Había sido una presentación inolvidable (Doctor Lecter, I presume). Lo más curioso de una serie como Hannibal es que logró casi de inmediato su más difícil objetivo. Mads Mikkelsen se mostraba con impecables e implacables modales para hacernos creer que era una reencarnación más joven del malvado doctor que Anthony Hopkins elevase a la altura de mito del celuloide en El silencio de los corderos. La primera temporada del show había sido una especie de year one para muchos de los personajes de la obra original de Thomas Harris.
Tampoco desmerecía la tarea llevada a cabo por Hugh Dancy como Will Graham. La única gran diferencia es que, en esta versión, el sagaz e imaginativo agente estaba puesto bastante más al límite de lo que nunca le habíamos visto. Si salir con vida de las terapias de Lecter tiene un precio, el protagonista de este ambicioso proyecto de la parrilla televisiva NBC lo pagó en su cuota más alta. El inquietante final de los primeros trece episodios obligaba a una continuación que explicase cuáles iban a ser las repercusiones tras tantos Rubicones cruzados.
La segunda temporada del proyecto de Bryan Fuller arranca con una fuerza notable. Se nota pasión por las novelas originales y las anteriores adaptaciones fílmicas de este terrorífico universo. No obstante, un buen aviso a navegantes debe ser desterrar cualquier esperanza de que este viaje al pasado vaya a engarzar perfectamente en la continuidad de las anteriores. Igual que ocurre con Bates Motel, hay una fuente de inspiración poderosa pero que debe ser tenida en cuenta como una especie, si se permite la expresión marveliana, dentro de los límites de una línea ultimate.
Resulta complicado hacer cualquier clase de reseña sobre esta temporada sin incurrir en el riesgo de revelar partes fundamentales del argumento. Baste decir que se mantiene uno de los puntos fundamentales del atractivo del programa: el duelo de inteligencias sin piedad que Will y Hannibal mantienen. En este caso, quien comienza en jaque es el primero, si bien va a ir demostrando que es un adversario siempre digno de ser tenido en cuenta, no importando lo desesperada que pudiera parecer su posición.
Las fuertes alteraciones de roles y lo que ya sabíamos de la obra de Harris es el punto más discutible de todo el asunto. Hemos de desterrar esas comparativas para poder disfrutar de la función. Una danza entre bambalinas donde la sangre brillará por su presencia. De hecho, en esta ocasión hay incluso más gore que en la anterior, dejando bastantes finales impactantes. Deja sentimientos encontrados esta cuestión, puesto que Fuller y los suyos son de una escuela visual muy directa. A veces, me pregunto cómo hubiera utilizado este material oscuro un director como Antoine Fuqua. Hay momentos donde es más aterrador lo que imaginamos que lo mostrado. Y esta segunda entrega muestra mucho, quizás demasiado.
Por su lado, el casting sigue siendo un verdadero acierto. La distinta Freddie Lounds (Lara Jean Chorostecki) que encontramos mejora al original, siendo más compleja y con aristas. Como fascinante también resulta la doctora Du Maurier (Gillian Anderson), una de las pocas personas por las que Hannibal parece sentir respeto por su opinión. Como los misteriosos títulos de gastronomía japonesa que presiden cada episodio, en esta secundaria de lujo parecen esconderse algunas de las claves fundamentales de los maquiavélicos juegos mentales del asunto.
Como suele ocurrir en su consultorio (y eso ha sido una base de muchas de las entregas de las novelas originales), la sala de espera del doctor caníbal tiene personalidades casi tan monstruosas como él. En plan subtrama repleta de atractivo, veremos la evolución de los peculiares hermanos Verger, cuya disfuncional relación sirve a un tipo ambicioso como el psiquiatra para intentar sacar provecho de la misma. Una pareja de intérpretes tan sólida como la formada por Michael Pitt y Katharine Isabelle nos llevan fácilmente por un mundo turbio y de sacrificios.
Desafortunadamente, tanto giro impactante de personalidades termina cobrándose su peaje en el libreto cara a la verosimilitud. Uno de los personajes que más se ha visto perjudicado por esos derroteros es el de la doctora Alana Bloom (Caroline Dhavernas), obligada a estar en tierra de nadie durante el nudo de esta saga.
Con semejantes guías para el museo de los horrores nos encontramos ante un espectáculo que capta fácilmente nuestra atención. Un camino alternativo para un icono de la literatura y cine de terror. Un sendero irregular, adictivo y plagado
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
-http://collider.com/hannibal-season-3-hugh-dancy-interview/
-http://steph-ex.blogspot.com/2014/03/hannibal-season-2-episode-1-review.html
-https://elrincon.tv/series/usa/critica-de-la-segunda-temporada-de-hannibal/
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