¿Qué fue primero, las lágrimas o la risa? Con esta elocuente pregunta culmina Anne Goscinny el prefacio del libro de su padre, titulado Del Panteón a Buenos Aires: crónicas ilustradas, una esperada edición en castellana de algunos de los textos de René Goscinny, uno de los más célebres guionistas que ha dado la fecunda escuela franco-belga. Como buena hija, demuestra haber aprendido con astucia gala las lecciones paternas, firmando un emotivo y tierno prólogo que advierte el tono de nostalgia que va a presidir la lectura.
La edición bonaerense ha sido cuidada hasta el más pequeño detalle, con el mismo celo que el creador de Astérix ponía en sus juegos de palabras para los diálogos. Ilustradores europeos de la talla de Cabu, Druillet, Margerin o Cestac, entre muchos otros nombres destacados, acompañan los irónicos textos de aquel prodigio nacido en París un 14 de agosto de 1926. Vino al mundo muy próximo a Panteón de las personas heroicas de su patria, sin saber que pronto cruzarían el océano para marchar a Argentina y Estados Unidos. Él mismo nos lo cuenta de una forma deliciosa.
Si algo transmiten de inmediato sus pequeños relatos es un gusto por la vida en general y la buena mesa en particular, afición que comparte con Obélix, aquel personaje secundario que su amigo y mejor socio, Albert Uderzo, consiguió que se convirtiera en principal. Todo ello contaba con un único e ineludible propósito: lograr la sonrisa cómplice, una búsqueda de la carcajada que ya encontró como antídoto de la timidez cuando estaba en el colegio.
Indudablemente, se trata de una lectura muy agradable y de apariencia simple. Debe insistirse en eso porque él mismo bromea en las páginas con el hecho de que tantos años escribiendo en revistas infantiles le hacían añorar a sus colegas indescifrables, esos que dejaban al público enfadado consigo mismo por no ser capaz de alcanzar los códigos presentados. En realidad, el nivel de narración de Goscinny era tan bueno que su apariencia en el escaparate era de una falsa sencillez, la cual escondía horas y horas de trabajo frente al teclado.
La cuidada traducción que se exhibe en esta versión permite percibirlo. Hay fragmentos graciosos que se convierten en sublimes a través de las notas a pie de página. Nuestro protagonista se permitía hacer juegos de palabras con algunos de los personajes de Los miserables que, inevitablemente, se pierden al pasar de la lengua francesa a otras. Igualmente sigue ocurriendo hoy con algunos de sus mejores momentos en series como Iznogud. Traducidas son muy buenas. En versión original, alcanzan la excelencia.
Curtido en los pupitres del Colegio Francés de la capital argentina, Goscinny terminó siendo un trota-mundos que vería otras ciudades importantes como Montevideo o New York. Todo para terminar volviendo a casa para convertirse en uno de los puntales de la industria del cómic. Como su querido Astérix, no llegó a casa como el mal viajero; por el contrario, aprendió mucho de otras culturas para aplicarlo a su aldea.
En bastantes sentidos, estos pequeños y divertidos pasajes recuerdan a obras similares de otros maestros del humor (especialmente Cómo acabar de una vez por todas con la cultura de Woody Allen). Siempre capaz de sacar punta a todo con ingenio, resulta de particular moraleja la vida de cierto rebelde burgués que está torpedeando el sistema desde dentro. Llega a tener tanta pericia en su intento que en todos las facetas de su vida es un conservador acomodado y que tiene engañados a propios y extraños sin hacer absolutamente nada.
También plantea un futuro delirante donde turistas de otra galaxia reciben una visita guiada sobre los restos de Francia, con delirantes interpretaciones acerca de los significados de los objetos y lugares presentados. Aunque algunas referencias a su actualidad (por ejemplo, el general Charles de Gaulle) han caducado, sus reflexiones acerca de las dietas burguesas no parecen haber cambiado ni un ápice.
Un libro imprescindible para las personas seguidoras del célebre guionista, aunque también para un espectro de público más amplio: el de cualquier búsqueda de una lectura que invite a la sonrisa.
BIBLIOGRAFÍA:
- GOSCINNY, R., Del Panteón a Buenos Aires: crónicas ilustradas, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2018. Traducción: Laura Fólica y Julia Gómez Sáez (revisión).
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