Constituye uno de los ejercicios de eclecticismo más interesantes en la parrilla televisiva actual. Desde su primera temporada (Reseña Better Call Saul I), Vince Gilligan y Peter Gould querían que la audiencia con nostalgia de Breaking Bad se sintiera muy cómoda. Saul Goodman (magistral Bob Odenkirk) seguía siendo el legendario picapleitos de Albuquerque, pero asimismo habría constantes guiños al universo compartido por estar en el pasado anterior a la irrupción de míster White, dejando una sensación de continuidad y coherencia muy notable.
La segunda campaña asentó el tono picaresco (Lawyers road) y la penúltima ya colocó todas las piezas para la conexión definitiva con su serie madre (La duda razonable). La que hoy nos ocupa es la más noire que hasta este momento ha regalado un spin off casi sin fisuras y donde se evita el único riesgo que existía sobre el papel: que todo recayese en el carismático leguleyo. A estas alturas, el show tiene un elenco de eficaces secundarios que son capaces de generar interés por sí mismos.
Un ejemplo es el personaje de Mike, interpretado con una gran fortaleza por Jonathan Banks. Se trata de una presencia que siempre se agradece en cada capítulo. Funcionaba perfectamente en Breaking Bad, pero aquí incluso podemos ahondar más en su verdadero y trágico pasado. Un tipo con aristas y de implacable lógica, alguien que se irá acercando (y arrastrando a cierto letrado con ello) a un local conocido como los Pollos Hermanos.
Tras el fallecimiento de su hermano, Jimmy se va sintiendo más libre para cruzar Rubiones. Aquí es absolutamente clave la figura de Kim Wexler (Rhea Seehorn), una relación que es uno de los puntos más interesantes del show. Por la lógica de Breaking Bad, sabemos que ella no está en el presente del abogado, pero seguro que no ha sido una separación normal. Indudablemente, es uno de los platos fuertes que los creadores ansían reservar para el final.
Kim es una presencia de cordura en un mundo donde lo legal e ilegal tienen fronteras frágiles. Seehorn capta a la perfección los matices y, pese a la fortaleza que emana del personaje, es la primera vez que la veremos tener miedo. Conforme el entramado de picaresca y estafas crece, ese vínculo amistad-romance se irá resquebrajando, porque todo tiene un precio y las manipulaciones constantes van quitando humanidad a quien las comete.
Hay muy buenas plumas (Ann Cherkis, Gordon Smith, Alison Tatlock, etc.) escribiendo los guiones de Better Call Saul, plagados de humor negro y también una bonita melancolía que encaja con la atmósfera de esas tierras de desierto y carretera. La frontera es, de igual forma, omnipresente y proyecta los tejemanejes de un negocio terrible y de millones de dólares.
Giancarlo Esposito vuelve aquí a repetir al siempre carismático Gus Fring, el verdadero profesional del medio, un criminal de método y que intenta aislar los sentimientos personales de los asuntos. Su maquiavelismo lo convierte en uno de los ejes que vertebran un singular encargo para Mike, quien va introduciéndose cada vez más en la boca del lobo.
Un nido de serpientes donde Saul se encontrará cómodo, picando su propio veneno con tejemanejes que le conectan con El golpe o El día de los tramposos. Nos ubicamos ante uno de los protagonistas más amorales y vendedores de humo que se pueden hallar. Todo aderezado con antihéroes como Nacho (Michael Mando), cuyo arco se va elevando en dramatismo.
Sus caminos se cruzarán con nuevos nexos del enfermado pero peligroso Héctor Salamanca (Mark Margolis), donde sobresale el fichaje de casting de Tony Dalton. Si no se alargan en exceso las temporadas y todas estas piezas terminan confluyendo con coherencia en el tablero, la experiencia televisiva de Better Call Saul será memorable.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:La segunda campaña asentó el tono picaresco (Lawyers road) y la penúltima ya colocó todas las piezas para la conexión definitiva con su serie madre (La duda razonable). La que hoy nos ocupa es la más noire que hasta este momento ha regalado un spin off casi sin fisuras y donde se evita el único riesgo que existía sobre el papel: que todo recayese en el carismático leguleyo. A estas alturas, el show tiene un elenco de eficaces secundarios que son capaces de generar interés por sí mismos.
Un ejemplo es el personaje de Mike, interpretado con una gran fortaleza por Jonathan Banks. Se trata de una presencia que siempre se agradece en cada capítulo. Funcionaba perfectamente en Breaking Bad, pero aquí incluso podemos ahondar más en su verdadero y trágico pasado. Un tipo con aristas y de implacable lógica, alguien que se irá acercando (y arrastrando a cierto letrado con ello) a un local conocido como los Pollos Hermanos.
Tras el fallecimiento de su hermano, Jimmy se va sintiendo más libre para cruzar Rubiones. Aquí es absolutamente clave la figura de Kim Wexler (Rhea Seehorn), una relación que es uno de los puntos más interesantes del show. Por la lógica de Breaking Bad, sabemos que ella no está en el presente del abogado, pero seguro que no ha sido una separación normal. Indudablemente, es uno de los platos fuertes que los creadores ansían reservar para el final.
Kim es una presencia de cordura en un mundo donde lo legal e ilegal tienen fronteras frágiles. Seehorn capta a la perfección los matices y, pese a la fortaleza que emana del personaje, es la primera vez que la veremos tener miedo. Conforme el entramado de picaresca y estafas crece, ese vínculo amistad-romance se irá resquebrajando, porque todo tiene un precio y las manipulaciones constantes van quitando humanidad a quien las comete.
Hay muy buenas plumas (Ann Cherkis, Gordon Smith, Alison Tatlock, etc.) escribiendo los guiones de Better Call Saul, plagados de humor negro y también una bonita melancolía que encaja con la atmósfera de esas tierras de desierto y carretera. La frontera es, de igual forma, omnipresente y proyecta los tejemanejes de un negocio terrible y de millones de dólares.
Giancarlo Esposito vuelve aquí a repetir al siempre carismático Gus Fring, el verdadero profesional del medio, un criminal de método y que intenta aislar los sentimientos personales de los asuntos. Su maquiavelismo lo convierte en uno de los ejes que vertebran un singular encargo para Mike, quien va introduciéndose cada vez más en la boca del lobo.
Un nido de serpientes donde Saul se encontrará cómodo, picando su propio veneno con tejemanejes que le conectan con El golpe o El día de los tramposos. Nos ubicamos ante uno de los protagonistas más amorales y vendedores de humo que se pueden hallar. Todo aderezado con antihéroes como Nacho (Michael Mando), cuyo arco se va elevando en dramatismo.
Sus caminos se cruzarán con nuevos nexos del enfermado pero peligroso Héctor Salamanca (Mark Margolis), donde sobresale el fichaje de casting de Tony Dalton. Si no se alargan en exceso las temporadas y todas estas piezas terminan confluyendo con coherencia en el tablero, la experiencia televisiva de Better Call Saul será memorable.
- https://www.nytimes.com/2018/08/06/arts/television/better-call-saul-season-4-episode-1-recap.html
- https://variety.com/2017/tv/news/amc-renews-better-call-saul-for-season-4-1202479682/
- https://www.tvinsider.com/699953/better-call-saul-season-4-preview/
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