La bestia ha vuelto. Se pueden decir muchas cosas de la última película de Álex de la Iglesia, El bar (2017), sin embargo, quizás para sus fans sea esa frase de obertura la primera idea que les venga a la cabeza. Acompañado de su guionista de confianza, Jorge Guerricaechevarría, el cineasta vasco vuelve por sus derroteros más salvajes, una mezcla castiza de Diez negritos (1939), La jauría humana (1966), Última llamada (2002) y El libro de las revelaciones (finales siglo I d.C.-comienzos siglo II d.C.).
El escenario no puede ser más cotidiano para la cultura española de hoy día. Un bar de tránsito en algún lugar de Madrid, una estación de breve paso para muchos de los parroquianos del lugar, conociéndose ya bastantes entre sí. No obstante, tanto los clientes habituales como otras personas que han entrado por azar van a lamentar profundamente estar allí a las nueve de la mañana de un día cualquiera. La presencia de uno o varios francotiradores va a acabar con la vida de quien intente salir sin existir ninguna explicación aparente.
A pesar del poderoso gancho, puesto que a medida que se interroguen a sí mismos los atrapados verán que hay intereses oscuros para acordonar esa zona, al director le interesa poco el por qué van a quedar allí enjaulados. Todo es un poderoso mcguffin para jugar con unos personajes bien construidos y mejor interpretados. Terele Pávez, una de las actrices de confianza de Álex de la Iglesia, caracterizará a Amparo, la arisca propietaria del local, acompañada de Sátur, un camarero que lleva mucho tiempo a su servicio (un magistral Secun de la Rosa se encarga de este papel).
Aunque sea una historia coral, El bar hace que su auditorio se proyecte con facilidad en Elena, una mujer que entra por azar en el momento más inoportuno para visitar el barrio. Blanca Suárez se muestra perfecta en esa función y su álter ego a va ser quien tenga un arco más rico, plasmándose una transformación de personalidad y física en un verdadero descenso a los infiernos, como si se tratase de la víctima de una maldición. Probablemente, se trate de su mejor trabajo hasta la fecha, puesto que debe haber supuesto su rodaje más exigente.
El casting, como suele ser el sello del creador de El día de la bestia (1995), combina con acierto apuestas muy seguras con un buen sentido comercial del riesgo. Por un lado, encontramos a una artista tan consagrada como Carmen Machi, la cual hace de todo y, lo que es más importante, todo bien y con credibilidad sin aparente esfuerzo. En el otro, Álex persiste en su apuesta por Mario Casas, actor que no siempre me convence, pero que con él suele tener buenas prestaciones. En el caso concreto de El bar, se muestra sólido y hace de un individuo complicado con muchos colores grises.
El escenario no puede ser más cotidiano para la cultura española de hoy día. Un bar de tránsito en algún lugar de Madrid, una estación de breve paso para muchos de los parroquianos del lugar, conociéndose ya bastantes entre sí. No obstante, tanto los clientes habituales como otras personas que han entrado por azar van a lamentar profundamente estar allí a las nueve de la mañana de un día cualquiera. La presencia de uno o varios francotiradores va a acabar con la vida de quien intente salir sin existir ninguna explicación aparente.
A pesar del poderoso gancho, puesto que a medida que se interroguen a sí mismos los atrapados verán que hay intereses oscuros para acordonar esa zona, al director le interesa poco el por qué van a quedar allí enjaulados. Todo es un poderoso mcguffin para jugar con unos personajes bien construidos y mejor interpretados. Terele Pávez, una de las actrices de confianza de Álex de la Iglesia, caracterizará a Amparo, la arisca propietaria del local, acompañada de Sátur, un camarero que lleva mucho tiempo a su servicio (un magistral Secun de la Rosa se encarga de este papel).
Aunque sea una historia coral, El bar hace que su auditorio se proyecte con facilidad en Elena, una mujer que entra por azar en el momento más inoportuno para visitar el barrio. Blanca Suárez se muestra perfecta en esa función y su álter ego a va ser quien tenga un arco más rico, plasmándose una transformación de personalidad y física en un verdadero descenso a los infiernos, como si se tratase de la víctima de una maldición. Probablemente, se trate de su mejor trabajo hasta la fecha, puesto que debe haber supuesto su rodaje más exigente.
El casting, como suele ser el sello del creador de El día de la bestia (1995), combina con acierto apuestas muy seguras con un buen sentido comercial del riesgo. Por un lado, encontramos a una artista tan consagrada como Carmen Machi, la cual hace de todo y, lo que es más importante, todo bien y con credibilidad sin aparente esfuerzo. En el otro, Álex persiste en su apuesta por Mario Casas, actor que no siempre me convence, pero que con él suele tener buenas prestaciones. En el caso concreto de El bar, se muestra sólido y hace de un individuo complicado con muchos colores grises.
Dentro de esta variada fauna, se permite un personaje visceral y que alterna lo cómico con lo trágico, Israel (Javier Ordóñez). En apariencia se trata de un indigente que ya es bastante conocido por todos los vecinos y colabora en la parroquia para sacarse un poco de dinero; no obstante, el giro de acontecimientos le va a equilibrar al resto y, tal vez por una vez, quizás su instinto de supervivencia le ponga en el papel de juez justiciero del valle de Josafat. Ordóñez hace una composición pasional de la que se beneficia el ritmo del film.
Generalmente, esta especie de mini-Cluedos funcionan muy bien en el primer acto. Más si, como es el caso, hasta quien tiene solamente un par de diálogos lo hace con una naturalidad envidiable. De cualquier modo, a medida que avance el asunto y se acrecienten las sospechas, la propia naturaleza de la historia condiciona y encajona los escenarios. El equipo del director acepta el reto y va hallando caminos subterráneos para conseguir seguir manteniendo atentas las miradas y que nadie abandone el barco hasta llevarlo al sangriento puerto al que va abocada la trama.
Conforme se van cerrando las puertas y las vías de salida, aflorará lo peor de la naturaleza humana y lo que estamos dispuestos a hacer por mantener nuestro pellejo. Se nota la fina mano de humor negro que posee el argumento, ingenioso y retorcido, pero sin llegar a ser del todo negativo, no odia a ninguno de los protagonistas, todo el mundo tiene sus motivaciones para creer sinceramente que ellos merecen ser los primeros en escabullirse de allí.
El bar no dejará a nadie indiferente. A muchos les va a gustar y a otros tantos del público les generará dudas y hasta estupor. Como fuere, solamente por el sentido del riesgo y ese sello tan personal que posee una filmografía única en su especie dentro del cine español, merece la pena abrir esa puerta aún con el riesgo de quedar atrapados.
-http://www.20minutos.es/noticia/2919919/0/nuevo-trailer-alex-de-la-iglesia/
-https://www.berlinale.de/en/presse/pressevorf_hrungen/datenblatt.php?film_id=201715522#tab=video25
-http://www.hobbyconsolas.com/reviews/bar-critica-nueva-pelicula-alex-iglesia-93080
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