domingo, 6 de octubre de 2019

SE HACE LLAMAR EL JOKER


Siempre ha sido un arma de doble filo para las personas que escriben alguna de las series de Batman. Desde su creación por parte de Bill Finger, El Joker ha sido un asunto demasiado serio para tomárselo a broma o una carcajada absurda con estética camp. Adalid de la anarquía en la bulliciosa Gotham, su extrema locura le lleva, en ocasiones, a darle la vuelta al calcetín y ser quizás el que mejor entiende a una urbe a la que le gusta estar sucia. Alan Moore, guionista excelso, le trazó un posible origen casi perfecto en La broma asesina, si bien también eso tuvo su polémica, puesto que uno de los principales encantos del payaso del crimen es surgir de la nada y el misterio. 



Incluso una luminaria como Ed Brubaker no llegó a dar todo su nivel cuando firmó El hombre que ríe, título que era un guiño al cine más clásico. Por eso, hay que prestar especial atención, sobre todo ahora que la caracterización de Joaquin Phoenix ha vuelto a ponerle en primera plana, al experimento firmado por Andrew Kreisberg: Tiene derecho a guardar silencio. A través de la colección Batman Confidential, se nos contó un episodio del pasado de la gran Némesis del Murciélago. Pero, ¿acaso puede quedar algo sin narrar de un personaje que ha tenido mil interpretaciones? 



A finales de 2008, quedó claro que sí. Era nada menos que el año en que Heath Ledger había deslumbrado en El Caballero Oscuro, brindando una mezcla de Calígula y Nerón que heló las pantallas con una primera escena de atraco difícilmente superable. Lo que Kreisberg ingenió parecía muy simple: ¿cómo fue la primera noche en comisaría que pasó el Joker? Eran los días en que Batman era un ente casi extraño para los agentes del cuerpo de Gotham. Sin saberlo, el justiciero dejaba una bomba de dinamita a los custodios del orden. Hannibal Lecter o nuestro protagonista no se diferenciarían de otros malvados de serie Z si todo dependiera de su canibalismo o uso del ácido. La gran virtud de quienes han trabajado con ellos ha sido convencernos de que mucho más aterrador que una imagen sangrienta sería el hecho de pasar una noche conversando con esas figuras.


El apartado gráfico de todo el asunto corre a cuenta de Scott McDaniel. Autor de estilo heterodoxo en el diseño de los personajes, me ha ocurrido con él igual que con Humberto Ramos o Chris Bachalo. De primeras, su singularidad genera dudas. Sin saber cómo, cuando se han leído dos o tres números, te ha convencido plenamente de que su estilo peculiar es el idóneo. Además, McDaniel demostró a las órdenes de Brubaker de ser un artista que comprende muy bien las intenciones de sus guionistas. Aquí plantea a un Joker en su plenitud: disfrutando de que nadie reconoce el verdadero monstruo que es. 



Incluso el mejor detective del mundo comete errores iniciales a ese respecto. Al soltar a su suerte al más peligroso psicópata posible, El Murciélago va a desencadenar la desgracia para un veterano agente que tiene la mala fortuna de ser el encargado de hacerle la ficha. Apenas una llamada telefónica y un par de diálogos le permitirán al payaso destrozar por completo el orden y la paz de la comisaría, quizás para siempre. 



Nuevamente, usando sus trucos más clásicos (por ejemplo, "Cerillas" Malone), Batman volverá a subestimar a su oponente. Engañados por la carcasa freak de un arlequín, nadie parece comprender todavía en Gotham que nunca se han enfrentado a algo similar, además de no tener ningún antecedente, huellas dactilares u origen que pudiera explicar algo del abismo que es la mirada de un delincuente que no sueña con ser jefe del hampa o multimillonario. El Joker quiere ver a la ciudad arder... y tiene todos los mimbres para conseguirlo.


Con todo, el co-protagonismo de la historia lleva a descubrir también bastantes cosas del detective Geoff Shancoe, el desventurado policía que tuvo la mala fortuna de tomar declaración a la nueva amenaza. Con una nada disimulada influencia de figuras como Frank Castle, su personaje evoluciona de forma lógica, aunque tópica, hacia una espiral de venganza. En su interesante trabajo, quizás podamos echar en falta que Kreisberg no intenté hilar con más guiños al pasado y busque otras soluciones que no sean tan cliché, si bien resultan eficaces.



Se agradece la importancia que tienen en la trama Jim Gordon y su hija, Barbara, incluyéndose un aroma de destino fatal por el dolor que está llamado a infligirles en el futuro el propio Joker. Como Jeph Loeb y Tim Sale hicieron en El largo Halloween y Victoria Oscura, se incide en que la presencia de la identidad secreta de Bruce Wayne es una de las causas de que freaks excéntricos proliferen en Gotham con la esperanza de responder al desafío del enmascarado.



En resumen, el equipo artístico tiene el mérito de plantear una situación novedosa y atractiva con un antagonista con muchas décadas a sus espaldas. Probablemente, con más revisión del libreto, sobre todo con respecto a la mecha que cae sobre Shancoe, podría quedar una historia más redonda, si bien es una saga de fácil y amena lectura que rememora una de las rivalidades más longevas del cómic. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://scans-daily.dreamwidth.org/6754986.html?thread=182325930



https://scans-daily.dreamwidth.org/6754986.html



https://view-comic.com/batman-confidential-issue-23/

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