Del ramillete de virtudes, quizás la inteligencia sea una de las más invisibles. Por supuesto, se puede intuir en una persona que posee rapidez, capacidad para improvisar soluciones ante problemas inesperados, pero es dificultoso determinar cómo funciona con exactitud. Nadie podrá dudar de que Niels Bohr y Werner Heisenberg fueron dos cabezas privilegiadas, no obstante, la célebre afirmación "si lo sé, me hago relojero", podría aplicarse a algunos de los más preclaros físicos del pasado siglo, capaces de desentrañar enigmas que sumieron al mundo en el terror atómico.
Claudio Tolcachir asume el reto de adentrarse en el complicado texto de Michael Frayn, Copenhague revive la amistad entre los dos científicos, cuyos lazos vincularon también a sus familias. Con guerras mundiales de telón de fondo, sendos personajes fraguaron una alianza que, bajo las fórmulas matemáticas, revivía antiguos sueños de la alquimia. Asombra pensar lo realmente cerca que estuvieron esos cerebros privilegiados de poner en bandeja de plata un arma de destrucción sin precedentes a alguien como Adolf Hitler.
Siempre con ellos, tenemos la presencia de Margrethe, la pareja de Bohr, una persona culta y no tan pendiente del mundo de la abstracción y el átomo, un freno moral y capaz de formular las preguntas que el público necesita cuando el diálogo se torna demasiado técnico. Además, Margrethe conoce mejor la naturaleza humana que su académico esposo, intuyendo el abismo ético que se le está presentando a un huésped siempre deseado, aunque ahora tenga la sombra del espionaje de la Gestapo bajo el brazo.
El tridente de intérpretes es, sencillamente, magnífico. Malena Gutiérrez da vida a Margrethe, una presencia fundamental para mantener la humanidad del relato, evitando que la pizarra se imponga a la sensibilidad. Su sensatez, empatía y preocupaciones encarna un ideal humanístico de tono universal. Con una posición privilegiada, desgrana las intenciones de los dos genios, si bien llega todavía más lejos en el tema de telón de fondo: ¿puede sobrevivir una amistad a lo largo de tan turbulentos años?
Carlos Hipólito, actor todoterreno, es Heisenberg, un apellido que ya era famoso antes de que Breaking Bad lo convirtiese en mítico para una generación televisiva. Una de las tareas más apasionantes para un intérprete es trasmitir con pocos gestos gran cantidad de emociones. En este caso, el magisterio de Hipólito permite que veamos la inteligencia trabajando, la mente de un joven prodigio universitario que, pese a todo, tal vez vaya a descubrir una frase célebre de las citas bíblicas: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si al final pierde su alma?".
El último eje de esta columna vertebral es Emilio Gutiérrez Caba, cuya impresionante trayectoria es sinónimo de fiabilidad en cualquier función o película. Su Bohr es el mentor utópico, alguien que se enamora del talento de otra persona y la ayuda para alcanzar su máximo potencial. Con todo, en ese proceso puede haber revelado información fundamental que permitiría a uno de los máximos tiranos de la Historia a salir triunfante.
Ironías del destino, sería el bando de "los buenos" el que arrojaría la tragedia sobre Hiroshima y Nagasaki. Se abría el sendero que llevaría a desastres como Chernóbil. Con impresionantes avales de nobleza y éxito, es sorprendente cómo la inteligencia ha sido capaz también de diseñar algunos de los horrores más atávicos para el globo. Bohr habría contribuido, junto con otros colegas, a materializar las ideas que llevaron a muchísimas muertes, mientras las manos de Heisenberg, quien trabajaba el reactor del atroz régimen nazi, mantuvo su contador de ejecuciones a 0.
Importante premio de consolación para un fracaso. ¿O no? Uno de los interrogantes de Copenhague es si alguien tan brillante no habría podido ser más eficiente para el III Reich. ¿Se encargó de sabotear el proyecto del que se le responsabilizó por temer qué pasaría tras lograrlo? Por un sendero de pequeñas piedras en la entrada del domicilio de los Bohr, la pareja de amigos mantiene una breve conversación de la que pudo depender el bando que ganaría la contienda y si seguirían siendo amigos.
Basta la recreación de una casa danesa y un triunvirato plagado de talento para que el equipo de Tolcachir nos traiga uno de los debates más apasionantes que existen: ¿justificaron los avances en teoría cuántica el descuido moral que los acompañó? ¿Fueron esas dos familias amigas o cercanas espías?
Shhhhhh... silencio.
- Portada del programa Copenhague, función del día 26 de octubre de 2019, Gran Teatro de Córdoba.
- Gran Teatro de Córdoba, final de la función Copenhague del día 26 de octubre de 2019 [Fotografía realizada por el autor del blog].
- https://www.teatroabadia.com/es/archivo/544/copenhague/