domingo, 24 de junio de 2018

EL CONDE OSCURO


Philippe-Auguste fue una trampa constante. Esquivo para sus biógrafos, el auto-proclamado conde de Villiers vivía de una exhibición provocativa e ininterrumpida. Su extraño árbol genealógico era fruto de ensoñaciones y realidad, de pasados románticos y estrecheces económicas presentes. Siempre tuvo talento, hijo único de mente rápida y pequeño Luis XIV de sus parientes, entregados a sus veleidades y extraña personalidad. Vivió en un siglo XIX que le enfurecía por su mentalidad burguesa en el campo de las artes, a las que se consagró de forma clara.  



Tocó muchas cuestiones, incluyendo los tablados del escenario. Probó las mieles del éxito temprano de crítica y la amargura del olvido. Sin embargo, donde siempre permanecerá en el recuerdo es en el género de los cuentos, donde el conde de Villiers (1838-1889) brilló con la luz tenebrosa que había aprendido de su admirado maestro, Edgar Allan Poe, cuya obra conocía y le inspiraba de manera profunda. 



Apenas un puñado de páginas para generar sobresalto y pellizcar el alma. Vera se convirtió en el pequeño suspiro que supone esa narración en todo un clásico. Cuesta pensar que existiera Vértigo (1955) sin haberse narrado antes la incapacidad de un noble viudo para aceptar la muerte de su joven esposa. Villiers no se recreaba en sus atmósferas, nos colocaba en ese micro-cosmos como curiosos intrusos y luego nos hace salir para que perdure en nuestro recuerdo el viaje realizado.



Tal vez, su máximo exponente sea El tormento de la esperanza. Prácticamente, un cuentecillo sin ataduras del tiempo que nos lleva de verdad a las entrañas del poder inquisitorial cuando es hábil. En unos cuantos párrafos, veremos un desilusionado recorrido que termina con una pregunta, en apariencia inocente, destinada a resonar en nuestros oídos. A día de hoy, sigue siendo una referencia absoluta para provocar la empatía lectora de inmediato. 



A pesar de sus pretensiones heráldicas y buscar matrimonio conveniente a su rango, la mano literaria terminaba traicionando al orgulloso aristócrata. Cuando está en la celda del Santo Oficio, se pone en la piel del hereje. Al pensar en los cambios del turbulento París, da voz a un pobre mendigo ciego que se sienta invariablemente en las puertas de Notre Dame, sin importar la forma de gobierno que en ese momento se haya adoptado en tierras galas. 



Igual que Chejov, el maestro de maestros en esta destreza, Villiers se servía de las situaciones más cotidianas para dejar una honda huella bajo la presunta facilidad de su narrativa. Una lluvia en las cercanías del Sena llevará a uno de los protagonistas a entrar en una casa burguesa con extrañas consecuencias tras pasar la puerta acristalada.



Un nuevo movimiento estaba apareciendo y no tiene nada de extraño que algunos de los relatos estuviesen dedicados a personalidades como Víctor Hugo o Richard Wagner, entre otros. De hecho, si les fascinan series como Black Mirror, leyendo a Villiers descubrirán que ya hacía centurias atrás que se planteaban severas dudas acerca de los riesgos de progreso científico si era deshumanizado. 



Con todo, si hay una predilección por parte de nuestro narrador es el tono sombrío. En pocos casos se ha logrado más con menos que con cierto amor cortesano entre la reina Isabel y uno de sus favoritos en el marco de la Guerra de los Cien Años. Junto con Gustavo Adolfo Bécquer, nadie ha firmado despliegues más intensos en su brevedad sobre esta perversión en las reglas del romance. 



Apenas un vuelo de pájaro sobre las muchas maravillas escondidas en la esquiva figura del conde de Villiers. Un noble oscuro, la máscara perfecta sobre la que se escondía el ansía de búsqueda de la belleza por parte de Philippe-Auguste. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://es.wikipedia.org/wiki/Auguste_Villiers_de_L%27Isle-Adam#/media/File:Auguste_de_Villers_de_L%27Isle-Adam.jpg



-https://www.casadellibro.com/libro-vera-y-otros-cuentos-crueles/9788420661452/1129077



-https://jackmoreno.com/2017/03/10/cuentos-crueles-de-villiers-de-lisle-adam/

domingo, 17 de junio de 2018

LA MÁS HERMOSA DE LAS MENTIRAS



En realidad, es una película que se podría contar en apenas un instante. Sosegada, tranquila y serena en su ejecución, todo en La librería de Isabel Coixet parece estar al margen de su tiempo. No solamente por estar ambientada en la década de los 50 del pasado siglo, hay muchísimos elementos en este film que nos llevan a un universo de valores distintos. Sin embargo, aquí radica su grandeza, esta narración en un pequeño pueblo costero inglés sirve, como los grandes cuentos, para ejerce como metáfora válida para todas las épocas. Es una fábula, un camino sin prisas al que se nos invita a participar. 



Adaptación profunda de la obra original de Penelope Firtzgerald, estamos ante una cinta que plantea con aparente sencillez cuestiones profundas. El personaje de Florence Green es uno de los más sutiles que ha presentado la cartelera últimamente. Una joven viuda que decide cumplir su sueño de abrir una librería parecería poco atractivo en una época donde tenemos recursos para plantear en la gran pantalla batallas colosales; no obstante, estamos, al igual que en El hombre tranquilo, frente a algo de tintes homéricos. 



Emily Mortimer encarna a Florence, logrando una comunión perfecta. Decía un avispado libretista mexicano que hizo mucha televisión que nunca le preocupaba que sus actrices tuvieran que encarnar algún rol dramático si antes le habían hecho reír en una comedia. Entonces eran verdaderas actrices a su juicio. Mortimer demostró una bis cómica excelente en The Newsroom, por lo que este registro más serio es un perfecto exponente de su versatilidad. Siendo alguien con un lenguaje corporal muy bueno para la expresión y la sonrisa, La librería demuestra que es capaz también de una exquisita contención, enseñando que se puede trasmitir mucho sentada en una playa mirando al horizonte con un buen libro entre las manos.  


Un rasgo muy curioso de Florence es una virtud que, en este caso, se termina revelando como un defecto mortal entre quienes la critican: la educación. Sus formas de comportarse, cierta timidez introspectiva y capacidad de encajar los golpes generan una animadversión activa en la localidad, entendida no como cada sujeto individual, sino como un hilo invisible de la comunidad que se inquieta ante la persona recién llegada. Sin trazo grueso, hay muchas insinuaciones acerca del ahogamiento al que se quiere someter a quien decida nadar a contracorriente. 



La compra de una vieja casa para poner su establecimiento confrontará a la nueva librera contra Violet Gamart. Los buenos aficionados a esa magnífica serie que fue Frasier la recordarán por su papel allí, además ha trabajado con directores de la talla de Woody Allen o su reciente protagonismo en The Party. Una excelente y muy solvente actriz que hace de la cacique local, captando perfectamente cómo suele desempeñarse históricamente esa gente cuando tienen células grises. Jamás se la ve en el metraje con un mala palabra o cualquier cosa que no sea una sonrisa dibujada. Con el sistema de su parte, puede permitirse hasta la generosidad de ofrecerte té y pastas mientras te machaca, pretendiendo que comprendas que todo lo que hace es por tu bien. 



Si la cortesía de Florence esconde su fortaleza, las maneras de Violet sirven de cortina a su crueldad. Solamente habrá una excepción en el pueblo al paulatino ostracismo al que la condenan hasta que decida pasar por el aro, el señor Edmund Brundish, una persona que prácticamente vive recluida en su casa, teniendo como principal afición la lectura. Con fama de huraño en la localidad, la noticia de una librería se antoja a este lector empedernido una oportunidad única. De cualquier modo, cuando conozca la naturaleza de su propietaria, se topará de nuevo con una emoción que pensaba había olvidado. 

  
Y es que, entre muchas otras cosas, La librería es también una historia de amor. Una relación imposible pero que surge de una fuente que se nos olvida puede capitalizar ese sentimiento: la mutua admiración. La elegante manera de tratar el tema está a la altura de Vivir (1952), donde Kurosawa planteaba un tipo de vínculo de ese estilo con la misma sutileza. Contando únicamente con ese apoyo, Florence combatirá a sus propios molinos de viento, incluyendo un encantador personaje encarnado por Honor Kneafsey, una niña que aborrece la lectura. 



En su empeño por tratar de convencerla sin imponer, quizás Green sea el ideal de la docencia humanista. Estar dispuesta a sufrir mil reveses y la burla de un mundo industrializado donde una biblioteca suena a inversión a fondo perdido, movida en exclusiva por su propia idea y la esperanza de que siempre habrá un justo en Sodoma. El olor de las pastas de un libro nuevo frente a la frialdad práctica de una cadena de montaje. 



La librería es mentira. Un cuento. Un invento. Algo que no es real. Una persona puede sentirse sola, por más que Shakespeare, Woolf o Mitchell sean maravillosos analgésicos en sus estanterías. Desconozco si a día de hoy existen personas como Florence Green en el mundo real. Eso sí, resulta una preciosa mentira poder seguir creyéndolo un poco más gracias a películas como esta. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://outnow.ch/Movies/2017/Bookshop/Bilder/003



-https://www.telegraph.co.uk/films/2018/02/16/bookshop-berlin-film-festival-review-english-village-tiresome/



-http://www.culturajoven.es/la-libreria-de-isabel-coixet-un-bonito-envoltorio/


domingo, 10 de junio de 2018

EL MUSEO DE LOS HORRORES



Había sido una presentación inolvidable (Doctor Lecter, I presume). Lo más curioso de una serie como Hannibal es que logró casi de inmediato su más difícil objetivo. Mads Mikkelsen se mostraba con impecables e implacables modales para hacernos creer que era una reencarnación más joven del malvado doctor que Anthony Hopkins elevase a la altura de mito del celuloide en El silencio de los corderos. La primera temporada del show había sido una especie de year one para muchos de los personajes de la obra original de Thomas Harris. 



Tampoco desmerecía la tarea llevada a cabo por Hugh Dancy como Will Graham. La única gran diferencia es que, en esta versión, el sagaz e imaginativo agente estaba puesto bastante más al límite de lo que nunca le habíamos visto. Si salir con vida de las terapias de Lecter tiene un precio, el protagonista de este ambicioso proyecto de la parrilla televisiva NBC lo pagó en su cuota más alta. El inquietante final de los primeros trece episodios obligaba a una continuación que explicase cuáles iban a ser las repercusiones tras tantos Rubicones cruzados. 



La segunda temporada del proyecto de Bryan Fuller arranca con una fuerza notable. Se nota pasión por las novelas originales y las anteriores adaptaciones fílmicas de este terrorífico universo. No obstante, un buen aviso a navegantes debe ser desterrar cualquier esperanza de que este viaje al pasado vaya a engarzar perfectamente en la continuidad de las anteriores. Igual que ocurre con Bates Motel, hay una fuente de inspiración poderosa pero que debe ser tenida en cuenta como una especie, si se permite la expresión marveliana, dentro de los límites de una línea ultimate


Resulta complicado hacer cualquier clase de reseña sobre esta temporada sin incurrir en el riesgo de revelar partes fundamentales del argumento. Baste decir que se mantiene uno de los puntos fundamentales del atractivo del programa: el duelo de inteligencias sin piedad que Will y Hannibal mantienen. En este caso, quien comienza en jaque es el primero, si bien va a ir demostrando que es un adversario siempre digno de ser tenido en cuenta, no importando lo desesperada que pudiera parecer su posición. 



Las fuertes alteraciones de roles y lo que ya sabíamos de la obra de Harris es el punto más discutible de todo el asunto. Hemos de desterrar esas comparativas para poder disfrutar de la función. Una danza entre bambalinas donde la sangre brillará por su presencia. De hecho, en esta ocasión hay incluso más gore que en la anterior, dejando bastantes finales impactantes. Deja sentimientos encontrados esta cuestión, puesto que Fuller y los suyos son de una escuela visual muy directa. A veces, me pregunto cómo hubiera utilizado este material oscuro un director como Antoine Fuqua. Hay momentos donde es más aterrador lo que imaginamos que lo mostrado. Y esta segunda entrega muestra mucho, quizás demasiado. 



Por su lado, el casting sigue siendo un verdadero acierto. La distinta Freddie Lounds (Lara Jean Chorostecki) que encontramos mejora al original, siendo más compleja y con aristas. Como fascinante también resulta la doctora Du Maurier (Gillian Anderson), una de las pocas personas por las que Hannibal parece sentir respeto por su opinión. Como los misteriosos títulos de gastronomía japonesa que presiden cada episodio, en esta secundaria de lujo parecen esconderse algunas de las claves fundamentales de los maquiavélicos juegos mentales del asunto. 


Como suele ocurrir en su consultorio (y eso ha sido una base de muchas de las entregas de las novelas originales), la sala de espera del doctor caníbal tiene personalidades casi tan monstruosas como él. En plan subtrama repleta de atractivo, veremos la evolución de los peculiares hermanos Verger, cuya disfuncional relación sirve a un tipo ambicioso como el psiquiatra para intentar sacar provecho de la misma. Una pareja de intérpretes tan sólida como la formada por Michael Pitt y Katharine Isabelle nos llevan fácilmente por un mundo turbio y de sacrificios. 



Desafortunadamente, tanto giro impactante de personalidades termina cobrándose su peaje en el libreto cara a la verosimilitud. Uno de los personajes que más se ha visto perjudicado por esos derroteros es el de la doctora Alana Bloom (Caroline Dhavernas), obligada a estar en tierra de nadie durante el nudo de esta saga. 



Con semejantes guías para el museo de los horrores nos encontramos ante un espectáculo que capta fácilmente nuestra atención. Un camino alternativo para un icono de la literatura y cine de terror. Un sendero irregular, adictivo y plagado 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://collider.com/hannibal-season-3-hugh-dancy-interview/



-http://steph-ex.blogspot.com/2014/03/hannibal-season-2-episode-1-review.html



-https://elrincon.tv/series/usa/critica-de-la-segunda-temporada-de-hannibal/

sábado, 2 de junio de 2018

LAS OCHO CARAS DEL SUPERGRUPO


Aprovechando el foco que un personaje emblemático de la historieta española como Superlópez ha logrado por el inminente estreno de su película, algunos de los secundarios de su universo se han beneficiado con la aparición de un nuevo tomo. Concretamente, nos referimos al emblemático Supergrupo, creado hace ya décadas por la imaginación de Francisco Pérez Navarro y Jan, suponiendo cada uno de sus integrantes una divertida parodia de emblemas del género superheroico (Doctor Extraño, Capitán América, Iron Man, etc.). 



En esta ocasión, se trata de un homenaje tributado alrededor de ocho historias cortas que exploran algunas de las características de la formación, un conjunto que no se pone nunca de acuerdo acerca de quién debe liderar a la formación. Jan brinda en unas pocas páginas una referencia metaficcional que le toca de bastante cerca: el quinteto acude horrorizado a ver una versión fílmica de sus andanzas. Era imprescindible que el creador de Juan López estuviese en el tomo, puesto que la re-utilización del Supergrupo (con Pérez Navarro incluido al libreto) ha supuesto aire fresco para el icónico tipo del bigote y la S bordada en el pecho. 



El segundo de los platos servidos por Evolution Cómics es precisamente Nacho Fernández, quien se encargó de llevar los lápices de la aventura El Súperretorno (Reseña de la vuelta del Supergrupo). Su aportación fue realmente digna de elogio porque dio algo parecido a una versión ultimate de los integrantes de la escuadra tras décadas, con una especial mejora en la Chica Increíble y El Mago. Sinceramente, creo que faltó paciencia tras ese primer número para permitir a Efepé y Fernández desarrollar e proyecto, si bien esta iniciativa de Óscar Martín puede marcar un positivo punto de inflexión en la línea editorial. 


Con todo, tal vez a nivel gráfico la sorpresa más grata (porque de Jan y Fernández ya sabíamos que pueden hacer muy bien estas historias) sea el magisterio alcanzado por Leonel Castellani. Tiene un trazo elegante, bien definido y con tendencia al cartoon que es inmejorable para los propósitos de su relato. Valiéndose de su talento, Pérez Navarro regala una deliciosa versión cómica de la famosa Sala del Peligro de Charles Xavier para su alumnado mutante. 



Personalísimo es el estilo de Bea Tormo, con quien vemos una situación que recuerda mucho a los episodios especiales de Halloween de los Simpson, alrededor de una hoguera, donde el Capitán Hispania comprobará en sus carnes que su grupo es tan contestatario que ni siquiera se les puede narrar en paz un cuentecillo. La figura de la Chica Increíble queda revindicada por Pedro Pérez en unas páginas que nos hacen volver a la memoria aquel The Avengers #83. 



"La cara más transformista" llevada a cabo con Mike Bonales es un ejercicio metaficcional donde se pone de relieve la dificultad del proceso de re-diseño de los héroes y las heroínas cuando intentan adaptarse a los nuevos tiempos. Una de las mejores cosas del tomo es el sentimiento de homenaje y la buena onda que desprende todo el asunto.



Eso ha sido muy valorado por el guionista, particularmente en casos como el de Jordi Sempere, con quien podía tener un contacto directo y entrevistas con el propósito de confeccionar "La cara más fan", cuatro carillas que van a inundar de nostalgia a más de uno. Francamente, es una pena que el cómic español, a diferencia del franco-belga o norteamericano, entre otros, no se haya prodigado en esa sensación de "universo compartido". Qué no hubiéramos dado por tener a Pafman y Pafcat una temporada en el Supergrupo, o una misión conjunta de Anacleto con cierta pareja de agentes de la TIA.



La última aportación es de uno de los grandes artífices de este proyecto, Óscar Martín, quien despliega una de las historias visulamente más impactantes. Utiliza a su personaje, Solo, para llevarnos al medio tan a lo Mad Max que es característico de este formidable ilustrador. Se trata de una delicia desde el punto de vista estético.



En esta primera edición se acompaña de varias ilustraciones más de otros artistas. Creados en 1979, el hecho de que esta hábil parodia permanezca en nuestra memoria es una noticia de la que debemos congratularnos. Ojalá no haya que esperar tanto para el próximo encuentro.



ENLACES DE INTERÉS:



-Reseña en "El rincón del Taradete" de "Las ocho caras del Supergrupo"



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://elrincondeltaradete.blogspot.com.es/2018/04/el-supergrupo-las-ocho-caras-del.html



-https://siguealconejoblanco.es/comics/comic-europeo/el-supergrupo-de-nacho-fernandez/



-https://www.2dgalleries.com/art/exlibris-el-supergrupo-99176