Fue una de las creaciones más celebradas por Franquin. Uno de los grandes maestros del cómic franco-belga sentía verdadera devoción por aquel animal que hacía las delicias del público infantil. Desde el punto de vista gráfico, el Marsupilami le permitía jugar desde muy diversos ángulos, siendo un paradigma de anarquía divertida. De hecho, terminó llevándoselo de la colección de Spirou cuando concluyó su etapa. Y nunca se había explicado con exactitud el olvido que el botones y su amigo Fantasio parecieron sentir por un animal que fue un inseparable compañero de aventuras.
Yoann y Vehlmann aúnan fuerzas para intentar solucionar esta laguna dentro de la continuidad del héroe. Dibbuks celebra el hecho con unos extras muy interesantes al final del cómic donde se repasan las principales andanzas de aquella afortunada creación que bebía del mítico Eugene el Jeep, personaje de las tiras de Popeye el Marino. Basta ver su participación para resaltar que no era lógica la increíble falta de memoria por parte de Spirou y Fantasio de aquella presencia.
La furia del Marsupilami intenta reconstruir esa situación y darle una coherencia a la continuidad interna de la serie, tarea nada fácil y que debe agradecerse. Para ello emplearán elementos tan diversos como antiguas guaridas de Zorglub o la presencia de cierto primo de Fantasio con quien se disputó una lucrativa herencia. Las personas más versadas en Spirou se hallarán ante un cómic plagado de guiños, referencias y detalles que quizás pasen desapercibidos en la primera lectura.
Tal vez, el gran inconveniente sea que el equipo creativo está tan consagrado a intentar explicar esa desaparición que no existen otros grandes ingredientes para que la aventura sea más memorable. Curiosamente, eso le ocurrió asimismo varias veces a Franquin, quien caía de manera frecuente en los atajos que le proporcionaba un animal carismático que servía para rotos y descosidos, una forma de descuidar unas tramas donde siempre mimaba la verosimilitud dentro de los rigores del género.
Donde sí funciona mucho cada viñeta es en el nivel metaficcional. Spip, la ardilla que acompaña a la pareja protagonista, será en muchos casos quien rompa la cuarta pared para hablar directamente con el lector/a, haciendo varias reflexiones de interés sobre la excesiva importancia que se da a unos personajes en detrimento de otros.
Nuevamente, los urbanitas y tecnológicos problemas que plantea Fantasio sirven de contraste con el esplendor natural y peligro que emana de la gigantesca selva donde el Marsupilami está refugiado. Uno de los puntos más interesantes del asunto serán las dudas que exprese Spirou cara al reencuentro y la legitimidad que tendría devolver a su antiguo camarada a la civilización.
El punto de arranque es una enigmática fotografía que llevará a los dos compañeros a esta pequeña odisea que sirve para hacer lavado de cara a varias incongruencias previas. Después de décadas de ausencia, salimos de esta lectura con la percepción de que se ha saldado una deuda, que hay un certero ajuste de cuentas entre iconos de la historieta.
Queda la duda de si los caminos volverán a cruzarse. Tal vez dependa de algo tan simple como la recepción de esta historieta para el gran público. Sea como fuere, ya no quedan dudas de que el mítico animal ha salido de esa jaula de olvido que le retuvo de cruzarse con el botones pelirrojo con el que tanta correrías protagonizó.
Yoann y Vehlmann aúnan fuerzas para intentar solucionar esta laguna dentro de la continuidad del héroe. Dibbuks celebra el hecho con unos extras muy interesantes al final del cómic donde se repasan las principales andanzas de aquella afortunada creación que bebía del mítico Eugene el Jeep, personaje de las tiras de Popeye el Marino. Basta ver su participación para resaltar que no era lógica la increíble falta de memoria por parte de Spirou y Fantasio de aquella presencia.
La furia del Marsupilami intenta reconstruir esa situación y darle una coherencia a la continuidad interna de la serie, tarea nada fácil y que debe agradecerse. Para ello emplearán elementos tan diversos como antiguas guaridas de Zorglub o la presencia de cierto primo de Fantasio con quien se disputó una lucrativa herencia. Las personas más versadas en Spirou se hallarán ante un cómic plagado de guiños, referencias y detalles que quizás pasen desapercibidos en la primera lectura.
Tal vez, el gran inconveniente sea que el equipo creativo está tan consagrado a intentar explicar esa desaparición que no existen otros grandes ingredientes para que la aventura sea más memorable. Curiosamente, eso le ocurrió asimismo varias veces a Franquin, quien caía de manera frecuente en los atajos que le proporcionaba un animal carismático que servía para rotos y descosidos, una forma de descuidar unas tramas donde siempre mimaba la verosimilitud dentro de los rigores del género.
Donde sí funciona mucho cada viñeta es en el nivel metaficcional. Spip, la ardilla que acompaña a la pareja protagonista, será en muchos casos quien rompa la cuarta pared para hablar directamente con el lector/a, haciendo varias reflexiones de interés sobre la excesiva importancia que se da a unos personajes en detrimento de otros.
Nuevamente, los urbanitas y tecnológicos problemas que plantea Fantasio sirven de contraste con el esplendor natural y peligro que emana de la gigantesca selva donde el Marsupilami está refugiado. Uno de los puntos más interesantes del asunto serán las dudas que exprese Spirou cara al reencuentro y la legitimidad que tendría devolver a su antiguo camarada a la civilización.
El punto de arranque es una enigmática fotografía que llevará a los dos compañeros a esta pequeña odisea que sirve para hacer lavado de cara a varias incongruencias previas. Después de décadas de ausencia, salimos de esta lectura con la percepción de que se ha saldado una deuda, que hay un certero ajuste de cuentas entre iconos de la historieta.
Queda la duda de si los caminos volverán a cruzarse. Tal vez dependa de algo tan simple como la recepción de esta historieta para el gran público. Sea como fuere, ya no quedan dudas de que el mítico animal ha salido de esa jaula de olvido que le retuvo de cruzarse con el botones pelirrojo con el que tanta correrías protagonizó.
Cabe preguntarse qué habría pensado el maestro Franquin de este álbum.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
- https://www.universal-comics.com/products/125988-spirou-y-fantasio-55-la-furia-del-marsupilami.html
- https://lifestyle.oblikon.net/la-colere-du-marsupilami-par-yoann-et-vehlmann/
- http://bdzoom.com/97508/meilleures-ventes/%C2%AB-spirou-et-fantasio-t55-la-colere-du-marsupilami-%C2%BB-par-yoann-et-fabien-vehlmann/attachment/spirou-4051-4052a/
No hay comentarios:
Publicar un comentario