viernes, 2 de agosto de 2019

IS IN THE FENWAY SECTION OF BOSTON, ISN´T IT? (CRÓNICAS DE BOSTON, PARTE IV DE VII)


"Hay momentos donde no te apetece jugar, pero cuando miras a toda esa gente poniendo tanta ilusión en verte actuar... eso convierte a Boston en un lugar muy especial"- David Ortiz.



Como la gran mayoría de las cuestiones que suscitan nuestra detallada atención e interés, el béisbol no deja de ser una tontería muy grande. Una trivialidad que, cuidado, requiere bastante inteligencia y habilidad para saber practicarlo o entender como espectador/a el jueguecito. Con todo, no hace falta ser ducho en la materia para olfatear en apenas unos días que la ciudad de Boston adora este deporte y que vive en permanente romance con su equipo, los Red Sox, los cuales fueron la evolución del nombre de los Boston Americans. Como un propietario avispado determinó un día, como la escuadra jugaba en el área de Fenway, lo más fácil es que el estadio se llamase así. 



Lo primero que llama la atención de Fenway son sus dimensiones. Relativamente pequeñas para albergar a un equipo de esa división y con la repercusión que tienen los Red Sox. Su diseño arquitectónico se debe a las singularidades del área que le rodea. Como ocurre en ocasiones, de una posible traba, se creado una mística especial, porque otorga originalidad y una sensación de olla a presión que da muchas fuerzas a la escuadra local. Mitos como el Monstruo Verde o la única silla roja son pequeñas leyendas que refuerzan la sensación de club histórico. 



Con todo, la idea genial que cambió la percepción sobre los medias rojas se dio en 1993, cuando el personal del pabellón ofreció tours guiados para las visitas turísticas y aficionados/as que quisieran conocer los entresijos del estadio. Con varios pases y fácil acceso en verano, es la pieza que hace distinguirse a Fenway por encima de otros pabellones y estadios a los que brindar un vistazo. Los guías conocen todos los recovecos y anécdotas del campo, además de disponer de un museo sin límite de tiempo donde echar fotos. Es complicado, aunque a uno no le guste el béisbol, no salir con muchas simpatías por los Red Sox, aunque solo sea por la deferencia con la que agradecen que personas de todos los rincones del globo les muestren curiosidad.


La maldición del bambino



En los años dorados de los Red Sox, el club tomó la fatídica decisión de no aceptar las demandas de su mejor jugador, Dave Ruth, quien quería un mayor reconocimiento por sus aportaciones en el campo al haber incorporado más destreza. 1919 marcó el inicio de "la maldición del bambino", una leyenda supersticiosa popular con tanta polémica y miga como el supuesto malfario que Béla Guttmann dio a otra escuadra histórica: el lisboeta Benfica. De todos los rivales, Ruth fue a los Yankees, el eterno adversario de New York. Si hay un oponente al que gusta ganar en Boston, no hay duda que son ellos.



Por desgracia para sus intereses, en muchas ocasiones vieron al eterno oponente irse con la sonrisa de oreja a oreja. Durante la significativa cifra de 86 años sin un título mundial, había motivos para la preocupación. Como Dios no juega a los dados con el universo, existía una explicación para una larga sequía. Ningún parroquiano/a del Fenway daría esa andadura por el desierto por mala si se les explica lo que estaba por venir en 2004. 3-0 abajo ante los Yankees por el billete a las finales. Rara vez se levanta ese marcador en las series al mejor de 7. Pues la caprichosa estadística decidió que todas las malas fortunas y derrotas en el último suspiro se iban a compensar en una remontada antológica.



Con su dorsal 45 retirado, Pedro Martínez tiene un pedazo del cielo ganado en el parque. Bendecido como Dennis Rodman o Dani Alves del don de la inconsciencia para ser un showman en los momentos de mayor presión, aquel prodigioso pitcher surgido de Santo Domingo sabía que en la vida había muchas mayores desgracias que perder un simple juego. Sus duelos de puntería con Roger Clemens siguen en la hemeroteca del buen aficionado. Aquel 2004 se saldaron viejas deudas y los Red Sox no tardarían tanto en volver a descorchar el champán, aunque eso no significa que en las épocas de sequías no hubiera espacio para los mitos.


"Todo lo que los Red Sox son hoy se lo deben a la escuadra de 1967. Ese equipo nunca sería lo suficientemente honrado por lo logrado"- Bob Ryan.



Un bonito conjunto de estatuas de jugadores se encuentra en una de las salidas del estadio. Entre otros, sobresale la figura de Ted Williams. Veterano de la II Guerra Mundial y Corea, este bateador ganó leyenda sobre el césped al levantar la gorra de un aficionado de New York con su disparo y permitir calcular la increíble fuerza y la distancia que logró al conectar aquella bola. Cuando vayan en coche al aeropuerto de Boston, pasarán por un túnel que honra a este deportista. Con todo, si hubo un Rubicón en el imaginario colectivo fue el verano de 1967, el momento en que el idilio entre la ciudad y sus Red Sox se puso a prueba.



Tras años de catástrofes y calamidades, nadie esperaba que el conjunto de Boston fuera capaz de protagonizar un rendimiento que fue la épica en estado puro. Con un entrenador como Dick Williams, jugadores como Carl Yastrzemski o John Wyatt, se empezó a hablar en los mentideros de Fenway sobre "The Impossible Dream Season". El desenlace ante los potentes Cardinals tuvo un final que Hollywood habría negado, pero que es el que permite a un gran equipo pasar al imaginario popular. Forzaron el séptimo y lo perdieron. No se llevaron el título pero aquella plantilla que pasó del noveno puesto en liga a acariciar la gloria se convirtió en el ojito derecho de toda la urbe.



Un ejemplo maravilloso de todo eso se puede encontrar en una escena muy interesante de la película El indomable Will Hunting (1997). En ella, el personaje interpretado por Robin Williams narra al protagonista cierta noche de las finales de 1975 que cambió su vida. Merece la pena hasta el último segundo.



Aunque tengan simpatías por otros conjuntos de béisbol, tengan cuidado si sacan un ticket para el tour de Fenway Park. Sin darse cuenta, quizás salgan con otra camiseta del estadio.



BIBLIOGRAFÍA:



- FROMMER, H. y FROMMER, F. J., Red Sox versus Yankees: The Great Rivalry, Taylor Trade Publishing, New York, 2014. 



- PETROCELLI, R. y SCOGGINS, Tales from the Red Sox Dugout, Sports Publishing, New York, 2017. 



- SINIBALDI, R., 1975 Red Sox American League Champions: Images of Baseball, Arcadia Publishing, Charleston, 2015. 



ENLACES DE INTERÉS:



El indomable Will Hunting: Escena del sexto partido



Revirtiendo la maldición del Bambino (documental de 2005)



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



- Exteriores de Fenway Park [Fotografía realizada por el autor del blog]



- Vitrina en el museo de los Red Sox en el interior de Fenway Park [Fotografía realizada por el autor del blog]



- Campo de Fenway Park [Fotografía realizada por el autor del blog]

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