ha caído en la tentación en muchas ocasiones.


Probablemente, el aspecto más importante de estas dos piezas ha sido su poderosa capacidad para servir como fuente de inspiración a nuevas generaciones, teniendo los suficientes ingredientes para que siempre sea reconocible y con facilidad para re-interpretarlo al antojo de la coyuntura del momento. 



Justa herencia, puesto que el universitario Goethe ya se encontró con el mito previamente, no siendo su creador, si bien fue la pluma que más lo impulsó a auparse en los altares de la mitología de su siglo. Sin estas páginas, el gran cineasta Friedrich Murnau nunca hubiera filmado una de las versiones más interesantes de Fausto para la gran pantalla. 



Con todo, nadie podría culparnos por cierta sensación de estar perdidos en el laberinto al sumergirnos en esta peculiar y enrevesada finalización de la saga... 



ENLACES DE INTERÉS:



Crítica a Fausto en el blog "¿Me estás hablando a mí?



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://es.wikipedia.org/wiki/Fausto_(Goethe)



http://meestashablandoami.blogspot.com/2007/03/fausto-de-goethe.html



https://wikioo.org/es/paintings.php?refarticle=8XXBRR&titlepainting=Faust:%20Margaret%20in%20the%20Church&artistname=Dante%20Gabriel%20Rossetti

domingo, 27 de octubre de 2019

LO QUE NO SE VE


Del ramillete de virtudes, quizás la inteligencia sea una de las más invisibles. Por supuesto, se puede intuir en una persona que posee rapidez, capacidad para improvisar soluciones ante problemas inesperados, pero es dificultoso determinar cómo funciona con exactitud. Nadie podrá dudar de que Niels Bohr y Werner Heisenberg fueron dos cabezas privilegiadas, no obstante, la célebre afirmación "si lo sé, me hago relojero", podría aplicarse a algunos de los más preclaros físicos del pasado siglo, capaces de desentrañar enigmas que sumieron al mundo en el terror atómico. 



Claudio Tolcachir asume el reto de adentrarse en el complicado texto de Michael Frayn, Copenhague revive la amistad entre los dos científicos, cuyos lazos vincularon también a sus familias. Con guerras mundiales de telón de fondo, sendos personajes fraguaron una alianza que, bajo las fórmulas matemáticas, revivía antiguos sueños de la alquimia. Asombra pensar lo realmente cerca que estuvieron esos cerebros privilegiados de poner en bandeja de plata un arma de destrucción sin precedentes a alguien como Adolf Hitler. 



Siempre con ellos, tenemos la presencia de Margrethe, la pareja de Bohr, una persona culta y no tan pendiente del mundo de la abstracción y el átomo, un freno moral y capaz de formular las preguntas que el público necesita cuando el diálogo se torna demasiado técnico. Además, Margrethe conoce mejor la naturaleza humana que su académico esposo, intuyendo el abismo ético que se le está presentando a un huésped siempre deseado, aunque ahora tenga la sombra del espionaje de la Gestapo bajo el brazo. 


El tridente de intérpretes es, sencillamente, magnífico. Malena Gutiérrez da vida a Margrethe, una presencia fundamental para mantener la humanidad del relato, evitando que la pizarra se imponga a la sensibilidad. Su sensatez, empatía y preocupaciones encarna un ideal humanístico de tono universal. Con una posición privilegiada, desgrana las intenciones de los dos genios, si bien llega todavía más lejos en el tema de telón de fondo: ¿puede sobrevivir una amistad a lo largo de tan turbulentos años? 



Carlos Hipólito, actor todoterreno, es Heisenberg, un apellido que ya era famoso antes de que Breaking Bad lo convirtiese en mítico para una generación televisiva. Una de las tareas más apasionantes para un intérprete es trasmitir con pocos gestos gran cantidad de emociones. En este caso, el magisterio de Hipólito permite que veamos la inteligencia trabajando, la mente de un joven prodigio universitario que, pese a todo, tal vez vaya a descubrir una frase célebre de las citas bíblicas: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si al final pierde su alma?". 



El último eje de esta columna vertebral es Emilio Gutiérrez Caba, cuya impresionante trayectoria es sinónimo de fiabilidad en cualquier función o película. Su Bohr es el mentor utópico, alguien que se enamora del talento de otra persona y la ayuda para alcanzar su máximo potencial. Con todo, en ese proceso puede haber revelado información fundamental que permitiría a uno de los máximos tiranos de la Historia a salir triunfante. 


Ironías del destino, sería el bando de "los buenos" el que arrojaría la tragedia sobre Hiroshima y Nagasaki. Se abría el sendero que llevaría a desastres como Chernóbil. Con impresionantes avales de nobleza y éxito, es sorprendente cómo la inteligencia ha sido capaz también de diseñar algunos de los horrores más atávicos para el globo. Bohr habría contribuido, junto con otros colegas, a materializar las ideas que llevaron a muchísimas muertes, mientras las manos de Heisenberg, quien trabajaba el reactor del atroz régimen nazi, mantuvo su contador de ejecuciones a 0. 



Importante premio de consolación para un fracaso. ¿O no? Uno de los interrogantes de Copenhague es si alguien tan brillante no habría podido ser más eficiente para el III Reich. ¿Se encargó de sabotear el proyecto del que se le responsabilizó por temer qué pasaría tras lograrlo? Por un sendero de pequeñas piedras en la entrada del domicilio de los Bohr, la pareja de amigos mantiene una breve conversación de la que pudo depender el bando que ganaría la contienda y si seguirían siendo amigos. 



Basta la recreación de una casa danesa y un triunvirato plagado de talento para que el equipo de Tolcachir nos traiga uno de los debates más apasionantes que existen: ¿justificaron los avances en teoría cuántica el descuido moral que los acompañó? ¿Fueron esas dos familias amigas o cercanas espías? 



Shhhhhh... silencio. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



- Portada del programa Copenhague, función del día 26 de octubre de 2019, Gran Teatro de Córdoba.



- Gran Teatro de Córdoba, final de la función Copenhague del día 26 de octubre de 2019 [Fotografía realizada por el autor del blog].



https://www.teatroabadia.com/es/archivo/544/copenhague/

domingo, 20 de octubre de 2019

A LITTLE TOUCH OF CHARLESTOWN


The Town es una historia que se ha contado muchas veces. Un atraco por la mañana a determinada institución bancaria. Todo está muy bien planeado, casi al detalle. Surgen elementos inesperados, quedan sembrados vínculos futuros entre los delincuentes y algunos de sus rehenes. No obstante, la gran diferencia de la cinta dirigida por Ben Affleck en 2010 con respecto a otras es su inteligencia. La trama es tan importante como la forma de contarla. Basándose en la novela de Chuck Hogan, hallamos que Peter Craig, Aaron Stockhard y el propio Affleck crean un libreto agudo, un thriller que tiene fe en la inteligencia de su audiencia. 



Con un ritmo fantástico, se nota en todo momento que el cineasta conoce a la perfección los códigos de uno de los barrios más célebres de Boston. Las calles, restaurantes, la jerga al hablar, todo está confeccionado para ser creíble. Vemos el puerto donde se arrojaron las célebres cajas de té e intuimos el TD Garden de los orgullosos Boston Celtics y los Bruins. Con respecto a los segundos, Affleck da a su protagonista (interpretado por él mismo) un pasado deportivo bajo hielo que explicará sus futuras motivaciones. 



Doug Mac Ray, el antihéroe de este mundo de policías y ladrones, logra un efecto que Stanley Kubrick ya descubrió para su Atraco perfecto (1956). Hay que lograr empatizar y querer que les salgan bien los golpes, pese que estemos en el lado de la ley errado. Pero, igual que Carlito Brigante, hay un momento donde alguien con la suficiente inteligencia natural descubre que la esperanza de vida en este oficio no es excesivamente alta. La búsqueda de retiro de Ray choca con la de uno de sus mejores amigos y cómplices, James Coughlin. Jeremy Renner encarna a un delincuente brutal, pero profundamente arraigado en los viejos códigos de lealtad con los suyos. 


Por supuesto, tiene que haber "una chica" en todo el asunto. El uso de las comillas es pertinente porque el talento de Rebecca Hall excede en mucho las normales atribuciones que en este tipo de ficciones suele tener la coprotagonista femenina. Encarna a Claire Keesey, directora de la sucursal bancaria que estuvo el día D y a la hora H. A pesar de que cubrieron bien su rastro y no delataron sus identidades, distintos miembros de la organización criminal sospechan que ella podría tener información jugosa para que el FBI pudiera identificarlos. Doug se ofrecerá a seguir la pista, solamente para ir cayendo hechizado ante una posible relación en la que fructificarían sus deseos de fuga de esa atmósfera violenta en la que siempre se ha movido. 



Una de las más claras fuentes de inspiración para este film es Heat (1995), obra redonda de Michael Mann, verdadera joya del noir a finales del pasado siglo. Al igual que en ese colosal enfrentamiento entre Al Pacino y Robert De Niro, The Town lleva a lugares típicos, pero con inteligencia y diálogos maduros, aderezando de credibilidad las motivaciones de cada uno de los miembros del tablero de juego en Boston. 



Jon Hamm, más que reconocible por su labor en Mad Men, da entereza al principal perseguidor de los ladrones, un agente del FBI que conoce bien los resortes y la forma de proceder de los tipos más duros de Charlestown. Escenas de persecuciones y tiroteos, siempre tan hiperbólicas en mucha filmografía de esta índole, están aquí sin adornos o florituras, con una violencia real y que golpea a través de su verosimilitud. 


Un entramado donde la propia Boston desempeña un papel fundamental. Fenway Park, el célebre tempo de los Red Sox, será empleado de forma admirable para logar algunas de las escenas más épicas de The Town. Hay que escribir sobre lo que se sabe y el equipo conjurado por Affleck para esta pieza conoce a la cuna de la Revolución Americana de una forma admirable, lo cual lleva a que pongan mimo en cada uno de los pequeños detalles tras la cámara. 



Cuesta encontrar recientemente algún casting más completo que el aquí logrado, permitiéndose lujos como tener en un papel secundario a una actriz con la presencia de Blake Lively. Eso hace que cuando los principales intérpretes del asunto no estén en pantalla, una "escena menor" pueda ser un diálogo entre Hamm y la propia Lively, lo cual habla a las claras del nivel actoral en que esta urbe de ladrones se está moviendo. 



Antes de comenzar, los títulos de crédito muestran las impresiones de algunos de los históricos habitantes de Charlestown. Existe una sensación de agridulce recuerdo, la propia de los supervivientes de la Subura romana o Shadizar la Perversa. Un trago agridulce que hará las delicias del paladar cinéfilo. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.elcorteingles.es/cine/A30463157-the-town-blu-ray/



https://www.imdb.com/title/tt0840361/mediaviewer/rm185958400



https://www.imdb.com/title/tt0840361/mediaviewer/rm3449192704

domingo, 13 de octubre de 2019

HIERRO


La Edad del Hierro marca el epílogo de la era de dominio de los metales, una etapa compleja y marcada de fascinante misterio. El poderoso elemento otorgó firmeza para construcciones y armas en días oscuros de la humanidad. Sobria y sin adornos innecesarios por el camino, Hierro (2019) es un programa televisivo al estilo más clásico, una narración con la tradicional fórmula de inicio, nudo y desenlace. Pese a su indiscutible calidad, corre el riesgo de pasar un poco desapercibida en la hiperbólica oferta de la pequeña pantalla actual. 



De cualquier modo, darle una oportunidad se revela como una inversión inteligente para el tiempo libre. Ambientada en el archipiélago canario, nos sentiremos como forasteros en uno de los rincones más exóticos del país. Justo la misma sensación que tiene la protagonista, la jueza Candela (Candela Peña), quien toma posesión del cargo en justa coincidencia con el asesinato de un joven que estaba en vísperas de su boda. Naturalmente, no todo era tan idílico como parecía y hay un amplio abanico de sospechosos, destacando el futurible suegro, Díaz (Darío Grandinetti). 



Si la recién llegada tendrá que aclimatarse a marchas forzadas a las costumbres locales, Diaz escenifica a un empresario en alza que tampoco se ha sentido nunca parte del lugar. Sus tejemanejes son varios y no era secreto su recelo ante el yerno que le venía. Pero, como en toda novela de Agatha Christie que se precie, es un sospechoso demasiado bueno para ser verdaderamente el culpable. Entre Candela y el presunto asesino surgirá una forzada alianza para intentar dilucidar la verdad.


Con inteligencia, la puesta en escena es consciente de que tiene un paisaje con pocos precedentes en la ficción española. Las plantaciones, barrancos y vistas aéreas del espectacular relieve de la isla del Hierro convierten al enclave en un personaje más, uno que subyuga por su hermosura natural y nos arrastra a distintas realidades de rabiosa actualidad. 



El resto del casting está muy cuidado, acompañando a la perfección a una Candela Peña que marca el ritmo con su habitual despliegue de talento. Veteranos como Juan Carlos Vellido, muy curtidos en el formato, aportan verosimilitud a los agentes del archipiélago, expertos en la forma de hacer las cosas y las triquiñuelas que tienen tipos como Díaz para sacar dinero extra. Si Nacho Carretero nos reveló el potencial que tienen las entrañas del narcotráfico gallego para la ficción realista, Hierro abre un sendero sobre otra zona que merece mucha más investigación. 



Un placer de igual forma la aportación de Marga Arnau, verdadera conocedora de cuál es la forma de proceder con las costumbres locales, quien va a chocar con la inteligente pero acelerada nueva jueza. Como comodísima está Mónica López, actriz canaria que juega de local y de memoria, además de disponer de uno de los personajes más jugosos, una inteligente policía que irá implicándose emocionalmente con la causa y siendo el gran asidero para las iniciativas de la recién llegada.


El hecho de saber que no va a tener excesivos capítulos y que todo quedará cerrado ayuda a la digestión de Hierro. Se ve con agilidad y no se eterniza, aunque tiene subtramas como todo show que se precie, siempre están ligadas al evento principal, lo cual favorece cara a la conexión del público. Por ejemplo, está muy bien insertada la relación de Candela de su hijo, sin efectismo y ayudando a que entendamos mejor a esta protagonista. 



Un recorrido que, además, nos permite adentrarnos en la riqueza del lenguaje del archipiélago. Parece una faceta menor, pero permite catapultar esa atmósfera que sueña el show para captar nuestra atención y hacerla creíble. Desde el punto de vista antropológico, la cuestión de la Bajada de la Virgen es asimismo un reflejo muy curioso de la cultura del lugar y será una pieza no pequeña en los preparativos para hacer la investigación. 



En su falta de tono pretencioso, Hierro se revela como un pequeño tesoro digno de ser custodiado. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://fueradeseries.com/critica-hierro-movistar-candela-pena-65642abd8e3d



https://www.elprogreso.es/articulo/cultura/movistar-estrenara-hierro-thriller-policiaco-jorge-coira-7-junio/201903261752441367340.html



https://www.hobbyconsolas.com/reviews/critica-hierro-serie-policiaca-movistar-437315

domingo, 6 de octubre de 2019

SE HACE LLAMAR EL JOKER


Siempre ha sido un arma de doble filo para las personas que escriben alguna de las series de Batman. Desde su creación por parte de Bill Finger, El Joker ha sido un asunto demasiado serio para tomárselo a broma o una carcajada absurda con estética camp. Adalid de la anarquía en la bulliciosa Gotham, su extrema locura le lleva, en ocasiones, a darle la vuelta al calcetín y ser quizás el que mejor entiende a una urbe a la que le gusta estar sucia. Alan Moore, guionista excelso, le trazó un posible origen casi perfecto en La broma asesina, si bien también eso tuvo su polémica, puesto que uno de los principales encantos del payaso del crimen es surgir de la nada y el misterio. 



Incluso una luminaria como Ed Brubaker no llegó a dar todo su nivel cuando firmó El hombre que ríe, título que era un guiño al cine más clásico. Por eso, hay que prestar especial atención, sobre todo ahora que la caracterización de Joaquin Phoenix ha vuelto a ponerle en primera plana, al experimento firmado por Andrew Kreisberg: Tiene derecho a guardar silencio. A través de la colección Batman Confidential, se nos contó un episodio del pasado de la gran Némesis del Murciélago. Pero, ¿acaso puede quedar algo sin narrar de un personaje que ha tenido mil interpretaciones? 



A finales de 2008, quedó claro que sí. Era nada menos que el año en que Heath Ledger había deslumbrado en El Caballero Oscuro, brindando una mezcla de Calígula y Nerón que heló las pantallas con una primera escena de atraco difícilmente superable. Lo que Kreisberg ingenió parecía muy simple: ¿cómo fue la primera noche en comisaría que pasó el Joker? Eran los días en que Batman era un ente casi extraño para los agentes del cuerpo de Gotham. Sin saberlo, el justiciero dejaba una bomba de dinamita a los custodios del orden. Hannibal Lecter o nuestro protagonista no se diferenciarían de otros malvados de serie Z si todo dependiera de su canibalismo o uso del ácido. La gran virtud de quienes han trabajado con ellos ha sido convencernos de que mucho más aterrador que una imagen sangrienta sería el hecho de pasar una noche conversando con esas figuras.


El apartado gráfico de todo el asunto corre a cuenta de Scott McDaniel. Autor de estilo heterodoxo en el diseño de los personajes, me ha ocurrido con él igual que con Humberto Ramos o Chris Bachalo. De primeras, su singularidad genera dudas. Sin saber cómo, cuando se han leído dos o tres números, te ha convencido plenamente de que su estilo peculiar es el idóneo. Además, McDaniel demostró a las órdenes de Brubaker de ser un artista que comprende muy bien las intenciones de sus guionistas. Aquí plantea a un Joker en su plenitud: disfrutando de que nadie reconoce el verdadero monstruo que es. 



Incluso el mejor detective del mundo comete errores iniciales a ese respecto. Al soltar a su suerte al más peligroso psicópata posible, El Murciélago va a desencadenar la desgracia para un veterano agente que tiene la mala fortuna de ser el encargado de hacerle la ficha. Apenas una llamada telefónica y un par de diálogos le permitirán al payaso destrozar por completo el orden y la paz de la comisaría, quizás para siempre. 



Nuevamente, usando sus trucos más clásicos (por ejemplo, "Cerillas" Malone), Batman volverá a subestimar a su oponente. Engañados por la carcasa freak de un arlequín, nadie parece comprender todavía en Gotham que nunca se han enfrentado a algo similar, además de no tener ningún antecedente, huellas dactilares u origen que pudiera explicar algo del abismo que es la mirada de un delincuente que no sueña con ser jefe del hampa o multimillonario. El Joker quiere ver a la ciudad arder... y tiene todos los mimbres para conseguirlo.


Con todo, el co-protagonismo de la historia lleva a descubrir también bastantes cosas del detective Geoff Shancoe, el desventurado policía que tuvo la mala fortuna de tomar declaración a la nueva amenaza. Con una nada disimulada influencia de figuras como Frank Castle, su personaje evoluciona de forma lógica, aunque tópica, hacia una espiral de venganza. En su interesante trabajo, quizás podamos echar en falta que Kreisberg no intenté hilar con más guiños al pasado y busque otras soluciones que no sean tan cliché, si bien resultan eficaces.



Se agradece la importancia que tienen en la trama Jim Gordon y su hija, Barbara, incluyéndose un aroma de destino fatal por el dolor que está llamado a infligirles en el futuro el propio Joker. Como Jeph Loeb y Tim Sale hicieron en El largo Halloween y Victoria Oscura, se incide en que la presencia de la identidad secreta de Bruce Wayne es una de las causas de que freaks excéntricos proliferen en Gotham con la esperanza de responder al desafío del enmascarado.



En resumen, el equipo artístico tiene el mérito de plantear una situación novedosa y atractiva con un antagonista con muchas décadas a sus espaldas. Probablemente, con más revisión del libreto, sobre todo con respecto a la mecha que cae sobre Shancoe, podría quedar una historia más redonda, si bien es una saga de fácil y amena lectura que rememora una de las rivalidades más longevas del cómic. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://scans-daily.dreamwidth.org/6754986.html?thread=182325930



https://scans-daily.dreamwidth.org/6754986.html



https://view-comic.com/batman-confidential-issue-23/

domingo, 29 de septiembre de 2019

EL PRECIO (FAUSTO I PARTE)


En ocasiones, hay ideas tan poderosas que se escapan incluso del control de quienes las han concebido. Fausto de Goethe es una obra universal, aunque no de fácil lectura. El literato alemán creó un conjunto trágico complejo de dos partes muy diferentes entre sí. No obstante, pese a su dificultad, es extraño que alguien no haya oído hablar del mito de Fausto, al menos una vez en su vida. Y es que el motivo principal del asunto sigue fascinando a las distintas generaciones: ¿valdría la pena vender el alma inmortal por disfrutar de todos los placeres en la Tierra? 



Con un arranque de resonancias bíblicas, observamos la apuesta que Dios y Mefistófeles hacen sobre el sabio doctor Fausto, un mortal que ha consagrado su vida al estudio y a sacar todo el conocimiento posible. Esta devoción le ha llevado a perderse muchas cosas que son más terrenales, pero igualmente necesarias. El diablo es consciente de ello y ofrecerá un curioso reto al erudito, un compromiso de ayuda donde él habrá de no dejarse cautivar, puesto que sí alcanza una felicidad plena quedará siempre sujeto a su servicio. 



En tan atractiva premisa, Goethe nos lleva por vericuetos complejos y con personajes que, en ocasiones, son muy complejos y en otras parecen casi de retablo. A pesar de su tono teatral, Fausto (en constantes revisiones y añadidos por su creador) no parece haber sido concebida para llevarse al escenario. Antes es una pieza pensada para ser leída con calma y sosiego.


Mefistófeles, siempre con varias jugadas de ventaja sobre los mortales, encuentra el primer gran sedal en Margarita, una inocente y atractiva joven que pronto capta plena atención del erudito. Como en otras cuestiones de este célebre trabajo, es más importante la esencia que la forma. Goethe incurrió en varios anacronismos en la puesta en escena del asunto, incorrecciones de contexto histórico que, sin embargo, no quitan ningún interés a una historia de amor desgraciada y que refleja la crueldad salvaje de la época con el sexo femenino.



La muchacha desencadenará de forma involuntaria unos acontecimientos que la llevarán a un destino que no habría envidiado ni la mismísima Ofelia. En unos tiempos donde la honra familiar parecía obsesionada en privar de naturalidad a sus mujeres, las seducciones de Fausto arrastrarán a una sucesión de muerte y dolor. Una de las cuestiones que, a veces, se han reprochado a Goethe son los volubles caprichos de su Príncipe de las Tinieblas, lo mismo contentado con pequeñas travesuras estudiantiles de taberna o realmente destructor en apenas un segundo. Acaso que la maldad actúa de forma incoherente sea la tesis.



De igual forma, es de justicia admitir que, en el caso de quien hace esta humilde reseña, se escapan muchas sutilezas. No parecen erradas las críticas que insisten en la necesidad de conocer esta pieza en su idioma original. Los juegos de palabras constantes y el fuerte lirismo harán que las personas versadas en la lengua teutona alcancen unos niveles de profundidad que en las traducciones se escapan, pese al muy buen hacer de distintas editoriales en castellano.


Firmada con las gotas de su propia sangre, el célebre pacto es uno de los instantes que ha perdurado en el imaginario popular hasta nuestros días. Ya sea Joaquín Sabina en su canción "Mi amigo Satán" o el alma de Bart Simpson vendida en un trozo de papel por el módico precio de cinco dólares, esta clase de contrato sigue siendo un campo abonado para la imaginación de la ficción. Como habría dicho Groucho Marx, está claro de con quiénes estamos hablando, solamente es una cuestión de fijar el coste.



¿O no? Goethe plantea una alquimia extraña que se mueve entre la magia y la espiritualidad más clásica. No es casualidad que fuese un autor del siglo XIX, una centuria que se antoja la encrucijada entre el mundo antiguo y el que estaba por venir. Los grandes avances vendrían personificados en la sabiduría completa (pero vacía en lo íntimo) de Fausto, y el diablo escenificaría el ritual atávico, el poder de la carne, la sangre y la superstición.



Tras el terrible incidente de Margarita, la primera parte concluye. La secuela, igual de accidentada en su elaboración que la anterior, resultaría un edificio mucho más complejo, una narración de difícil acceso donde Goethe prosiguió de forma inusual el peculiar acuerdo del doctor Fausto. Dentro de unas pocas semanas lo veremos. 



BIBLIOGRAFÍA:



- SALMERÓN, M. (ed.), Goethe: Fausto, Austral, Madrid, Madrid, 2018.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.amazon.es/Fausto-Austral-Singular-Johann-Wolfgang/dp/8467053666



http://filmfilicos.com/fausto



https://www.elcuadrodeldia.com/post/102076419358/manuel-dom%C3%ADnguez-s%C3%A1nchez-margarita-delante-del

domingo, 22 de septiembre de 2019

LA DRIVER


Hay películas que solamente pueden transcurrir en una ciudad. Drive (2011) no sería lo mismo si no estuviese rodada en Los Ángeles. Un entramado urbano dado a la autopista, como bien se incidía en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988); otra metrópoli que, al igual que New York, nunca duerme. El film dirigido por Nicolas Winding Refn tiene envoltorio de historia ya archi-conocida, incluso de un género que suele funcionar muy bien en taquilla y mal con la crítica. De cualquier modo, el libreto de Hossein Amini, basándose en la novela de James Sallis, juega con los tópicos, pero no los ha perpetuado. 



Desde el arranque, se van desmontando los prejuicios. Un conductor de pocas palabras (Ryan Gosling) aguarda a que unos atracadores terminen con su tarea. Es metódico con el tiempo, un margen de cortesía de cinco minutos. Tiene la radio puesta. Aguardamos, como público acostumbrado al apego del cine estadounidense por reventar coches, que está a punto de iniciarse una persecución diabólica con la policía. Nada de eso, aunque la escena tiene una tensión impresionante, apenas pasa de la segunda marcha en el recorrido. El éxito de la escapada radica en su conocimiento de los callejones, de los atascos que provoca el Staples Center a la salida de un partido y mucha sangre fría, justo lo contrario que la adrenalina furiosa del género automovilístico. 



Gosling no se va a prodigar en gestos durante el film, pero le basta un palillo y una cazadora para crear un protagonista hermanado con el universo de Raíces profundas (1953). Habla poco, pero dice mucho. Resulta evidente el contraste con su mentor, el bocazas Shannon (Bryan Cranston), quien le ayuda a conseguir trabajos como especialista en el cine y, fundamentalmente, con esos negocios menos lícitos para clientela que suele salir muy apresurada de sus negocios.


Superada esa inesperada secuencia inicial, parece que volveremos a nuestra zona de confort. El lobo solitario parece tener su corazoncito cuando conoce a una apuesta vecina, Irene (Carey Mulligan), la cual va aceptando con agrado la compañía del recién llegado al bloque, quien, además, hace buenas migas con su pequeño hijo. Como en todo cine noir que se precie, la cuestión se complica cuando ella informa de que su marido va a volver pronto de la cárcel. Esto sí que lo hemos visto antes, esperamos a un sinvergüenza agresivo que exigirá un enfrentamiento con el antihéroe. 



Nada de eso. Uno de los méritos del film es que Refn da mucho campo de experimentación a sus intérpretes. Eso permitió a un actor versátil como Oscar Isaac componer a Standard, el marido de Irene, de una forma original. Desde el brindis que hace al volver a casa, comprendemos que es un buen tipo que se equivocó. Ha pagado su deuda entre rejas y quiere retomar una vida normal. Como no es tonto y sí tiene bastante sensibilidad, intuye que algo ha pasado entre su esposa y el forastero, pero considera injusto censurar nada de lo que haya ocurrido en su ausencia. Tiende una amistosa mano al tipo que ha ayudado a su familia durante el cautiverio, creando una atmósfera original y que sí explica los sacrificios que estará dispuesto a hacer el conductor por esa familia. 



Y es que, pese a sus buenísimas intenciones, un destino trágico parece sobrevolar cual espada de Damocles en la cabeza de Standard. Para sobrevivir en un corredor complicado de presidio, tuvo que recurrir a los servicios de protección de compañías poco recomendables. Un favor que ahora se exige con intereses desorbitados. La única manera de dejar el contador a 0 es participar en un extraño golpe que huele a chamusquina desde el primer momento. Eso intuye también a su vecino, quien se ofrece a cubrir sus espaldas al volante.


El turbio asunto permite enriquecer el que ya era un casting formidable. Christina Hendricks demuestra su versatilidad. Acostumbrada la audiencia a verla en la perfecta y sofisticada Mad Men, aquí no tiene problemas en lucir como una delincuente bastante vulgar y que también se verá inmersa en la turbia operación. Entre bambalinas estará un verdadero gángster, a quien da presencia el siempre formidable Ron Perlman.



Dicho hampón está asociado con el productor Bernie Rose (Albert Brooks), otro villano peculiar y que exhibe que no estamos ante otra cinta al uso. Lejos de los malos malísimos de gatillo fácil, serán tipos incluso tratables en algunos compases y que no están especialmente interesados en sangrías, aunque emplean la violencia brutal cuando les da beneficio. Las motivaciones de cada personaje quedan muy bien explicadas, especialmente la historia de Irene, gracias al talento Mulligan, capaz de ser tan elocuente como Cicerón estando sentada en el pasillo del bloque de pisos.



Drive es sorprendente en su difícil sencillez y su forma de sortear los caminos más trillados de la carretera. La última curiosidad es que su cineasta no tiene carnet de conducir. Y no parece casualidad. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



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https://moviehaku.com/pelicula/Drive/imagen/7621/