Pudo estar en tablados carmesíes y bordados de oro, pero prefirió siempre el calor del gallinero, obrar el milagro de tornar los murmullos de francachelas tabernarias en expectante silencio. No existen muchos actores cuya mera presencia pueda justificar celebrar adecuadamente el Día Internacional del Teatro: Rafael Álvarez el Brujo es uno de ellos. El pasado lunes el Gran Teatro de Córdoba se hizo un auto-regalo para alimentar el espíritu, brindando a la audiencia un monólogo inolvidable del intérprete, una carta de amor en clave cervantina a uno de los clásicos.
Sin embargo, tengamos cuidado al emplear esa palabra. El término clásico literario suena a imposición académica, a nota a pie de página arisca ante la improvisación. El Brujo ha estudiado a Cervantes, Shakespeare y Homero a la perfección, si bien se niega a que se lo dicten otros. No usa su seductora voz para decir lo ya escuchado, su interpretación es libre y fluida, como la que la hacía su propio padre cuando le habla del Quijote, el cual probablemente nunca había leído; eso sí, como afirmaba García Márquez, otro nigromante, lo más maravilloso no es conocer ese pasado, sino recordarlo, porque esa acción conlleva invención.
El mago consagrado se caracteriza por presentar un objeto ordinario y convertirlo en algo totalmente extraordinario En un austero escenario que haría las delicias de los presupuestos de Angela Merkel, el artista lucentino convierte el triste ajusticiamiento hace siglos de unos reos en el último canto de juglares moriscos. Todo se convierte en un misterio, el eterno arranque de de una obra, porque cada vez que abrimos las páginas del ingenioso hidalgo lo estamos volviendo a crear.
Una danza difícil de realizar cuando se trata de balancear el peso de la palabra escrita y el monólogo ingenioso. Probablemente, junto con Roberto Benigni y su impresionante recitación de la obra de Dante, no exista nadie mejor que este descubrimiento del gran Paco Rabal para hacer que lo antiguo cobre vida. Conseguir que las palabras se transformen hasta que todo un auditorio pueda ver la cansada y triste figura derrotada del mito ante el Caballero de los Espejos.
Y, como con acierto hace, la privación de la libertad como tema central. Solamente alguien que hubiera conocido los rigores del cautiverio podría haber narrado así el encuentro de Sancho y Alonso Quijano con unos reos que marchan a la terrible pena de servicio en galeras. Si Quevedo supone la ironía, el comentario ingenioso y malicioso, la prosa cervantina implica la perspectiva tierna pese a todos los males. Si hay un testamento para este caballero andante debería ser: practicarás la misericordia sobre todas las cosas.
A estas alturas, el Brujo no puede engañar a nadie, mucho menos a sí mismo. Se nota que goza cada instante entre bambalinas, que domina tanto el texto que puede permitirse la mezcla con sus vivencias personales sin que se pierda armonía o ritmo. Como el sabio profesor, sabe cuándo su público queda cautivo, se permite siempre la tentación de hacerlo disfrutar. Pulsa la tecla y él mismo se entrega a la droga que sienten todos los trovadores y asaltantes de la palabra que buscan fortuna en la última pasada.
Un terreno donde se mueve con una comodidad pasmosa. No tiene nada de extraño que el mismísimo Fernando Fernán Gómez lo eligiese como un maduro Lázaro de Tormes (enlace Lázaro de Tormes), así como que este actor tuviera la osadía de comentar ese otro tratado mágico y misterioso llamado La Odisea. Nada escapa a su perspicaz ojo crítico, no en vano hace algún tiempo regaló unas reflexiones impresionantes sobre los brillantes personajes femeninos de Shakespeare.
Rafael Álvarez pudo haber sido un intérprete de método impresionante. La voz ideal para transmitir el regusto atávico de los versos del Siglo de Oro, un rincón reservado en estudios de corte formal y palaciego. Pero no quiso ser poeta de Corte cuando tenía todo el talento para lograrlo. Igual que alguien decidió salir a los caminos para corregir injusticias, él se enamoró perdidamente de la posibilidad de ser juglar. En otro tiempo, no dudó que habría podido estar en la Barraca.
El lunes suele ser un día áspero, poco propicio para abandonar un sentimiento de rutina. Sin embargo, en compañía de dos queridos amigos y con un solo individuo ante un escenario, el homenaje al teatro y a Cervantes se realizó de la mejor manera posible.
-https://entradas.ataquilla.com/ventaentradas/es/teatro/auditorio-sede-afundacion-pontevedra/6987--rafael-alvarez-el-brujo-misterios-del-quijote.html
-https://creativa7.es/rafael-alvarez-el-brujo-desvela-los-misterios-del-quijote-en-el-espacio-cultural-cajacanarias/
-http://redaragon.elperiodicodearagon.com/agenda/fichaevento.asp?id=77539
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